22 DE MAYO
- MARTES –
7ª – SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO - B
Lectura de la carta del apóstol Santiago (4,1-10):
¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre
vosotros? ¿No es de vuestras pasiones,
que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en
envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis,
porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a
vuestras pasiones. ¡Adúlteros!
¿No sabéis que amar el mundo es odiar a
Dios? El que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. No en vano
dice la Escritura: «El espíritu que Dios nos infundió está inclinado al mal.»
Pero mayor es la gracia que Dios nos da. Por eso dice la Escritura: «Dios se
enfrenta con los soberbios y da su gracia a los humildes.» Someteos, pues, a
Dios y enfrentaos con el diablo, que huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Dios
se acercará a vosotros. Pecadores, lavaos las manos; hombres indecisos,
purificaos el corazón, lamentad vuestra miseria, llorad y haced duelo; que
vuestra risa se convierta en llanto y vuestra alegría en tristeza. Humillaos
ante el Señor, que él os levantará.
Palabra de Dios
Salmo:54,7-8.9-10a.10b-11.23
R/. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará
Pienso: «¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto.» R/.
«Me pondría en seguida a salvo de la tormenta,
del huracán que devora, Señor;
del torrente de sus lenguas.» R/.
Violencia y discordia veo en la ciudad:
día y noche hacen la ronda
sobre sus murallas. R/.
Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás que el justo caiga. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,30-37):
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se
marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase,
porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en
manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días
resucitará.»
Pero no entendían aquello, y les daba
miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa,
les preguntó:
«¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino
habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les
dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el
último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio
de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como éste en mi
nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me
ha enviado.»
Palabra del Señor
1. No
debe ser casual que, a renglón seguido del episodio de la expulsión del demonio
del niño epiléptico, en el evangelio de ayer, la liturgia nos presenta hoy el
primer anuncio de la Pasión y muerte, que
Jesús hizo a sus Apóstoles.
El anuncio es escueto y claro. Muy breve. Jesús sabe que lo van a matar. No dice quién.
Pero, tal como se venía desarrollando su vida en relación con las
"autoridades
religiosas", Jesús "se tuvo que ver obligado a contar con una muerte
violenta" (J. Jeremias).
Como se ha dicho con toda razón: "el que
quiere
arreglar
este mundo, lo paga caro".
2. El
contraste, que intencionadamente destaca el evangelio de Marcos, es que
precisamente, cuando Jesús les va informando a los Apóstoles del camino que le
lleva a él directamente a la muerte violenta, justo coincidiendo con eso, los
Apóstoles iban discutiendo quién de ellos era el más importante. Lo cual quiere
decir que precisamente cuando Jesús, por solidaridad con el pueblo, va derecho
al fracaso y la muerte, los Apóstoles, por ambición, discuten cuál de ellos
será el primero en el triunfo y el éxito en esta vida.
Jesús y los Apóstoles habían tomado, ya
entonces, caminos opuestos.
3.
Jesús no reprende a aquellos ambiciosos. Jesús se limita a poner en el
centro a un niño. Esto significaba, en aquel tiempo, poner en el centro a un
"nadie".
Ahora, con todas nuestras maldades, por lo menos, apreciamos a los niños. En
tiempo de Jesús, había gente que recogía a los niños de los basureros, para
criarlos como esclavos (J. D. Crossan).
El niño significaba "nada" y
"nadie". Y Jesús llega a decir que ahí, en el niño, es donde
encontramos a Dios,
y
en quien acogemos a Dios. Da pena y produce asco enterarse de que hay clérigos
que buscan subir, trepar, alcanzar cargos y dignidades (obispados,
arzobispados, cardenalatos, títulos y medallas...).
- ¿Y así pretendemos recordar a Jesús, explicar
el Evangelio, hacer creíble la Iglesia?
Vivimos en la contradicción más espantosa y patente.
Santa Joaquina de
Vedruna
Año 1854
Esta es una santa que duró casada hasta los 33
años. Tuvo ocho hijos y bastantes nietos. A los 47 años fundó la Comunidad de
las hermanas Carmelitas de la Caridad, y al morir a los 61 años había fundado
conventos, escuelas y hospitales en diversos sitios de España.
Nació en Barcelona, España, en 1773. Su padre, Don Lorenzo de
Vedruna, era rico y alto empleado del gobierno. Su familia era muy católica.
La niña desde muy pequeña tuvo mucha devoción al Niño Jesús y a
las benditas almas.
Algo que la caracterizó desde sus primeros años fue un gran amor
a la limpieza. No toleraba ninguna mancha de mugre en sus vestidos. Y esto la
fue llevando a no tolerar tampoco mancas de pecado en su alma.
A los doce años sintió un gran deseo de ser religiosa carmelita.
Pero las monjitas no la aceptaron porque les parecía muy niña todavía para
decidirse por la vocación religiosa.
A los 26 años, en 1799, contrae matrimonio con un rico hacendado,
don Teodoro de Mas, muy amigo de su padre, y empleado oficial como él. Teodoro
estimaba mucho a las tres hijas de Don Lorenzo y para decidirse por una de
ellas les llevó un pequeño paquetico de dulces de regalo. Las dos primeras lo
rechazaron como un regalo demasiado infantil, pero Joaquina lo aceptó con
alegría exclamando: "Me encantan las almendras". Este gesto de
humildad decidió al joven a elegirla como esposa.
Al principio de su matrimonio sentía a veces serios escrúpulos
por no haber seguido la vocación de religiosa que de niña tanto le llamaba la
atención, pero su esposo la consolaba diciéndole que en la vida de hogar se
puede llegar a tan alta santidad como en un convento y que con sus buenas obras
de piedad iría reemplazando las que iba a hacer en la vida religiosa. Esto la
tranquilizó. 16 años vivió con su esposo, y Dios le regaló ocho hijos. Y como
premio a sus sacrificios, cuatro hijas se hicieron religiosas, y varias de sus
nietas también.
Cuando Napoleón invadió España; el esposo de Joaquina se fue al
ejército a defender la patria y participó valerosamente en cinco batallas
contra los invasores. Joaquina y sus niños tuvieron que abandonar la ciudad de
Barcelona y huir hacia la pequeña ciudad de Vich.
Cuando Joaquina y sus hijos andaban por la llanura huyendo, de
pronto apareció una misteriosa señora y la condujo hasta Vich a casa de una
familia muy buena, que los recibió con gran cariño. Enseguida la Señora
desapareció y nadie pudo dar razón de ella. Joaquina creyó siempre que fue la
Sma. Virgen quien llegó a auxiliarla.
Un día mientras estaba rodeada de su familia, le pareció oír una
voz que le decía: "Pronto te vas a quedar viuda". Ella se preparó a
aceptar la voluntad de Dios, y a los dos meses, aunque su esposo gozaba de
buena salud, y apenas tenía 42 años, murió imprevistamente. Joaquina quedaba
viuda a los 33 años, y encargada de ocho hijitos.
Desde aquel día dejó todos sus vestidos de señora rica. Y se
dedicó por completo a ayudar a los pobres y a asistir a los enfermos en los
hospitales. Al principio la gente creía que se había vuelto loca por la
tristeza de la muerte de su esposo, pero pronto se dieron cuenta de que lo que
se estaba volviendo era una gran santa. Y admiraban su generosidad con los
necesitados. Ella vivía como la gente más pobre, pero todas sus energías eran
para ayudar a los que padecían miseria o enfermedad.
Durante diez años estuvo dedicada a penitencias, muchas oraciones
y continuas obras de caridad, pidiéndole a Dios que le iluminara lo que más le
convenía hacer para el futuro. Cuatro de sus hijas se fueron de religiosas y
los otros cuatro hijos se fueron casando, y al fin ella quedó libre de toda
responsabilidad hogareña. Ahora iba a poder realizar su gran deseo de cuando
era niña: ser religiosa.
Se encontró providencialmente con un sacerdote muy santo, el
Padre Esteban, capuchino, el cual le dijo que Dios la tenía destinada para
fundar una comunidad de religiosas dedicada a la vida activa de apostolado. El
sabio Padre Esteban redacta las constituciones de la nueva comunidad, y en
1826, ante el Sr. Obispo de Vich, que las apoya totalmente, empieza con ocho
jovencitas su nueva comunidad a la cual le pone el nombre de "Carmelitas
de la Caridad".
Pronto ya las religiosas son trece y más tarde cien. Su
comunidad, como el granito de mostaza, empieza siendo muy pequeña, y llega a
ser un gran árbol lleno de buenos frutos. Ella va fundando casas de religiosas
por toda la provincia.
Tuvo Santa Joaquina la dicha de encontrarse también con el gran
apóstol San Antonio María Claret cuyos consejos le fueron de gran provecho para
el progreso de su nueva congregación.
Vino luego la guerra civil llamada "Guerra Carlista" y
nuestra santa, perseguida por los izquierdistas, tuvo que huir a Francia donde
estuvo desterrada por tres años. Allí recibió la ayuda muy oportuna de un joven
misteriosos que ella creyó siempre haber sido San Miguel Arcángel, y Dios le
preparó en estas tierras a una familia española que la trató con verdadera
caridad.
Al volver a España, quizás como fruto de los sufrimientos
padecidos y de tantas oraciones, empezó a crecer admirablemente su comunidad y
las casas se fueron multiplicando como verdadera bendición de Dios.
En 1850 empezó a sentir los primeros síntomas de la parálisis que
la iba a inmovilizar por completo. Aconsejada por el Vicario Episcopal renunció
a todos sus cargos y se dedicó a vivir humildemente como una religiosa sin
puesto ninguno. Aunque conservaba plenamente sus cualidades mentales, sin
embargo dejó a otras personas que dirigieran la Congregación. Dios le suscitó
un nuevo y santo director para su comunidad, el Padre Bernardo Sala,
benedictino, quien se propuso dirigir a las religiosas según el espíritu de la
santa fundadora.
Durante cuatro años la parálisis se fue extendiendo y la fue
inmovilizando por completo hasta quitarle también el habla. Vino luego una
epidemia de cólera, la cual acabó con su vida y el 28 de agosto de 1854 pasó
santamente a la eternidad.
Antes había tenido el gusto de ver aprobada su Comunidad
religiosa por la Santa Iglesia en 1850. Y desde entonces ha venido ayudando de
manera prodigiosa a sus religiosas que se han extendido por muchos países.
La Comunidad de Carmelitas de la Caridad tiene ahora 290 casas en
el mundo con 2,724 religiosas. 40,079 niñas son educadas en sus colegios y
4,443 personas son atendidas en sus hospitales.
Fue declarada santa por el Papa Juan XXIII en 1959 (siendo ella
la primera persona que canonizó este Pontífice).
Santa Joaquina: sin hacer milagros en vida, y siendo una sencilla
madre de familia, una esposa afectuosa, y una mujer que tuvo que sufrir mucho
en la tierra, y que dedicó sus grandes energías en ayudar a los necesitados,
sea para nosotros un modelo para imitar, y una poderosa protectora que ruegue
por nuestra santificación y la salvación. Que Dios nos mande muchas santas como
ésta, muchas Joaquinas más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario