24
de Mayo – JUEVES –
7ª
– Semana del T.O. – B
JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO
SACERDOTE
Lectura
del libro del Génesis (22, 9 -18):
En aquellos días, llegaron
Abrahán e Isaac al sitio que la había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar
y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de
la leña. Entonces Abrahán alargó la mano y tomó el cuchillo para degollar a su
hijo. Pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
«¡Abrahán,
Abrahán!».
Él
contestó:
«Aquí
estoy».
El
ángel le ordenó:
«No
alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que
temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo».
Abrahán
levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se
acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
Abrahán
llamó aquel sitio «El Señor ve», por lo que se dice aún hoy, «En el monte el
Señor es visto».
El
ángel del Señor llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo y le dijo:
«Juro
por mí mismo, oráculo del Señor: por haber hecho esto, por no haberte reservado
tu hijo, tu hijo único, te colmaré de bendiciones y multiplicaré a tus
descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus
descendientes conquistarán las puertas de sus enemigos. Todas las naciones de
la tierra bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz».
Palabra
de Dios
Salmo:
39, 6. 7. 8-9. 10. 11
R.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
Tú no quieres sacrificios ni
ofrendas,
y, en cambio, me abriste el
oído;
no pides holocaustos ni
sacrificios expiatorios;
entonces yo digo. «Aquí
estoy». R/.
«- Como está escrito en mi libro
- para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo
tu ley en las entrañas». R/.
He proclamado tu justicia ante
la gran asamblea;
no he cerrado los labios,
Señor, tú lo sabes. R/.
No me he guardado en el pecho
tu justicia,
he contado tu fidelidad y tu
salvación. R/.
Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el
Señor»,
los que desean tu salvación.
R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (26, 36-42):
Jesús fue con sus discípulos
a un huerto, llamado Getsemaní, y le dijo:
«Sentaos
aquí, mientras voy allá a orar».
Y
llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a sentir tristeza y
angustia.
Entonces
les dijo:
«Mi
alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo».
Y adelantándose
un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
«Padre
mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero,
sino como quieres tú».
Y
volvió a los discípulos y los encontró dormidos.
Dijo a Pedro:
«¿No
habéis podido velar huna hora conmigo? Velad y orad para no caer en la
tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil».
De nuevo
se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
«Padre
mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad».
Palabra
del Señor
1.-
La fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, es «reciente» en
nuestro calendario litúrgico. En España se celebró por primera vez el 6 de
junio de 1974. No todos los países la celebran, y las fechas para celebrarlo
tampoco coinciden. El trasfondo de la fiesta (con muchas resonancias al Jueves
Santo) es el ministerio sacerdotal, una Jornada por la santificación de los
sacerdotes.
Sin embargo, en la sensibilidad eclesial
de hoy día, donde hay una fuerte llamada al compromiso de todos en la evangelización,
y especialmente de los laicos.
Por ejemplo, el video-mensaje del Papa para este mes de mayo:
“Los laicos están en primera línea de la vida de la Iglesia.
Necesitamos su testimonio sobre la verdad del Evangelio y su ejemplo al
expresar su fe con la práctica de la solidaridad. Demos gracias por los laicos
que arriesgan, que no tienen miedo y que ofrecen razones de esperanza a los más
pobres, a los excluidos, los marginados.
Pidamos juntos este mes para que los fieles laicos cumplan su
misión específica, la misión que han recibido en el bautismo, poniendo su
creatividad al servicio de los desafíos del mundo actual.”
Por eso me parece que es conveniente poner
el acento en algo de lo que se habla poco, y de lo que se desprenden muchas
consecuencias para la pastoral de la Iglesia e incluso parala teología: el
SACERDOCIO COMÚN DE LOS FIELES (de todos), aunque algunos (muy pocos) sean
llamados al ministerio sacerdotal sacramental (los presbíteros). Así está
fiesta tendrá una dimensión mucho más universal, más inclusiva, más de todos.
2.- Todos los
cristianos, por el hecho de estar bautizados, gozan y participan de la
consagración sacerdotal de Cristo, tal como nos dice el Ritual del Bautismo:
Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que te ha
liberado del pecado y dado nueva vida por el agua y el Espíritu Santo, te
consagre con el crisma de la salvación para que entres a formar parte de su
pueblo y seas para siempre miembro de Cristo, sacerdote, profeta y rey. (Del
Ritual del Bautismo)
Jesús fue un laico. No formó parte de la casta sacerdotal, con la que,
por otra parte, chocó directamente; tanto, que ella misma le condenó a muerte.
Cierto que acudió en diversas ocasiones al Templo de Jerusalén, lugar de culto
por excelencia, con la mediación de los «sacerdotes». Pero no estaba de acuerdo
con el culto y los sacrificios que allí se llevaban a cabo. Dios quiere
«misericordia y no sacrificios». Y también «habéis convertido la casa de mi
Padre en una cueva de ladrones».
En su bello diálogo junto al pozo de Sicar, con la samaritana,
anuncia que llegará la «hora» en que los que den «culto auténtico al Padre», lo
harán "en espíritu y verdad". Precisamente, cuando llegó su «hora» en
la cruz, el velo del templo (símbolo de su sacralidad y de la Alianza con el
culto que conllevaba) se rasgó en dos, es decir, perdió su sentido. Algo nuevo
quedaba estrenado, con la vida y muerte de Jesús: un nuevo modo de relacionarse
con Dios y darle culto. No en los templos, sino con la vida.
- ¿Por qué hablamos entonces de Jesús como
Sumo y Eterno Sacerdote?
La Carta a los Hebreos, tratando de responder a los que añoraban
las viejas ceremonias judías, y el culto sacerdotal del templo en el que todos
los judíos habían sido educados, nos presenta a Jesús como un Nuevo
Sacerdote. Sin pretender decirlo todo
aquí, resaltemos algunos aspectos de este nuevo sacerdocio en el que todos
participamos (aunque lo hagamos de distintas maneras, según nuestra vocación y
estado de vida).
3.- Jesús hizo de su
existencia una continua ofrenda, un permanente acto de culto al Padre. De
manera que al estar pendiente de hacer en todo momento la voluntad del Padre, y
de hacer en todo presente a Dios Padre, la vida cotidiana la convierte en
espacio sagrado y en lugar de encuentro con Dios.
Así pues, cuando acogemos a un hermano, le
escuchamos, le ayudamos, le amamos... cuando luchamos por la justicia, cuando
hacemos bien nuestro trabajo, cuando creamos fraternidad, cuando liberamos a
alguien de sus demonios, cuando oramos por otros... estamos dando culto a Dios,
estamos siendo sacerdotes.
Como dice el Salmo 39:
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas... no pides sacrificio expiatorio, entonces yo
digo: “Aquí estoy... para hacer tu voluntad”.
De eso se trata: de hacer su voluntad. Como Cristo en toda su vida
y en su muerte, ofreciéndose: «En tus manos encomiendo mi espíritu»
- Jesús, desde su Bautismo en el Jordán,
fue un «consagrado por el Espíritu», de modo que cada una de sus palabras,
opciones, gestos y actitudes se convierten en transparencia y revelación del
Padre. También los bautizados somos templos del Espíritu, somos sagrados,
pertenecemos a Dios que nos ha elegido y nos envía. Y esto significa que
continuamente podemos y debemos hacer presente a Dios en medio de todas
nuestras cosas, consagrando el mundo, haciendo posible que se abra paso el
bien, sobre todo allí donde hay más marginación, sufrimiento e injusticia.
Inspirado por el único Espíritu, todo el Pueblo de Dios participa
de las funciones de Jesucristo, "Sacerdote, Rey y Profeta", y tiene
las responsabilidades de misión y servicio que se derivan de ellas (cf. CCC,
783-786).
- ¿Qué significa participar en el sacerdocio real y profético de
Cristo?
Significa hacer de sí mismo una oferta agradable a Dios (cf. Rm
12,1), dando testimonio a través de una vida de fe y de caridad (cf. Lumen
Gentium, 12), poniéndola al servicio de los demás, siguiendo el ejemplo del
Señor Jesús (ver Mt 20: 25-28; Jn 13: 13-17).
Papa Francisco, Mayo ‘18
- En la última noche con sus discípulos, Jesús hizo un Gesto que
resumía toda su vida y daba sentido a su muerte: Una vida entregada, amante,
servidora, agradecida, reconciliadora, fraternal, sacrificada, continuamente
pendiente de lo que el Padre le pedía... y encomendó a sus discípulos que le
tomaran el relevo, que vivieran y entregaran su vida como él, que hicieran
«aquello mismo» en memoria suya, en su nombre.
De modo que estamos llamados a convertir nuestra vida en una continua
celebración eucarística... que haga posible que, cuando nos reunamos en su
nombre, el partir el pan sea expresión de que continuamente nos partimos,
compartimos, repartimos y entregamos a los hermanos. Cada uno desde su
situación existencial, desde su propia vocación y opción de vida, desde su
propio ministerio y compromiso comunitario.
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