28
de MAYO – LUNES –
8ª
– SEMANA DEL T.O.-B
Lectura de la primera
carta del apóstol san Pedro (1,3-9):
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de
entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para
una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el
cielo.
La fuerza de Dios os custodia en la fe
para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. Alegraos de
ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la
comprobación de vuestra fe de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo
aquilatan a fuego llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste
Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en
él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta
de vuestra fe: vuestra propia salvación.
Palabra de Dios
Salmo 110,1-2.5-6.9ab.10c
R/. El Señor recuerda siempre su alianza
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman. R/.
El da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles. R/.
Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza;
la alabanza del Señor dura por siempre. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-27):
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al
camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó:
«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la
vida eterna?»
Jesús le contestó:
«¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie
bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás
adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu
padre y a tu madre.»
Él replicó:
«Maestro, todo eso lo he cumplido desde
pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le
dijo:
«Una cosa te falta: anda, vende lo que
tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego
sígueme.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se
marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus
discípulos:
«¡Qué difícil les va a ser a los ricos
entrar en el reino de Dios!»
Los discípulos se extrañaron de estas
palabras.
Jesús añadió:
«Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el
reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un
camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de
Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban:
«Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»
Palabra del Señor
1. En
buena medida se puede decir que este relato, que se repite en los otros
evangelios sinópticos (Mt 19, 16-21; Lc 18, 18-23), es central para entender
todo el Evangelio y su mensaje. La razón de esta importancia del tema del
"seguimiento" está en que aquí está la clave de la Cristología.
En efecto, la Cristología es la parte de la
teología cristiana en la que se estudia, se analiza y se aprende
quién
fue Jesús y todo lo que Jesús representa en la historia de la humanidad.
Pues bien, esta clave, para conocer y
comprender a Jesús, no es el estudio especulativo, científico, histórico, etc.
La clave, para conocer y comprender a Jesús, está en el
"seguimiento".
2. - ¿Por
qué es esto así? Y, sobre todo, - ¿qué significa esto para nosotros, los creyentes
en Jesús y en su Evangelio? Jesús no fue, ni es, una doctrina, una
teoría,
una serie de conceptos especulativos.
Jesús es un "ser humano".
Y un "ser trascendente". Ambas
realidades unidas en un ser
personal. Un ser humano, que vivió en
este mundo. Ahora bien, a un ser humano
solamente se le puede conocer compartiendo la vida con él. Aprendiendo así su forma de vida, sus
costumbres, sus preferencias. Es decir,
integrando la vida de Jesús en nuestra propia vida.
3. Por
esto, como se ha dicho muy bien, "el saber cristológico no se constituye
ni se transmite primariamente en el concepto, sino en estos relatos de
"seguimiento";
y por eso también él, al igual que el discurso teológico de los cristianos en
general, tiene un carácter narrativo práctico" (J. B. Metz).
El cristianismo no se difunde solo ni principalmente,
predicando, sino mediante la propia vida, la propia forma de vivir. Y en la
medida en que esa forma de vida reproduce el Evangelio y la vida que llevó
Jesús.
San
Germán de París
Obispo
Martirologio Romano: En París, en la Galia, san Germán, obispo, que habiendo sido antes
abad de San Sinforiano de Autún, fue llamado a la sede de esta ciudad, donde,
conservando el estilo de vida monástico, ejerció una fructuosa cura de almas (†
576).
Breve Biografía
Gran parte de su vida la conocemos por el testimonio de su colega el
obispo Fortunato que asegura estuvo adornado del don de milagros.
Nació Germán en la Borgoña, en Autun, del matrimonio que formaban
Eleuterio y Eusebia en el último tercio del siglo V. No tuvo buena suerte en
los primeros años de su vida carente del cariño de los suyos y hasta estuvo con
el peligro de morir primero por el intento de aborto por parte de su madre y
luego por las manipulaciones de su tía, la madre del primo Estratidio con quien
estudiaba en Avalon, que intentó envenenarle por celos.
Su pariente de Lazy con quien vive durante 15 años es el que compensa
los mimos que no tuvo Germán en la niñez. Allí sí que encuentra amor y un
ambiente de trabajo lleno de buen humor y de piedad propicio para el desarrollo
integral del muchacho que ya despunta en cualidades por encima de lo común para
su edad.
Con los obispos tuvo suerte. Agripin, el de Autun, lo ordena sacerdote
solucionándole las dificultades y venciendo la resistencia de Germán para
recibir tan alto ministerio en la Iglesia; luego, Nectario, su sucesor, lo
nombra abad del monasterio de san Sinforiano, en los arrabales de la ciudad.
Modelo de abad que marca el tono sobrenatural de la casa caminando por delante
con el ejemplo en la vida de oración, la observancia de la disciplina, el
espíritu penitente y la caridad.
Es allí donde comienza a manifestarse en Germán el don de milagros,
según el relato de Fortunato. Por lo que cuenta su biógrafo, se había propuesto
el santo abad que ningún pobre que se acercara al convento a pedir se fuera sin
comida; un día reparte el pan reservado para los monjes porque ya no había más;
cuando brota la murmuración y la queja entre los frailes que veían peligrar su
pitanza, llegan al convento dos cargas de pan y, al día siguiente, dos carros
llenos de comida para las necesidades del monasterio. También se narra el
milagro de haber apagado con un roción de agua bendita el fuego del pajar lleno
de heno que amenazaba con arruinar el monasterio. Otro más y curioso es cuando
el obispo, celoso que de todo hay por las cosas buenas que se hablan de Germán,
lo manda poner en la cárcel por no se sabe qué motivo (quizá hoy se le llamaría
«incompatibilidad»); las puertas se le abrieron al estilo de lo que pasó al
principio de la cristiandad con el apóstol, pero Germán no se marchó antes de
que el mismo obispo fuera a darle la libertad; con este episodio cambió el
obispo sus celos por admiración.
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