lunes, 28 de mayo de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 29 DE MAYO – MARTES – 8ª – Semana del T. O. – B San Maximino de Tréveris



29 DE MAYO – MARTES –
8ª –  Semana del T. O. – B

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1,10-16):
La salvación fue el tema que investigaron y escrutaron los profetas, los que predecían la gracia destinada a vosotros. El Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, les declaraba por anticipado los sufrimientos de Cristo y la gloria que seguiría; ellos indagaron para cuándo y para qué circunstancia lo indicaba el Espíritu. Se les reveló que aquello de que trataban no era para su tiempo, sino para el vuestro. Y ahora se os anuncia por medio de predicadores que os han traído el Evangelio con la fuerza del Espíritu enviado del cielo. Son cosas que los ángeles ansían penetrar. Por eso, estad interiormente preparados para la acción, controlándoos bien, a la expectativa del don que os va a traer la revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no os amoldéis más a los deseos que teníais antes, en los días de vuestra ignorancia. El que os llamó es santo; como él, sed también vosotros santos en toda vuestra conducta, porque dice la Escritura: «Seréis santos, porque yo soy santo.»
Palabra de Dios

Salmo: 97,1.2-3ab.3c-4

R/. El Señor da a conocer su victoria
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,28-31):
En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:
«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo:
«Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más –casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones–, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.»
Palabra del Señor

1.  La afirmación   de Pedro, ¿indica orgullo y suficiencia? Probablemente, sí.   Pedro se siente satisfecho de la orientación y el destino que le ha dado a su vida.  Pero lo notable es que Jesús no reprende, ni corrige a Pedro por esta afirmación de sus propios   méritos y de su autosuficiencia. 
Jesús reprendió, según los evangelios, a quienes se sintieron orgullosos y satisfechos por su "observancia religiosa de normas y rituales sagrados". De ahí, las tensiones que tuvo con los fariseos y maestros de la Ley.
Por la fidelidad al "seguimiento", Jesús no reprende a nadie que eso sea su motivo de satisfacción.
 2.  En la respuesta de Jesús a Pedro, se reafirma la generosidad del Padre con quienes deciden vivir como vivió Jesús.   Una generosidad que no imaginamos y que Jesús pondera y ensalza. Pero es llamativo el paralelismo que la respuesta de Jesús establece entre el por mí y por el Evangelio y la referencia a las persecuciones. Sin duda alguna, Jesús quiso dejar muy claro que quien organiza su vida de acuerdo con el Evangelio, organiza su vida para tener que soportar conflictos, dificultades, incomprensiones y persecuciones.                 

 3.  Es evidente que Jesús fue el primero que se dio cuenta de que su vida y su mensaje, al querer darle otra   orientación a la religiosidad de los ritos, los dogmas y las leyes, por eso mismo —y quienes desde entonces y hasta el final de la Historia tomen la misma decisión—  tienen que contar con el conflicto de verse   incomprendidos, asediados, calumniados, perseguidos.   Es el precio que hay que pagar por querer, de verdad, arreglar este mundo, luchar contra el sufrimiento, defender a los que sufren.
El que hace eso, indica a fondo que cree en Jesús, que toma en serio el Evangelio, que tiene fe hasta sus últimas consecuencias.

San Maximino de Tréveris

Obispo

Martirologio Romano: En Tréveris, en la Galia Bélgica, en la moderna Alemania, san Maximino, obispo, que, como valiente defensor de la integridad de la fe frente a los arrianos, acogió fraternalmente a san Atanasio de Alejandría y a otros obispos desterrados, y al ser expulsado de su sede por sus enemigos, murió en Poitiers, su tierra natal († c. 346)

Breve Biografía
San Maximino, que nació probablemente en Poitiers, se trasladó, desde muy joven, a Tréveris, atraído tal vez por la fama de san Agricio, obispo de esa ciudad. Ahí terminó sus estudios y sucedió al obispo en el cargo. Cuando san Atanasio fue desterrado a Tréveris, el año 336, san Maximino le recibió con grandes muestras de respeto y consideró como un privilegio poder ofrecer hospitalidad a tan distinguido siervo de Dios. San Atanasio, que permaneció dos años en Tréveris, alaba el valor, la prudencia y las nobles cualidades de su huésped, que ya entonces era famoso por sus milagros. También san Pablo, obispo de Constantinopla, encontró refugio y protección con el obispo de Tréveris, cuando el emperador Constancio le desterró.
San Maximino convocó el sínodo de Colonia que condenó a Eufratas como hereje y le depuso de su sede. Además, previno al emperador Constante, cuya residencia favorita era Tréveris, contra los errores de los arrianos y se opuso a ellos en todas las ocasiones que se le presentaron. Por eso, posteriormente, los arrianos de Filipópolis excomulgaron al mismo tiempo a san Atanasio y a san Maximino. No sabemos con exactitud cuándo murió san Maximino; pero se dice que su sucesor, Paulino, tomó posesión de la sede el año 347. A lo que parece, San Maximino compuso muchas obras, pero no se conserva ninguno de sus escritos.

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