26 DE MAYO
– SÁBADO –
7ª
– SEMANA DEL T.O. – B –
Lectura de la carta del apóstol Santiago (5,13-20):
¿Sufre alguno de vosotros?
Rece.
- ¿Está
alegre alguno?
Cante cánticos.
- ¿Está
enfermo alguno de vosotros?
Llame a los presbíteros de la Iglesia, y
que recen sobre él, después de ungirlo con óleo, en el nombre del Señor. Y la
oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo curará, y, si ha cometido
pecado, lo perdonará.
Así, pues, confesaos los pecados unos a otros,
y rezad unos por otros, para que os curéis. Mucho puede hacer la oración
intensa del justo.
Elías, que era un hombre de la misma
condición que nosotros, oró fervorosamente para que no lloviese; y no llovió
sobre la tierra durante tres años y seis meses. Luego volvió a orar, y el cielo
derramó lluvia y la tierra produjo sus frutos.
Hermanos míos, si alguno de vosotros se
desvía de la verdad y otro lo encamina, sabed que uno que convierte al pecador
de su extravío se salvará de la muerte y sepultará un sinfín de pecados.
Palabra de Dios
Salmo:140,1-2.3.8
R/. Suba mi oración como incienso en tu presencia, Señor
Señor, te estoy llamando, ven deprisa,
escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi oración como incienso en tu presencia,
el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. R/.
Coloca, Señor, una guardia en mi boca,
un centinela a la puerta de mis labios.
Señor, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,13-16):
En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los
tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
«Dejad que los niños se acerquen a mí: no
se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que
el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía
imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor
1. Este
breve relato es central para comprender y vivir el cristianismo. Porque, si
efectivamente Jesús marcó aquí cómo tiene que ser y aparecer la Iglesia y los
seguidores del Evangelio, entonces esto nos viene a decir que a todo este
cristianismo hay que darle la vuelta por completo. Empezando por el Vaticano.
No olvidemos que el concilio Vaticano II, en la
Constitución sobre la Iglesia (nº 5) dice que Jesús puso la fundamentación
inicial de la Iglesia "predicando la llegada del Reino de Dios".
Por tanto, la Iglesia tiene que ser fiel y
coherente con su fundamentación original, que está en el hecho de lo que hizo y
dijo Jesús al predicar el Reino de Dios.
Si la Iglesia o los cristianos nos salimos de
aquel origen, nos salimos del camino.
Nos extraviamos.
2. - ¿Qué camino nos marcó Jesús al anunciar el
Reino de Dios?
En este relato, la cosa queda muy clara. Al plantear
la centralidad de "los niños" en el Reino de Dios, Jesús no se
refiere a la inocencia, a la pureza, a la bondad... Nada de eso.
En la antigüedad en general, los rasgos
dominantes de la imagen del "niño" eran su debilidad, su
vulnerabilidad, su dependencia, su marginalidad social (P. Müller, Marcus
Joel).
La expresión "los niños" indicaba a
las "personas
dependientes"
en general. Personas, por tanto,
que generalmente no servían de
"modelo religioso".
El rabino R. Dosa b. Harla decía:
"El sueño durante la mañana, el vino al
mediodía, la conversación con niños y el sentarse en las casas las 'gentes de
la tierra' sitúan a una persona fuera del mundo" (J. Marcos).
3. El
desprecio de los niños ha disminuido "teóricamente". En "la
práctica", seguimos viviendo y reproduciendo situaciones escandalosas y
que claman al cielo. Se les maltrata,
se les usa y se abusa de ellos hasta el extremo de cometer delitos muy graves.
Los "abusos de menores", de los que
nos informan los medios, y que son noticia cada día, son nada más que la punta
de iceberg de una de las taras más
vergonzosas de nuestra sociedad. Y también de nuestra
Iglesia.
Y no olvidemos que un niño, del que se ha
abusado (por el poder autoritario o por la brutalidad sexual), esa pobre
criatura queda marcada para el resto de su vida. ¡NO HAY
DERECHO!
Hay que poner remedio a esta barbarie.
SAN FELIPE
NERI
“Quien quiera algo que no sea
Cristo, no sabe lo que quiere; quien pida algo que no sea Cristo, no sabe lo
que pide; quien no trabaje por Cristo, no sabe lo que hace”, decía San Felipe
Neri, patrono de educadores y humoristas, así como fundador del Oratorio en
Roma.
San Felipe Neri nació en
Florencia (Italia) en 1515. Muy pronto quedó huérfano de madre, pero la segunda
esposa de su padre fue para él y sus hermanos una verdadera mamá.
A los 17 años fue enviado a
San Germano para que aprendiera de negocios y tuvo una experiencia mística que
el Santo llamaría su “conversión”. Se fue a Roma sin dinero y sin proyecto
alguno confiando en la Divina Providencia.
Obtuvo trabajo educando a los
hijos de un aduanero florentino, quienes se portaban muy bien con la dirección
de Felipe. En sus ratos libres se dedicaba a la oración. Más adelante realizó
estudios de filosofía y teología, pero cuando se le abría una brillante
carrera, abandonó los estudios y se entregó al apostolado.
En la Víspera de Pentecostés
de 1544 pedía en oración los dones del Espíritu Santo cuando del cielo bajó un
globo de fuego que se dilató en su pecho. San Felipe cayó al suelo pidiendo al
Señor que se detenga, pero cuando recuperó plenamente la conciencia, tenía un
bulto en el pecho del tamaño de un puño, que jamás le causó dolor.
Más adelante fundó la
Cofradía de la Santísima Trinidad, conocida como la cofradía de los pobres. Fue
ordenado sacerdote y ejerció el apostolado del confesionario varias horas al
día. Con frecuencia caía en éxtasis en Misa y algunos llegaron a verlo
levitando.
Organizó las conversaciones
espirituales que solía terminar con la visita al Santísimo. El pueblo los
llamaba los “oratorianos” porque se tocaba la campana para llamar a los fieles
a rezar en su oratorio. Como quería irse de misionero a la India, San Juan
Evangelista se le apareció y le dijo que su misión estaba en Roma.
Posteriormente inició la
Congregación del Oratorio. La Virgen se le apareció y lo curó de una enfermedad
de la vesícula. El Santo además tenía el don de la curación, de leer los
pensamientos y de la profecía.
Al final de su vida, el 25 de
mayo de 1595, día del Corpus Christi, San Felipe Neri estaba desbordante de
alegría y no se le había visto tan bien en los últimos años. Confesó durante
todo el día y recibió a los visitantes. Hacia la medianoche sufrió un ataque
agudo y partió a la Casa del Padre.
San Felipe decía: “¿Oh Señor
que eres tan adorable y me has mandado a amarte, por qué me diste tan solo un
corazón y este tan pequeño?” Tras la autopsia, se reveló que el Santo tenía dos
costillas rotas y que estaban arqueadas para dejar más sitio al corazón. Sus
restos reposan en la Iglesia de Santa María en Vallicela.
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