miércoles, 9 de mayo de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 10 DE MAYO – JUEVES – 6ª – SEMANA DE PASCUA – B SAN JUAN DE AVILA



10  DE MAYO  – JUEVES –
6ª –  SEMANA DE PASCUA – B

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (18,1-8):
En aquellos días, Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un tal Aquila, judío natural del Ponto, y a su mujer, Priscila; habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma.
Se juntó con ellos y, como ejercía el mismo oficio, se quedó a vivir y trabajar en su casa; eran tejedores de lona para tiendas de campaña. Todos los sábados discutía en la sinagoga, esforzándose por convencer a judíos y griegos. Cuando Silas y Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó enteramente a predicar, dando testimonio ante los judíos de que Jesús es el Mesías,
Como ellos se oponían y respondían con blasfemias, Pablo sacudió sus vestidos y les dijo:
«Vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza. Yo soy inocente y desde ahora me voy con los gentiles».
Se marchó de allí y se fue a casa de un cierto Ticio Justo, que adoraba a Dios y cuya casa estaba al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios, al escuchar a Pablo, creían y se bautizaban.
Palabra de Dios

Salmo: 97,1-2ab.2cd-3ab.3cd-4

R/. El Señor revela a las naciones su victoria
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Lectura del santo evangelio según san Juan (16,16-20):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver».
Comentaron entonces algunos discípulos:
«¿Qué significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?».
Y se preguntaban:
«¿Qué significa ese “poco”? No entendemos lo que dice».
Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo:
«¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho:
“Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver”?
En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría».
Palabra del Señor

1.  Jesús palpa la tristeza de los discípulos. Tristeza que llegará al lamento y las lágrimas. Es la tristeza de la ausencia y la inseguridad del que, en un
ambiente hostil, se siente solo.  Jesús sabe que está    hablando a hombres hechos y derechos.  Hombres que no son precisamente unos cobardes.  
Pero también sabe Jesús que las convicciones que   los discípulos han hecho suyas no son las convicciones dominantes en los ambientes en los que van a vivir y
trabajar. Van a tener un futuro erizado de problemas. Y Jesús lo sabe.

2.  La tristeza de la ausencia se refiere, ante todo, a lo que va a ocurrir inmediatamente después: la Pasión y la muerte.  Pero muy pronto, "dentro de poco", lo volverán a ver. Y Jesús será para ellos, para la comunidad cristiana, el Viviente. Por eso insiste Jesús en que "vuestra tristeza se convertirá en gozo".

3.  Lo importante de este texto está en la convicción de que Jesús no es un difunto, que, como todos los que mueren, pasó a la historia. De Jesús no queda solo el recuerdo y el ejemplo de lo que fue su vida. Además de eso, de Jesús tenemos la presencia viva del Viviente que es.
No tenemos evidencia de ello. Pero la fe nos hace palpar su presencia reconfortante y gozosa.  Lo vemos   presente en la fuerza de trasformación que tiene en tantas personas y grupos que ocultamente siguen haciendo presente el Evangelio en nuestra historia.
De no ser así, no se entiende la actualidad que sigue teniendo Jesús en este momento.

SAN  JUAN  DE  AVILA

SAN JUAN DE ÁVILA
(1499-1569)

Presbítero y doctor de la Iglesia
Patrono del Clero Secular de España

JUAN DE ÁVILA nació el día de la Epifanía, 6 de enero, en Almodóvar del Campo (Ciudad Real, entonces diócesis de Toledo), hijo único de unos padres muy cristianos y en muy buena posición económica y social. A los 14 años lo llevaron a estudiar Leyes a la Universidad de Salamanca, pero abandonó estos estudios al concluir el cuarto curso, decidió regresar al domicilio familiar para dedicarse a reflexionar y orar.
Con el propósito de hacerse sacerdote y marchar después como misionero a las Indias, en 1520 realizó estudios de Artes y Teología en la prestigiosa Universidad de Alcalá. Recibida la ordenación de presbítero en 1529, celebró la primera Misa solemne en la parroquia de su pueblo. Como ya habían muerto sus padres, para festejar el acontecimiento invitó a su mesa a doce pobres y decidió vendar su cuantiosa fortuna procedente de las minas de plata que poseía la familia y darlo todo a los más necesitados. A continuación, marchó a Sevilla para esperar el momento de embarcar hacia Nueva España (México).
Mientras tanto se dedicó a la predicación en la ciudad y en las localidades cercanas. Allí se encontró con el sacerdote amigo Fernando de Contreras, mayor que él y prestigioso catequista, a quien había conocido cuando éste se doctoraba en Alcalá. Entusiasmadamente por el modo de predicar del joven sacerdote Ávila, consiguió que el Arzobispo hispalense le hiciera desistir de su idea de ir a América para quedarse en Andalucía, donde urgía consolidar la fe de los creyentes después de siglos de dominación musulmana. Juan de Ávila permaneció en Sevilla, compartiendo casa, pobreza y vida de oración con Fernando de Contreras y, a la vez que se dedicaba asiduamente a la predicación y a la dirección espiritual de personas, continuó estudios de Teología en el Colegio Santo Tomás de Sevilla.
Pero sus éxitos apostólicos se vieron pronto nublados por una denuncia a la Inquisición, acusado de haber sostenido algunas doctrinas sospechosas. Mientras tuvo lugar el proceso, entre 1531 y 1533 quedó recluido en la cárcel. Allí se dedicó asiduamente a la oración, y durante esta dura situación recibió la gracia de penetrar con singular profundidad en el misterio del amor de Dios y el gran “beneficio” hecho a la humanidad por Jesuscristo nuestro Redentor. En adelante será éste el eje de su vida espiritual y uno de los temas centrales de su actividad evangelizadora. En la cárcel escribió la primera versión de su obra más conocida, el tratado de vida espiritual (Audi, filta), dedicado a doña Sancha Carrillo, una distinguida joven a quien seguía orientando espiritualmente después de su clamorosa conversión.
Emitida la sentencia absolutoria en 1533, continuó predicando con notable éxito ante el pueblo de y las autoridades, pero prefirió trasladarse a Córdoba, diócesis en la que quedó incardinado, y donde conoció a su discípulo, amigo y primer biógrafo, el dominico Fray Luis de Granada. Poco después, en 1536, fijó su residencia en Granada, donde también continuó estudios y comienza a figurar con el título de Maestro.
Viviendo muy pobremente y dedicándose a la oración y a la predicación, fue centrando su interés en mejorar la formación de quienes se preparaban para el sacerdocio, para lo que fundó Colegios mayores y menores, que después de Trento, habrían de convertirse en seminarios conciliares. Para el Maestro de Ávila, la reforma de Iglesia, que cada vez consideraba más necesaria, pasaba por la mayor santidad de clérigos, religiosos y fieles.
Sonadas conversiones como las del Marqués de Llombat, que llegó a ser san Francisco de Borja, o la de Juan Cidad -san Juan de Dios- y, sobre todo, su dedicación a la gente sencilla junto con la fundación de los niños y jóvenes, jalonan la vida del Maestro de Ávila. Fundó incluso una Universidad, la de Baeza (Jaén), que durante siglos fue un destacado referente para la cualificada formación de los sacerdotes.
Después de recorres Andalucía y parte de Extremadura orando y predicando, ya enfermo, en 1554 se retiró definitivamente a Montilla (Córdoba), donde ejerció su apostolado a través de abundante correspondencia y perfiló algunas de sus obras. Además de un catecismo o Doctrina cristiana en verso para que lo cantaran los niños y evangelizaran así a los mayores, el Maestro de Ávila es autor del conocido Tratado del amor de Dios, del Tratado sobre el sacerdocio y de otros escritos menores.
Aquejado de fortísimos dolores, con un Crucifijo entre las manos y acompañado de sus discípulos y amigos, el Maestro de Ávila entregó su alma al Señor en su humilde casa de Montilla en la mañana del 10 de mayo de 1569. Santa Teresa de Jesús, al enterarse de la noticia, no dudó en exclamar: lloro porque pierde la Iglesia de Dios una gran columna.
En 1623 se instruyó en la archidiócesis de Toledo su Causa de canonización. El papa Benedicto XIV aprobó y elogió su doctrina y escritos en 1742. El 4 de abril de 1894 León XIII lo beatificó. En 1946 fue nombrado patrono del clero secular de España por Pío XII y Pablo VI lo canonizó el 31 de mayo de 1970. Fue proclamado Doctor de la Iglesia el 7 de octubre de 2012, junto a Santa Hildegarda de Bilden, por el papa Benedicto XVI.

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