13 DE AGOSTO - JUEVES –
19ª – SEMANA DEL T. O. – A –
San Hipólito mártir
Lectura de la profecía de
Ezequiel (12,1-12):
Me
vino esta palabra del Señor:
«Hijo de Adán, vives en
la casa rebelde: tienen ojos para ver, y no ven; tienen oídos para oír, y no
oyen; pues son casa rebelde. Tú, hijo de Adán, prepara el ajuar del destierro y
emigra a la luz del día, a la vista de todos; a la vista de todos, emigra a
otro lugar a ver si lo ven; pues son casa rebelde. Saca tu ajuar, como quien va
al destierro, a la luz del día, a la vista de todos, y tú sal al atardecer, a
la vista de todos, como quien va al destierro. A la vista de todos, abre un
boquete en el muro y saca por allí tu ajuar. Cárgate al hombro el hatillo, a la
vista de todos, sácalo en la oscuridad; tápate la cara, para no ver la tierra,
porque hago de ti una señal para la casa de Israel.»
Yo hice lo que me mandó:
saqué mi ajuar como quien va al destierro, a la luz del día; al atardecer, abrí
un boquete en el muro, lo saqué en la oscuridad, me cargué al hombro el
hatillo, a la vista de todos.
A la mañana siguiente, me
vino esta palabra del Señor:
«Hijo de Adán, ¿no te ha
preguntado la casa de Israel, la casa rebelde, qué es lo que hacías? Pues
respóndeles: "Esto dice el Señor: Este oráculo contra Jerusalén va por el
príncipe y por toda la casa de Israel que vive allí.
" Di: "Soy
señal para vosotros; lo que yo he hecho lo tendrán que hacer ellos: irán cautivos
al destierro. El príncipe que vive entre ellos se cargará al hombro el hatillo,
abrirá un boquete en el muro para sacarlo, lo sacará en la oscuridad y se
tapará la cara para que no lo reconozcan."»
Palabra de Dios
Salmo:77,56-57.58-59.61-62
R/. No olvidéis las acciones
del Señor.
Tentaron
al Dios Altísimo
y se rebelaron, negándose a guardar sus preceptos;
desertaron y traicionaron como sus padres,
fallaron como un arco engañoso. R/.
Con
sus altozanos lo irritaban,
con sus ídolos provocaban sus celos.
Dios lo oyó y se indignó,
y rechazó totalmente a Israel. R/.
Abandonó
sus valientes al cautiverio,
su orgullo a las manos enemigas;
entregó su pueblo a la espada,
encolerizado contra su heredad. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Mateo (18,21–19,1):
En
aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús:
«Señor, si mi hermano me
ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete
veces, sino hasta setenta veces siete.
Y a propósito de esto, el
reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus
empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil
talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con
su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado,
arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
"Ten paciencia
conmigo, y te lo pagaré todo."
El señor tuvo lástima de
aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el
empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debla cien denarios y,
agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo:
"Págame lo que me
debes."
El compañero, arrojándose
a sus pies, le rogaba, diciendo: "
Ten paciencia conmigo, y
te lo pagaré."
Pero él se negó y fue y
lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo
ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo
sucedido.
Entonces el señor lo
llamó y le dijo:
"¡Siervo malvado!
Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también
tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?"
Y el señor, indignado, lo
entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con
vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»
Cuando acabó Jesús estas
palabras, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del
Jordán.
Palabra del Señor
1. La pregunta
de Pedro a Jesús quiere decir si hay que perdonar siempre. Porque el número
siete, en aquella cultura, se refería a la idea de plenitud.
Esto supuesto, la respuesta
de Jesús sobrepasa toda medida. Ya no se trata de siete, sino de setenta
veces siete. O sea, siempre y sin limitación alguna, sea cual sea la ofensa que te
hayan hecho. Es una postura que rompe todos los
moldes. Pero Jesús está convencido de que solo rompiendo todos los
moldes del perdón se puede acabar con todos los excesos de la violencia.
2. La parábola
que propone Jesús, para explicar su respuesta, rompe efectivamente todos
nuestros esquemas de pensamiento. Todo es desmesurado: la cantidad que debe el
primer deudor; el perdón que, sin más, se le concede; la brutalidad de ese
individuo con el desgraciado que le debía solo unas monedas. Se
trata de una historia en la que se rompe la lógica de nuestros comportamientos.
3. Nuestra
lógica pide justicia para castigar a los canallas. La "lógica" del
Evangelio pide perdón siempre. La Justicia del Estado debe cumplir
con su deber, pero el perdón que conceden las víctimas es la única arma que
desarma a los violentos.
San
Hipólito mártir
(235 d.C.) –
El
Martirologio Romano menciona en este día a San Hipólito, el mártir cuyo nombre
aparece en las "actas" de San Lorenzo. Según ese documento tan poco
fidedigno, Hipólito era uno de los guardias en la prisión donde se hallaba
Lorenzo, convertido y bautizado por él. Hipólito asistió al entierro de Lorenzo
y cuando el emperador lo supo, le mandó llamar y le reprendió por haber
profanado el uniforme militar con "una conducta indigna de un oficial y un
caballero." En seguida le mandó azotar, junto con su nodriza Concordia y
otros diecinueve mártires, que murieron en la tortura. Sólo Hipólito salió con
vida de la flagelación y fue condenado a perecer arrastrado por un tronco de
caballos. Esto constituye un dato muy sospechoso, si recordamos que el hijo de
Teseo, Hipólito, huyendo de la cólera de su padre, se encontró con un monstruo
que espantó sus caballos; el héroe resbaló de su carro, se enredó en las
riendas y murió despedazado contra las piedras. [El nombre de Hipólito
significa "caballo desbocado." Si se tiene en cuenta la historia del
martirio de este santo y el significado de su nombre, se comprenderá fácilmente
que San Hipólito haya sido adoptado como patrón de caballerizas, cabalgatas y
jinetes]. Los verdugos de San Hipólito escogieron los dos caballos más salvajes
que encontraron, los ataron con una larga cuerda y colgaron de ella al mártir
por los pies. Los caballos le arrastraron furiosamente sobre piedras y rocas;
el suelo, los árboles y las piedras quedaron salpicados con la sangre del
mártir. Los fieles que presenciaban la ejecución a cierta distancia, se
encargaron de recogerla en pañuelos y reunieron los miembros y huesos del
santo, que se dispersaron por todas partes.
Esta
leyenda es probablemente una pura novela. Según parece, el mártir que la Iglesia
conmemora en este día era un sacerdote romano llamado Hipólito, que vivió a
principios del siglo III. Era un hombre muy erudito y el más destacado de los
escritores teológicos de los primeros tiempos de la Iglesia de Roma. La lengua
que usaba en sus escritos era el griego. Tal vez había sido discípulo de San
Ireneo, y San Jerónimo le calificó de "varón muy santo y elocuente."
Hipólito acusó al Papa San Ceferino de haberse mostrado negligente en descubrir
y denunciar la herejía. Cuando San Calixto I fue elegido Papa, Hipólito se
retiró de la comunión con la Iglesia romana y se opuso al Sumo Pontífice.
Durante la persecución de Maximino, fue desterrado a Cerdeña junto con el Papa
San Ponciano, el año 235 y allá se reconcilió con la Iglesia. Murió mártir en aquella
isla insalubre a causa de los malos tratos que recibió. Su cuerpo fue, más
tarde, trasladado al cementerio de la Vía Tiburtina.
Prudencio,
basándose en una interpretación equivocada de la inscripción del Papa San
Dámaso, confunde a San Hipólito con otro mártir del mismo nombre y afirma que
murió descoyuntado por un tiro de caballos salvajes en la desembocadura del
Tíber. En un himno refiere que siempre había sido curado de sus enfermedades de
cuerpo y alma cuando había ido a pedir auxilio a la tumba de San Hipólito y
agradece a Cristo las gracias que le ha concedido por la intercesión del
mártir. El mismo autor asegura que la tumba de San Hipólito era un sitio de
peregrinación, frecuentado no sólo por los habitantes de Roma, sino por los
cristianos de sitios muy remotos, sobre todo el día de la fiesta del mártir:
"La gente se precipita desde la madrugada al santuario. Toda la juventud
pasa por ahí. La multitud va y viene hasta la caída del sol, besando las letras
resplandecientes de la inscripción, derramando especias y regando la tumba con
sus lágrimas. Y cuando llega la fiesta del santo, al año siguiente, la multitud
acude de nuevo celosamente... y los anchos campos apenas pueden contener el
gozo del pueblo." Otra prueba de la gran veneración en que los fieles
tenían a San Hipólito, es que su nombre figura en el canon de la misa
ambrosiana de Milán.
En
1551, se descubrió en el cementerio de San Hipólito, en el camino de Tívoli,
una estatua de mármol del siglo III que representa al santo sentado en una
cátedra; las tablas para calcular la Pascua y la lista de las obras de San
Hipólito están grabadas en ambos lados de la cátedra. La estatua se halla
actualmente en el Museo de Letrán.
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