23 DE AGOSTO – DOMINGO –
21ª – SEMANA DEL T. O. – A –
Santa Rosa de Lima
Lectura del libro de
Isaías (22,19-23):
Así
dice el Señor a Sobná, mayordomo de palacio:
«Te echaré de tu puesto, te
destituiré de tu cargo. Aquel día, llamaré a mi siervo, a Eliacín, hijo de
Elcías: le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes; será
padre para los habitantes de Jerusalén, para el pueblo de Judá. Colgaré de su
hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que
él cierre nadie lo abrirá. Lo hincaré como un clavo en sitio firme, dará un
trono glorioso a la casa paterna.»
Salmo 137,1-2a.2bc-3.6.8bc
R/. Señor, tu misericordia es
eterna,
no abandones la
obra de tus manos
Te doy
gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre. R/.
Por tu
misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.
El
Señor es sublime,
se fija en el humilde
y de lejos conoce al soberbio.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los Romanos (11,33-36):
¡Qué
abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué
insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! - ¿Quién conoció la
mente del Señor? - ¿Quién fue su consejero?
-¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva?
Él es el origen, guía y meta
del universo. A él la gloria por los siglos. Amén.
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (16,13-20):
En
aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus
discípulos:
«¿Quién dice la gente que es
el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista,
otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que
soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y
dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo
de Dios vivo.»
Jesús le respondió:
«¡Dichoso tú, Simón, hijo de
Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre
que está en el cielo.
Ahora te digo yo: tú eres
Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la
derrotará.
Te daré las llaves del reino
de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que
desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»
Y les mandó a los discípulos
que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Pedro, entre Dios y Satanás.
El
evangelio de este domingo y el del siguiente forman un díptico indisoluble.
-
En el de hoy, Pedro recibe una revelación de Dios y una misión.
-
En el siguiente, se convierte en portavoz de Satanás.
De
este modo, Mateo deja claro que lo importante es la misión recibida, no
la santidad del receptor.
El
pasaje de este domingo se divide en tres partes:
1) Lo que piensa la gente a propósito
de Jesús;
2) Lo que afirma Pedro;
3) Las promesas de Jesús a Pedro.
1. Lo
que piensa la gente a propósito de Jesús
Al
llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
―
¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
Ellos
contestaron:
―
Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los
profetas.
¿Cómo
es posible que la gente ofrezca respuestas tan extrañas? La culpa es en gran
parte de Jesús por usar una expresión que se presta a equívoco: bar
enosh puede entenderse de formas muy distintas, y podríamos traducirlo
con minúscula o con mayúscula.
Con
minúscula, «hijo del hombre», significa «este hombre», «yo», y
es frecuente en boca de Jesús para referirse a sí mismo. Por ejemplo: «Las
zorras tienen madrigueras, las aves del cielo nidos, pero el hijo del
hombre [este hombre] no tiene dónde recostar la cabeza» (Mt 8,20); «El
hijo del hombre [este hombre, yo] tiene autoridad en la tierra para perdonar
los pecados» (Mt 9,6), etc.
Con
mayúscula, «Hijo del Hombre», hace pensar en un salvador futuro, extraordinario. «Os
aseguro que no habréis recorrido todas las ciudades de Israel antes de
que venga el Hijo del Hombre» (Mt 10,23); «El Hijo del Hombre enviará a
sus ángeles para que recojan de su reino todos los escándalos y los
malhechores» (Mt 13,41); «El Hijo del Hombre ha de venir con la gloria de su
Padre y acompañado de sus ángeles» (Mt 16,27).
La
gente que escuchaba a Jesús, como en La vida de Brian, podía
sentirse desconcertada. Cuando
usaba la expresión «el Hijo del Hombre», ¿hablaba de sí mismo, de un salvador
futuro o de un gran personaje religioso? Por eso no extrañan las respuestas que
recogen los discípulos. Para unos, el Hijo del Hombre es Juan Bautista; para
otros, de mayor formación teológica, Elías, porque está profetizado que volverá
al final de los tiempos; para otros, no sabemos por qué motivo, Jeremías o
alguno de los grandes profetas. Lo común a todas las respuestas es que ninguna
identifica al Hijo del Hombre con Jesús, y todas lo identifican con un profeta,
pero un profeta muerto, bien hace nueve siglos (Elías) o recientemente (Juan
Bautista). Es obvio que Jesús no se explicaba en este caso con suficiente
claridad o era intencionadamente ambiguo.
2. Lo
que afirma Pedro: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Él
les preguntó:
―
Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Simón
Pedro tomó la palabra y dijo:
―
Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Estamos
tan acostumbrados a escuchar la respuesta de Pedro que nos parece normal. Sin
embargo, de normal no tiene nada. Los grupos que esperaban al Mesías lo
concebían como un personaje extraordinario, que traería una situación
maravillosa desde el punto de vista político (liberación de los romanos),
económico (prosperidad), social (justicia) y religioso (plena entrega del
pueblo a Dios). Jesús es un galileo mal vestido, sin residencia fija, que vive
de limosna, acompañado de un grupo de pescadores, campesinos, un recaudador de
impuestos y diversas mujeres. Para confesarlo como Mesías hace falta estar loco
o tener una inspiración divina.
3. Las
promesas de Jesús a Pedro
Jesús
le respondió:
―
¡Dichoso tú, Simón hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de
carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres
Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la
derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra,
quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en
el cielo.
Y
les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Esta
tercera parte es exclusiva de Mateo. En los evangelios de Marcos y Lucas, el
pasaje de la confesión de Pedro en Cesarea de Felipe termina con las palabras:
"Prohibió terminantemente a los discípulos decirle a nadie que él era el
Mesías". Sin embargo, Mateo introduce aquí estas palabras de Jesús a
Pedro.
Comienzan
con una bendición, que subraya la importancia del título de Mesías que Pedro
acaba de conceder a Jesús. No es un hereje ni un loco, sus palabras son fruto
de una revelación del Padre. Nos vienen a la memoria lo dicho en 11,25-30:
"Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y aquel a quien el Padre se lo quiere
revelar".
Basándose
en esta revelación, no en los méritos de Pedro, Jesús le comunica unas
promesas:
1)
sobre él, esta roca, edificará su Iglesia;
2)
le dará las llaves del Reino de Dios;
3)
como consecuencia de lo anterior, lo que él decida en la tierra será refrendado
en el cielo.
Las
afirmaciones más sorprendentes son la primera y la tercera. En el AT, la
"roca" es Dios. En el NT, la imagen se aplica a Jesús. Que el mismo
Jesús diga que la roca es Pedro supone algo inimaginable, que difícilmente
podrían haber inventado los cristianos posteriores. (La escapatoria de quienes
afirman que Jesús, al pronunciar las palabras "y sobre esta piedra
edificaré mi iglesia" se refiere a él mismo, no a Pedro, es poco seria).
La
segunda afirmación ("te daré las llaves del Reino de Dios") se
entiende recordando la promesa de Is 22,22 al mayordomo de palacio Eliaquín,
tema de la primera lectura de hoy:
"Colgaré
de su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo
que él cierre nadie lo abrirá".
Se
concede al personaje una autoridad absoluta en su campo de actividad.
Curiosamente, el texto de Mateo cambia de imagen, y no habla luego de abrir y
cerrar sino de atar y desatar. Pero la idea de fondo es la misma.
El
texto contiene otra afirmación importantísima: la intención de Jesús de formar
una nueva comunidad, que se mantendrá eternamente. Todo lo que se dice a Pedro
está en función de esta idea.
-
¿Por qué pone de relieve Mateo este papel de Pedro?
-
¿Le guía una intención eclesiológica, para indicar cómo concibe Jesús a su
comunidad?
-
¿O tienen una finalidad mucho más práctica? Ambas ideas no se excluyen, y la
teología católica ha insistido básicamente en la primera: Jesús,
consciente de que su comunidad necesita un responsable último, encomienda esta
misión a Pedro y a sus sucesores.
Es
posible que haya también de fondo una idea más práctica, relacionada con el
papel de Pedro en la iglesia primitiva. Uno de los mayores conflictos que se
plantearon desde el primer momento fue el de la aceptación o rechazo de los
paganos en la comunidad, y las condiciones requeridas para ello. Los Hechos de
los Apóstoles dan testimonio de estos problemas. En su solución desempeñó un
papel capital Pedro, enfrentándose a la postura de otros grupos cristianos
conservadores (Hechos 10-11; 15). En aquella época, en la que Pedro no era
"el Papa", ni gozaba de la "infalibilidad pontificia", las
palabras de Mateo suponen un espaldarazo a su postura en favor de los paganos. "Lo
que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra
quedará desatado en el cielo". Es Pedro el que ha recibido la máxima
autoridad y el que tiene la decisión última.
Apéndice
1. El papel de Pedro en la iglesia primitiva
Un
detalle común a las más diversas tradiciones del Nuevo Testamento es la
importancia que se concede a Pedro. El dato más antiguo y valioso, desde el
punto de vista histórico, lo ofrece Pablo en su carta a los Gálatas, donde
escribe que tres años después de su conversión subió a Jerusalén «a conocer a
Cefas [Pedro] y me quedé quince días con él» (Gálatas 1,18). Este simple
detalle demuestra la importancia excepcional de Pedro. Y catorce años más
tarde, cuando se plantea el problema de la predicación del evangelio a los paganos,
escribe Pablo: «reconocieron que me habían confiado anunciar la buena noticia a
los paganos, igual que Pedro a los judíos; pues el que asistía a Pedro en su
apostolado con los judíos, me asistía a mí en el mío con los paganos» (Gálatas
2,7).
Esta primacía de Pedro queda reflejada en diversos episodios de los distintos
evangelios. Por no alargarme, basta recordar el triple encargo («apacienta mis
corderos», «apacientas mis ovejas», «apacientas mis ovejas») en el evangelio de
Juan (21,15-17), equivalente a lo que acabamos de leer en Mateo.
Lo mismo ocurre en los Hechos de los Apóstoles. Después de la ascensión, es
Pedro quien toma la palabra y propone elegir un sustituto de Judas. El día de
Pentecostés, es Pedro quien se dirige a todos los presentes. Su autoridad será
decisiva para la aceptación de los paganos en la iglesia (Hechos 10-11). Este
episodio capital es el mejor ejemplo práctico de la promesa: «lo que ates en la
tierra quedará atado en el cielo».
Apéndice
2. Mateo: ¿falsario o teólogo?
Lo
anterior ayuda a responder una pregunta elemental desde el punto de vista
histórico: si las promesas de Jesús a Pedro sólo se encuentran en el evangelio
de Mateo, - ¿no serán un invento del evangelista? Así piensan muchos autores.
Pero el término «invento» se presta a confusión, como si todo lo que se cuenta
fuera mentira. Los escritores antiguos tenían un concepto de verdad histórica
muy distinto del nuestro, para nosotros, la verdad debe ir envuelta en la
verdad. Todo, lo que se cuenta y la forma de contarlo, debe ser cierto (esto en
teoría, porque infinitos libros de historia se presentan como verdaderos,
aunque mienten en lo que cuentan y en la forma de contarlo). Para los antiguos,
la verdad se podía envolver en un ropaje de ficción.
La
verdad, testimoniada por autores tan distintos como Pablo, Juan, Lucas, Marcos,
es que Pedro ocupaba un puesto de especial responsabilidad en la iglesia
primitiva, y que ese encargo se lo había hecho el mismo Dios, como reconocen
Pablo y Juan. Lo único que hace Mateo es envolver esa verdad en unas palabras
distintas, quizá inventadas por él, para dejar claro que la primacía de Pedro
no es cuestión de inteligencia, ni de osadía, se debe a una decisión de Jesús.
Y
para corroborar que no son los méritos de Pedro, añade el episodio que leeremos
el próximo domingo.
Santa
Rosa de Lima
Santa Rosa, virgen,
que, insigne desde muy niña por su austera sobriedad de vida, en Lima, en el
Perú, vistió el hábito de las Hermanas de la Tercera Orden de Santo Domingo.
Entregada a la penitencia y a la oración, y ardiente de celo por la salvación
de los pecadores y de la población indígena, aspiraba a dar la vida por ellos,
sometiéndose de buena gana a toda clase de sufrimientos para ganarlos para
Cristo. Su muerte tuvo lugar el día veinticuatro de agosto. († 1617).
Fecha de Beatificación: 15 de abril de 1668
por el Papa Clemente IX 15 abr 1668
Fecha de Canonización: 12 de abril de 1671
por el Papa Clemente X
Vida de Santa Rosa de Lima
El
Papa Inocencio IX dijo de esta santa un elogio admirable: "Probablemente
no ha habido en América un misionero que con sus predicaciones haya logrado más
conversiones que las que Rosa de Lima obtuvo con su oración y sus
mortificaciones". Lo cual es mucho decir.
Isabel
Flores de Oliva, hija de Gaspar de Flores y María de Oliva, que por su belleza
recibió popularmente el nombre de "Rosa" al que ella añadió "de
Santa María" En el bautizo le pusieron el nombre de Isabel, pero luego la
mamá al ver que al paso de los años su rostro se volvía sonrosado y hermoso
como una rosa, empezó a llamarla con el nombre de Rosa. Y el Sr. Arzobispo al
darle la confirmación le puso definitivamente ese nombre, con el cual es
conocida ahora en todo el mundo.
En
los años en que nació Santa Rosa de Lima, la sociedad de su época, propia de un
periodo colonial, está orientada en varios aspectos por el ideal de tener más.
Hay allí familias pudientes, otras de pequeños propietarios y la gran mayoría
de campesinos, negros y mulatos, que son tratados como esclavos. La familia de
Rosa es de pequeños propietarios. Los padres de Rosa se esfuerzan en darle una
seria educación humana además de proporcionarle una sólida formación en la fe.
Lima
tiene una comunidad pionera en la evangelización: el convento de Santo Domingo.
Allí los seglares pueden participar en la liturgia, reunirse a meditar la
Palabra de Dios y colaborar temporalmente en los puestos misionales o
"doctrinas".
Desde
pequeñita Rosa tuvo una gran inclinación a la oración y a la meditación. Un día
rezando ante una imagen de la Virgen María le pareció que el niño Jesús le
decía: "Rosa conságrame a mí todo tu amor". Y en adelante se propuso
no vivir sino para amar a Jesucristo. Y al ir a su hermano decir que si muchos
hombres se enamoraban perdidamente era por la atracción de una larga cabellera
ó de una piel muy hermosa, se cortó el cabello y se propuso llevar el rostro
cubierto con un velo, para no ser motivo de tentaciones para nadie. Quería
dedicarse únicamente a amar a Jesucristo.
Rosa
en su interior vive un dilema: por un lado siente vocación de religiosa
contemplativa y, por otros, percibe la imperiosa llamada a realizar esta
vocación en el interior de su familia, trabajando por el Reino de Dios desde
fuera del convento, esto sucedió así:
Se
había propuesto irse de monja agustina. Pero el día en que fue a arrodillarse
ante la imagen de la Virgen Santísima para pedirle que le iluminara si debía
irse de monja ó no, sintió que no podía levantarse del suelo donde estaba
arrodillada. Llamó a su hermano a que le ayudara a levantarse, pero él tampoco
fue capaz de moverla de allí. Entonces se dio cuenta de que la voluntad de Dios
era otra y le dijo a Nuestra Señora: "Oh Madre Celestial, si Dios no
quiere que yo me vaya a un convento, desisto desde ahora de su idea". Tan
pronto pronunció estas palabras quedó totalmente sin parálisis y se pudo
levantar del suelo fácilmente.
A sus
20 años encuentra el camino: ser pobre por la fraternidad universal ingresando
en la Orden de Predicadores, en su movimiento seglar, había sucedido que ella
vino a saber que la más famosa terciaria dominica es Santa Catalina de Siena
(29 de abril) y se propuso estudiar su vida e imitarla en todo. Y lo logró de
manera admirable. Se fabricó una túnica blanca y el manto negro y el velo
también negro para la cabeza, y así empezó a asistir a las reuniones religiosas
del templo.
Su
padre fracasó en el negocio de una mina y la familia quedó en gran pobreza.
Entonces Rosa se dedicó durante varias horas de cada día a cultivar un huerto
en el solar de la casa y durante varias horas de la noche a hacer costuras,
para ayudar a los gastos del hogar. Como dominica seglar da clases a los niños,
incluyendo aprendizaje de instrumentos musicales (guitarra, arpa, cítara). En
aquel hogar la vida es sencilla, pero lo necesario nunca falta.
Participa
en la Eucaristía en el Convento de Santo Domingo. Al fondo de su casa, en la
huerta de sus padres, construye una cabaña, una ermita, con el fin de asimilar
más el Evangelio en la oración; allí entra en comunión con Dios, con los
hombres y con la naturaleza. Sólo Dios la va retribuyendo y ella se va forjando
como mujer de "contemplación en lo secreto". A esto une una serie de
mortificaciones. Explica en sus escritos que la mortificación es necesaria para
ser saciados por el Espíritu de Dios, para vivir orientados por el Espíritu
Santo, para renovar la faz de la tierra a partir de uno mismo. Frente a sus
prójimos es una mujer comprensiva: disculpa los errores de los demás, persona
las injurias, se empeña en hacer retornar al buen camino a los pecadores,
socorre a los enfermos. Se esfuerza en la misericordia y la compasión.
Es
difícil encontrar en América otro caso de mujer que haya hecho mayores
penitencias, lo primero que se propuso mortificar fue su orgullo, su amor
propio, su deseo de aparecer y de ser admirada y conocida. Y en ella, como en
todas las cenicientas del mundo se ha cumplido lo que dijo Jesús: "quien
se humilla será enaltecido".
Una
segunda penitencia de Rosa de Lima fue la de los alimentos. Su ayuno era casi
continuo. Y su abstinencia de carnes era perpetua. Comía lo mínimo necesario para
no desfallecer de debilidad. Aún los días de mayores calores, no tomaba bebidas
refrescantes de ninguna clase, y aunque a veces la sed la atormentaba, le
bastaba mirar el crucifijo y recordar la sed de Jesús en la cruz, para tener
valor y seguir aguantando su sed, por amor a Dios.
Dormía
sobre duras tablas, con un palo por almohada. Alguna vez que le empezaron a
llegar deseos de cambiar sus tablas por un colchón y una almohada, miró al
crucifijo y le pareció que Jesús le decía: "Mi cruz, era mucho más cruel
que todo esto". Y desde ese día nunca más volvió a pensar en buscar un
lecho más cómodo.
Los
últimos años vivía continuamente en un ambiente de oración mística, con la
mente casi ya más en el cielo que en la tierra. Su oración y sus sacrificios y
penitencias conseguían numerosas conversiones de pecadores, y aumento de fervor
en muchos religiosos y sacerdotes. En la ciudad de Lima había ya una convicción
general de que esta muchacha era una verdadera santa.
Rosa
de Lima, pasó los tres últimos años de su vida en la casa de Don Gonzalo de
Massa, desde 1614 a 1617. Don Gonzalo era un empleado rico del gobierno y su
esposa, María de Uzategui, tenía un gran aprecio por Rosa. Durante la penosa y
larga enfermedad que precedió a su muerte, la oración de la joven era:
"Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu
amor".
Desde
1614 ya cada año al llegar la fiesta de San Bartolomé, el 24 de agosto,
demuestra su gran alegría. Y explica el porqué de este comportamiento: "Es
que en una fiesta de San Bartolomé iré para siempre a estar cerca de mi
redentor Jesucristo". Y así sucedió. El 24 de agosto del año 1617, después
de terrible y dolorosa agonía, expiró con la alegría de irse a estar para
siempre junto al amadísimo Salvador a los 31 años.
Y a
esta muchacha de condición económica pobre y sin muchos estudios, le hicieron
un funeral poco común en la ciudad de Lima. La primera cuadra llevaron su ataúd
los monseñores de la catedral, como lo hacían cuando moría un arzobispo. La
segunda cuadra lo llevaron los senadores (u oidores), como lo hacían cuando
moría un virrey. Y la tercera cuadra lo llevaron los religiosos de las
Comunidades, para demostrarle su gran veneración. El entierro hubo que
postponerlo porque inmensas multitudes querían visitar su cadáver, y filas
interminables de fieles pasaban con devota veneración frente a él. Después la
sepultaron en una de las paredes del templo
Su
cuerpo se venera en la Basílica dominicana de Santo Domingo en Lima. Fue
canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671. Desde ese año Toda América
Meridional y Filipinas la veneran como patrona.
Así
es, como es celebrada como la primera flor de santidad de América, insigne por
la fragancia de su penitencia y oración. Dotada de brillantes cualidades y
dotes de ingenio que tuvo ya desde niña se consagra al Señor con voto de
virginidad. Sintió profunda veneración por Santa Catalina de Siena, con quien
se advierte una sorprendente afinidad, así fue como por ello decidió en 1606,
inscribirse en la Orden Seglar Dominicana para darse más plenamente a la
perfección evangélica.
Esta
amante de la soledad dedicó gran parte del tiempo a la contemplación deseando
también introducir a otros en los arcanos de la "oración secreta",
divulgando para ello libros espirituales. Anima a los sacerdotes para que
atraigan a todos al amor a la oración.
Recluida
frecuentemente en la pequeña ermita que se hizo en el huerto de sus padres,
abrirá su alma a la obra misionera de la Iglesia con celo ardiente por la
salvación de los pecadores y de los "indios". Por ellos desea dar su
vida y se entrega a duras penitencias, para ganarlos a Cristo. Durante quince
años soportará gran aridez espiritual como crisol purificador. También destaca
por sus obras de misericordia con los necesitados y oprimidos.
Rosa
arde en amor a Jesús en la Eucaristía y en honda piedad para con su Madre, cuyo
rosario propaga con infatigable celo, estimando que todo cristiano "debe
predicarlo con la palabra y tenerlo grabado en el corazón".
Los
milagros empezaron a sucederse en favor de los que invocaban la intercesión de
Rosa, y el sumo pontífice la declaró santa y la proclamó Patrona de América
Latina, Rosa de Lima, es la más bella rosa que ha producido nuestro continente.
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