domingo, 2 de agosto de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 3 DE AGOSTO – LUNES – 18ª – SEMANA DEL T. O. – A – Stª. LIDIA






3 DE AGOSTO – LUNES –
18ª – SEMANA DEL T. O. – A –
Stª. LIDIA

Lectura del libro de Jeremías (28,1-17):

Al principio del reinado de Sedecías en Judá, el mes quinto, Ananías, hijo de Azur, profeta natural de Gabaón, me dijo en el templo, en presencia de los sacerdotes y de toda la gente:
«Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: "Rompo el yugo del rey de Babilonia. Antes de dos años devolveré a este lugar todo el ajuar del templo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, cogió y se llevó a Babilonia. A Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y a todos los judíos desterrados en Babilonia yo los haré volver a este lugar –oráculo del Señor–, porque romperé el yugo del rey de Babilonia."»
El profeta Jeremías respondió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes y del pueblo que estaba en el templo; el profeta Jeremías dijo:
«Amén, así lo haga el Señor. Que el Señor cumpla tu profecía, trayendo de Babilonia a este lugar todo el ajuar del templo y a todos los desterrados. Pero escucha lo que yo te digo a ti y a todo el pueblo: "Los profetas que nos precedieron, a ti y a mi, desde tiempo inmemorial, profetizaron guerras, calamidades y epidemias a muchos países y a reinos dilatados. Cuando un profeta predecía prosperidad, sólo al cumplirse su profecía era reconocido como profeta enviado realmente por el Señor."»
Entonces Ananías le quitó el yugo del cuello al profeta Jeremías y lo rompió, diciendo en presencia de todo el pueblo:
«Así dice el Señor: "Así es como romperé el yugo del rey de Babilonia, que llevan al cuello tantas naciones, antes de dos años."»
El profeta Jeremías se marchó por su camino. Después que el profeta Ananías rompió el yugo del cuello del profeta Jeremías, vino la palabra del Señor a Jeremías:
«Ve y dile a Ananías: "Así dice el Señor: Tú has roto un yugo de madera, yo haré un yugo de hierro. Porque así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Pondré yugo de hierro al cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia; y se le someterán, y hasta las bestias del campo le entregaré."»
El profeta Jeremías dijo a Ananías profeta:
«Escúchame, Ananías; el Señor no te ha enviado, y tú has inducido a este pueblo a una falsa confianza. Por eso, así dice el Señor: "Mira: yo te echaré de la superficie de la tierra; este año morirás, porque has predicado rebelión contra el Señor."»
Y el profeta Ananías murió aquel mismo año, el séptimo mes.

Palabra de Dios

Salmo: 118,29.43.79.80.95.102

R/. Instrúyeme, Señor, en tus leyes

Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad. R/.

No quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos. R/.

Vuelvan a mi tus fieles
que hacen caso de tus preceptos. R/.

Sea mi corazón perfecto en tus leyes,
así no quedaré avergonzado. R/.

Los malvados me esperaban para perderme,
pero yo meditaba tus preceptos. R/.

No me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 22-36
       Después que se sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos a que se subieran a la barca y se adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar.
Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el agua.
Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida:
"¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!".
Pedro le contestó:
"Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua".
Él le dijo: "Ven".
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
"Señor, sálvame'.
Enseguida, Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
"¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?"
En cuanto subieron a la barca, amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él diciendo:
"Realmente eres Hijo de Dios'.
Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos.
Le pedían tocar siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron curados.

1.  En cuanto la gente quedó satisfecha, Jesús no admitió ni agradecimientos, ni aclamaciones, ni famas, ni populismo alguno. Despidió a todos y "forzó" (enágkasen) a los discípulos a embarcarse, lo que indica que ellos no querían alejarse del éxito logrado.
     Jesús no iba haciendo milagros para demostrar sus poderes. Jesús alivió la desgracia de aquellas gentes. Y enseguida se fue solo al monte, a pasar la noche en oración. Jesús era humano. Y, como humano, necesitaba de la oración, de la paz y la soledad del silencio. Necesitaba la fuerza y la coherencia profética que le daba el Padre de Cielo.

2.  Si Jesús "forzó" o, con otra palabra, "obligó" a los discípulos a embarcarse y marcharse de allí, sin duda alguna es que aquellos hombres no querían irse.
No es aventurado decir que, mientras Jesús quería irse solo al monte y retirarse de aquel entusiasmo, los discípulos querían aprovechar aquel entusiasmo
popular.
La consecuencia fue clara e inevitable: las oscuras apetencias de los discípulos se les convirtieron en noche oscura, en viento contrario, en miedos
inconfesables, en la falta de fe que muestra Pedro, en el miedo que le tuvieron incluso a Jesús, al que confundieron con un fantasma.
Jesús buscaba aliviar a la gente y su propia soledad ante el Padre. Los discípulos apetecían fama y poder.
En esas circunstancias, no podemos ni reconocer a Jesús, que se nos convierte en un fantasma, que nos da miedo y pone en evidencia la "poca fe" que alienta y motiva nuestras vidas.

3.  Cuando Jesús les devuelve la paz, el sosiego, la calma y la seguridad, se postran ante él. Vivieron una auténtica teofanía, una aparición de Dios, que ya no se les muestra en el poder y la gloria, sino en la paz, la seguridad, la alegría y el sosiego.
En Jesús, Dios se humaniza. Y convierte en paz y sosiego todas nuestras noches de oscuridad y miedos inconfesables.

Stª. LIDIA

Comerciante – S. I

Martirologio Romano: Conmemoración de santa Lidia de Tiatira, vendedora de púrpura, que fue la primera que creyó en el Evangelio en Filipos, en Macedonia, cuando lo predicó el apóstol san Pablo (s. I).
Ser el primero en hacer algo es un modo seguro de hacer que tu nombre figure en el libro de los récords. La primera persona en dar la vuelta al globo. La primera persona en correr la milla en menos de tres minutos. La primera persona en llegar al Polo Sur. Lidia también fue una de las primeras. Su familia fue la primera en Europa en convertirse al cristianismo y ser bautizada.
Lidia era una comerciante de púrpuras. Eso podría no significar mucho para nosotros hoy en día, pero en el siglo primero eso significaba que era una mujer muy rica. Dado que el tinte de la púrpura se extraía con muchas dificultades de cierto molusco, sólo una elite podía permitirse tener telas teñidas de ese color. Una mercader que vendiera ese tinte tan extremadamente costoso era rica, se mirase como se mirase.
La riqueza se cita a menudo como uno de los principales obstáculos al crecimiento espiritual.
Se nos advierte que "es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de los Cielos". Eso no significa, sin embargo, que ser pobre te haga mejor automáticamente. Una persona pobre que acumula unas pocas posesiones no es mejor que una persona rica que acumula muchas. No hay indicaciones de que Lidia abandonara su negocio tras convertirse al cristianismo. Pero hay muchas pruebas de que utilizó su fortuna sabiamente.
Entendió que el valor real de la riqueza reside en el modo en que la usas, no en cuánto tienes.



No hay comentarios:

Publicar un comentario