20 - DE SEPTIEMBRE – LUNES – 25ª – SEMANA DEL
T. O. – B –
San Andrés Kim Taegön y compañeros
Comienzo del libro de
Esdras (1,1-6):
El año primero de Ciro, rey de Persia, el Señor, para
cumplir lo que había anunciado por boca de Jeremías, movió a Ciro, rey de
Persia, a promulgar de palabra y por escrito en todo su reino: «Ciro, rey de
Persia, decreta: "El Señor, Dios del cielo, me ha entregado todos los
reinos de la tierra y me ha encargado construirle un templo en Jerusalén de
Judá.
Los que entre vosotros pertenezcan a
ese pueblo, que su Dios los acompañe, y suban a Jerusalén de Judá para
reconstruir el templo del Señor, Dios de Israel, el Dios que habita en
Jerusalén. Y a todos los supervivientes, dondequiera que residan, la gente del
lugar proporcionará plata, oro, hacienda y ganado, además de las ofrendas
voluntarias para el templo del Dios de Jerusalén."»
Entonces, todos los que se sintieron
movidos por Dios, cabezas de familia de Judá y Benjamín, sacerdotes y levitas,
se pusieron en marcha y subieron a reedificar el templo de Jerusalén. Sus
vecinos les proporcionaron de todo: plata, oro, hacienda, ganado y otros muchos
regalos de las ofrendas voluntarias.
Palabra de Dios
Salmo: 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6
R/. El Señor ha estado
grande con nosotros
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R/.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R/.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R/.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Lucas (8,16-18):
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«Nadie enciende un candil y lo tapa
con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que
los que entran tengan luz.
Nada hay oculto que no llegue a
descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.
A ver si me escucháis bien: al que
tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.»
Palabra del Señor
1. Si Jesús se define a sí
mismo como "la luz" Un 1, 4; 8, 12; 9, 5; 12, 35. 46), el
Esto explica por qué Jesús está tan
radicalmente en contra de todo lo que sea ocultar, tapar, disimular y, en
general, todo lo que represente llevar una vida que no puede ser transparente.
2. Lo que ocurre es que
existen condicionamientos sociales que hacen que
Estas situaciones pueden ser graves cuando dañan a terceros.
Esto es frecuente en asuntos relacionados con el dinero, los negocios, los
bienes que hay que ocultar. Cuando estas situaciones se mantienen por la mal
llamada "prudencia", pueden ser la prueba más clara de la falta de
libertad, que antepone la imagen social a la verdad de la vida y de las cosas.
Lo que es mucho más grave cuando se
hace en detrimento de los más indefensos o marginados sociales.
Es lo que estamos viendo y sufriendo
en estos tiempos de crisis económica y
3. En otros casos, lo que
ocurre es que nos sentimos esclavos de condicionamientos
institucionales. Como es bien sabido, la "patología social de
las instituciones" hace que estas antepongan, muchas veces, sus intereses
a sus fines.
San Andrés Kim Taegön y compañeros
Memoria de los santos Andrés Kim Taegön, presbítero, Pablo
Chöng Hasang y compañeros, mártires en Corea.Se veneran este día en común
celebración todos los ciento tres mártires que en aquel país testificaron
intrépidamente la fe cristiana, introducida fervientemente por algunos laicos y
después alimentada y reafirmada por la predicación y celebración de los
sacramentos por medio de los misioneros. Todos estos atletas de Cristo —tres
obispos, ocho presbíteros, y los restantes laicos, casados o no, ancianos, jóvenes
y niños—, unidos en el suplicio, consagraron con su sangre preciosa las
primicias de la Iglesia en Corea (1839-1867).
Fecha de canonización:
Los 103 mártires fueron canonizados
por S.S. Juan Pablo II el 6 de mayo de 1984, en Seúl, Corea.
Andrés Kim Tae-Gon
Nació el 21 de agosto de 1821 en
Solmoe (Corea). Sus padres eran Ignacio Kim Chejun y Ursula Ko. Era niño cuando
la familia se trasladó a Kolbaemasil para huir de las persecuciones. Su padre
murió mártir el 26 de septiembre de 1839. También su bisabuelo Pío Kim Chunhu
había muerto mártir en el año 1814, después de diez años de prisión. Tenía
quince años de edad cuando el padre Maubant lo invitó a ingresar al seminario.
Fue enviado al seminario de Macao.
Hacia el año 1843 intentó regresar a Corea con el obispo Ferréol, pero en la
frontera fueron rechazados.
Se ordenó diácono en China en el año
1844. Volvió a Corea el 15 de enero de 1845. Por su seguridad sólo saludó unos
cuantos catequistas; ni siquiera vio a su madre quien, pobre y sola, tenía que
mendigar la comida. En una pequeña embarcación de madera guió, a los misioneros
franceses hasta Shangai, a la que arribaron soportando peligrosas tormentas.
Ordenación sacerdotal
En Shangai recibió la ordenación
sacerdotal de manos de monseñor Ferréol el 17 de agosto de 1845, convirtiéndose
en el primer sacerdote coreano. Hacia fines del mismo mes emprendió el regreso
a Corea con el obispo y el padre Daveluy. Llegaron a la Isla Cheju y, en
octubre del mismo año, arribaron a Kanggyong donde pudo ver a su madre.
El 5 de junio de 1846 fue arrestado en
la isla Yonpyong mientras trataba con los pescadores la forma de llevar a Corea
a los misioneros franceses que estaban en China. Inmediatamente fue enviado a
la prisión central de Seúl. El rey y algunos de sus ministros no lo querían
condenar por sus vastos conocimientos y dominar varios idiomas. Otros ministros
insistieron en que se le aplicara la pena de muerte. Después de tres meses de
cárcel fue decapitado en Saenamt´õ el 16 de septiembre de 1846, a la edad de
veintiséis años.
Antes de morir dijo: ¡Ahora comienza
la eternidad! y con serenidad y valentía se acercó al martirio.
Pablo Chong Ha-Sang
Nació en el año 1795 en Mahyon (Corea)
siendo miembro de una noble familia tradicional. Después del martirio de su
padre, Agustín Chong Yakjong, y de su hermano mayor Carlos, ocurridos en el año
1801, la familia sufrió mucho. Pablo tenía siete años. Su madre, Cecilia Yu
So-sa, vio cómo confiscaban sus bienes y les dejaban en extrema pobreza. Se
educó bajo los cuidados de su devota madre.
A los veinte años dejó su familia para
reorganizar la iglesia católica en Seúl y pensó en traer misioneros. En el año
1816 viajó a Pekín para solicitar al obispo algunos misioneros; se le concedió
uno que falleció antes de llegar a Corea. Él y sus compañeros escribieron al
papa para que enviara misioneros. Finalmente gracias a los ruegos de los
católicos, el 9 de septiembre de 1831 se estableció el vicariato apostólico de
Corea y se nombró su primer obispo encargando a la Sociedad de las Misiones
Extranjeras de París la evangelización de Corea.
Pablo introdujo al obispo Ímbert en
Corea
Lo recibió en su casa y lo ayudó
durante su ministerio. Monseñor Ímbert pensó que Pablo podía ser sacerdote y
comenzó a enseñarle teología... Mientras tanto brotó una nueva persecución. El
obispo pudo escapar a Suwon. Pablo, su mamá y su hermana Isabel fueron
arrestados en el año 1839.
Aguantó las torturas hasta que fue
decapitado a las afueras de Seúl el 22 de septiembre. Poco después también su
madre y su hermana sufrieron el martirio.
Los dos forman parte de 103 mártires
canonizados por S.S. Juan Pablo II el 6 de mayo de 1984, en Seúl, Corea.
Fuente: https://www.es.catholic.net/
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