miércoles, 8 de septiembre de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 10 - DE SEPTIEMBRE –VIERNES – 23ª – SEMANA DEL T. O. – B – San Nicolás de Tolentino

 

 


 10 - DE SEPTIEMBRE –VIERNES –

23ª – SEMANA DEL T. O. – B –

San Nicolás de Tolentino

 

    Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1,1-2.12-14):

 

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por disposición de Dios, nuestro salvador, y de Jesucristo, nuestra esperanza, a Timoteo, verdadero hijo en la fe.

Te deseo la gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fio de mí y me confió este ministerio. Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía. El Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús.

 

Palabra de Dios

                                  

Salmo: 15,1-2a.5.7-8.11

 

    R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad

 

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;

yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;

mi suerte está en tu mano. R/.

 

Bendeciré al Señor, que me aconseja,

hasta de noche me instruye internamente.

Tengo siempre presente al Señor,

con él a mi derecha no vacilaré. R/.

 

Me enseñarás el sendero de la vida,

me saciarás de gozo en tu presencia,

de alegría perpetua a tu derecha. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,39-42):

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:

«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?

¿No caerán los dos en el hoyo?

Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?

¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo?

¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.»

 

Palabra del Señor

 

1.  El argumento de peso que plantea Jesús: una conducta arriesgada conduce a una situación peor que la anterior. El ciego mal conducido no solo sigue siendo ciego, sino que cae en el hoyo detrás de su guía (A. Jülicher; F. Bovon).

No es lo mismo "ser ciego" que "estar ciego". Como es lógico, Jesús no habla

aquí de los invidentes, sino de los que van por la vida "como ciegos". Porque no ven lo que tendrían que ver. Y es evidente que el que "está ciego" no está en condiciones de guiar a nadie.

 

2.  Uno de los problemas más graves, que tenemos, en este momento, es que hay demasiados "ciegos" guiándonos a quienes ya estamos "cegados" por demasiadas cosas.  Toda visión de la vida y del mundo, que no tenga en cuenta la totalidad de lo que está pasando, es lógicamente una visión parcial.

Ahora bien, la sociedad en que vivimos está montada precisamente para que no veamos la totalidad, sino para que nos fijemos solamente en la parcialidad de aquellos con los que el sistema sabe que nos atrapa, nos distrae, nos domina, hace de nosotros lo que quiere y lo que le interesa. Por eso hay tanta gente que se preocupa más por una pequeña cantidad de dinero, que tiene en el banco, que por los millones de criaturas que se mueren literalmente de hambre y miseria en el mundo.                              

 

3.  El mejor servicio, que nos hace el Evangelio, es abrirnos los ojos para hacernos caer en la cuenta de "la dependencia de los fenómenos particulares respecto de la totalidad" (J. Habermas).

El que solo mira a un escaparate, no puede ver la cantidad de gente que se muere de hambre, las desigualdades y abusos que están allí presentes, en el mismo escaparate.  

Como el que solo ve a un líder político o religioso, no puede ver los destrozos que quizá ese líder está causando o permitiendo.  

La vida y las enseñanzas de Jesús son como abrirnos los ojos para poder ver la totalidad de lo que estamos viviendo.

El Evangelio explicado para fomentar solo la piedad, la devoción, la paz interior

o la tranquilidad de conciencia, nos ciega para poder ver la terrible realidad del sufrimiento en el mundo.

 

San Nicolás de Tolentino

 

Año 1305

 

Obra santa y piadosa es orar por los difuntos,

para que descansen de sus penas (2 Macab.)

El nombre Nicolás significa: "Victorioso con el pueblo" (Nico = victorioso. Laos = pueblo).

El sobrenombre Tolentino le vino de la ciudad italiana donde trabajó y murió.

Sus papás después de muchos años de matrimonio no tenían hijos, y para conseguir del cielo la gracia de que les llegara algún heredero, hicieron una peregrinación al santuario de San Nicolás de Bari. Al año siguiente nació este niño y en agradecimiento al santo que les había conseguido el regalo del cielo, le pusieron por nombre Nicolás.

Ya desde muy pequeño le gustaba alejarse del pueblo e irse a una cueva a orar. Cuando ya era joven, un día entró a un templo y allí estaba predicado un famoso fraile agustino, el Padre Reginaldo, el cual repetía aquellas palabras de San Juan: "No amen demasiado el mundo ni las cosas del mundo. Todo lo que es del mundo pasará". Estas palabras lo conmovieron y se propuso hacerse religioso. Pidió ser admitido como agustino, y bajo la dirección del Padre Reginaldo hizo su noviciado en esa comunidad.

Ya religioso lo enviaron a hacer sus estudios de teología y en el seminario lo encargaron de repartir limosna a los pobres en la puerta del convento. Y era tan exagerado en repartir que fue acusado ante sus superiores. Pero antes de que le llegara la orden de destitución de ese oficio, sucedió que impuso sus manos sobre la cabeza de un niño que estaba gravemente enfermo diciéndole: "Dios te sanará", y el niño quedó instantáneamente curado. Desde entonces los superiores empezaron a pesar de que sería de este joven religioso en el futuro.

Ordenado de sacerdote en el año 1270, se hizo famoso porque colocó sus manos sobre la cabeza de una mujer ciega y le dijo las mismas palabras que había dicho al niño, y la mujer recobró la vista inmediatamente.

Fue a visitar un convento de su comunidad y le pareció muy hermoso y muy confortable y dispuso pedir que lo dejaran allí, pero al llegar a la capilla oyó una voz que le decía: "A Tolentino, a Tolentino, allí perseverarás". Comunicó esta noticia a sus superiores, y a esa ciudad lo mandaron.

Al llegar a Tolentino se dio cuenta de que la ciudad estaba arruinada moralmente por una especie de guerra civil entre dos partidos políticos, lo güelfos y los gibelinos, que se odiaban a muerte. Y se propuso dedicarse a predicar como recomienda San Pablo. Oportuna e inoportunamente". Y a los que no iban al templo, les predicaba en las calles.

A Nicolás no le interesaba nada aparecer como sabio ni como gran orador, ni atraerse los aplausos de los oyentes. Lo que le interesaba era entusiasmarlos por Dios y obtener que cesara las rivalidades y que reinara la paz. El Arzobispo San Antonino, al oírlo exclamó: "Este sacerdote habla como quien trae mensajes del cielo. Predica con dulzura y amabilidad, pero los oyentes estallan en lágrimas al oírle. Sus palabras penetran en el corazón y parecen quedar escritas en el cerebro del que escucha. Sus oyentes suspiran emocionados y se arrepienten de su mala ida pasada".

Los que no deseaban dejar su antigua vida de pecado hacían todo lo posible por no escuchar a este predicador que les traía remordimientos de conciencia.

Uno de esos señores se propuso irse a la puerta del templo con un grupo de sus amigos a boicotearle con sus gritos y desórdenes un sermón al Padre Nicolás. Este siguió predicando como si nada especial estuviera sucediendo. Y de un momento a otro el jefe del desorden hizo una señal a sus seguidores y entró con ellos al templo y empezó a rezar llorando, de rodillas, muy arrepentido. Dios le había cambiado el corazón. La conversión de este antiguo escandaloso produjo una gran impresión en la ciudad, y pronto ya San Nicolás empezó a tener que pasar horas y horas en el confesionario, absolviendo a los que se arrepentían al escuchar sus sermones.

Nuestro santo recorría los barrios más pobres de la ciudad consolando a los afligidos, llevando los sacramentos a los moribundos, tratando de convertir a los pecadores, y llevando la paz a los hogares desunidos.

En las indagatorias para su beatificación, una mujer declaró bajo juramento que su esposo la golpeaba brutalmente, pero que desde que empezó a oír al Padre Nicolás, cambió totalmente y nunca la volvió a tratar mal. Y otros testigos confirmaron tres milagros obrados por el santo, el cual cuando conseguía una curación maravillosa les decía: "No digan nada a nadie". "Den gracias a Dios, y no a mí. Yo no soy más que un poco de tierra. Un pobre pecador".

Murió el 10 de septiembre de 1305, y cuarenta años después de su muerte fue encontrado su cuerpo incorrupto. En esa ocasión le quitaron los brazos y de la herida salió bastante sangre. De esos brazos, conservados en relicarios, ha salido periódicamente mucha sangre. Esto ha hecho más popular a nuestro santo.

San Nicolás de Tolentino vio en un sueño que un gran número de almas del purgatorio le suplicaban que ofreciera oraciones y misas por ellas. Desde entonces se dedicó a ofrecer muchas santas misas por el descanso de las benditas almas. Quizás a nosotros nos quieran pedir también ese mismo favor las almas de los difuntos.


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