10 - DE SEPTIEMBRE –VIERNES –
23ª –
SEMANA DEL T. O. – B –
San Nicolás de Tolentino
Lectura de la primera carta del
apóstol san Pablo a Timoteo (1,1-2.12-14):
Pablo, apóstol
de Cristo Jesús por disposición de Dios, nuestro salvador, y de Jesucristo,
nuestra esperanza, a Timoteo, verdadero hijo en la fe.
Te deseo la gracia, la misericordia y la
paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Cristo Jesús,
nuestro Señor, que me hizo capaz, se fio de mí y me confió este ministerio. Eso
que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo
compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía. El Señor
derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús.
Palabra de
Dios
Salmo: 15,1-2a.5.7-8.11
R/. Tú, Señor, eres el lote de mi
heredad
Protégeme,
Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R/.
Bendeciré al
Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.
Me enseñarás
el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.
Lectura del santo evangelio según
san Lucas (6,39-42):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro
ciego?
¿No caerán los dos en el hoyo?
Un discípulo no es más que su maestro,
si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene
tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?
¿Cómo puedes decirle a tu hermano:
"Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la
viga que llevas en el tuyo?
¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu
ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.»
Palabra del
Señor
1. El argumento de peso que
plantea Jesús: una conducta arriesgada conduce a una situación peor que la
anterior. El ciego mal conducido no solo sigue siendo ciego, sino que cae en el
hoyo detrás de su guía (A. Jülicher; F. Bovon).
No es lo mismo "ser ciego" que
"estar ciego". Como es lógico, Jesús no habla
aquí de los invidentes, sino de los que van por la vida "como
ciegos". Porque no ven lo que tendrían que ver. Y es evidente que el que
"está ciego" no está en condiciones de guiar a nadie.
2. Uno de los problemas más
graves, que tenemos, en este momento, es que hay demasiados "ciegos"
guiándonos a quienes ya estamos "cegados" por demasiadas
cosas. Toda visión de la vida y del mundo, que no tenga en cuenta la
totalidad de lo que está pasando, es lógicamente una visión parcial.
Ahora bien, la sociedad en que vivimos
está montada precisamente para que no veamos la totalidad, sino para que nos
fijemos solamente en la parcialidad de aquellos con los que el sistema sabe que
nos atrapa, nos distrae, nos domina, hace de nosotros lo que quiere y lo que le
interesa. Por eso hay tanta gente que se preocupa más por una pequeña cantidad
de dinero, que tiene en el banco, que por los millones de criaturas que se
mueren literalmente de hambre y miseria en el mundo.
3. El mejor servicio, que nos
hace el Evangelio, es abrirnos los ojos para hacernos caer en la cuenta de
"la dependencia de los fenómenos particulares respecto de la
totalidad" (J. Habermas).
El que solo mira a un escaparate, no
puede ver la cantidad de gente que se muere de hambre, las desigualdades y
abusos que están allí presentes, en el mismo escaparate.
Como el que solo ve a un líder político
o religioso, no puede ver los destrozos que quizá ese líder está causando o
permitiendo.
La vida y las enseñanzas de Jesús son como
abrirnos los ojos para poder ver la totalidad de lo que estamos viviendo.
El Evangelio explicado para fomentar
solo la piedad, la devoción, la paz interior
o la tranquilidad de conciencia, nos ciega para poder ver la terrible
realidad del sufrimiento en el mundo.
San Nicolás de Tolentino
Año 1305
Obra santa y
piadosa es orar por los difuntos,
para que descansen de sus penas (2 Macab.)
El nombre Nicolás
significa: "Victorioso con el pueblo" (Nico = victorioso. Laos =
pueblo).
El sobrenombre
Tolentino le vino de la ciudad italiana donde trabajó y murió.
Sus papás después
de muchos años de matrimonio no tenían hijos, y para conseguir del cielo la gracia
de que les llegara algún heredero, hicieron una peregrinación al santuario de
San Nicolás de Bari. Al año siguiente nació este niño y en agradecimiento al
santo que les había conseguido el regalo del cielo, le pusieron por nombre
Nicolás.
Ya desde muy pequeño
le gustaba alejarse del pueblo e irse a una cueva a orar. Cuando ya era joven,
un día entró a un templo y allí estaba predicado un famoso fraile agustino, el
Padre Reginaldo, el cual repetía aquellas palabras de San Juan: "No amen
demasiado el mundo ni las cosas del mundo. Todo lo que es del mundo
pasará". Estas palabras lo conmovieron y se propuso hacerse religioso.
Pidió ser admitido como agustino, y bajo la dirección del Padre Reginaldo hizo
su noviciado en esa comunidad.
Ya religioso lo
enviaron a hacer sus estudios de teología y en el seminario lo encargaron de
repartir limosna a los pobres en la puerta del convento. Y era tan exagerado en
repartir que fue acusado ante sus superiores. Pero antes de que le llegara la
orden de destitución de ese oficio, sucedió que impuso sus manos sobre la
cabeza de un niño que estaba gravemente enfermo diciéndole: "Dios te
sanará", y el niño quedó instantáneamente curado. Desde entonces los
superiores empezaron a pesar de que sería de este joven religioso en el futuro.
Ordenado de
sacerdote en el año 1270, se hizo famoso porque colocó sus manos sobre la
cabeza de una mujer ciega y le dijo las mismas palabras que había dicho al
niño, y la mujer recobró la vista inmediatamente.
Fue a visitar un
convento de su comunidad y le pareció muy hermoso y muy confortable y dispuso
pedir que lo dejaran allí, pero al llegar a la capilla oyó una voz que le
decía: "A Tolentino, a Tolentino, allí perseverarás". Comunicó esta
noticia a sus superiores, y a esa ciudad lo mandaron.
Al llegar a
Tolentino se dio cuenta de que la ciudad estaba arruinada moralmente por una
especie de guerra civil entre dos partidos políticos, lo güelfos y los
gibelinos, que se odiaban a muerte. Y se propuso dedicarse a predicar como recomienda
San Pablo. Oportuna e inoportunamente". Y a los que no iban al templo, les
predicaba en las calles.
A Nicolás no
le interesaba nada aparecer como sabio ni como gran orador, ni atraerse los
aplausos de los oyentes. Lo que le interesaba era entusiasmarlos por Dios y
obtener que cesara las rivalidades y que reinara la paz. El Arzobispo San
Antonino, al oírlo exclamó: "Este sacerdote habla como quien trae mensajes
del cielo. Predica con dulzura y amabilidad, pero los oyentes estallan en
lágrimas al oírle. Sus palabras penetran en el corazón y parecen quedar
escritas en el cerebro del que escucha. Sus oyentes suspiran emocionados y se
arrepienten de su mala ida pasada".
Los que no
deseaban dejar su antigua vida de pecado hacían todo lo posible por no escuchar
a este predicador que les traía remordimientos de conciencia.
Uno de esos
señores se propuso irse a la puerta del templo con un grupo de sus amigos a
boicotearle con sus gritos y desórdenes un sermón al Padre Nicolás. Este siguió
predicando como si nada especial estuviera sucediendo. Y de un momento a otro
el jefe del desorden hizo una señal a sus seguidores y entró con ellos al
templo y empezó a rezar llorando, de rodillas, muy arrepentido. Dios le había
cambiado el corazón. La conversión de este antiguo escandaloso produjo una gran
impresión en la ciudad, y pronto ya San Nicolás empezó a tener que pasar horas
y horas en el confesionario, absolviendo a los que se arrepentían al escuchar
sus sermones.
Nuestro santo
recorría los barrios más pobres de la ciudad consolando a los afligidos,
llevando los sacramentos a los moribundos, tratando de convertir a los
pecadores, y llevando la paz a los hogares desunidos.
En las
indagatorias para su beatificación, una mujer declaró bajo juramento que su
esposo la golpeaba brutalmente, pero que desde que empezó a oír al Padre
Nicolás, cambió totalmente y nunca la volvió a tratar mal. Y otros testigos
confirmaron tres milagros obrados por el santo, el cual cuando conseguía una
curación maravillosa les decía: "No digan nada a nadie". "Den
gracias a Dios, y no a mí. Yo no soy más que un poco de tierra. Un pobre
pecador".
Murió el 10 de
septiembre de 1305, y cuarenta años después de su muerte fue encontrado su
cuerpo incorrupto. En esa ocasión le quitaron los brazos y de la herida salió
bastante sangre. De esos brazos, conservados en relicarios, ha salido
periódicamente mucha sangre. Esto ha hecho más popular a nuestro santo.
San Nicolás de Tolentino vio en un sueño que un gran número de almas del purgatorio le suplicaban que ofreciera oraciones y misas por ellas. Desde entonces se dedicó a ofrecer muchas santas misas por el descanso de las benditas almas. Quizás a nosotros nos quieran pedir también ese mismo favor las almas de los difuntos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario