miércoles, 31 de agosto de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 2 - DE SEPTIEMBRE – VIERNES – 22 – SEMANA DEL T. O. – C Beato Bartolomé Gutiérrez y Compañeros Mártires

 

 



2 - DE SEPTIEMBRE – VIERNES –

 22 – SEMANA DEL T. O. – C

Beato Bartolomé Gutiérrez y Compañeros Mártires 

 

          Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (4,1-5):

 

Que la gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios.

Ahora, en un administrador, lo que se busca es que sea fiel. Para mí, lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor.

Así, pues, no juzguéis antes de tiempo: dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá la alabanza de Dios.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 36,3-4.5-6.27-28.39-40

 

R/. El Señor es quien salva a los justos

Confía en el Señor y haz el bien,

habita tu tierra y practica la lealtad;

sea el Señor tu delicia,

y él te dará lo que pide tu corazón. R/.

Encomienda tu camino al Señor,

confía en él, y él actuará:

hará tu justicia como el amanecer,

tu derecho como el mediodía. R/.

Apártate del mal y haz el bien,

y siempre tendrás una casa;

porque el Señor ama la justicia

y no abandona a sus fieles. R/.

El Señor es quien salva a los justos,

él es su alcázar en el peligro;

el Señor los protege y los libra,

los libra de los malvados

y los salva porque se acogen a él. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,33-39):

En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas:

«Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber.»

Jesús les contestó:

 «¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán.»

Y añadió esta parábola:

«Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo.

Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos.

Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo."»

 

Palabra del Señor

 

1.   Este relato plantea, con ejemplos casi provocativos, dos formas distintas de entender y vivir la espiritualidad. Se trata de dos caminos contrapuestos:

1) El camino de la mortificación y la piedad.

2) El camino del gozo y la felicidad.

 

Posiblemente, Lucas exagera cuando, al ayuno, añade la oración (que no se encuentra en Mc 2,18-22; Mt 9, 14-17). Y también cuando caracteriza a los seguidores de Jesús como si fueran comilones y bebedores.

En todo caso, y aunque la exageración de Lucas sea posible, es evidente que los tres sinópticos destacan la misma contraposición de dos religiosidades. La de la privación y el sacrificio y la del gozo y el disfrute.

 

2.  Si algo hay claro, en este relato, es que Jesús no formó a sus discípulos en la espiritualidad de la privación y el sacrificio. Jesús vio que es más importante en la vida la felicidad y el disfrute compartido. La importancia que la comensalía, la mesa compartida, tuvo en la vida de Jesús, refuerza esta idea.

Es más, como ya se sabe, con los ejemplos del remiendo y los odres de vino, Jesús afirma que, en este asunto capital, no caben medias tintas o fórmulas de compromiso.  Y otra cosa: la advertencia de que "llegará el día en que se lleven al novio y entonces ayunarán", es seguramente una añadidura de comunidades primitivas que seguían practicando el ayuno.

El "novio", que es Jesús, no se ha ausentado de su Iglesia.

 

3.  Al proceder de esta manera, es evidente que Jesús se dio cuenta de que la espiritualidad de la "propia privación" es más fácil y soportable que la espiritualidad de "compartir la felicidad". Porque, si es que hablamos en serio de "compartir", lo primero que deberíamos tener presente es que se trata de que todos tengamos los mismos derechos y la misma dignidad.

Lo que el Evangelio propone es que luchemos por una sociedad igualitaria, en la que los derechos fundamentales sean los mismos para todos. Y que sean "derechos garantizados". Es decir, que en Europa tengamos los mismos derechos que tienen los ciudadanos de África o de Asia.  ¿Estamos dispuestos a afrontar este proyecto con todas sus consecuencias?

 

Beato Bartolomé Gutiérrez y Compañeros Mártires 



Nació en México en 1580. Muy joven entró en la Orden de San Agustín. Ya sacerdote, pidió ser enviado a las misiones. Con Fray Pedro Solís, viajó en 1605 a Manila en donde ocupó primero durante seis años el cargo de maestro de novicios. Por fin, en 1612, se embarcó para Japón.

En 1613 el emperador Taicosama expulsó a todos los misioneros. Bartolomé regresó a Manila, pero a petición de sus fieles, al cabo de cinco años pudo volver disfrazado a Japón, donde trabajó quince años. Al fin, traicionado, lo aprehendieron, y después de muy crueles suplicios, lo hicieron morir a fuego lento en Omura, Japón, el 3 de septiembre de 1632. Fue beatificado por el Papa Pío IX el 22 de mayo de 1867.

 

Beato Bartolomé Gutiérrez Rodríguez, Biografía

 

Nació en la ciudad de México el 4 de septiembre de 1580, hijo de Alonso Gutiérrez y Ana Rodríguez. Fue bautizado en la parroquia de Sagrario Metropolitano. Con 16 años ingresa a la orden agustina; hizo sus estudios en el convento de Yuriria, Michoacán, profesando el 1 de junio de 1597. Ordenado sacerdote, fue trasladado a Puebla al convento de San Agustín. Por estas fechas ya tenía deseos de ser misionero y mártir, sus hermanos de religión se burlaban de él porque era muy gordo y no podría soportar las fatigas del misionero. Pero el respondía con jocosidad: “Tanto mejor, así habrá más reliquias que repartir cuando muera mártir, porque algún día iré a Filipinas y de allí a Japón donde moriré por la Fe de Cristo”. Sus palabras resultaron proféticas.

El 22 de febrero de 1606 se embarcó en Acapulco y llego a Filipinas el 1 de mayo siguiente. Allí, los superiores al ver sus cualidades lo nombraron maestro de novicios, desempeñando este cargo durante un sexenio. Tenía una gran facilidad para los idiomas, era un buen latinista y aprendió pronto el japonés a pesar de las dificultades de esta lengua. En 1612 se embarca a Japón y en 1613 es nombrado prior del convento de Usuki; como dominaba bien el idioma japonés, se entregó de lleno a la evangelización, teniendo pronto a su cargo una gran comunidad de fieles. En 1614 hubo un decreto de expulsión para los religiosos y en noviembre de este año el Beato Bartolomé fue capturado y expulsado de Japón, volviendo a Filipinas, donde nuevamente fue maestro de novicios. En Japón la persecución recrudeció a raíz del martirio del Beato Fernando de San José Ayala, OSA y las demandas de refuerzos llegaban a Manila porque los fieles ocupaban pastores. Algunas crónicas precisan que se pedía la vuelta del Padre Bartolomé Gutiérrez porque este había dejado un buen recuerdo. Así, el provincial designó que volviera a Japón acompañado del Beato Pedro de Zúñiga, regresando ambos a tierra de misión el 12 de agosto de 1618.

Ejerció un ministerio ejemplar entre sus fieles, estimulando por su fervor, sosteniendo a los débiles en la fe, predicando y administrando los sacramentos a escondidas. Venció innumerables peligros para llevar a Cristo a los creyentes y para no ser detenido, vivía en los campos y bosque; vivió pobremente, padeció las inclemencias del clima y también el hambre. A esto él añadió ayunos, vigilias y tales maceraciones, que aquel joven robusto de 25 años se convirtió en un hombre enjuto y seco que no parecía tener más que huesos y piel.

De él se platica que Dios lo protegió de manera milagrosa cuando se escondía. En una ocasión escapó de sus perseguidores gracias a que una araña tejió su telaraña en un rincón de la casa donde se escondía. Otra vez salió al encuentro de sus captores tocando un instrumento musical sin ser notado por ello. También sucedió que una buena mujer lo escondió en su casa, llegaron los guardias y le preguntaron por él, entonces ella sufrió un ataque de nervios y se reía mucho, pensaron los oficiales que quería congraciarse con ellos mientras les señalaba que adentro y lo tomaron a burla y se marcharon sin revisar. Así fue como desarrolló su apostolado hasta 1629, en que llego a Nagasaki como gobernador un hombre llamado Tacanga. Este fue un cruel perseguidor y redobló las pesquisas y castigos. También respiraba mucho odio contra el Beato Bartolomé y los agustinos porque en el reino de Bungo habían fundado el primer convento y para acabar de componerla, el religioso había convertido al cristianismo a varios familiares suyos.

Víctima de una traición, el Beato Bartolomé fue sorprendido y arrestado el 10 de noviembre de 1629, junto con el catequista y ahora Beato Juan Shozaburo y otros tres auxiliares con los que fue enviado a la cárcel de Nagasaki, allí se reunieron pronto con él los religiosos agustinos Francisco de Jesús Terrero y Vicente de San Antonio Carvalho. Desde 1618 él había sido el sostén y promotor de la comunidad cristiana local, ahora ya detenido, el Tirano Tacanga se alegró porque iba a escarmentarlo para infundir miedo en el reino. Luego fue trasladado a la cárcel de Omuro, por considerarse que era un lugar más cruel.

En su traslado fue notoria su tranquilidad y resignación, así como la alegría con que cantaba himnos a Dios en acción de gracias. Aquí languideció durante dos años. En 1630 tuvo la oportunidad de escribir al provincial: “por estar al presente por horas y momentos esperando la muerte” dando noticias no menos interesantes sobre sus compañeros y circunstancias de su prisión. En 1631 vuelve a Nagasaki en compañía de sus hermanos de hábito Francisco de Jesús y Vicente de San Antonio, así como el Jesuita Antonio Ixda, encontrado en la prisión al hermano franciscano Gabriel de la Magdalena. Los hicieron sufrir la tortura del agua sulfurosa en el Monte Unge, fueron llevados al lago de Arima, de aguas hirvientes, con las que eran bañadas sus carnes hasta escaldarlos y desollarlos creyendo que así renegarían de la fe. Esta dolorosísima prueba, de la que muchos salían apostatando, fue ganada por los mártires. Los suplicios fueron verdaderamente espantosos y se prolongaron por un mes, repitiéndose el castigo por lo menos dos veces al día, lo que tuvieron que padecer, todo el cuerpo hecho una llaga, no es fácil de imaginar.

Al ver que no se lograba ningún retroceso, fueron devueltos a Nagasaki, donde se les condenó a morir en la hoguera. Todavía la víspera, Tacanga les ofreció la libertad si apostataban, pero permanecieron firmes en la fe. La sentencia se llevó a cabo el 3 de septiembre de 1632. Al llegar al lugar del suplicio, entonaron, como era la costumbre entre quienes eran sacrificados, el salmo 116 “Laudate Dominum omnes gentes”, luego los ataron con lazos muy frágiles, para que se pudieran romper si decidían renegar. La leña era verde y llena de lodo para que ardiera con dificultad. Al ser encendido el fuego, el Beato Vicente Carvalho sacó su crucifijo y levantándolo en alto exclamo “¡Adelante valerosos soldados de Jesucristo! ¡Viva nuestra fe y por ella valerosamente muramos!”.

El Beato Bartolomé Gutiérrez dejo varios escritos. Explicación de la doctrina cristiana la Relación del suceso de la prisión y dichoso fin de los bienaventurados mártires Pedro de Zúñiga y Luis Flores y la Relación del martirio que padecieron otros religiosos en el Japón en el mes de septiembre de 1622. Este grupo de misioneros cierra el elenco de os mártires encabezados por el Beato Alfonso de Navarrete.

 

A continuación se refiere una breve semblanza de los beatos martirizados junto Beato Bartolomé Gutiérrez.

 

Beato Vicente de San Antonio Simoes de Carvalho

Nació en 1590 en Albufeiora, Portugal, siendo sus padres Antonio Simoes y Catalina Pereiro, quienes le dieron una buena educación. Ingresó con los agustinos en el convento de Santa María de Gracia, donde profesó y fue ordenado sacerdote. En 1621 estuvo en México, en 1622 en Filipinas y en 1623 en Japón; por casi seis años se consagró al ministerio en secreto y logró mucho fruto, burlando, también la vigilancia de los espías hasta que finalmente fue capturado.

 

Beato Francisco de Jesús Terrero Pérez

Nació en 1590 en Villa Mediana, Palencia, siendo hijo de Pedro Terrero y María Pérez, ambos de ascendencia noble y familias ricas. A los 8 años quedó huérfano y fue educado por dos tíos suyos que eran sacerdotes; con 16 años ingresa a la orden de San Agustín en Valladolid, luego de profesar en esa orden, hizo estudios sacerdotales recibiendo por fin el presbiterado. En 1621 estuvo en México, luego se trasladó a filipinas y por último a Japón, donde fue vicario Provincial. Estudió el japonés para poder transmitir el Evangelio, su apostolado lo hacía de noche y con muchos peligros, tuvo que vivir en una cueva para no ser descubierto. Las crónicas dicen que bautizó cerca de 7000 fieles.

 

Beato Antonio Ixhida Kyutaku S.J.

Nació en el año de 1570 en Ximabaro, reino de Arima. Con 19 años ingreso a la Compañía de Jesús, donde profesó y fue ordenado; como conocía de fondo las religiones paganas y tenía buena elocuencia, su ministerio se valió de esto para tener mucho provecho. Desafiaba los peligros para llevar el consuelo a los cristianos encarcelados, burlando la vigilancia de los soldados.

 

Beato Jerónimo de la Cruz Jo ó de Torres

Nació en Nagasaki, de joven estudió con los padres franciscanos que lo enviaron a Filipinas para continuar sus estudios; una vez profesó fue ordenado sacerdote y su ministerio lo hacía entre sus compatriotas exiliados con abundancia de buenos resultados. Entonces cambio su apellido Jo por el español de Torres. El Beato amaba mucho a su patria y oraba a Dios suplicándole el fin de las persecuciones. En 1628 volvió a Japón para ayudar con su ministerio a sus hermanos perseguidos. Breve fue su trabajo, pues fue apresado en 1629.

 

Beato Gabriel de la Magdalena Tarazona Rodríguez

Nació en Sonseca, Toledo en octubre de 1567, hijo de Pedro Tarazona e Isabel Rodríguez. Recibió el bautismo el 22 de octubre del mismo año y la confirmación el 16 de junio de 1571. Estudio y ejerció la medicina y a los 30 años ingresó como hermano lego en la orden Franciscana, en la rama alcantarina. Su ardiente amor a Cristo y la salvación de las almas le hicieron ir a Japón, a donde llegó en 1606. Estuvo en Osaka, donde se dedicó a curar almas y cuerpos. En 1613 se desató una persecución, muchos religiosos fueron expulsados, pero él logró esconderse en Nagasaki; su fama era tal que se decía que, por sus conocimientos de medicina, podría ser médico del propio emperador. Tuvo fama de tener gran religiosidad, de hacer curaciones milagrosas, de levitar mientras oraba y tener el don de la bilocación. En 1630 fue apresado y llevado a la cárcel de Omura, de donde fue sacado para curar al propio Gobernador y su familia, así como para atormentarlo luego con las aguas sulfurosas. Murió en la hoguera y sus cenizas, como las de sus compañeros, fueron arrojadas al mar.

 

Culto

Estos beatos integran un numeroso grupo de 205 mártires encabezados por el Beato Alfonso Navarrete y fueron elevados al honor de los altares el 7 de julio de 1867 por el Beato Pio IX. El Beato Bartolomé Gutiérrez recibe culto litúrgico en México el 2 de septiembre con el grado de memoria opcional y las oraciones de la misa y la liturgia de las horas se refieren únicamente a él.

 

aciprensa.com/

 

 

 

Párate un momento: El Evangelio del dia 1 - DE SEPTIEMBRE – JUEVES – 22 – SEMANA DEL T. O. – C San Josué

 


 

1 - DE SEPTIEMBRE – JUEVES –

22 – SEMANA DEL T. O. – C

San Josué

 

         Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3,18-23):

 

Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito:

«Él caza a los sabios en su astucia.»

Y también:

«El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos.»

Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 23,1-2.3-4ab.5-6

 

R/. Del Señor es la tierra y cuanto la llena

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,

el orbe y todos sus habitantes:

él la fundó sobre los mares,

él la afianzó sobre los ríos. R/.

¿Quién puede subir al monte del Señor?

¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes y puro corazón,

que no confía en los ídolos. R/.

Ése recibirá la bendición del Señor,

le hará justicia el Dios de salvación.

Éste es el grupo que busca al Señor,

que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,1-11):

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

«Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»

Simón contestó:

«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»

Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a lo socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían.

Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:

 «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.»

Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Jesús dijo a Simón:

«No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»

Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

 

Palabra del Señor

 

1.  Lo que menos interesa, al pensar en este relato de pesca milagrosa, es si se trata del mismo que cuenta el IV evangelio (Jn 21, 1-14) (así piensa J. P. Meier).

 

Lo que importa aquí es la enseñanza evangélica que nos da el relato. Y esa enseñanza consiste en que, hablando de la pesca, de la comida o la bebida y de la salud, los evangelios relacionan siempre a Jesús con la abundancia.

Ante la presencia de Jesús, las redes revientan por la cantidad de peces, los hambrientos se sacian por la cantidad de panes hasta sobrar en exceso (Mc 8, 8; Mt 15, 39), los enfermos se curan todos solo con tocarlo (Mc 6, 56; Mt 14, 34-36; Lc 6, 17-19). Y hasta en la boda de Caná, de pronto, se encontraron con seiscientos litros del mejor vino imaginable (Jn 2, 6-10).

 

2.   En tiempos de crisis y escasez, como los que vivimos, ¿no será que no hacemos presente a Jesús en nuestras vidas y en nuestra sociedad? 

No se trata de que hagan falta milagros. De lo que se trata es que nos gastemos menos dinero en armamentos militares, en lujos y formas de vida escandalosa, en palacios y diversiones, en vanidades y caprichos... Y se trata, sobre todo, de que tomemos en serio la lucha por la justicia, por la mayor igualdad posible entre todos los ciudadanos del mundo y todos los pueblos.

 

3.   Los discípulos vieron en Jesús un ser humano que trascendía lo humano.

En lo humano de Jesús sintieron el estremecimiento de lo divino. Pero lo sintieron como algo completamente nuevo: no era ya el miedo ante lo sagrado que exige respeto (Ex 3; Is 1), sino ante la abundancia que satisface la necesidad (Lc 5) o que libera del mal y de la enfermedad (Mc 1, 27 par; Hech 3, 10 s).

En el hombre Jesús, lo divino se revela rebosante de humanidad. En Jesús, la idea y la experiencia de Dios cambia radicalmente. Dios se ha humanizado.

San Josué



 

Martirologio Romano: 

Conmemoración de san Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, que, al recibir la imposición de manos por Moisés, fue lleno del espíritu de sabiduría, y a la muerte de Moisés introdujo de modo maravilloso al pueblo de Israel, cruzando el Jordán, en la tierra de promisión (Jos, 1, 1).

Muerto Moisés, Josué es el capitán que introducirá a su gente Tierra Prometida. Ya era la hora de poseer la tierra que Dios prometió a los israelitas al sacarlos de Egipto. Han pasado cuarenta años.

Es un pueblo joven el que está en las proximidades de Canán. Son los hijos de los que Yahvé sacó con mano poderosa. Se han curtido en el desierto inhóspito donde han vivido del mimo de Dios y presenciando a diario sus grandezas. Tienen esculpida en su alma la idea de que sólo en la fidelidad a la Alianza tienen garantía de la protección de Dios.

 

Breve Reseña

Josué es un varón pletórico de fe y casto, joven y fuerte, que mantiene la seguridad de que será Dios quien vencerá a los poderosos habitantes de la tierra que se les da en posesión. Tienen que pelearla, pero sólo Dios les dará la victoria.

Jericó es la plaza fuerte que les abrirá las puertas a la conquista. Posee murallas duras y sus habitantes están aprestados a defenderla.

Es Dios quien habla ahora con Josué, como antes lo hiciera con Moisés, dándole instrucciones para la empresa. No se le pedirá pasividad, sino una disposición absoluta al misterio. La táctica guerrera sugerida es la más impensada y la menos descrita en las praxis de la guerra: hay que dar vueltas a la ciudad, cantando y tocando las trompetas. Así se caerán las potentes murallas de defensa.

Sin un "pero" de Josué y con la presteza originada por la fe sucede como Dios dice. Y es que Dios se ríe de las encuestas, la lógica humana se ve superada en su potencia y las estadísticas de los hombres se tornan enanas en su presencia. Sin embargo, la fe hace que se derriben las más altas murallas de la tierra.

Fuente: Archiciócesis de Madrid.