2 - DE SEPTIEMBRE
– VIERNES –
22 – SEMANA DEL T. O. – C
Beato Bartolomé
Gutiérrez y Compañeros Mártires
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los Corintios (4,1-5):
Que la gente
sólo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de
Dios.
Ahora, en un administrador, lo que se
busca es que sea fiel. Para mí, lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o
un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad,
no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor.
Así, pues, no juzguéis antes de tiempo:
dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá
al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá la
alabanza de Dios.
Palabra de Dios
Salmo: 36,3-4.5-6.27-28.39-40
R/. El Señor es quien salva a los justos
Confía en el
Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R/.
Encomienda tu
camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía. R/.
Apártate del
mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles. R/.
El Señor es
quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados
y los salva porque se acogen a él. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(5,33-39):
En aquel
tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas:
«Los discípulos de Juan ayunan a menudo
y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a
beber.»
Jesús les contestó:
«¿Queréis que ayunen los amigos
del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven,
y entonces ayunarán.»
Y añadió esta parábola:
«Nadie recorta una pieza de un manto
nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza
no le pega al viejo.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos;
porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean.
A vino nuevo, odres nuevos.
Nadie que cate vino añejo quiere del
nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo."»
Palabra del Señor
1. Este relato plantea,
con ejemplos casi provocativos, dos formas distintas de entender y vivir la
espiritualidad. Se trata de dos caminos contrapuestos:
1) El camino de la mortificación y la
piedad.
2) El camino del gozo y la felicidad.
Posiblemente, Lucas exagera cuando, al ayuno, añade la oración (que no se encuentra en Mc 2,18-22; Mt 9, 14-17). Y también cuando caracteriza a los seguidores de Jesús como si fueran comilones y bebedores.
En todo caso, y aunque la exageración de
Lucas sea posible, es evidente que los tres sinópticos destacan la misma
contraposición de dos religiosidades. La de la privación y el sacrificio y la
del gozo y el disfrute.
2. Si algo hay claro, en este
relato, es que Jesús no formó a sus discípulos en la espiritualidad de la
privación y el sacrificio. Jesús vio que es más importante en la vida la
felicidad y el disfrute compartido. La importancia que la comensalía, la mesa
compartida, tuvo en la vida de Jesús, refuerza esta idea.
Es más, como ya se sabe, con los
ejemplos del remiendo y los odres de vino, Jesús afirma que, en este asunto
capital, no caben medias tintas o fórmulas de compromiso. Y otra
cosa: la advertencia de que "llegará el día en que se lleven al novio y
entonces ayunarán", es seguramente una añadidura de comunidades primitivas
que seguían practicando el ayuno.
El "novio", que es Jesús, no
se ha ausentado de su Iglesia.
3. Al proceder de esta manera, es evidente que Jesús se dio cuenta de que la espiritualidad de la "propia privación" es más fácil y soportable que la espiritualidad de "compartir la felicidad". Porque, si es que hablamos en serio de "compartir", lo primero que deberíamos tener presente es que se trata de que todos tengamos los mismos derechos y la misma dignidad.
Lo que el Evangelio propone es que
luchemos por una sociedad igualitaria, en la que los derechos fundamentales
sean los mismos para todos. Y que sean "derechos garantizados". Es
decir, que en Europa tengamos los mismos derechos que tienen los ciudadanos de
África o de Asia. ¿Estamos dispuestos a afrontar este proyecto con
todas sus consecuencias?
Beato Bartolomé Gutiérrez y Compañeros Mártires
Nació en México en 1580. Muy joven entró
en la Orden de San Agustín. Ya sacerdote, pidió ser enviado a las misiones. Con
Fray Pedro Solís, viajó en 1605 a Manila en donde ocupó primero durante seis
años el cargo de maestro de novicios. Por fin, en 1612, se embarcó para Japón.
En 1613 el emperador Taicosama expulsó a
todos los misioneros. Bartolomé regresó a Manila, pero a petición de sus
fieles, al cabo de cinco años pudo volver disfrazado a Japón, donde trabajó
quince años. Al fin, traicionado, lo aprehendieron, y después de muy crueles
suplicios, lo hicieron morir a fuego lento en Omura, Japón, el 3 de septiembre
de 1632. Fue beatificado por el Papa Pío IX el 22 de mayo de 1867.
Beato Bartolomé
Gutiérrez Rodríguez, Biografía
Nació en la ciudad de México el 4 de
septiembre de 1580, hijo de Alonso Gutiérrez y Ana Rodríguez. Fue bautizado en
la parroquia de Sagrario Metropolitano. Con 16 años ingresa a la orden
agustina; hizo sus estudios en el convento de Yuriria, Michoacán, profesando el
1 de junio de 1597. Ordenado sacerdote, fue trasladado a Puebla al convento de
San Agustín. Por estas fechas ya tenía deseos de ser misionero y mártir, sus
hermanos de religión se burlaban de él porque era muy gordo y no podría
soportar las fatigas del misionero. Pero el respondía con jocosidad: “Tanto
mejor, así habrá más reliquias que repartir cuando muera mártir, porque algún
día iré a Filipinas y de allí a Japón donde moriré por la Fe de Cristo”. Sus
palabras resultaron proféticas.
El 22 de febrero de 1606 se embarcó en
Acapulco y llego a Filipinas el 1 de mayo siguiente. Allí, los superiores al
ver sus cualidades lo nombraron maestro de novicios, desempeñando este cargo
durante un sexenio. Tenía una gran facilidad para los idiomas, era un buen
latinista y aprendió pronto el japonés a pesar de las dificultades de esta
lengua. En 1612 se embarca a Japón y en 1613 es nombrado prior del convento de
Usuki; como dominaba bien el idioma japonés, se entregó de lleno a la
evangelización, teniendo pronto a su cargo una gran comunidad de fieles. En
1614 hubo un decreto de expulsión para los religiosos y en noviembre de este año
el Beato Bartolomé fue capturado y expulsado de Japón, volviendo a Filipinas,
donde nuevamente fue maestro de novicios. En Japón la persecución recrudeció a
raíz del martirio del Beato Fernando de San José Ayala, OSA y las demandas de
refuerzos llegaban a Manila porque los fieles ocupaban pastores. Algunas
crónicas precisan que se pedía la vuelta del Padre Bartolomé Gutiérrez porque
este había dejado un buen recuerdo. Así, el provincial designó que volviera a
Japón acompañado del Beato Pedro de Zúñiga, regresando ambos a tierra de misión
el 12 de agosto de 1618.
Ejerció un ministerio ejemplar entre sus
fieles, estimulando por su fervor, sosteniendo a los débiles en la fe,
predicando y administrando los sacramentos a escondidas. Venció innumerables
peligros para llevar a Cristo a los creyentes y para no ser detenido, vivía en
los campos y bosque; vivió pobremente, padeció las inclemencias del clima y
también el hambre. A esto él añadió ayunos, vigilias y tales maceraciones, que
aquel joven robusto de 25 años se convirtió en un hombre enjuto y seco que no
parecía tener más que huesos y piel.
De él se platica que Dios lo protegió de
manera milagrosa cuando se escondía. En una ocasión escapó de sus perseguidores
gracias a que una araña tejió su telaraña en un rincón de la casa donde se
escondía. Otra vez salió al encuentro de sus captores tocando un instrumento
musical sin ser notado por ello. También sucedió que una buena mujer lo
escondió en su casa, llegaron los guardias y le preguntaron por él, entonces ella
sufrió un ataque de nervios y se reía mucho, pensaron los oficiales que quería
congraciarse con ellos mientras les señalaba que adentro y lo tomaron a burla y
se marcharon sin revisar. Así fue como desarrolló su apostolado hasta 1629, en
que llego a Nagasaki como gobernador un hombre llamado Tacanga. Este fue un
cruel perseguidor y redobló las pesquisas y castigos. También respiraba mucho
odio contra el Beato Bartolomé y los agustinos porque en el reino de Bungo
habían fundado el primer convento y para acabar de componerla, el religioso
había convertido al cristianismo a varios familiares suyos.
Víctima de una traición, el Beato
Bartolomé fue sorprendido y arrestado el 10 de noviembre de 1629, junto con el
catequista y ahora Beato Juan Shozaburo y otros tres auxiliares con los que fue
enviado a la cárcel de Nagasaki, allí se reunieron pronto con él los religiosos
agustinos Francisco de Jesús Terrero y Vicente de San Antonio Carvalho. Desde
1618 él había sido el sostén y promotor de la comunidad cristiana local, ahora
ya detenido, el Tirano Tacanga se alegró porque iba a escarmentarlo para
infundir miedo en el reino. Luego fue trasladado a la cárcel de Omuro, por
considerarse que era un lugar más cruel.
En su traslado fue notoria su
tranquilidad y resignación, así como la alegría con que cantaba himnos a Dios
en acción de gracias. Aquí languideció durante dos años. En 1630 tuvo la
oportunidad de escribir al provincial: “por estar al presente por horas y
momentos esperando la muerte” dando noticias no menos interesantes sobre sus
compañeros y circunstancias de su prisión. En 1631 vuelve a Nagasaki en
compañía de sus hermanos de hábito Francisco de Jesús y Vicente de San Antonio,
así como el Jesuita Antonio Ixda, encontrado en la prisión al hermano
franciscano Gabriel de la Magdalena. Los hicieron sufrir la tortura del agua
sulfurosa en el Monte Unge, fueron llevados al lago de Arima, de aguas
hirvientes, con las que eran bañadas sus carnes hasta escaldarlos y desollarlos
creyendo que así renegarían de la fe. Esta dolorosísima prueba, de la que
muchos salían apostatando, fue ganada por los mártires. Los suplicios fueron
verdaderamente espantosos y se prolongaron por un mes, repitiéndose el castigo
por lo menos dos veces al día, lo que tuvieron que padecer, todo el cuerpo
hecho una llaga, no es fácil de imaginar.
Al ver que no se lograba ningún
retroceso, fueron devueltos a Nagasaki, donde se les condenó a morir en la
hoguera. Todavía la víspera, Tacanga les ofreció la libertad si apostataban,
pero permanecieron firmes en la fe. La sentencia se llevó a cabo el 3 de
septiembre de 1632. Al llegar al lugar del suplicio, entonaron, como era la
costumbre entre quienes eran sacrificados, el salmo 116 “Laudate Dominum omnes
gentes”, luego los ataron con lazos muy frágiles, para que se pudieran romper
si decidían renegar. La leña era verde y llena de lodo para que ardiera con
dificultad. Al ser encendido el fuego, el Beato Vicente Carvalho sacó su
crucifijo y levantándolo en alto exclamo “¡Adelante valerosos soldados de Jesucristo!
¡Viva nuestra fe y por ella valerosamente muramos!”.
El Beato Bartolomé Gutiérrez dejo varios
escritos. Explicación de la doctrina cristiana la Relación del suceso de la
prisión y dichoso fin de los bienaventurados mártires Pedro de Zúñiga y Luis
Flores y la Relación del martirio que padecieron otros religiosos en el Japón
en el mes de septiembre de 1622. Este grupo de misioneros cierra el elenco de
os mártires encabezados por el Beato Alfonso de Navarrete.
A continuación se
refiere una breve semblanza de los beatos martirizados junto Beato Bartolomé
Gutiérrez.
Beato Vicente de San
Antonio Simoes de Carvalho
Nació en 1590 en Albufeiora, Portugal,
siendo sus padres Antonio Simoes y Catalina Pereiro, quienes le dieron una
buena educación. Ingresó con los agustinos en el convento de Santa María de
Gracia, donde profesó y fue ordenado sacerdote. En 1621 estuvo en México, en
1622 en Filipinas y en 1623 en Japón; por casi seis años se consagró al
ministerio en secreto y logró mucho fruto, burlando, también la vigilancia de
los espías hasta que finalmente fue capturado.
Beato Francisco de
Jesús Terrero Pérez
Nació en 1590 en Villa Mediana, Palencia,
siendo hijo de Pedro Terrero y María Pérez, ambos de ascendencia noble y
familias ricas. A los 8 años quedó huérfano y fue educado por dos tíos suyos
que eran sacerdotes; con 16 años ingresa a la orden de San Agustín en
Valladolid, luego de profesar en esa orden, hizo estudios sacerdotales recibiendo
por fin el presbiterado. En 1621 estuvo en México, luego se trasladó a
filipinas y por último a Japón, donde fue vicario Provincial. Estudió el
japonés para poder transmitir el Evangelio, su apostolado lo hacía de noche y
con muchos peligros, tuvo que vivir en una cueva para no ser descubierto. Las
crónicas dicen que bautizó cerca de 7000 fieles.
Beato Antonio Ixhida
Kyutaku S.J.
Nació en el año de 1570 en Ximabaro,
reino de Arima. Con 19 años ingreso a la Compañía de Jesús, donde profesó y fue
ordenado; como conocía de fondo las religiones paganas y tenía buena
elocuencia, su ministerio se valió de esto para tener mucho provecho. Desafiaba
los peligros para llevar el consuelo a los cristianos encarcelados, burlando la
vigilancia de los soldados.
Beato Jerónimo de la
Cruz Jo ó de Torres
Nació en Nagasaki, de joven estudió con
los padres franciscanos que lo enviaron a Filipinas para continuar sus
estudios; una vez profesó fue ordenado sacerdote y su ministerio lo hacía entre
sus compatriotas exiliados con abundancia de buenos resultados. Entonces cambio
su apellido Jo por el español de Torres. El Beato amaba mucho a su patria y
oraba a Dios suplicándole el fin de las persecuciones. En 1628 volvió a Japón
para ayudar con su ministerio a sus hermanos perseguidos. Breve fue su trabajo,
pues fue apresado en 1629.
Beato Gabriel de la
Magdalena Tarazona Rodríguez
Nació en Sonseca, Toledo en octubre de
1567, hijo de Pedro Tarazona e Isabel Rodríguez. Recibió el bautismo el 22 de
octubre del mismo año y la confirmación el 16 de junio de 1571. Estudio y
ejerció la medicina y a los 30 años ingresó como hermano lego en la orden
Franciscana, en la rama alcantarina. Su ardiente amor a Cristo y la salvación
de las almas le hicieron ir a Japón, a donde llegó en 1606. Estuvo en Osaka,
donde se dedicó a curar almas y cuerpos. En 1613 se desató una persecución,
muchos religiosos fueron expulsados, pero él logró esconderse en Nagasaki; su
fama era tal que se decía que, por sus conocimientos de medicina, podría ser
médico del propio emperador. Tuvo fama de tener gran religiosidad, de hacer
curaciones milagrosas, de levitar mientras oraba y tener el don de la
bilocación. En 1630 fue apresado y llevado a la cárcel de Omura, de donde fue
sacado para curar al propio Gobernador y su familia, así como para atormentarlo
luego con las aguas sulfurosas. Murió en la hoguera y sus cenizas, como las de
sus compañeros, fueron arrojadas al mar.
Culto
Estos beatos integran un numeroso grupo
de 205 mártires encabezados por el Beato Alfonso Navarrete y fueron elevados al
honor de los altares el 7 de julio de 1867 por el Beato Pio IX. El Beato Bartolomé
Gutiérrez recibe culto litúrgico en México el 2 de septiembre con el grado de
memoria opcional y las oraciones de la misa y la liturgia de las horas se
refieren únicamente a él.
aciprensa.com/