miércoles, 31 de agosto de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 1 - DE SEPTIEMBRE – JUEVES – 22 – SEMANA DEL T. O. – C San Josué

 


 

1 - DE SEPTIEMBRE – JUEVES –

22 – SEMANA DEL T. O. – C

San Josué

 

         Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3,18-23):

 

Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito:

«Él caza a los sabios en su astucia.»

Y también:

«El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos.»

Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 23,1-2.3-4ab.5-6

 

R/. Del Señor es la tierra y cuanto la llena

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,

el orbe y todos sus habitantes:

él la fundó sobre los mares,

él la afianzó sobre los ríos. R/.

¿Quién puede subir al monte del Señor?

¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes y puro corazón,

que no confía en los ídolos. R/.

Ése recibirá la bendición del Señor,

le hará justicia el Dios de salvación.

Éste es el grupo que busca al Señor,

que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,1-11):

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

«Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»

Simón contestó:

«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»

Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a lo socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían.

Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:

 «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.»

Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Jesús dijo a Simón:

«No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»

Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

 

Palabra del Señor

 

1.  Lo que menos interesa, al pensar en este relato de pesca milagrosa, es si se trata del mismo que cuenta el IV evangelio (Jn 21, 1-14) (así piensa J. P. Meier).

 

Lo que importa aquí es la enseñanza evangélica que nos da el relato. Y esa enseñanza consiste en que, hablando de la pesca, de la comida o la bebida y de la salud, los evangelios relacionan siempre a Jesús con la abundancia.

Ante la presencia de Jesús, las redes revientan por la cantidad de peces, los hambrientos se sacian por la cantidad de panes hasta sobrar en exceso (Mc 8, 8; Mt 15, 39), los enfermos se curan todos solo con tocarlo (Mc 6, 56; Mt 14, 34-36; Lc 6, 17-19). Y hasta en la boda de Caná, de pronto, se encontraron con seiscientos litros del mejor vino imaginable (Jn 2, 6-10).

 

2.   En tiempos de crisis y escasez, como los que vivimos, ¿no será que no hacemos presente a Jesús en nuestras vidas y en nuestra sociedad? 

No se trata de que hagan falta milagros. De lo que se trata es que nos gastemos menos dinero en armamentos militares, en lujos y formas de vida escandalosa, en palacios y diversiones, en vanidades y caprichos... Y se trata, sobre todo, de que tomemos en serio la lucha por la justicia, por la mayor igualdad posible entre todos los ciudadanos del mundo y todos los pueblos.

 

3.   Los discípulos vieron en Jesús un ser humano que trascendía lo humano.

En lo humano de Jesús sintieron el estremecimiento de lo divino. Pero lo sintieron como algo completamente nuevo: no era ya el miedo ante lo sagrado que exige respeto (Ex 3; Is 1), sino ante la abundancia que satisface la necesidad (Lc 5) o que libera del mal y de la enfermedad (Mc 1, 27 par; Hech 3, 10 s).

En el hombre Jesús, lo divino se revela rebosante de humanidad. En Jesús, la idea y la experiencia de Dios cambia radicalmente. Dios se ha humanizado.

San Josué



 

Martirologio Romano: 

Conmemoración de san Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, que, al recibir la imposición de manos por Moisés, fue lleno del espíritu de sabiduría, y a la muerte de Moisés introdujo de modo maravilloso al pueblo de Israel, cruzando el Jordán, en la tierra de promisión (Jos, 1, 1).

Muerto Moisés, Josué es el capitán que introducirá a su gente Tierra Prometida. Ya era la hora de poseer la tierra que Dios prometió a los israelitas al sacarlos de Egipto. Han pasado cuarenta años.

Es un pueblo joven el que está en las proximidades de Canán. Son los hijos de los que Yahvé sacó con mano poderosa. Se han curtido en el desierto inhóspito donde han vivido del mimo de Dios y presenciando a diario sus grandezas. Tienen esculpida en su alma la idea de que sólo en la fidelidad a la Alianza tienen garantía de la protección de Dios.

 

Breve Reseña

Josué es un varón pletórico de fe y casto, joven y fuerte, que mantiene la seguridad de que será Dios quien vencerá a los poderosos habitantes de la tierra que se les da en posesión. Tienen que pelearla, pero sólo Dios les dará la victoria.

Jericó es la plaza fuerte que les abrirá las puertas a la conquista. Posee murallas duras y sus habitantes están aprestados a defenderla.

Es Dios quien habla ahora con Josué, como antes lo hiciera con Moisés, dándole instrucciones para la empresa. No se le pedirá pasividad, sino una disposición absoluta al misterio. La táctica guerrera sugerida es la más impensada y la menos descrita en las praxis de la guerra: hay que dar vueltas a la ciudad, cantando y tocando las trompetas. Así se caerán las potentes murallas de defensa.

Sin un "pero" de Josué y con la presteza originada por la fe sucede como Dios dice. Y es que Dios se ríe de las encuestas, la lógica humana se ve superada en su potencia y las estadísticas de los hombres se tornan enanas en su presencia. Sin embargo, la fe hace que se derriben las más altas murallas de la tierra.

Fuente: Archiciócesis de Madrid.

 

 

 

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