12 - DE
AGOSTO – VIERNES –
19 – SEMANA
DEL T. O. – C –
Stª. Juana Francisca de Chantal
Lectura de la profecía de Ezequiel
(16,1-15.60.63):
Me vino esta
palabra del Señor:
«Hijo de Adán, denuncia a Jerusalén sus
abominaciones, diciendo: "Así dice el Señor: ¡Jerusalén! Eres cananea de
casta y de cuna: tu padre era amorreo y tu madre era hitita. Fue así tu
alumbramiento: El día en que naciste, no te cortaron el ombligo, no te bañaron
ni frotaron con sal, ni te envolvieron en pañales. Nadie se apiadó de ti
haciéndote uno de estos menesteres, por compasión, sino que te arrojaron a
campo abierto, asqueados de ti, el día en que naciste.
Pasando yo a tu lado, te vi chapoteando
en tu propia sangre, y te dije mientras yacías en tu sangre:
'Sigue viviendo y crece como brote
campestre.'
Creciste y te hiciste moza, llegaste a
la sazón; tus senos se afirmaron, y el vello te brotó, pero estabas desnuda y
en cueros. Pasando de nuevo a tu lado, te vi en la edad del amor; extendí sobre
ti mi manto para cubrir tu desnudez; te comprometí con juramento, hice alianza
contigo –oráculo del Señor– y fuiste mía. Te bañé, te limpié la sangre, y te
ungí con aceite. Te vestí de bordado, te calcé de marsopa; te ceñí de lino, te
revestí de seda. Te engalané con joyas: te puse pulseras en los brazos y un
collar al cuello. Te puse un anillo en la nariz, pendientes en las orejas y
diadema de lujo en la cabeza. Lucías joyas de oro y plata, y vestidos de lino,
seda y bordado; comías flor de harina, miel y aceite; estabas guapísima y prosperaste
más que una reina.
Cundió entre los pueblos la fama de tu
belleza, completa con las galas con que te atavié –oráculo del Señor–. Te
sentiste segura de tu belleza y, amparada en tu fama, fornicaste y te
prostituiste con el primero que pasaba. Pero yo me acordaré de la alianza que
hice contigo cuando eras moza y haré contigo una alianza eterna, para que te
acuerdes y te sonrojes y no vuelvas a abrir la boca de vergüenza, cuando yo te
perdone todo lo que hiciste."»
Oráculo del Señor.
Palabra de Dios
Salmo: Is 12,2-3.4bcd.5-6
R/. Ha cesado tu ira y me has consolado
Él es mi Dios
y Salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R/.
Dad gracias al
Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R/.
Tañed para el
Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.» R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(19,3-12):
En aquel
tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a
prueba:
«¿Es lícito a uno despedir a su mujer
por cualquier motivo?»
Él les respondió:
«¿No habéis leído que el Creador, en el
principio, los creó hombre y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre
a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola
carne"? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha
unido, que no lo separe el hombre.»
Ellos insistieron:
«¿Y por qué mandó Moisés darle acta de
repudio y divorciarse?»
Él les contestó:
«Por lo tercos que sois os permitió
Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Ahora
os digo yo que, si uno se divorcia de su mujer –no hablo de impureza– y se casa
con otra, comete adulterio.»
Los discípulos le replicaron:
«Si ésa es la situación del hombre con
la mujer, no trae cuenta casarse.»
Pero él les dijo:
«No todos pueden con eso, sólo los
que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre,
a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el reino
de los cielos. El que pueda con esto, que lo haga.»
Palabra del Señor
1. Para entender este pasaje,
tantas veces citado para justificar la indisolubilidad del matrimonio, hay que
tener en cuenta que Jesús responde a la pregunta que le hacen los fariseos. Y
la pregunta se refería:
1) Al derecho unilateral del marido a
repudiar a la mujer.
2) Además, si el hombre tenía ese
derecho de tal forma que podía ejercerlo por cualquier motivo.
Detrás de esta fórmula estaba la disputa
teológica, que había en tiempo de Jesús, entre dos rabinos famosos, Hillel
(liberal) y Shammai (rigorista).
Lo que le preguntan a Jesús es si estaba
de acuerdo con las ideas permisivas de Hillel.
2. Lo que, en definitiva, preguntaban los fariseos es si el hombre tiene un derecho que no tiene la mujer: divorciarse cuando a él le dé la gana. Pues bien, en respuesta a esa pregunta, lo que Jesús afirma es que no existe ese derecho unilateral del varón. Y para argumentar eso, Jesús echa mano del proyecto original de Dios (Gn 1, 27 y 2, 24), que no fue un proyecto de superioridad del hombre sobre la mujer, sino un proyecto de unidad, fusión e igualdad entre ambos.
3. La Iglesia de los primeros siglos aceptó la legislación civil del Imperio sobre el matrimonio. Y no hizo problema del divorcio cuando se llegaba a esa decisión por una causa seria. El año 726, el papa Gregorio II le escribía a san Bonifacio una carta en la que permitía el divorcio a unos cónyuges que no podían cohabitar por motivos de salud (PL 89, 525). Una decisión que en el s. XI recogió el Decreto de Graciano (J. Gaudemet).
Stª. Juana Francisca de Chantal
Santa Juana Francisca
Fremiot nació en Dijon, Francia, el 23 de enero, de 1572, nueve años después de
finalizado el Concilio de Trento. De esta manera, estaba destinada a ser uno de
los grandes santos que el Señor levantó para defender y renovar a la Iglesia
después del caos causado por la división de los protestantes. Santa Juana fue
contemporánea de S. Carlos Borromeo de Italia, de Sta. Teresa de Ávila y S.
Juan de la Cruz de España, de S. Juan Eudes y de sus compatriotas, el Cardenal
de Berulle, el Padre Olier y sus dos renombrados directores espirituales, San
Francisco de Sales y San Vicente de Paúl. En el mundo secular, fue
contemporánea de Catalina de Medici, del Rey Luis XIII, Richelieu, Mary Stuart,
la Reina Isabel y Shakespeare. Murió en Moulins el 13 de diciembre, de 1641.
Su madre murió cuando
tenía tan solo dieciocho meses de vida. Su padre, hombre distinguido, de recia
personalidad y una gran fe, se convirtió así en la mayor influencia de su
niñez. A los veintiún años se casó con el Barón Christophe de Rabutin-Chantal,
de quien tuvo seis hijos. Dos de ellos murieron en la temprana niñez. Un varón
y tres niñas sobrevivieron. Tras siete años de matrimonio ideal, su esposo
murió en un accidente de cacería. Ella educó a sus hijos cristianamente.
En el otoño de 1602, el
suegro de Juana la forzó a vivir en su castillo de Monthelon, amenazándola con
desheredar a sus hijos si se rehusaba. Ella pasó unos siete años bajo su
errática y dominante custodia, aguantando malos tratos y humillaciones. En
1604, en una visita a su padre, conoció a San Francisco de Sales. Con esto
comenzó un nuevo capítulo en su vida.
Bajo la brillante
dirección espiritual de San Francisco de Sales, nuestra Santa creció en
sabiduría espiritual y auténtica santidad. Trabajando juntos, fundaron la Orden
de la Visitación de Annecy en 1610. Su plan al principio fue el de establecer
un instituto religioso muy práctico algo similar al de las Hijas de la Caridad,
de S. V. de Paúl. No obstante, bajo el consejo enérgico e incluso imperativo
del Cardenal de Marquemont de Lyons, los santos se vieron obligados a renunciar
al cuidado de los enfermos, de los pobres y de los presos y otros apostolados
para establecer una vida de claustro riguroso. El título oficial de la Orden
fue la Visitación de Santa María.
Sabemos que cuando la
Santa, bajo la guía espiritual de S. Francisco de Sales, tomó la decisión de
dedicarse por completo a Dios y a la vida religiosa, repartió sus joyas
valiosas y sus pertenencias entre sus allegados y seres queridos con abandono
amoroso. De allí en adelante, estos preciosos regalos se conocieron como
"las Joyas de nuestra Santa." Gracias a Dios que ella dejó para la
posteridad joyas aún más preciosas de sabiduría espiritual y edificación
religiosa.
A diferencia de
Sta. Teresa de Ávila y de otros santos, Juana no escribió sus exhortaciones,
conferencias e instrucciones, sino que fueron anotadas y entregadas a la
posteridad gracias a muchas monjas fieles y admiradoras de su Orden.
Uno de los factores
providenciales en la vida de Sta. Juana fue el hecho de que su vida espiritual
fuera dirigida por dos de los más grandes santos todas las épocas, S. Francisco
de Sales y S. Vicente de Paúl. Todos los escritos de la Santa revelan la
inspiración del Espíritu Santo y de estos grandiosos hombres. Ellos, a su vez,
deben haberla guiado a los escritos de otros grandes santos, ya que vemos que
ella les indicaba a sus Maestras de Novicias que se aseguraran de que los
escritos de Sta. Teresa de Ávila se leyeran y estudiaran en los Noviciados de
la Orden.
Santa Juana fue una auténtica
contemplativa. Al igual que Sta. Brígida de Suecia y otros místicos, era una
persona muy activa, llena de múltiples proyectos para la gloria de Dios y la
santificación de las almas. Estableció no menos de ochenta y seis casas de la
Orden. Se estima que escribió no menos de once mil cartas, que son verdaderas
gemas de profunda espiritualidad. Más de dos mil de éstas se conservan todavía.
La fundación de tantas casas en tan pocos años, la forzó a viajar mucho, cuando
los viajes eran un verdadero trabajo.
Sta. Juana le escribió
muchas cartas a S. Francisco de Sales, en búsqueda de guía espiritual.
Desafortunadamente, después de la muerte de S. Francisco la mayoría de las
cartas le fueron devueltas a Sta. Juana por uno de los miembros de la familia
de Sales. Como era de esperarse, ella las destruyó, a causa de su naturaleza
personal sagrada. De este modo, el mundo quedó privado de lo que pudo haber
sido una de las mejores colecciones de escritos espirituales de esta
naturaleza.
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