19 - DE
SEPTIEMBRE – LUNES –
25 – SEMANA DEL T. O. – C
San Jenaro de Nápoles
Lectura del libro de los Proverbios (3,27-34):
Hijo mío, no niegues un favor a
quien lo necesita, si está en tu mano hacérselo.
Si tienes, no digas al prójimo:
«Anda, vete; mañana te lo daré.»
No trames
daños contra tu prójimo, mientras él vive confiado contigo; no pleitees con
nadie sin motivo, si no te ha hecho daño; no envidies al violento, ni sigas su
camino; porque el Señor aborrece al perverso, pero se confía a los hombres
rectos; el Señor maldice la casa del malvado y bendice la morada del honrado;
se burla de los burlones y concede su favor a los humildes; otorga honores a
los sensatos y reserva baldón para los necios.
Palabra de Dios
Salmo: 14,2-3ab.3cd-4ab.5
R/. El justo habitará en tu monte santo, Señor
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R/.
El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R/.
El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R/.
Lectura del santo evangelio según san
Lucas (8,16-18):
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la
cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz.
Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a
saberse o a hacerse público.
A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le
quitará hasta lo que cree tener.»
Palabra del Señor
1. Si Jesús se define a sí mismo como "la luz" Un 1,
4; 8, 12; 9, 5; 12, 35. 46), el Evangelio
tiene que ser un mensaje de transparencia y de ejemplaridad. Por eso
la vida y las enseñanzas de Jesús se entienden a partir de la metáfora de la
luz. Ahora bien, la luz -si es verdaderamente luz- se enciende para ver y para
que sea vista. Una luz oculta, deja de ser luz.
Esto explica por qué Jesús está tan radicalmente en contra de todo lo que
sea ocultar, tapar, disimular y, en general, todo lo que represente llevar una
vida que no puede ser transparente.
2. Lo que ocurre es que existen condicionamientos sociales que
hacen que muchas personas se sientan violentadas
para disimular, ocultar, tapar la luz.
Estas situaciones pueden ser graves cuando dañan a terceros. Esto es
frecuente en asuntos relacionados con el dinero, los negocios, los bienes que
hay que ocultar. Cuando estas situaciones se mantienen por la mal llamada
"prudencia", pueden ser la prueba más clara de la falta de libertad,
que antepone la imagen social a la verdad de la vida y de las cosas.
Lo que es mucho más grave cuando se hace en detrimento de los más
indefensos o marginados sociales.
Es lo que estamos viendo y sufriendo en estos tiempos de crisis económica y corrupción política.
3. En otros casos, lo que ocurre es que nos sentimos esclavos de
condicionamientos institucionales. Como es bien sabido, la
"patología social de las instituciones" hace que estas antepongan,
muchas veces, sus intereses a sus fines. Por esto
ocurre que se ocultan escándalos, cosas vergonzosas o auténticos delitos, con
tal que la institución no se vea desprestigiada. Y es que la "libertad
social" y la "libertad institucional" son los dos pilares que
hacen posible que la luz del Evangelio ilumine en este mundo. Jesús lo
dijo en los interrogatorios de la pasión: "Yo he hablado con libertad
(parresía = "abiertamente") al mundo" (Jn 18, 20).
San Jenaro de Nápoles
Fue obispo de Benevento en el siglo III;
durante la persecución de Diocleciano, sufrió el martirio, junto con otros
cristianos, en la ciudad de Nápoles, en donde se le tiene una especial
veneración.
San Jenaro, patrón de Nápoles, es famoso
por el milagro que generalmente ocurre cada año desde hace siglos, el día de su
fiesta, el 19 de septiembre. Su sangre, se licua ante la presencia de todos los
testigos que deseen asistir.
Nápoles y Benevento (donde fue obispo) se disputan el nacimiento de San
Jenaro y Benevento.
Durante la persecución de Diocleciano, fueron detenidos en Pozzuoli, por
orden del gobernador de Campania, Sosso, diácono de Miseno, Próculo, diácono de
Pozzuoli, y los laicos Euticio y Acucio. El delito era haber públicamente
confesado su fe.
Cuando San Jenaro tuvo noticias de que su amigo Sosso y sus compañeros
habían caído en manos de los perseguidores, decidió ir a visitarlos y a darles
consuelo y aliento en la prisión. Como era de esperarse, sus visitas no pasaron
inadvertidas y los carceleros dieron cuenta a sus superiores de que un hombre
de Benevento iba con frecuencia a hablar con los cristianos. El gobernador
mandó que le aprehendieran y lo llevaran a su presencia. El obispo
Jenaro, Festo, su diácono y Desiderio, un lector de su iglesia, fueron
detenidos dos días más tarde y conducidos a Nola, donde se hallaba el
gobernador.
Los tres soportaron con entereza los interrogatorios y las torturas a que
fueron sometidos. Poco tiempo después el gobernador se trasladó a Pozzuoli y
los tres confesores, cargados con pesadas cadenas, fueron forzados a caminar
delante de su carro. En Pozzuoli fueron arrojados a la misma
prisión en que se hallaban sus cuatro amigos. Estos últimos habían sido echados
a las fieras un día antes de la llegada de San Jenaro y sus dos compañeros,
pero las bestias no los atacaron. Condenaron entonces a todo el grupo a ser
echados a las fieras. Los siete condenados fueron conducidos a la arena del
anfiteatro y, para decepción del público, las fieras hambrientas y provocadas no
hicieron otra cosa que rugir mansamente, sin acercarse siquiera a sus presuntas
víctimas.
El pueblo, arrastrado y cegado por las pasiones que se alimentan de la
violencia, imputó a la magia la mansedumbre de las fieras ante los cristianos y
a gritos pedía que los mataran. Ahí mismo los siete confesores fueron
condenados a morir decapitados. La sentencia se ejecutó cerca de Pozzuoli, y en
el mismo sitio fueron enterrados.
Los cristianos de Nápoles obtuvieron las reliquias de San Jenaro que, en el
siglo quinto, fueron trasladadas desde la pequeña iglesia de San Jenaro, vecina
a la Solfatara, donde se hallaban sepultadas. Durante las guerras de los
normandos, los restos del santo fueron llevados a Benevento y, poco después, al
monasterio del Monte Vergine, pero en 1497, se trasladaron con toda solemnidad
a Nápoles que, desde entonces, honra y venera a San Jenaro como su patrono
principal.
Muchos se cuestionan la autenticidad de los hechos arriba mencionados y de
la misma reliquia porque no hay registros sobre el culto a San Jenaro
anteriores al año 431. Pero es significante que ya en esa
época el sacerdote Uranio relata sobre el obispo Jenaro en términos que indican
claramente que le consideraba como a un santo reconocido. Los frescos pintados
en el siglo quinto en la "catacumba de san Jenaro", en Nápoles, lo
representan con una aureola. En los calendarios más antiguos del oriente y el
occidente figura su nombre.
El milagro continúa
Mientras que muchos se cuestionan sobre la historicidad de San Jenaro, nadie
se puede explicar el milagro que ocurre con la reliquia del santo que se
conserva en la Capilla del Tesoro de la Iglesia Catedral de Nápoles, Italia. Se
trata de un suceso maravilloso que ocurre periódicamente desde hace
cuatrocientos años. La sangre del santo experimenta la licuefacción (se hace
líquida). Ocurre cada año en tres ocasiones relacionadas con el santo: la
traslación de los restos a Nápoles, (el sábado anterior al primer domingo de
Mayo); la fiesta del santo (19 de septiembre) y el aniversario de su
intervención para evitar los efectos de una erupción del Vesubio en 1631 (16 de
diciembre)
El día señalado, un sacerdote expone la famosa reliquia sobre el altar,
frente a la urna que contiene la cabeza de san Jenaro. La reliquia es una masa
sólida de color oscuro que llena hasta la mitad un recipiente de cristal
sostenido por un relicario de metal. Los fieles llenan la iglesia en esas
fechas. Es de notar entre ellos un grupo de mujeres pobres conocidas como zie
di San Gennaro (tías de San Jenaro). En un lapso de tiempo que varía por lo
general entre los dos minutos y una hora, el sacerdote agita el relicario, lo
vuelve cabeza abajo y la masa que era negra, sólida, seca y que se adhería al
fondo del frasco, se desprende y se mueve, se torna líquida y adquiere un color
rojizo, a veces burbujea y siempre aumenta de volumen. Todo ocurre a
la vista de los visitantes. Algunos de ellos pueden observar el milagro a menos
de un metro de distancia. Entonces el sacerdote anuncia con toda solemnidad:
"¡Ha ocurrido el milagro!", se agita un pañuelo blanco desde el altar
y se canta el Te Deum. Entonces la reliquia es venerada por el clero y la
congregación.
El 5 de mayo del 2008, reporteros de 20 canales de TV, entre ellos CNN
estaban presentes en la catedral cuando ocurrió el milagro.
El milagro ha sido minuciosamente examinado por personas de opiniones
opuestas. Se han ofrecido muchas explicaciones, pero en base a las rigurosas
investigaciones, se puede afirmar que no se trata de ningún truco y que tampoco
hay, hasta ahora, alguna explicación racional satisfactoria. En la actualidad
ningún investigador honesto se atreve a decir que no sucede lo que de hecho
ocurre a la vista de todos. Sin embargo, antes de que un milagro sea reconocido
con absoluta certeza, deben agotarse todas las explicaciones naturales, y todas
las interrogantes deben tener su respuesta. Por eso la Iglesia favorece la
investigación.
Fruto de las investigaciones.
Entre los elementos positivamente ciertos en relación con esta reliquia,
figuran los siguientes:
1 -La sustancia oscura que se dice es la sangre de San Jenaro (la que, desde
hace más de 300 años permanece herméticamente encerrada dentro del recipiente
de cristal que está sujeta y sellada por el armazón metálico del relicario) no
ocupa siempre el mismo volumen dentro del recipiente que la contiene. Algunas
veces, la masa dura y negra ha llenado casi por completo el recipiente y, en
otras ocasiones, ha dejado vacío un espacio equivalente a más de una tercera
parte de su tamaño.
2 -Al mismo tiempo que se produce esta variación en el volumen, se registra
una variante en el peso que, en los últimos años, ha sido verificada en una
balanza rigurosamente precisa. Entre el peso máximo y el mínimo se ha llegado a
registrar una diferencia de hasta 27 gramos.
3 -El tiempo más o menos rápido en que se produce la licuefacción, no parece
estar vinculado con la temperatura ambiente. Hubo ocasiones en que la atmósfera
tenía una temperatura media de más de 30º centígrados y transcurrieron dos
horas antes de que se observaran signos de licuefacción. Por otra parte, en
temperaturas mas bajas, de 5º a 8º centígrados, la completa licuefacción se
produjo en un lapso de 10 a 15 minutos.
4 -No siempre tiene lugar la licuefacción de la misma manera. Se han
registrado casos en que el contenido líquido burbujea, se agita y adquiere un
color carmesí muy vivo, en otras oportunidades, su color es opaco y su
consistencia pastosa.
Aunque no se ha podido descubrir razón natural para el fenómeno, la Iglesia
no descarta que pueda haberlo. La Iglesia no se opone a la
investigación porque busca la verdad. La fe católica enseña que Dios
es todopoderoso y que todo cuanto existe es fruto de su
creación. Pero la Iglesia es cuidadosa en determinar si un particular
fenómeno es, en efecto, de origen sobrenatural.
La Iglesia pide prudencia para no asentir ni rechazar prematuramente los
fenómenos. Reconoce la competencia de la ciencia para hacer investigación en la
búsqueda de la verdad, cuenta con el conocimiento de los expertos.
Una vez que la investigación establece la certeza de un milagro fuera de
toda duda posible, da motivo para animar nuestra fe e invitarnos a la
alabanza. En el caso de los santos, el milagro también tiene por fin
exaltar la gloria de Dios que nos da pruebas de su elección y las maravillas
que El hace en los humildes.
El Cardenal Crescenzio Sepe de Nápoles anunció que en el 2009 un grupo de
científicos investigará la milagrosa reliquia.
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