sábado, 24 de septiembre de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 26 - DE SEPTIEMBRE – LUNES – 26 – SEMANA DEL T. O. – C San Cosme y san Damián

 


 

26 - DE SEPTIEMBRE – LUNES –

 26 – SEMANA DEL T. O. – C

San Cosme y san Damián

 

Lectura del libro de Job (1,6-22):

Un día, fueron los ángeles y se presentaron al Señor; entre ellos llegó también Satanás.

El Señor le preguntó:

«¿De dónde vienes?»

Él respondió:

 «De dar vueltas por la tierra.»

El Señor le dijo:

«¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo y honrado, que teme a Dios y se aparta del mal.»

Satanás le respondió:

«¿Y crees que teme a Dios de balde? ¡Si tú mismo lo has cercado y protegido, a él, a su hogar y todo lo suyo! Has bendecido sus trabajos, y sus rebaños se ensanchan por el país. Pero extiende la mano, daña sus posesiones, y te apuesto a que te maldecirá en tu cara.»

El Señor le dijo:

«Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él no lo toques.»

Y Satanás se marchó.

Un día que sus hijos e hijas comían y bebían en casa del hermano mayor, llegó un mensajero a casa de Job y le dijo:

«Estaban los bueyes arando y las burras pastando a su lado, cuando cayeron sobre ellos unos sabeos, apuñalaron a ¡os mozos y se llevaron el ganado. Sólo yo pude escapar para contártelo.»

No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo:

«Ha caído un rayo del cielo que ha quemado y consumido tus ovejas y pastores. Sólo yo pude escapar para contártelo.»

No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo:

 «Una banda de caldeos, dividiéndose en tres grupos, se echó sobre los camellos y se los llevó, y apuñaló a los mozos. Sólo yo pude escapar para contártelo.»

No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo:

 «Estaban tus hijos y tus hijas comiendo y bebiendo en casa del hermano mayor, cuando un huracán cruzó el desierto y embistió por los cuatro costados la casa, que se derrumbó y los mató. Sólo yo pude escapar para contártelo.»

Entonces Job se levantó, se rasgó el manto, se rapó la cabeza, se echó por tierra y dijo:

«Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor.»

A pesar de todo, Job no protestó contra Dios.

Palabra de Dios

 

Salmo: 16,1.2-3.6-7

R/. Inclina el oído y escucha mis palabras

Señor, escucha mi apelación,

atiende a mis clamores,

presta oído a mi súplica,

que en mis labios no hay engaño. R/.

Emane de ti la sentencia,

miren tus ojos la rectitud.

Aunque sondees mi corazón,

visitándolo de noche,

aunque me pruebes al fuego,

no encontrarás malicia en mí. R/.

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;

inclina el oído y escucha mis palabras.

Muestra las maravillas de tu misericordia,

tú que salvas de los adversarios

a quien se refugia a tu derecha. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,46-50):

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante.

Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:

«El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante.»

Juan tomó la palabra y dijo:

«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.»

Jesús le respondió:

«No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro.»

Palabra del Señor

 

  1.  Una vez más, el Evangelio le recuerda a la Iglesia el interés y hasta la preocupación casi obsesiva, que tenían los discípulos, por saber quién es el más importante. 

Lo más razonable es pensar que el problema no estaba en que aquellos hombres fueran especialmente orgullosos o ambiciosos.  No.  Aquellos hombres eran como somos todos los humanos.  La apetencia por ser importantes es más fuerte que la apetencia por ser ricos.

Está demostrado que, a uno, que le suben el sueldo, suele ser más feliz solo en el caso de que no se lo suban igualmente a sus compañeros o vecinos. Si gana más que los demás, se sentirá más feliz. Si a todos se lo suben igual, no por eso es más feliz (Richard Layard).

Y no olvidemos que se trata de una apetencia que nos dura mientras vivimos, aunque seamos creyentes, religiosos, sacerdotes...

Por otra parte, si Jesús se opuso siempre de forma tajante a esta apetencia, es que en ella vio el mayor peligro para los humanos y para su comunidad de seguidores.  ¿Por qué?

 

 2.  No es, ante todo, cuestión de humildad. El problema está en que, como es lógico, el que quiere ser el primero, por eso mismo quiere estar por encima de los demás, quiere ser más que los demás. Y para lograr eso, lo más seguro es que se va a enfrentar a otros, los va a humillar o los querrá dominar. Todo el que sube, divide. Como todo el que baja, une. Y no hay argumento o motivo que justifique o haga santas estas apetencias.

 

3.  Pero hay algo más grave. Lo peor que hace, el que quiere ser el más importante, es que pretende ponerse por encima de Cristo y hasta por encima de Dios. Es lo que afirma Jesús cuando presenta al niño y dice que en el niño está él y está Dios. Como lo está en el que acoge o escucha a cualquiera de los discípulos (Mt 10, 40; Mc 9, 37; Mt 18, 5; Lc 10, 16; 9, 48; Jn 13, 20).

Dios se ha fundido con Jesús. Y Dios en Jesús se ha fundido con el ser humano. Por tanto, querer ser el más importante, en última instancia, es pretender (sin darse cuenta de ello) estar por encima de Dios.

Ni Dios puede humanizarse más. Ni el hombre puede endiosarse más.     

 

San Cosme y san Damián

 


 

       Mártires posiblemente del comienzo del siglo IV

      Cosme significa "adornado, bien presentado". 

      Damián: domador.

Patronos de: Cirujanos, Farmacéuticos, Médicos, Peluqueros, Dentistas, trabajadores de los balnearios.

Una tradición muy antigua atestigua la existencia de su sepulcro en Ciro (Siria), donde se erigió asimismo una basílica en su honor. Desde allí, su culto pasó a Roma y, más tarde, se propagó por toda la Iglesia.

Según la tradición son hermanos gemelos, nacidos en Arabia; estudiaron las ciencias en Siria y llegaron a distinguirse como médicos. Como eran auténticos cristianos, practicaban su profesión con gran habilidad, pero sin aceptar jamás pago alguno por sus servicios. Por eso se les conoció en el oriente entre los santos llamados colectivamente "los sin dinero".

Vivían en Aegeae, sobre la costa de la bahía de Alejandreta, en Cilicia, donde ambos eran distinguidos por el cariño y el respeto de todo el pueblo a causa de los muchos beneficios que prodigaba entre las gentes su caridad y por el celo con que practicaban la fe cristiana, ya que aprovechaban todas las oportunidades que les brindaba su profesión para difundirla y propagarla. En consecuencia, al comenzar la persecución, resultó imposible que aquellos hermanos de condición tan distinguida pasasen desapercibidos. Fueron de los primeros en ser aprehendidos por orden de Lisias, el gobernador de Cilicia y, luego de haber sido sometidos a diversos tormentos, murieron decapitados por la fe. Conducidos sus restos a Siria, quedaron sepultados en Cirrhus, ciudad ésta que llegó a ser el centro principal de su culto y donde las referencias más antiguas sitúan el escenario de su martirio.

Se cuentan muchos prodigios milagrosos sobre sus vidas, pero poco se sabe con seguridad. Se dice por ejemplo que, antes de ser decapitados, salieron con bien de varios tipos de ejecuciones, como ser arrojados al agua atados a pesadas piedras, ser quemados en hogueras y ser crucificados. Cuando se hallaban clavados en las cruces, la multitud los apedreó, pero los proyectiles, sin tocar el cuerpo de los santos, rebotaron para golpear a los mismos que los arrojaban. Lo mismo sucedió con las flechas disparadas por los arqueros que torcieron su trayectoria e hicieron huir a los tiradores (se cuenta que el mismo caso ocurrió con San Cristóbal y otros mártires). Asimismo, dice la leyenda que los tres hermanos de Cosme y Damián, llamados Antimo, Leoncio y Euprepio, sufrieron el martirio al mismo tiempo que los gemelos y sus nombres se mencionan en el Martirologio Romano. Se habla de innumerables milagros, sobre todo curaciones maravillosas, obrados por los mártires después de su muerte y, a veces, los propios santos se aparecieron, en sueños, a los que les imploraban en sus sufrimientos, a fin de curarles inmediatamente.

Entre las personas distinguidas que atribuyeron su curación de males gravísimos a los santos Cosme y Damián, figuró el emperador Justiniano I, quien visitó la ciudad de Cirrhus especialmente para venerar las reliquias de sus benefactores.

A principios del siglo V, se levantaron en Constantinopla dos grandes iglesias en honor de los mártires. La basílica que el Papa Félix (526-530) erigió en honor de Cosme y Damián en el Foro Romano, con hermosísimos mosaicos, fue dedicada posiblemente el 27 de septiembre. Ese día se celebró la fiesta de Cosme y Damián hasta su traslado al 26 de septiembre en el nuevo calendario.

Los santos Cosme y Damián son nombrados en el canon de la misa y, junto con San Lucas, son los patronos de médicos y cirujanos.

Tres pares de santos llevan los mismos nombres

Por un error, los cristianos de Bizancio honraron a tres pares de santos con los nombres de Cosme y Damián. Los de Arabia, que fueron decapitados durante la persecución de Diocleciano (17 de octubre), los de Roma, que murieron apedreados en el curso del reinado de Carino y los hijos de Teódota, que no fueron mártires. Sin embargo, se trata de los mismos.

Pidamos al Señor por intercesión de los santos Cosme y Damián por los médicos, para que cumplan santamente con su profesión.

"LO QUE HABEIS RECIBIDO GRATIS, DADLO TAMBIEN GRATUITAMENTE"

(Jesucristo Mt. 10, 8)

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