9 - DE SEPTIEMBRE
– VIERNES –
23 – SEMANA
DEL T. O. – C
San Pedro Claver
Lectura de la primera carta del apóstol san
Pablo a los Corintios (9,16-19.22b-27):
El hecho de
predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si
no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería
mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio.
Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio,
anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.
Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los
más posibles.
Me he hecho todo a todos, para ganar,
sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo
también de sus bienes. Ya sabéis que en el estadio todos los corredores cubren
la carrera, aunque uno solo se lleva el premio. Corred así: para ganar. Pero un
atleta se impone toda clase de privaciones. Ellos para ganar una corona que se
marchita; nosotros, en cambio, una que no se marchita. Por eso corro yo, pero
no al azar; boxeo, pero no contra el aire; mis golpes van a mi cuerpo y lo
tengo a mi servicio, no sea que, después de predicar a los otros, me
descalifiquen a mí.
Palabra de Dios
Salmo: 83,3.4.5-6.12
R/. ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de
los ejércitos!
Mi alma se
consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R/.
Hasta el
gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío. R/.
Dichosos los
que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación. R/.
Porque el
Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria;
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(6,39-42):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro
ciego?
¿No caerán los dos en el hoyo?
Un discípulo no es más que su maestro,
si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene
tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?
¿Cómo puedes decirle a tu hermano:
"Hermano, déjame que te saque la mota del ojo," sin fijarte en la
viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y
entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.»
Palabra del Señor
1. Las advertencias de Jesús
sobre la ceguera y la visión forman un bloque importante para la vida de los
creyentes y para el buen funcionamiento de la Iglesia.
Es evidente que, si una persona asume el
proyecto de las bienaventuranzas como “programa de vida”, por eso mismo echa
por un camino arriesgado.
Pero es claro que una conducta
arriesgada conduce a una situación que puede ser peligrosa, incluso muy
peligrosa. De ahí que el ciego mal conducido no solo sigue siendo ciego, sino
que cae en el hoyo detrás del guía (A. Jülicher, F. Bovon).
2. Uno de los problemas más
graves, que tenemos, en este momento, es que hay demasiados “ciegos” guiándonos
a quienes ya estamos “cegados” por demasiadas cosas.
Toda visión de la vida y del mundo, que
no tenga en cuenta la “totalidad” a lo que está pasando, es lógicamente una
visión “parcial”.
Ahora bien, la sociedad en que vivimos
está montada precisamente para que no veamos la “totalidad”, sino para que nos
fijemos solamente en la “parcialidad” de aquello con lo que él sabe que nos
atrapa, nos distrae, nos domina, hace de nosotros lo que quiere y lo que le interesa. Por eso hay tanta gente
que se preocupa más por una pequeña cantidad de dinero que tiene en el banco
que por los millones de criaturas que se mueren literalmente de hambre y
miseria en el mundo.
3. El mejor servicio, que
nos hace el Evangelio, es abrirnos los ojos. Para hacernos caer en la cuenta de
“la dependencia de los fenómenos particulares respecto de la totalidad” (J.
Habermas).
El que solo mira a un escaparate, no
puede ver la cantidad de gente que se muere de hambre, las desigualdades y
abusos que están allí presentes, en el mismo escaparate.
Como el que solo ve a un líder
político o religioso, no puede ver los destrozos que quizá ese líder está
causando o permitiendo.
La vida nos dice que las enseñanzas de
Jesús son cómo abrirnos los ojos para poder ver la totalidad de lo que creemos
que estamos viviendo, pero que en realidad no vemos. Y lo peor del caso es que,
en estas situaciones proliferan los “hipócritas”.
Los que van por la vida quitando
engaños a los demás, cuando ni se dan cuenta de la ceguera en que viven ellos
mismos.
Esto nos ocurre a todos.
Vamos a pedir a Dios para nosotros unos
ojos claros, serenos. Los ojos del rostro y los ojos del corazón. Y vamos a
mirar con ojos limpios; es decir, con los ojos de Dios, que no juzgan, no
condenan y miran siempre con benevolencia. Que nadie imponga, nadie quiera
hacerse más que el otro. Al revés, rompamos la dialéctica dominantes-dominados,
mediante el amor y la comunión cristiana. Como San Pablo: me hago todo para
todos.
San Pedro Claver
San Pedro Claver, presbítero de la
Compañía de Jesús, que, en Nueva Cartagena, ciudad de Colombia, durante más de
cuarenta años consumió su vida
con admirable abnegación y eximia caridad para con los esclavos negros, bautizando
con su propia mano a casi trescientos mil de ellos.
Vida de San Pedro Claver
Pedro Claver y Juana Corberó, campesinos catalanes, tuvieron seis hijos,
pero solo sobrevivieron Juan, el mayor, y los dos mas pequeños, Pedro e Isabel.
El padre apenas podía firmar su nombre, pero era un hombre trabajador y buen
cristiano. La infancia de Pedro quedó oculta para la historia como la de tantos
santos, incluso la de Nuestro Señor. Trabajaba en el campo con su familia.
Pedro se graduó de la Universidad de
Barcelona. A los 19 años decide ser Jesuita e ingresa en Tarragona. Mientras
estudiaba filosofía en Mallorca en 1605 se encuentra con San Alonso Rodriguez,
portero del colegio. Fue providencial. San Alonso recibió por inspiración de
Dios conocimiento de la futura misión del joven Pedro y desde entonces no paró
de animarlo a ir a evangelizar lo territorios españoles en América.
Pedro creyó en esta inspiración y con gran fe y el beneplácito de sus
superiores se embarcó hacia la Nueva Granada en 1610. Debía estudiar su
teología en Santa Fe de Bogotá. Allí estuvo dos años, uno en Tunja y luego es
enviado a Cartagena, en lo que hoy es la costa de Colombia. En Cartagena es
ordenado sacerdote el 20 de Marzo de 1616.
Al llegar a América, Pedro encontró la terrible injusticia de la esclavitud
institucionalizada que había comenzado ya desde el segundo viaje de Colón el 12
de Enero de 1510, cuando el rey mandó a emplear negros como esclavos. Se trata
de una tragedia que envolvió a unos 14 millones de infelices seres humanos. Un
millón de ellos pasaron por Cartagena. Los esclavos venían en su mayoría de
Guinea, del Congo y de Angola. Los jefes de algunas tribus de esas tierras
vendían a sus súbditos y sus prisioneros. En América los usaban en todo tipo de
trabajo forzado: agricultura, minas, construcción.
Cartagena por ser lugar estratégico en la ruta de las flotas españolas se
convirtió en el principal centro del comercio de esclavos en el Nuevo Mundo.
Mil esclavos desembarcaban cada mes. Aunque se murieran la mitad en la
trayectoria marítima, el negocio dejaba grandes ganancias. Por eso, las
repetidas censuras del papa no lograron parar este vergonzoso mercado humano.
Pedro no podía cambiar el sistema. Pero si había mucho que se podía hacer
con la gracia de Dios. Pero hacía falta tener mucha fe y mucho amor. Pedro supo
dar la talla. En la escuela del gran misionero, el padre Alfonso Sandoval,
Pedro escribió: "Ego Petrus Claver, etiopum semper servus" (yo Pedro
Claver, de los negros esclavo para siempre". Así fue. San Pedro no se
limitó a quejarse de las injusticias o a lamentarse de los tiempos en que
vivía. Supo ser santo en aquella situación y dejarse usar por Jesucristo
plenamente para su obra de misericordia. En Cartagena durante cuarenta años de
intensa labor misionera se convirtió en apóstol de los esclavos negros. Entre
tantos cristianos acomodados a los tiempos, el supo ser luz y sal, supo hacer
constar para la historia lo que es posible para Dios en un alma que tiene fe.
A pesar de su timidez la cual tubo que vencer, se convirtió en un
organizador ingenioso y valiente. Cada mes cuando se anunciaba la llegada del
barco esclavista, el padre Claver salía a visitarlos llevándoles comida. Los
negros se encontraban abarrotados en la parte inferior del barco en condiciones
inhumanas. Llegaban en muy malas condiciones, víctimas de la brutalidad del
trato, la mala alimentación, del sufrimiento y del miedo. Claver atendía a cada
uno y los cuidaba con exquisita amabilidad. Así les hacia ver que el era su
defensor y padre. Enseña a los esclavos
Los esclavos hablaban diferentes dialectos y era difícil comunicarse con
ellos. Para hacer frente a esta dificultad, el padre Claver organizó un grupo
de intérpretes de varias nacionalidades, los instruyó haciéndolos catequistas.
Mientras los esclavos estaban retenidos en Cartagena en espera de ser
comprados y llevados a diversos lugares, el padre Claver los instruía y los
bautizaba. Los reunía, se preocupaba por sus necesidades y los defendía de sus
opresores. Esta labor de amor le causó grandes pruebas. Los esclavistas no eran
sus únicos enemigos. El santo fue acusado de ser indiscreto por su celo por los
esclavos y de haber profanado los Sacramentos al dárselos a criaturas que a
penas tienen alma. Las mujeres de sociedad de Cartagena rehusaban entrar en las
iglesias donde el padre Claver reunía a sus negros. Sus superiores con
frecuencia se dejaron llevar por las presiones que exigían se corrigiesen los
excesos del padre Claver. Este sin embargo pudo continuar su obra entre muchas humillaciones
y obstáculos. Hacia además penitencias rigurosas. Carecía de la comprensión y
el apoyo de los hombres pero tenía una fuerza dada por Dios.
Muchos, aun entre los que se sentían molestos con la caridad del padre
Claver, sabían que hacia la obra de Dios siendo un gran profeta del amor
evangélico que no tiene fronteras ni color. Era conocido en toda Nueva Granada
por sus milagros. Llegó a catequizar y bautizar a mas de 300,000 negros.
En la mañana del 9 de Septiembre de 1654, después de haber contemplado a
Jesús y a la Santísima Virgen, con gran paz se fue al cielo.
Beatificado el 16 de Julio de 1850 por Pío IX.
Canonizado el 15 de Enero de 1888 por León XIII junto con Alfonso Rodriguez.
El 7 de Julio de 1896 fue proclamado patrón especial de todas las misiones
católicas entre los negros.
El papa Juan Pablo II rezó ante los restos mortales de San Pedro Claver en
la Iglesia de los Jesuitas en Cartagena el 6 de Julio de 1986.
Su fiesta se celebra el 9 de Septiembre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario