domingo, 18 de septiembre de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 20 - DE SEPTIEMBRE – MARTES – 25 – SEMANA DEL T. O. – C San Andrés Kim y Pablo Cong

 

 


20 - DE SEPTIEMBRE – MARTES –

 25 – SEMANA DEL T. O. – C

San Andrés Kim y Pablo Cong

 

Lectura del libro de los Proverbios (21,1-6.10-13):

El corazón del rey es una acequia en manos de Dios, la dirige adonde quiere. Al hombre le parece siempre recto su camino, pero es Dios quien pesa los corazones. Practicar el derecho y la justicia Dios lo prefiere a los sacrificios. Ojos altivos, mente ambiciosa, el pecado es el distintivo de los malvados. Los planes del diligente traen ganancia, los del atolondrado traen indigencia. Tesoros ganados por boca embustera son humo que se disipa y lazos mortales. Afán del malvado es buscar el mal, no mira con piedad a su prójimo.

Cuando el cínico la paga, aprende el inexperto, pero el sensato aprende con la experiencia. El honrado observa cómo la casa del malvado precipita al malvado en la ruina. Quien cierra los oídos al clamor del necesitado no será escuchado cuando grite.

Palabra de Dios

 

Salmo: 118

R/. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

Dichoso el que, con vida intachable,

camina en la voluntad del Señor. R/.

Instrúyeme en el camino de tus decretos,

y meditaré tus maravillas. R/.

Escogí el camino verdadero,

deseé tus mandamientos. R/.

Enséñame a cumplir tu voluntad

y a guardarla de todo corazón. R/.

Guíame por la senda de tus mandatos,

porque ella es mi gozo. R/.

Cumpliré sin cesar tu voluntad,

por siempre jamás. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (8,19-21):

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces lo avisaron:

«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.»

Él les contestó:

«Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra.»

Palabra del Señor

 

1.  Es evidente que Jesús, cuando dejó su pueblo y se fue a ser bautizado por Juan y luego a predicar la venida del Reino de Dios, abandonó su familia, su casa, su trabajo y todo lo que podía darle cierta seguridad y estabilidad en la vida.  Esto tuvo, entre otras, una consecuencia fuerte: para Jesús fue entonces más determinante la relación comunitaria que la relación de parentesco. Porque la relación comunitaria es elegida libremente, mientras relación de familia nos es dada sin pedirnos permiso.

 

2.  Como es lógico, desde el momento en que Jesús se alejó de su casa, de su familia, y después reunió en torno a sí un grupo de discípulos que le acompañaron y compartieron su forma de vivir, sus criterios sobre la familia tuvieron que evolucionar. 

El grupo familiar tuvo que pasar a un segundo plano y el grupo comunitario pasó a ocupar el centro de su proyecto y de sus pretensiones. Pero nadie puede demostrar que Jesús fundó o estableció un grupo de familia para siempre. Se sabe, con seguridad, que, durante el primer milenio, los cristianos se adaptaron a las leyes, usos y costumbres de la mayoría de la sociedad del Imperio.

 

3.  La familia es necesaria para la socialización de los individuos que vienen a este mundo.   El ser humano, cuando nace, no está acabado.  La formación de su cuerpo y de su psíquico crece y se configura en el aprendizaje y en la integración de la vida afectiva, emocional, cultural, valorativa que le enseñan sus padres y educadores.  Así el individuo se integra en la sociedad, y en la cultura.

Pero ocurre que, a través de la estructura familiar, se perpetua el modelo de sociedad, con sus valores y sus contravalores. Así las cosas, las creencias cristianas pueden y deben aportar que no es perpetuar el de sociedad (y de familia) establecido, sino humanizar la convivencia de forma que no se impongan los valores basados en el poder, el dinero y en la desigualdad, sino en el respeto, la tolerancia, la solidaridad y, sobre todo en el amor.

 

San Andres Kim y Pablo Cong


 

La fiesta que hoy recordamos es conocida como la de San Andrés Kim y Compañeros Mártires. Fue la primera canonización que se realizó fuera de Roma en los últimos 700 años, y es que la situación lo ameritaba, porque estaban siendo premiados con la santidad el primer sacerdote coreano y sus 102 compañeros.

San Andrés Kim, el primer sacerdote de la Iglesia en el oriente, creció comprendiendo el valor de defender su fe. Él nació el 21 de agosto de 1821, años antes su bisabuelo había muerto martirizado, y cuando sólo era un niño, tuvo que afrontar por el mismo motivo, la muerte de su padre, mientras su madre era destinada a vivir en la calle y pedir limosna, debido a la represión religiosa que azotó Corea hasta finales del siglo XIX, y que hoy, un siglo más tarde sigue estando vigente.

En 1836 Andrés fue elegido como seminarista por un misionero que pasaba por su población. En 1844 fue ordenado diácono en China y un año más tarde ordenado sacerdote en Shangai. De allí se dirigió nuevamente a Corea en donde cumplió la gran parte de su trabajo pastoral.

Sirvió al Señor como sacerdote sólo un año y pocos meses. En junio de 1846 fue arrestado y enviando a una cárcel en Seúl; allí estuvo tres meses y el 16 de septiembre fue decapitado, cuando apenas tenía 26 años. Entre sus pertenencias se encontró una carta en coreano, dirigida a sus fieles. “En este difícil tiempo, para ser victorioso se debe permanecer firme usando toda nuestra fuerza y habilidades como valientes soldados completamente armados en el campo de batalla”.

Junto con el padre Kim se destaca la canonización del laico Pablo Chong, nacido en Korea en 1795. Sus padres, una hermana y un hermano, fueron martirizados entre los años 1801 y 1839. Cuando tenía 20 años partió hacia Seúl para tratar de reconstruir la Iglesia en este lugar. Decidió intentar llevar misioneros al país, pero sus intentos se vieron bloqueados por la misma persecución, uno de ellos, murió antes de poder ingresar al país.

En 1839, a la edad de 45 años, fue arrestado por ser considerado como uno de los que había intentado llevar misioneros extranjeros a Korea. Fue decapitado en Seúl el 22 de septiembre.

Las figuras del Padre Andrés y de Pablo Chong son sólo una pequeña muestra de la persecución religiosa de las que son víctimas los cristianos en el oriente. En la actualidad los católicos no gozan de plena libertad para practicar su fe y como sucedió con estos santos, siguen siendo perseguidos por sus creencias.

Su amor a Dios y la Iglesia fue reconocido el 19 de junio de 1988, cuando el Papa Juan Pablo II canonizó y proclamo santos a 117 mártires que derramaron su sangre en la Conchinchina, Annam y Tonkín, en la actualidad el norte de Vietnam. Entre los mártires había 11 españoles, un grupo de franceses, y los demás coreanos. Ellos murieron víctimas de suplicios, hambre, sed, asfixia, insultos y burlas. Murieron perdonando todo lo que les habían hecho.

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario