3 - DE OCTUBRE
– LUNES –
27 – SEMANA
DEL T. O. – C
San Francisco de Borja
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los Gálatas (1,6-12):
Me
sorprende que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó a la gracia de
Cristo, y os hayáis pasado a otro evangelio. No es que haya otro evangelio, lo
que pasa es que algunos os turban para volver del revés el Evangelio de Cristo.
Pues bien, si alguien
os predica un evangelio distinto del que os hemos predicado –seamos nosotros
mismos o un ángel del cielo–, ¡sea maldito! Lo he dicho y lo repito: Si alguien
os anuncia un evangelio diferente del que recibisteis, ¡sea maldito! Cuando
digo esto, ¿busco la aprobación de los hombres o la de Dios? ¿Trato de agradar
a los hombres?
Si siguiera todavía
agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo. Os notifico, hermanos, que
el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni
aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.
Palabra de
Dios
Salmo:
110,1-2.7-8.9.10c
R/. El Señor
recuerda siempre su alianza
Grandes
son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman. R/.
Justicia
y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud. R/.
Envió la
redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.
La alabanza del Señor dura por siempre. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (10,25-37):
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para
ponerlo a prueba:
«Maestro,
¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Él le dijo:
«¿Qué está
escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó:
«Amarás al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas
y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo:
«Bien dicho.
Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el
maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús:
«¿Y quién es
mi prójimo?»
Jesús dijo:
«Un hombre
bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo
desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por
casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y
pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio
un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde
estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas,
echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a
una posada y lo cuidó.
Al día
siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo:
"Cuida
de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta."
¿Cuál de
estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los
bandidos?»
Él contestó:
«El que
practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús:
«Anda, haz tú
lo mismo.»
Palabra del Señor
1. Sean
cuales sean los matices que se le puedan poner a este relato en su conjunto y
tal como ha llegado hasta nosotros, hay un hecho, que es lo que aparece más
destacado en la parábola (y en la ocasión en que Jesús la contó), y que, sin
embargo, con frecuencia no se suele tener en cuenta.
Por supuesto,
como bien sabemos, de esta parábola se desprende una excelente enseñanza sobre
el amor al prójimo. Y, además, el prójimo, considerado, no desde el punto de
vista del que "está necesitado", sino del que "ayuda al
necesitado", que bien puede ser (como ocurre en este caso) el odiado
samaritano. Mucho más prójimo que el respetado sacerdote. Esto está claro en la
parábola y nadie lo pone en duda.
2. Pero,
en este relato, hay algo que es mucho más frecuente y en lo que mucha gente no
se fija.
Se trata de
que, a fin de cuentas, el hombre bueno y misericordioso resulta ser el
"hereje", el despreciable samaritano, que ni iba al Templo, ni
pretendía aparecer como un religioso "observante".
Mientras que
los personajes, que Jesús presenta como censurables, son un sacerdote, un
levita y hasta un letrado o teólogo de aquel tiempo. El sacerdote y el levita
porque fueron insensibles ante el sufrimiento de la víctima. Y el
letrado porque "quiso aparecer como justo".
O sea, el
criterio de Jesús es que quienes "dan un rodeo", ante los que se
desangran en la vida, son los "hombres de la religión". Y los que
quieren "aparecer" como personas ejemplares son curiosamente los
entendidos en la ley religiosa, los teólogos de oficio.
3. Si
el relato está contado así, esto no quedó redactado de esta forma por
casualidad. Esto está intencionadamente puesto en la parábola. Por eso la pregunta,
que se plantea, es tan clara como provocativa:
- ¿qué tiene
la religión que, a sus funcionarios, les desarrolla tanto la preocupación por
"aparecer como justos" y les atrofia más aún la "sensibilidad y
la sintonía ante el sufrimiento" de las víctimas de este mundo?
Hay personas
religiosas que son ejemplares. Pero, tal como está este mundo y se ha puesto la
vida, "ser ejemplar", en este momento supone y exige ponerse "de
parte de" las víctimas. Y, por tanto "en contra de los causantes del
sufrimiento de los que luchan, no ya "por el trabajo" o "por la
vivienda", sino sobre todo "por la vida", que son más de mil
millones de criaturas, en este momento. Esto supone ponerse entre
los rebeldes, los insumisos, los que hablan menos de la caridad y se parten la
cara por la justicia.
San Francisco de Borja
1510 - 1572
En Roma, san Francisco de Borja, presbítero, que, muerta su mujer, con quien
había tenido ocho hijos, ingresó en la Compañía de Jesús y, pese a que abdicó
de las dignidades del mundo y recusó las de la Iglesia, fue elegido prepósito
general, siendo memorable por su austeridad de vida y oración.
Vida de San Francisco de Borja
San Francisco Borja nació en Gandía (Valencia) el 28 de octubre de 1510,
primogénito de Juan de Borja y entró muy joven al servicio de la corte de
España, como paje de la hermana de Carlos V, Catalina. A los veinte años el
emperador le dio el título de marqués. Se casó a los 19 años y tuvo ocho hijos.
A los 29 años, después de la muerte de la emperatriz, que le hizo comprender la
caducidad de los bienes terrenos, resolvió “no servir nunca más a un señor que
pudiese morir” y se dedicó a una vida más perfecta. Pero el mismo año fue
elegido virrey de Cataluña (1539-43), cargo que desempeñó a la altura de las
circunstancias, pero sin descuidar la intensa vida espiritual a la que se había
dedicado secretamente.
En Barcelona se encontró con San Pedro de Alcántara y con el Beato Pedro
Favre de la Compañía de Jesús. Este último encuentro fue decisivo para su vida
futura. En 1546, después de la muerte de la esposa Eleonora, hizo la piadosa
práctica de los ejercicios espirituales de san Ignacio y el 2 de junio del
mismo año emitió los votos de castidad, de obediencia, y el de entrar a la
Compañía de Jesús, donde efectivamente ingresó en 1548, y oficialmente en 1550,
después de haberse encontrado en Roma a San Ignacio de Loyola y haber
renunciado al ducado de Gandía. El 26 de mayo de 1551 celebraba su primera
Misa.
Les cerró las puertas a los honores y a los títulos mundanos, pero se le
abrieron las de las dignidades eclesiásticas. En efecto, casi inmediatamente
Carlos V lo propuso como cardenal, pero Francisco renunció y para que la
renuncia fuera inapelable hizo los votos simples de los profesos de la Compañía
de Jesús, uno de los cuales prohíbe precisamente la aceptación de cualquier
dignidad eclesiástica. A pesar de esto, no pudo evitar las tareas cada vez más
importantes que se le confiaban en la Compañía de Jesús, siendo elegido
prepósito general en 1566, cargo que ocupó hasta la muerte, acaecida en Roma el
30 de septiembre de 1572.
Fue un organizador infatigable (a él se le debe la fundación del primer
colegio jesuita en Europa, en su tierra natal de Gandía, y de otros veinte en
España), y siempre encontró tiempo para dedicarse a la redacción de tratados de
vida espiritual. Se destacó por su gran devoción a la Eucaristía y a la
Santísima Virgen. Incluso dos días antes de morir, ya gravemente enfermo, quiso
visitar el santuario mariano de Loreto. Fue beatificado en 1624 y canonizado en
1671, uno de los primeros grandes apóstoles de la Compañía de Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario