31 - DE
OCTUBRE – LUNES –
31 – SEMANA
DEL T. O. – C
San Alonso Rodríguez
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los Filipenses (2,1-4):
Si
queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el
mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos
unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir.
No obréis por
rivalidad ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre
superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad
todos el interés de los demás.
Palabra de
Dios
Salmo:
130,1.2.3
R/. Guarda mi alma en la paz
junto a ti, Señor.
Señor,
mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad. R/.
Sino que
acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre. R/.
Espera Israel
en el Señor
ahora y por siempre. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Lucas (14,12-14):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no
invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos
ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres,
lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán
cuando resuciten los justos.»
Palabra del Señor
1. Es cierto que la primera
gran preocupación de Jesús fue el tema de la salud, que es
el problema que más nos preocupa a todos los seres humanos.
Pero, junto a la salud, a Jesús le interesó especialmente el tema de la comida compartida.
Salud y alimentación, dos pilares básicos de la vida de los mortales. Por eso, se comprende que el capítulo 14 de Lucas gira alrededor de temas relacionados con la mesa, con la comida compartida, el "simposio" o banquete, uno de los grandes temas de la literatura, las costumbres y la religión en la cultura judía, griega y romana.
Esto explica que en el capítulo 14 se
trata: el tema de la disposición de la mesa (14, 7-11), los invitados al
banquete (14, 12-14) y la gran cena (14, 15-24) (D. E. Smith).
Nada tiene de extraño que este capítulo tiene una notable semejanza con el Banquete de Platón: el conflicto entre Jesús y los fariseos es paralelo del conflicto entre Sócrates y los sofistas (X. de Meeús).
2. Si el simposio, en las culturas griega y romana, marcaba el orden social que debía dominar en la sociedad, en este evangelio queda patente que el orden en la comunidad de Jesús tiene que estar marcado por la invitación preferente a los marginados.
Jesús viene a decir: los que yo quiero
ver en primer lugar, en el sitio preferente, no son los que la sociedad pone
los primeros, sino al revés, los que yo quiero ver en el mejor sitio, en los
puestos de preferencia, son aquellos a los que nadie quiere. En
esto, que se dice tan pronto, pero que es tan fuerte, consistía el modelo de
estratificación social que Jesús plantea.
3. Si el Evangelio plantea
las diferentes capas sociales de la convivencia de una forma tan nueva y
revolucionaria, es porque Jesús vio que en eso se expresaba algo muy
determinante para la vida en su conjunto.
Mediante este nuevo modelo de estratificación, Jesús viene a decir esto: vuestras relaciones interpersonales no han de estar determinadas por el "interés", sino por la "acogida", sin poner condiciones ni buscar otras conveniencias o ganancias.
Jesús vio, sin duda alguna, que este
criterio era el principio base para arreglar este mundo, suprimir de raíz el
atropello de los débiles por parte de los fuertes, y hacer posible una
convivencia en paz, respeto y armonía.
Así entendía Jesús la religiosidad, la
espiritualidad, la mística. Todo lo que no sea eso, es puro engaño.
Por eso da pena que, con frecuencia, las
costumbres eclesiásticas se parecen más a las que impone este mundo que a las
que nos enseña el Evangelio.
San Alonso Rodríguez
En la ciudad de Palma, en la isla de Mallorca, san Alfonso Rodríguez, que,
al perder su esposa e hijos, entró como religioso en la Compañía de Jesús y
estuvo como portero del colegio de aquella ciudad durante largos años,
mostrando una gran humildad, obediencia y constancia en una vida penitente.
Vida de San Alonso Rodríguez
Estaba un día enfermo y le llevó el enfermero la comida a la cama con un
mandato de parte del Padre Superior: «que se coma todo el plato». Cuando
regresa el enfermero, le encuentra deshaciendo el plato y comiéndolo
pulverizado. El santo se impuso a sí mismo una obediencia ciega; se exigió a sí
mismo tanto que uno de los padres le dijo un buen día «que obedecía a lo asno».
Nació en Segovia en el año 1533, segundo de los once hijos del matrimonio
formado por Diego Rodríguez y María Gómez que vivían del comercio de paños.
Su niñez y juventud estuvieron ligadas a la Compañía de Jesús. A los doce
años fueron alojados en su casa Pedro Fabro y otro jesuita, cuyas enseñanzas
atesoró. Estudió en el Colegio de los jesuitas de Alcalá de Henares.
A la muerte de su padre se encarga de sacar adelante el negocio
familiar, pero su incompetencia es notable para el negocio de los paños.
Contrae matrimonio con María Juárez con quien tiene dos hijos. Pero la mala
fortuna parece que le persigue: muere uno de sus hijos y su mujer y el negocio
va de mal en peor; luego fallece su otro hijo y su madre. Alonso se ha quedado
solo.
Se produce entonces una crisis fuerte que resuelve con confesión general y
con el deseo de comenzar una nueva vida tomando un impresionante ritmo interior
de trato con Dios y que mantiene por seis años. Cede a sus hermanos sus bienes
y marcha a Valencia en 1569 con el propósito de ingresar en la Compañía; pero
no contaba con insalvables obstáculos: su edad, la falta de estudios y escasa
salud.
Trabaja entonces en comercio y de ayo.
Por fin es admitido en el Colegio Monte Sión en el año 1571; desde el año
1572 ocupa el cargo de portero hasta el 1610 que hacen casi cuarenta años
Es considerado en la Compañía como modelo para los hermanos legos por su
ejercicio permanente para lograr auténtica familiaridad con Dios, por su
obediencia absoluta y por su amor y deseo de tribulación.
Este humilde y santo portero fue durante su vida un foco radiante de
espiritualidad de la que se beneficiaron tanto los superiores que le trataron
como los novicios con los que tuvo contacto; un ejemplo representativo está en
San Pedro Claver, el apóstol de los esclavos.
Con sus cartas ejerce un verdadero magisterio. Su lenguaje es sencillo y el
popular de la época, pero logra páginas de singular belleza al tratar temas de
mayor entusiasmo. La santidad que describe en sus escritos no es aprendida en
los libros, es fruto de su experiencia espiritual.
Fue canonizado por el papa León XIII junto con San Pedro Claver.
(Fuente: archimadrid.es)
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