lunes, 3 de octubre de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 5 - DE OCTUBRE – MIERCOLES – 27 – SEMANA DEL T. O. – C Témporas de petición y acción de gracias Santa María Faustina Kowalska

 

 


5 - DE OCTUBRE – MIERCOLES –

 27 – SEMANA DEL T. O. – C

Témporas de petición y acción de gracias

Santa María Faustina Kowalska

 

Lectura del libro del Deuteronomio (8,7-18):

Habló Moisés al pueblo, diciendo:

 «Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra buena, tierra de torrentes, de fuentes y veneros que manan en el monte y la llanura, tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivares y de miel, tierra en que no comerás tasado el pan, en que no carecerás de nada, tierra que lleva hierro en sus rocas, y de cuyos montes sacarás cobre, entonces comerás hasta hartarte, y bendecirás al Señor, tu Dios, por la tierra buena que te ha dado. Pero cuidado, no te olvides del Señor, tu Dios, siendo infiel a los preceptos, mandatos y decretos que yo te mando hoy. No sea que, cuando comas hasta hartarte, cuando te edifiques casas hermosas y las habites, cuando críen tus reses y ovejas, aumenten tu plata y tu oro, y abundes de todo, te vuelvas engreído y te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres, para afligirte y probarte, y para hacerte el bien al final.

Y no digas: "Por mi fuerza y el poder de mi brazo me he creado estas riquezas." Acuérdate del Señor, tu Dios: que es él quien te da la fuerza para crearte estas riquezas, y así mantiene la promesa que hizo a tus padres, como lo hace hoy.»

 

Palabra de Dios

 

Salmo:1Cro 29,10.11abc.11d-12a.12bcd

R/. Tú eres Señor del universo.

Bendito eres, Señor,

Dios de nuestro padre Israel,

por los siglos de los siglos. R/.

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,

la gloria, el esplendor, la majestad,

porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. R/.

Tú eres rey y soberano de todo.

De ti viene la riqueza y la gloria. R/.

Tú eres Señor del universo,

en tu mano está el poder y la fuerza,

tú engrandeces y confortas a todos. R/.

 

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5,17-21):

El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es corno si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios.

 

Palabra de Dios

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,7-11):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.

Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente?

Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!»

 

Palabra del Señor

 

1.-  «Las Témporas -dice el Misal- son días de acción de gracias y de petición que la comunidad cristiana ofrece a Dios, terminadas las vacaciones y la recolección de las cosechas, al reemprender la actividad habitual». La celebración ha sido fijada en España para el día 5 de octubre, pues su localización en el calendario e incluso su duración dependen de las Conferencias Episcopales de cada país, dada la disparidad de las estaciones. Nos estamos quejando de la sequía, aquí, en otros lugares de inundaciones, en otros de huracanes y catástrofes en transportes aéreos, etc. Nos urge, pues la oración, la invocación a la protección de los Santos con sus letanías, - ¿por qué no acudimos a Dios para que libre a la humanidad de tanta calamidad?

El día de las Témporas es un día propicio para esta oración colectiva. Y hacer ver la importancia de este día y de esta plegaria.

 

2.-  Institución Antiquísima

 

Las Témporas, y las Rogativas, son una antiquísima institución litúrgica vinculada a las cuatro estaciones del año, para reunir a la comunidad, instando al ayuno y a la oración, para dar gracias a Dios por los frutos de la tierra y pedir su bendición sobre el trabajo de los hombres. Nacieron en Roma y se difundieron con la liturgia romana. Al principio se celebraban en otoño, invierno y verano, en los meses de septiembre, diciembre y junio. Por los sermones de San León Magno se conoce el significado de estas jornadas penitenciales.

Léxicamente la palabra témpora significa tiempo de ayuno en cada una de las estaciones del año. Litúrgicamente en la ordenación anterior a la reforma del Vaticano II se celebraban las témporas correspondientes al inicio del invierno, de la primavera, del verano y del invierno. Era el tiempo designado también, junto con las plegarias, rogativas y ayuno, para conferir las Órdenes sagradas.

En la actual ordenación la iglesia celebra una sola vez al año el día de la acción de gracias. Es un día al final del verano en el que agradece los frutos de las cosechas, aunque no se puede limitar este gesto elemental a un día determinado. En cada día y en cada momento hay motivos para dar gracias a Dios por el don de la vida. Dar gracias es un rasgo fundamentalmente cristiano y humano. La dialéctica humana funciona en términos de "doy para que me des", pero la dialéctica divina se cambia por estos otros: "Me has dado mucho y por eso te doy gracias". Dar gracias cuesta muy poco, pero si sale del corazón es la más noble expresión de un sentimiento humano.

 

3.-  Oración de alabanza

 

Dar gracias también por la enfermedad, ya que puede ocurrir que se necesite como medicina del espíritu y por eso hay que dar gracias también por la enfermedad. La oración de alabanza es la más excelsa, también la gratitud, debe salir del corazón. Eso agrada mucho a Dios, como lo demuestra en la queja de Jesús en el caso de los leprosos. De los diez leprosos, nueve de ellos quedaron curados, el décimo creyó y fue salvado. No es lo mismo curar que salvar. La curación se produce en el exterior. La salvación afecta a la totalidad de la persona. Uno de los diez leprosos se mostró agradecido y en ese gesto encontró la fe y la salvación. Los nueve restantes sólo encontraron la curación.

 

4.-  Nacieron en Roma

 

Las Témporas nacieron en Roma y se difundieron con la liturgia romana. Al principio tuvieron lugar en las estaciones del otoño, invierno y verano, en los meses de septiembre, diciembre y junio. Por algunos sermones de San León Magno se conoce el significado de estas jornadas penitenciales, que comprendían la eucaristía, además del ayuno. Pretender relacionarlas con cultos naturalistas pre-cristianos es pura imaginación, aunque es evidente su relación con la vida agraria, propia de aquellos tiempos. Las Témporas son un acercamiento mutuo de la liturgia y la vida humana, en el afán de encontrar en Dios la fuente de todo don y la santificación de la tarea de los hombres. Hoy, considerada la extensión de la Iglesia y su presencia en los pueblos más diversos, se imponía una revisión y una adaptación de esta vieja celebración litúrgica, que ya no tiene por qué ser agraria ni campesina únicamente, sino que puede ser muy bien urbana y cercana a las preocupaciones del hombre del cemento. Lo importante es que se viva y se celebre la obra de Dios en el hombre y con la ayuda del hombre; con un espíritu de fe y de acción de gracias del creyente, que sabe que lo temporal tiene su propia autonomía, pero sin romper con Dios y sin ir en contra de su voluntad salvadora: «Todo es vuestro; pero vosotros sois de Cristo, y Cristo, de Dios» (1 Cor 3,22).

 

5.-  Ciclo vital

 

La piedad popular está atenta al desarrollo del ciclo vital de la naturaleza: mientras se celebran las "témporas de invierno", las semillas se encuentran enterradas, en espera de que la luz y el calor del sol las haga germinar. Tiempo de súplica al Señor y de meditación sobre el significado del trabajo humano, colaboración con la obra creadora de Dios, realización de la persona, servicio al bien común, actualización del plan de la Redención. Coronarás el año con tus bienes, Señor, y serás la esperanza del confín de la tierra. Terminada la recolección de las cosechas y el periodo anual de descanso la Iglesia celebra las Témporas. Se convierte también en tiempo propicio para pedir ayuda al Señor para recomenzar de nuevo en las actividades del trabajo normal y en construcción de la vida interior de cada persona, su maduración en Cristo. Agradecer y pedir son dos modos de relacionarnos con Dios. Tenemos muchas necesidades, a la vez que hemos recibido mucho y lo debemos agradecer. Si no nos damos cuenta de lo que recibimos, no nos sentimos obligados a agradecer con amor.

 

6.-  La gratitud

 

Siempre podemos ofrecer nuestro agradecimiento que, si es sincero, basta. El que no es agradecido es sumamente pobre. Quien no da gracias a Dios es porque no está convencido de deberle nada. Pero a Dios se le debe todo. Un rabino daba gracias a Dios "por todo". - "¡Pero si no tienes nada!", le replicó otro que le oía. A lo que respondió: "Yo necesitaba la pobreza y Dios me la ha dado".

El camino de amor pasa por la gratitud: Lo recordaba al pueblo Moisés: “No te olvides del Señor. No sea que cuando comas hasta hartarte, cuando te edifiques casas hermosas y las habites, cuando críes tus reses y ovejas, aumentes tu plata y tu oro, y abundes de todo, te vuelvas engreído y te olvides del Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que te saco agua de una roca de pedernal”. La vida de Jesus es una continua acción de gracias al Padre. Cuando va a resucitar a Lázaro, habla con su Padre: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado”. Antes de le multiplicación de los panes, Jesús tomo los panes y, dando gracias, dio a los que estaban recostados, e igualmente los peces... En la institución de la Eucaristía, antes de pronunciar las palabras sobre el pan y el vino, el Señor dio gracias. Por eso podemos decir, según Juan Pablo II -que su oración, y toda su existencia terrena, se convirtió en revelación de esta verdad fundamental enunciada por la Carta de Santiago: Todo don bueno y toda dadiva perfecta viene de arriba, desciende del Padre de las luces... (Sant 1, 17)-. La acción de gracias es como una restitución, porque todo tiene en El su principio y su fuente. Demos gracias al Señor Nuestro Dios, decimos con la Iglesia en el centro de la liturgia eucarística. Nada hay más justo y necesario que dar gracias al Señor todos los días de nuestra vida, y el mayor agradecimiento a Dios es amar nuestra condición de hijos suyos. San Pablo dice a los paganos que, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias.

 

7.-  Motivos para dar gracias

 

Este año hemos recibido plenitud de dones del Señor: unos claros y visibles; otros, quizá más valiosos, han quedado ocultos: peligros del alma y del cuerpo de los que hemos sido librados; personas a las que hemos conocido y que tendrán una importancia decisiva en nuestra salvación; gracias y ayudas; acontecimientos que quizás hemos negativos, enfermedades, fracasos, veremos que han sido regalos de Dios. Nuestra vida entera es un bien inmerecido. Por eso las acciones de gracias deben ser continuas. En el Prefacio de la Misa, recordamos que es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo. ¡Dios mío, gracias! Y el alma se llena de paz, porque entiende que de aquello que parece poco grato o no deseable, Dios sacará mucho fruto. Este gracias es como el leño que Dios mostró a Moisés, que arrojado en las aguas amargas, las trocó en dulces (Ex 15, 25). Con la acción de gracias continua, la petición reiterada, porque son muchas las ayudas que necesitamos, sin las cuales no podremos seguir el camino del crecimiento.

 

8.-  Pedid y Recibiréis

 

Aunque el Señor nos concede muchos dones sin que se los pidamos, ha dispuesto concedernos otros si se los pedimos con la fuerza de la oración. Es necesario que pidamos, es preciso orar siempre y no desfallecer con la seguridad de que nuestras oraciones serán siempre atendidas. Dios mismo es garante de que todo lo que pidamos se nos concederá. “Pedid y se os dará, buscad y encontrareis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre”. Cuanto más pedimos, más nos acercamos a Dios, más crece nuestra amistad con El. En la tierra, cuando hay que pedir un favor a un poderoso se busca un lazo que nos una a él, el momento oportuno, en que se encuentre de buen ánimo... Dios siempre está dispuesto a escucharnos. “¿Acaso si alguno de vosotros, si un hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, - ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará cosas buenas a los que se las pidan? 

 

Santa María Faustina Kowalska

En Cracovia, en Polonia, santa María Faustina (Elena) Kowalska, virgen de las Hermanas de la Bienaventurada Virgen María de la Misericordia, solícita de anunciar el misterio de la divina misericordia.

 

Vida de Santa María Faustina Kowalska

 

Sor María Faustina, apóstol de la Divina Misericordia, forma parte del círculo de santos de la Iglesia más conocidos. A través de ella el Señor Jesús transmite al mundo el gran mensaje de la Divina Misericordia y presenta el modelo de la perfección cristiana basada sobre la confianza en Dios y la actitud de caridad hacia el prójimo.

 

Nació el 25 de agosto de 1905 como la tercera hija entre diez hermanos en la familia de Mariana y Estanislao Kowalski, campesinos de la aldea de Głogowiec. En el santo bautizo, celebrado en la iglesia parroquial de Świnice Warckie, se le impuso el nombre de Elena. Desde pequeña se destacó por el amor a la oración, la laboriosidad, la obediencia y una gran sensibilidad ante la pobreza humana. A los 9 años recibió la Primera Comunión. La vivió muy profundamente, consciente de la presencia del Huésped Divino en su alma. Su educación escolar duró apenas tres años. Al cumplir 16 años abandonó la casa familiar para, trabajando de empleada doméstica en casas de familias acomodadas de Aleksandrów, Łódź y Ostrówek, mantenerse a sí misma y ayudar a los padres.

 

Ya desde los 7 años sentía en su alma la llamada a la vida religiosa, pero ante la negativa de los padres para su entrada en el convento, intentó apagar dentro de sí la voz de la vocación divina. Sin embargo, apresurada por la visión de Cristo sufriente fue a Varsovia y allí, el 1 de agosto de 1925 entró en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia donde, como sor María Faustina, vivió trece años. Trabajó en distintas casas de la Congregación. Pasó los períodos más largos en Cracovia, Płock y Vilna cumpliendo los deberes de cocinera, jardinera y portera.

 

Para quien la observara desde fuera nada hubiera delatado su singular intensa vida mística. Cumplía sus deberes con fervor, observaba fielmente todas las reglas del convento, era recogida y callada, pero a la vez natural, llena de amor benévolo y desinteresado al prójimo. Su vida, aparentemente ordinaria, monótona y gris, se caracterizó por la extraordinaria profundidad de su unión con Dios.

 

Su espiritualidad se basa en el misterio de la Divina Misericordia, que ella meditaba en la Palabra de Dios y contemplaba en lo cotidiano de su vida. El conocimiento y la contemplación del misterio de la Divina Misericordia desarrollaban en ella una actitud de confianza de niño hacia Dios y la caridad hacia el prójimo. Oh Jesús mío —escribió— cada uno de tus santos refleja en sí una de tus virtudes, yo deseo reflejar tu Corazón compasivo y lleno de misericordia, deseo glorificarlo. Que tu misericordia, oh Jesús, quede impresa sobre mi corazón y mi alma como un sello y éste será mi signo distintivo en esta vida y en la otra. (Diario 1242). Sor Faustina era una fiel hija de la Iglesia a la que amaba como a Madre y como el Cuerpo Místico de Jesucristo. Consciente de su papel en la Iglesia, colaboró con la Divina Misericordia en la obra de salvar a las almas perdidas. Con este propósito se ofreció como víctima cumpliendo el deseo del Señor Jesús y siguiendo su ejemplo. Su vida espiritual se caracterizó por el amor a la Eucaristía y por una profunda devoción a la Madre de la Divina Misericordia.

 

Los años de su vida en el convento abundaron en gracias extraordinarias: revelaciones, visiones, estigmas ocultos, la participación en la Pasión del Señor, el don de bilocación, los dones de leer en las almas humanas, de profecía y de desposorios místicos. Un contacto vivo con Dios, con la Santísima Madre, con ángeles, santos y almas del purgatorio: todo el mundo extraordinario no era para ella menos real que el mundo que percibía a través de los sentidos. Colmada de tantas gracias extraordinarias sabía, sin embargo, que no son éstas las que determinan la santidad. En el Diario escribió: Ni gracias, ni revelaciones, ni éxtasis, ni ningún otro don concedido al alma la hace perfecta, sino la comunión interior de mi alma con Dios. Estos dones son solamente un adorno del alma, pero no constituyen ni la sustancia ni la perfección. Mi santidad y perfección consisten en una estrecha unión de mi voluntad con la voluntad de Dios (Diario 1107).

 

El Señor Jesús escogió a sor Faustina por secretaria y apóstol de su misericordia para, a través de ella, transmitir al mundo su gran mensaje. En el Antiguo Testamento —le dijo— enviaba a los profetas con truenos a mi pueblo. Hoy te envío a ti a toda la humanidad con mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla con mi Corazón misericordioso (Diario 1588).

 

La misión de sor Faustina consiste en 3 tareas:

 

– Acercar y proclamar al mundo la verdad revelada en la Sagrada Escritura sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona.

 

– Alcanzar la misericordia de Dios para el mundo entero, y especialmente para los pecadores, por ejemplo, a través de la práctica de las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia, presentadas por el Señor Jesús: la imagen de la Divina Misericordia con la inscripción: Jesús, en ti confío, la fiesta de la Divina Misericordia, el primer domingo después de la Pascua de Resurrección, la coronilla a la Divina Misericordia y la oración a la hora de la Misericordia (las tres de la tarde). A estas formas de la devoción y a la propagación del culto a la Divina Misericordia el Señor Jesús vinculó grandes promesas bajo la condición de confiar en Dios y practicar el amor activo hacia el prójimo.

 

– La tercera tarea es inspirar un movimiento apostólico de la Divina Misericordia que ha de proclamar y alcanzar la misericordia de Dios para el mundo y aspirar a la perfección cristiana siguiendo el camino trazado por la beata sor María Faustina. Este camino es la actitud de confianza de niño hacia Dios que se expresa en cumplir su voluntad y la postura de caridad hacia el prójimo. Actualmente este movimiento dentro de la Iglesia abarca a millones de personas en el mundo entero: congregaciones religiosas, institutos laicos, sacerdotes, hermandades, asociaciones, distintas comunidades de apóstoles de la Divina Misericordia y personas no congregadas que se comprometen a cumplir las tareas que el Señor Jesús transmitió por sor María Faustina.

 

Sor María Faustina manifestó su misión en el Diario que escribió por mandato del Señor Jesús y de los confesores. Registró en él con fidelidad todo lo que Jesús le pidió y describió todos los encuentros de su alma con Él. Secretaria de mi más profundo misterio —dijo el Señor Jesús a sor María Faustina— tu misión es la de escribir todo lo que te hago conocer sobre mi misericordia para el provecho de aquellos que, leyendo estos escritos, encontrarán en sus almas consuelo y adquirirán valor para acercarse a mí (Diario 1693). Esta obra acerca de modo extraordinario el misterio de la misericordia Divina. Atrae no solamente a la gente sencilla sino también a científicos que descubren en ella un frente más para sus investigaciones. El Diario ha sido traducido a muchos idiomas, por citar algunos: inglés, alemán, italiano, español, francés, portugués, árabe, ruso, húngaro, checo y eslovaco.

 

Sor María Faustina extenuada físicamente por la enfermedad y los sufrimientos que ofrecía como sacrificio voluntario por los pecadores, plenamente adulta de espíritu y unida místicamente con Dios murió en Cracovia el 5 de octubre de 1938, con apenas 33 años. La fama de la santidad de su vida iba creciendo junto con la propagación de la devoción a la Divina Misericordia y a medida de las gracias alcanzadas por su intercesión. Entre los años 1965-67 en Cracovia fue llevado a cabo el proceso informativo sobre su vida y sus virtudes y en 1968 se abrió en Roma el proceso de beatificación, concluido en diciembre de 1992. El 18 de abril de 1993, en la Plaza de San Pedro de Roma, el Santo Padre Juan Pablo II beatificó a Sor María Faustina. Sus reliquias yacen en el santuario de la Divina Misericordia de Cracovia-Łagiewniki. Fue canonizada por el Santo Padre Juan Pablo II el 30 de abril de 2000.

 

(Fuente: vatican.va)

 

 

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