5 - DE OCTUBRE
– MIERCOLES –
27 – SEMANA DEL T. O. – C
Témporas de petición y acción de gracias
Santa María Faustina Kowalska
Lectura del libro
del Deuteronomio (8,7-18):
Habló Moisés al pueblo, diciendo:
«Cuando
el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra buena, tierra de torrentes, de
fuentes y veneros que manan en el monte y la llanura, tierra de trigo y cebada,
de viñas, higueras y granados, tierra de olivares y de miel, tierra en que no
comerás tasado el pan, en que no carecerás de nada, tierra que lleva hierro en
sus rocas, y de cuyos montes sacarás cobre, entonces comerás hasta hartarte, y
bendecirás al Señor, tu Dios, por la tierra buena que te ha dado. Pero cuidado,
no te olvides del Señor, tu Dios, siendo infiel a los preceptos, mandatos y
decretos que yo te mando hoy. No sea que, cuando comas hasta hartarte, cuando
te edifiques casas hermosas y las habites, cuando críen tus reses y ovejas,
aumenten tu plata y tu oro, y abundes de todo, te vuelvas engreído y te olvides
del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo
recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un
sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal;
que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres, para
afligirte y probarte, y para hacerte el bien al final.
Y no digas:
"Por mi fuerza y el poder de mi brazo me he creado estas riquezas."
Acuérdate del Señor, tu Dios: que es él quien te da la fuerza para crearte
estas riquezas, y así mantiene la promesa que hizo a tus padres, como lo hace
hoy.»
Palabra de Dios
Salmo:1Cro
29,10.11abc.11d-12a.12bcd
R/. Tú eres Señor
del universo.
Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos. R/.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y
tierra. R/.
Tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la
gloria. R/.
Tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a
todos. R/.
Lectura de la
segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5,17-21):
El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha
comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió
consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Es decir, Dios mismo
estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus
pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación. Por eso,
nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es corno si Dios mismo os
exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis
con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado,
para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios.
Palabra de Dios
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (7,7-11):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se
os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide
recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno
de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide
pescado, ¿le dará una serpiente?
Pues si
vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más
vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!»
Palabra del Señor
1.- «Las
Témporas -dice el Misal- son días de acción de gracias y de petición que la
comunidad cristiana ofrece a Dios, terminadas las vacaciones y la recolección
de las cosechas, al reemprender la actividad habitual». La celebración ha sido
fijada en España para el día 5 de octubre, pues su localización en el
calendario e incluso su duración dependen de las Conferencias Episcopales de
cada país, dada la disparidad de las estaciones. Nos estamos quejando de la
sequía, aquí, en otros lugares de inundaciones, en otros de huracanes y
catástrofes en transportes aéreos, etc. Nos urge, pues la oración, la
invocación a la protección de los Santos con sus letanías, - ¿por qué no
acudimos a Dios para que libre a la humanidad de tanta calamidad?
El día de las
Témporas es un día propicio para esta oración colectiva. Y hacer ver la
importancia de este día y de esta plegaria.
2.- Institución
Antiquísima
Las Témporas,
y las Rogativas, son una antiquísima institución litúrgica vinculada a las
cuatro estaciones del año, para reunir a la comunidad, instando al ayuno y a la
oración, para dar gracias a Dios por los frutos de la tierra y pedir su
bendición sobre el trabajo de los hombres. Nacieron en Roma y se difundieron
con la liturgia romana. Al principio se celebraban en otoño, invierno y verano,
en los meses de septiembre, diciembre y junio. Por los sermones de San León
Magno se conoce el significado de estas jornadas penitenciales.
Léxicamente
la palabra témpora significa tiempo de ayuno en cada una de las estaciones del
año. Litúrgicamente en la ordenación anterior a la reforma del Vaticano II se
celebraban las témporas correspondientes al inicio del invierno, de la
primavera, del verano y del invierno. Era el tiempo designado también, junto
con las plegarias, rogativas y ayuno, para conferir las Órdenes sagradas.
En la actual
ordenación la iglesia celebra una sola vez al año el día de la acción de
gracias. Es un día al final del verano en el que agradece los frutos de las
cosechas, aunque no se puede limitar este gesto elemental a un día determinado.
En cada día y en cada momento hay motivos para dar gracias a Dios por el don de
la vida. Dar gracias es un rasgo fundamentalmente cristiano y humano. La
dialéctica humana funciona en términos de "doy para que me des", pero
la dialéctica divina se cambia por estos otros: "Me has dado mucho y por
eso te doy gracias". Dar gracias cuesta muy poco, pero si sale del corazón
es la más noble expresión de un sentimiento humano.
3.- Oración
de alabanza
Dar gracias
también por la enfermedad, ya que puede ocurrir que se necesite como medicina
del espíritu y por eso hay que dar gracias también por la enfermedad. La
oración de alabanza es la más excelsa, también la gratitud, debe salir del
corazón. Eso agrada mucho a Dios, como lo demuestra en la queja de Jesús en el
caso de los leprosos. De los diez leprosos, nueve de ellos quedaron curados, el
décimo creyó y fue salvado. No es lo mismo curar que salvar. La curación se
produce en el exterior. La salvación afecta a la totalidad de la persona. Uno
de los diez leprosos se mostró agradecido y en ese gesto encontró la fe y la
salvación. Los nueve restantes sólo encontraron la curación.
4.- Nacieron
en Roma
Las Témporas
nacieron en Roma y se difundieron con la liturgia romana. Al principio tuvieron
lugar en las estaciones del otoño, invierno y verano, en los meses de
septiembre, diciembre y junio. Por algunos sermones de San León Magno se conoce
el significado de estas jornadas penitenciales, que comprendían la eucaristía,
además del ayuno. Pretender relacionarlas con cultos naturalistas
pre-cristianos es pura imaginación, aunque es evidente su relación con la vida
agraria, propia de aquellos tiempos. Las Témporas son un acercamiento mutuo de
la liturgia y la vida humana, en el afán de encontrar en Dios la fuente de todo
don y la santificación de la tarea de los hombres. Hoy, considerada la
extensión de la Iglesia y su presencia en los pueblos más diversos, se imponía
una revisión y una adaptación de esta vieja celebración litúrgica, que ya no
tiene por qué ser agraria ni campesina únicamente, sino que puede ser muy bien
urbana y cercana a las preocupaciones del hombre del cemento. Lo importante es
que se viva y se celebre la obra de Dios en el hombre y con la ayuda del
hombre; con un espíritu de fe y de acción de gracias del creyente, que sabe que
lo temporal tiene su propia autonomía, pero sin romper con Dios y sin ir en
contra de su voluntad salvadora: «Todo es vuestro; pero vosotros sois de
Cristo, y Cristo, de Dios» (1 Cor 3,22).
5.- Ciclo
vital
La piedad
popular está atenta al desarrollo del ciclo vital de la naturaleza: mientras se
celebran las "témporas de invierno", las semillas se encuentran
enterradas, en espera de que la luz y el calor del sol las haga germinar.
Tiempo de súplica al Señor y de meditación sobre el significado del trabajo
humano, colaboración con la obra creadora de Dios, realización de la persona,
servicio al bien común, actualización del plan de la Redención. Coronarás el
año con tus bienes, Señor, y serás la esperanza del confín de la tierra.
Terminada la recolección de las cosechas y el periodo anual de descanso la
Iglesia celebra las Témporas. Se convierte también en tiempo propicio para
pedir ayuda al Señor para recomenzar de nuevo en las actividades del trabajo
normal y en construcción de la vida interior de cada persona, su maduración en
Cristo. Agradecer y pedir son dos modos de relacionarnos con Dios. Tenemos
muchas necesidades, a la vez que hemos recibido mucho y lo debemos agradecer.
Si no nos damos cuenta de lo que recibimos, no nos sentimos obligados a
agradecer con amor.
6.- La
gratitud
Siempre
podemos ofrecer nuestro agradecimiento que, si es sincero, basta. El que no es
agradecido es sumamente pobre. Quien no da gracias a Dios es porque no está
convencido de deberle nada. Pero a Dios se le debe todo. Un rabino daba gracias
a Dios "por todo". - "¡Pero si no tienes nada!", le replicó
otro que le oía. A lo que respondió: "Yo necesitaba la pobreza y Dios me
la ha dado".
El camino de
amor pasa por la gratitud: Lo recordaba al pueblo Moisés: “No te olvides del
Señor. No sea que cuando comas hasta hartarte, cuando te edifiques casas
hermosas y las habites, cuando críes tus reses y ovejas, aumentes tu plata y tu
oro, y abundes de todo, te vuelvas engreído y te olvides del Señor tu Dios, que
te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto
inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua,
que te saco agua de una roca de pedernal”. La vida de Jesus es una continua acción
de gracias al Padre. Cuando va a resucitar a Lázaro, habla con su Padre:
“Padre, te doy gracias porque me has escuchado”. Antes de le multiplicación de
los panes, Jesús tomo los panes y, dando gracias, dio a los que estaban
recostados, e igualmente los peces... En la institución de la Eucaristía, antes
de pronunciar las palabras sobre el pan y el vino, el Señor dio gracias. Por
eso podemos decir, según Juan Pablo II -que su oración, y toda su existencia
terrena, se convirtió en revelación de esta verdad fundamental enunciada por la
Carta de Santiago: Todo don bueno y toda dadiva perfecta viene de arriba,
desciende del Padre de las luces... (Sant 1, 17)-. La acción de gracias es como
una restitución, porque todo tiene en El su principio y su fuente. Demos
gracias al Señor Nuestro Dios, decimos con la Iglesia en el centro de la
liturgia eucarística. Nada hay más justo y necesario que dar gracias al Señor
todos los días de nuestra vida, y el mayor agradecimiento a Dios es amar
nuestra condición de hijos suyos. San Pablo dice a los paganos que, habiendo
conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias.
7.- Motivos
para dar gracias
Este año
hemos recibido plenitud de dones del Señor: unos claros y visibles; otros,
quizá más valiosos, han quedado ocultos: peligros del alma y del cuerpo de los
que hemos sido librados; personas a las que hemos conocido y que tendrán una
importancia decisiva en nuestra salvación; gracias y ayudas; acontecimientos
que quizás hemos negativos, enfermedades, fracasos, veremos que han sido
regalos de Dios. Nuestra vida entera es un bien inmerecido. Por eso las
acciones de gracias deben ser continuas. En el Prefacio de la Misa, recordamos
que es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor,
Padre santo. ¡Dios mío, gracias! Y el alma se llena de paz, porque entiende que
de aquello que parece poco grato o no deseable, Dios sacará mucho fruto. Este
gracias es como el leño que Dios mostró a Moisés, que arrojado en las aguas
amargas, las trocó en dulces (Ex 15, 25). Con la acción de gracias continua, la
petición reiterada, porque son muchas las ayudas que necesitamos, sin las
cuales no podremos seguir el camino del crecimiento.
8.- Pedid
y Recibiréis
Aunque el
Señor nos concede muchos dones sin que se los pidamos, ha dispuesto concedernos
otros si se los pedimos con la fuerza de la oración. Es necesario que pidamos,
es preciso orar siempre y no desfallecer con la seguridad de que nuestras
oraciones serán siempre atendidas. Dios mismo es garante de que todo lo que
pidamos se nos concederá. “Pedid y se os dará, buscad y encontrareis, llamad y
se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se
le abre”. Cuanto más pedimos, más nos acercamos a Dios, más crece nuestra
amistad con El. En la tierra, cuando hay que pedir un favor a un poderoso se
busca un lazo que nos una a él, el momento oportuno, en que se encuentre de
buen ánimo... Dios siempre está dispuesto a escucharnos. “¿Acaso si alguno de
vosotros, si un hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da
una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas cosas a
vuestros hijos, - ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará cosas buenas a los
que se las pidan?
Santa
María Faustina Kowalska
En Cracovia, en Polonia, santa María
Faustina (Elena) Kowalska, virgen de las Hermanas de la Bienaventurada Virgen
María de la Misericordia, solícita de anunciar el misterio de la divina
misericordia.
Vida de Santa María Faustina Kowalska
Sor María Faustina, apóstol de la Divina
Misericordia, forma parte del círculo de santos de la Iglesia más conocidos. A
través de ella el Señor Jesús transmite al mundo el gran mensaje de la Divina Misericordia
y presenta el modelo de la perfección cristiana basada sobre la confianza en
Dios y la actitud de caridad hacia el prójimo.
Nació el 25 de agosto de 1905 como la tercera
hija entre diez hermanos en la familia de Mariana y Estanislao Kowalski,
campesinos de la aldea de Głogowiec. En el santo bautizo, celebrado en la
iglesia parroquial de Świnice Warckie, se le impuso el nombre de Elena. Desde
pequeña se destacó por el amor a la oración, la laboriosidad, la obediencia y
una gran sensibilidad ante la pobreza humana. A los 9 años recibió la Primera
Comunión. La vivió muy profundamente, consciente de la presencia del Huésped
Divino en su alma. Su educación escolar duró apenas tres años. Al cumplir 16
años abandonó la casa familiar para, trabajando de empleada doméstica en casas
de familias acomodadas de Aleksandrów, Łódź y Ostrówek, mantenerse a sí misma y
ayudar a los padres.
Ya desde los 7 años sentía en su alma la
llamada a la vida religiosa, pero ante la negativa de los padres para su
entrada en el convento, intentó apagar dentro de sí la voz de la vocación
divina. Sin embargo, apresurada por la visión de Cristo sufriente fue a
Varsovia y allí, el 1 de agosto de 1925 entró en la Congregación de las
Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia donde, como sor María Faustina,
vivió trece años. Trabajó en distintas casas de la Congregación. Pasó los
períodos más largos en Cracovia, Płock y Vilna cumpliendo los deberes de
cocinera, jardinera y portera.
Para quien la observara desde fuera nada hubiera
delatado su singular intensa vida mística. Cumplía sus deberes con fervor,
observaba fielmente todas las reglas del convento, era recogida y callada, pero
a la vez natural, llena de amor benévolo y desinteresado al prójimo. Su vida,
aparentemente ordinaria, monótona y gris, se caracterizó por la extraordinaria
profundidad de su unión con Dios.
Su espiritualidad se basa en el misterio de
la Divina Misericordia, que ella meditaba en la Palabra de Dios y contemplaba
en lo cotidiano de su vida. El conocimiento y la contemplación del misterio de
la Divina Misericordia desarrollaban en ella una actitud de confianza de niño
hacia Dios y la caridad hacia el prójimo. Oh Jesús mío —escribió— cada uno de
tus santos refleja en sí una de tus virtudes, yo deseo reflejar tu Corazón
compasivo y lleno de misericordia, deseo glorificarlo. Que tu misericordia, oh
Jesús, quede impresa sobre mi corazón y mi alma como un sello y éste será mi
signo distintivo en esta vida y en la otra. (Diario 1242). Sor Faustina era una
fiel hija de la Iglesia a la que amaba como a Madre y como el Cuerpo Místico de
Jesucristo. Consciente de su papel en la Iglesia, colaboró con la Divina
Misericordia en la obra de salvar a las almas perdidas. Con este propósito se
ofreció como víctima cumpliendo el deseo del Señor Jesús y siguiendo su
ejemplo. Su vida espiritual se caracterizó por el amor a la Eucaristía y por
una profunda devoción a la Madre de la Divina Misericordia.
Los años de su vida en el convento abundaron
en gracias extraordinarias: revelaciones, visiones, estigmas ocultos, la
participación en la Pasión del Señor, el don de bilocación, los dones de leer
en las almas humanas, de profecía y de desposorios místicos. Un contacto vivo
con Dios, con la Santísima Madre, con ángeles, santos y almas del purgatorio:
todo el mundo extraordinario no era para ella menos real que el mundo que
percibía a través de los sentidos. Colmada de tantas gracias extraordinarias
sabía, sin embargo, que no son éstas las que determinan la santidad. En el
Diario escribió: Ni gracias, ni revelaciones, ni éxtasis, ni ningún otro don
concedido al alma la hace perfecta, sino la comunión interior de mi alma con
Dios. Estos dones son solamente un adorno del alma, pero no constituyen ni la
sustancia ni la perfección. Mi santidad y perfección consisten en una estrecha
unión de mi voluntad con la voluntad de Dios (Diario 1107).
El Señor Jesús escogió a sor Faustina por
secretaria y apóstol de su misericordia para, a través de ella, transmitir al
mundo su gran mensaje. En el Antiguo Testamento —le dijo— enviaba a los
profetas con truenos a mi pueblo. Hoy te envío a ti a toda la humanidad con mi
misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo
sanarla, abrazarla con mi Corazón misericordioso (Diario 1588).
La misión de sor Faustina
consiste en 3 tareas:
– Acercar y proclamar al mundo la verdad
revelada en la Sagrada Escritura sobre el amor misericordioso de Dios a cada
persona.
– Alcanzar la misericordia de Dios para el
mundo entero, y especialmente para los pecadores, por ejemplo, a través de la
práctica de las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia, presentadas
por el Señor Jesús: la imagen de la Divina Misericordia con la inscripción:
Jesús, en ti confío, la fiesta de la Divina Misericordia, el primer domingo
después de la Pascua de Resurrección, la coronilla a la Divina Misericordia y
la oración a la hora de la Misericordia (las tres de la tarde). A estas formas
de la devoción y a la propagación del culto a la Divina Misericordia el Señor
Jesús vinculó grandes promesas bajo la condición de confiar en Dios y practicar
el amor activo hacia el prójimo.
– La tercera tarea es inspirar un movimiento
apostólico de la Divina Misericordia que ha de proclamar y alcanzar la
misericordia de Dios para el mundo y aspirar a la perfección cristiana
siguiendo el camino trazado por la beata sor María Faustina. Este camino es la
actitud de confianza de niño hacia Dios que se expresa en cumplir su voluntad y
la postura de caridad hacia el prójimo. Actualmente este movimiento dentro de
la Iglesia abarca a millones de personas en el mundo entero: congregaciones
religiosas, institutos laicos, sacerdotes, hermandades, asociaciones, distintas
comunidades de apóstoles de la Divina Misericordia y personas no congregadas
que se comprometen a cumplir las tareas que el Señor Jesús transmitió por sor
María Faustina.
Sor María Faustina manifestó su misión en el
Diario que escribió por mandato del Señor Jesús y de los confesores. Registró
en él con fidelidad todo lo que Jesús le pidió y describió todos los encuentros
de su alma con Él. Secretaria de mi más profundo misterio —dijo el Señor Jesús
a sor María Faustina— tu misión es la de escribir todo lo que te hago conocer
sobre mi misericordia para el provecho de aquellos que, leyendo estos escritos,
encontrarán en sus almas consuelo y adquirirán valor para acercarse a mí (Diario
1693). Esta obra acerca de modo extraordinario el misterio de la misericordia
Divina. Atrae no solamente a la gente sencilla sino también a científicos que
descubren en ella un frente más para sus investigaciones. El Diario ha sido
traducido a muchos idiomas, por citar algunos: inglés, alemán, italiano,
español, francés, portugués, árabe, ruso, húngaro, checo y eslovaco.
Sor María Faustina extenuada físicamente por
la enfermedad y los sufrimientos que ofrecía como sacrificio voluntario por los
pecadores, plenamente adulta de espíritu y unida místicamente con Dios murió en
Cracovia el 5 de octubre de 1938, con apenas 33 años. La fama de la santidad de
su vida iba creciendo junto con la propagación de la devoción a la Divina
Misericordia y a medida de las gracias alcanzadas por su intercesión. Entre los
años 1965-67 en Cracovia fue llevado a cabo el proceso informativo sobre su
vida y sus virtudes y en 1968 se abrió en Roma el proceso de beatificación,
concluido en diciembre de 1992. El 18 de abril de 1993, en la Plaza de San
Pedro de Roma, el Santo Padre Juan Pablo II beatificó a Sor María Faustina. Sus
reliquias yacen en el santuario de la Divina Misericordia de
Cracovia-Łagiewniki. Fue canonizada por el Santo Padre Juan Pablo II el 30 de
abril de 2000.
(Fuente: vatican.va)
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