miércoles, 5 de octubre de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 7 - DE OCTUBRE – VIERNES – 27 – SEMANA DEL T. O. – C Nuestra Señora del Rosario

 

 


7 - DE OCTUBRE – VIERNES –

27 – SEMANA DEL T. O. – C

Nuestra Señora del Rosario

 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (3,7-14):

 

Comprended de una vez que hijos de Abrahán son los hombres de fe. Además, la Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, le adelantó a Abrahán la buena noticia:

«Por ti serán benditas todas las naciones.»

Así que son los hombres de fe los que reciben la bendición con Abrahán, el fiel.

En cambio, los que se apoyan en la observancia de la ley tienen encima una maldición, porque dice la Escritura:

«Maldito el que no cumple todo lo escrito en el libro de la ley.»

Que en base a la ley nadie se justifica ante Dios es evidente, porque lo que está dicho es que

«el justo vivirá por su fe», y la ley no arranca de la fe, sino que «el que la cumple vivirá por ella.»

Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose por nosotros un maldito, porque dice la Escritura:

«Maldito todo el que cuelga de un árbol.»

Esto sucedió para que, por medio de Jesucristo, la bendición de Abrahán alcanzase a los gentiles, y por la fe recibiéramos el Espíritu prometido.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 110,1-2.3-4.5-6

R/. El Señor recuerda siempre su alianza

 

Doy gracias al Señor de todo corazón,

en compañía de los rectos, en la asamblea.

Grandes son las obras del Señor,

dignas de estudio para los que las aman. R/.

 

Esplendor y belleza son su obra,

su generosidad dura por siempre;

ha hecho maravillas memorables,

el Señor es piadoso y clemente. R/.

 

Él da alimento a sus fieles,

recordando siempre su alianza;

mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,

dándoles la heredad de los gentiles. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 15-26 

 

     En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron:

      “Si echa los demonios es por arte de Belcebú, el príncipe de los demonios.

     Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo.

     Él, leyendo sus pensamientos, les dijo:

     “Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa.

    Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino?

    Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belcebú; y si yo echo los demonios con el poder de Belcebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan?

    Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces.

      Pero si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín.

     El que no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama.

     Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar; pero como no lo encuentra, dice: “Volveré a la casa de donde salí. Al volver se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio”.

 

Palabra del Señor.

 

1.   El cristianismo naciente tuvo que defender a su Maestro contra un ataque preciso: la acusación de practicar la magia.

Jesús tenía en su poder “fuerzas satánicas” y no un “poder divino”. Fue el ataque capital contra Jesús y sus seguidores (F. Bovon).

Lo que equivalía a plantear la más grave de todas las acusaciones contra Jesús, a saber: “si traía la salvación o tenía un demonio dentro” (E. Schillebeeckx).

¿Era eso lo que se podía esperar (y temer) de los cristianos y, en última instancia, del Evangelio?

“Es por el príncipe de los demonios como echa a los demonios” (Mt 9, 34).

¿Jesús estaba endemoniado?

 

2.   En el siglo segundo, el enfrentamiento con los cristianos como “endemoniados”, pasó a ser el enfrentamiento con los cristianos como “herejes”. Porque los “grupos humanos diferentes entre sí por diversas razones, terminan por transformarse en “religiones” mediante los discursos sobre la ortodoxia y la herejía” (Daniel Boyarín).

Es decir, las “desviaciones doctrinales” cumplen ahora el papel que antiguamente cumplían los “demonios”. O sea, el cristianismo, al constituirse como religión, necesitó la diferencia religiosa, necesitó que el judaísmo fuera su “otro”: la “religión falsa” (Denis Guénoun).

Una religión sin herejes dentro de ella es una religión que se difumina y pierde nitidez y precisión.

 

3. Jesús expulsaba “demonios”. Ahora, el Santo Oficio expulsa “herejes”.

      La diferencia es esta: los demonios dañaban a “seres humanos”. Los herejes dañan “doctrinas”.

En la medida en que, en la Iglesia, tiene más presencia la religión que el Evangelio, en esa misma medida las personas religiosas necesitan herejes y herejías a las que enfrentarse, para verse ellos mismos como los auténticos, los verdaderos cristianos. Pero, por eso también, pueden hacerse insensibles al sufrimiento humano.

 

Nuestra Señora del Rosario

 




Esta conmemoración fue instituida por el papa san Pío V en el día aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la batalla naval de Lepanto (1571), victoria atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del Rosario.

La celebración de este día es una invitación para todos a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.

 

El 7 de octubre se celebra a la Virgen del Rosario, advocación que hace referencia al rezo del Santo Rosario que la propia Madre de Dios pidió que se difundiera para obtener abundantes gracias.

En el año 1208 la Virgen María se le apareció a Santo Domingo y le enseñó a rezar el Rosario para que lo propagara. El santo así lo hizo y su difusión fue tal que las tropas cristianas, antes de la Batalla de Lepanto (7 de octubre de 1571), rezaron el Santo Rosario y salieron victoriosos.

El Papa San Pío V en agradecimiento a la Virgen, instituyó la fiesta de la Virgen de las Victorias para el primer domingo de octubre y añadió el título de “Auxilio de los Cristianos” a las letanías de la Madre de Dios.

Más adelante, el Papa Gregorio XIII cambió el nombre de la Fiesta al de Nuestra Señora del Rosario y Clemente XI extendió la festividad a toda la Iglesia de occidente. Posteriormente San Pío X la fijó para el 7 de octubre y afirmó: “Denme un ejército que rece el Rosario y vencerá al mundo”.

Rosario significa “corona de rosas y, tal como lo definió el propio San Pío V, “es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo que el ángel le dio a María; interponiendo un Padrenuestro entre cada diez Avemarías y tratando de ir meditando mientras tanto en la Vida de Nuestro Señor".

San Juan Pablo II, quien añadió los misterios luminosos al rezo del Santo Rosario, escribió en su Carta Apostólica “Rosarium Virginis Mariae” que este rezo mariano “en su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer Milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad”.

El Papa peregrino termina esa misma Carta con una hermosa oración del Beato Bartolomé Longo, apóstol del Rosario, que dice:

Oh Rosario bendito de María, dulce cadena que nos une con Dios,

vínculo de amor que nos une a los Ángeles,

torre de salvación contra los asaltos del infierno,

puerto seguro en el común naufragio, no te dejaremos jamás.

Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía.

Para ti el último beso de la vida que se apaga.

Y el último susurro de nuestros labios será tu suave nombre,

oh Reina del Rosario de Pompeya,

oh Madre nuestra querida,

oh Refugio de los pecadores,

oh Soberana consoladora de los tristes.

Que seas bendita por doquier, hoy y siempre, en la tierra y en el cielo.

 

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