martes, 7 de febrero de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 9 – DE FEBRERO – JUEVES – 5ª SEMANA DEL T. O. – A Santa Apolonia de Alejandría

 


 

9 – DE FEBRERO – JUEVES –

5ª SEMANA DEL T. O. – A  

Santa Apolonia de Alejandría

 

Lectura del libro del Génesis (2,18-25):

 

EL Señor Dios se dijo:

«No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle a alguien como él, que le ayude».

Entonces el Señor Dios modeló de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo, y se los presentó a Adán, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que Adán le pusiera.

Así Adán puso nombre a todos los ganados, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontró ninguno como él, que le ayudase.

Entonces el Señor Dios hizo caer un letargo sobre Adán, que se durmió; le sacó una costilla, y le cerró el sitio con carne.

Y el Señor Dios formó, de la costilla que había sacado de Adán, una mujer, y se la presentó a Adán.

Adán dijo:

«Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será mujer, porque ha salido del varón».

Por eso abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.

Los dos estaban desnudos, Adán y su mujer, pero no sentían vergüenza uno de otro.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 127,1-2.3.4-5

 

R/. Dichosos los que temen al Señor

 

V/. Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,

serás dichoso, te irá bien. R/.

 

V/. Tu mujer, como parra fecunda,

en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,

alrededor de tu mesa. R/.

 

V/. Esta es la bendición del hombre

que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,

que veas la prosperidad de Jerusalén

todos los días de tu vida. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (7,24-30):

 

EN aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro.

Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse.

Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies.

La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija.

Él le dijo:

«Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».

Pero ella replicó:

«Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños».

Él le contestó:

«Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija».

Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.

 

Palabra del Señor

 

1.   Es verdad que, al final de este relato, la presencia de Jesús es también salud y vida para la chica que estaba enferma. Pero también es cierto que, según las palabras del propio Jesús, lo que sanó a la niña no fue el milagro de Jesús, sino lo que dijo la madre de aquella muchacha. Y lo que dijo aquella madre fueron unas palabras de tanta humildad y de tal bondad, que allí mismo se modificó el pensamiento de Jesús y se expulsó al demonio.  

La humildad y la bondad de las buenas personas desarman a Dios y espantan al diablo. No creemos lo suficiente en la fuerza de la bondad, y menos aún creemos en lo irresistible que es el poder de la humildad.

El orgullo, la arrogancia y la prepotencia son expresiones de la propia inconsistencia y de la propia debilidad.

 

2.  Sin embargo, este evangelio muestra las dificultades que generan las religiones por causa de las divisiones y preferencias que establecen.  En el judaísmo existía el convencimiento de que los judíos eran los preferidos de Dios, aunque la salvación alcanzaría también, en segundo lugar, a los demás pueblos.  De esta idea participaba san Pablo (Rm1, 16; cf. Hch 13, 46). Y es el criterio que Marcos, refleja aquí.

 

3.  Jesús, educado en la cultura y en la religión de su pueblo, seguramente participaba de estas ideas. Pero, a juicio del relato de Marcos, la humanidad y la bondad de una pobre mujer extranjera fueron más fuertes que todo. Al mismo Jesús le hicieron ver las cosas de otra manera.

 

Santa Apolonia de Alejandría


 


En Alejandría, en Egipto, conmemoración de santa Apolonia, virgen y mártir, la cual, después de haber sufrido muchos y crueles tormentos por parte de los perseguidores, para no verse obligada a proferir palabras impías prefirió entregarse al fuego antes que ceder en su fe.

 

Vida de Santa Apolonia de Alejandría

 

Sucedió en tiempos del emperador Felipe que es una época suave en la práctica de la fe cristiana. El lugar de los acontecimientos es Alejandría y por el año 248, previo a la persecución de Decio.

Sale a la calle un poeta con aires de profeta de males futuros; practicaba la magia, según se dice; va por las vías y plazas alejandrinas publicando, como agorero de males, las catástrofes y calamidades que van a sobrevenir a la ciudad si no se extermina de ella a los cristianos. No se sabe qué cosas dieron motivo para predecir esos tiempos aciagos, pero la verborrea produjo su efecto. El obispo Dionisio Alejandrino es el que relata el comienzo de la persecución. Tomaron violentamente al anciano Metro, sin respetar sus canas; le exigen blasfemias contra Jesucristo, se desalientan con su firmeza y acaban moliéndolo a palos y lapidándolo a las afueras de la ciudad. Luego van a por la matrona Cointa que es atada, arrastrada y también muerta a pedradas. Ahora la ciudad parece en estado de guerra; han crecido los tumultos; la gente va loca asaltando las casas donde puede haber cristianos. Se multiplican los incendios, los saqueos y la destrucción.

En Alejandría vive una cristiana bautizada desde pequeña y educada en la fe por sus padres; en los tiempos de su juventud decidió la renuncia voluntaria al matrimonio para dar su vida entera a Jesús. Se llama Apolonia y ya es entrada en años; los que la conocen saben mucho de sus obras de caridad, de su sólida virtud y de su retiro en oración; incluso presta ayuda a la iglesia local como diaconisa, según se estila en la antigüedad. Las hordas incontroladas la secuestran y pretenden obligarla a blasfemar contra Jesucristo. Como nada sale de su boca, con una piedra le destrozan los dientes. Después la llevan fuera de la ciudad amenazándola con arrojarla a una hoguera, si no apostata. Pide un tiempo para reflexionar. Se abisma en oración. Luego, ella misma es la que, con desprecio a la vida que sin Dios no vale, con paso decidido, pasa ante sus asombrados verdugos y entra en las llamas donde murió.

Los cristianos recogieron de entre las cenizas lo poco que quedó de sus despojos. Los dientes fueron recogidos como reliquias que distribuyeron por las iglesias.

Su representación iconográfica posterior la presenta sufriendo martirio de manos de un sayón que tiene una gran piedra en la mano para impartir el golpe que le destrozó la boca. Por eso es abogada contra los males de dientes y muelas.

También a nosotros nos asombra la decisión de santa Apolonia por parecerse a al suicidio. Algún magnánimo escritor habla de que «eso sólo es lícito hacerlo bajo una inspiración de Dios». Desde luego es susceptible de más de una glosa. Sólo que los santos, tan extremosamente llenos de Dios, adoptan en ocasiones actitudes inverosímiles y desconcertantes bajo el aguijón del Amor y ¡quién sabe si esas son «locuras» sólo para quien no tiene tanto amor! Al fin y al cabo, cada santo es el misterio de responder sin cuento a Dios.

 

(Fuente: archimadrid.es)

 

 

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