2 DE SEPTIEMBRE
– SÁBADO –
21 –
SEMANA DE T.O. – A
Beato Bartolomé Gutiérrez y Compañeros
Mártires
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (4,9-11):
Acerca del
amor fraterno no hace falta que os escriba, porque Dios mismo os ha enseñado a
amaros los unos a los otros. Como ya lo hacéis con todos los hermanos de
Macedonia.
Hermanos, os exhortamos a seguir
progresando: esforzaos por mantener la calma, ocupándoos de vuestros propios
asuntos y trabajando con vuestras propias manos, como os lo tenemos mandado.
Palabra de Dios
Salmo: 97,1.7-8.9
R/. El Señor llega para regir los pueblos
con rectitud
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R/.
Retumbe el mar
y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos,
aclamen los montes. R/.
Al Señor, que
llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Mateo (25,14-30):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Un hombre, al irse de viaje, llamó a
sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos
de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se
marchó.
El que recibió cinco talentos fue en
seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo
mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra
y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor
de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el
que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
"Señor, cinco talentos me dejaste;
mira, he ganado otros cinco."
Su señor le dijo:
"Muy bien. Eres un empleado fiel y
cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al
banquete de tu señor."
Se acercó luego el que había recibido dos
talentos y dijo:
"Señor, dos talentos me dejaste;
mira, he ganado otros dos."
Su señor le dijo:
"Muy bien. Eres un empleado fiel y
cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al
banquete de tu señor."
Finalmente, se acercó el que había
recibido un talento y dijo:
"Señor, sabía que eres exigente,
que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a
esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo."
El señor le respondió:
"Eres un empleado negligente y
holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo?
Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera
recoger lo mío con los intereses.
Quitadle el talento y dádselo al que tiene
diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le
quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las
tinieblas; allí será el llanto y rechinar de dientes."»
Palabra del Señor
1. Para no pocos estudiosos
de los evangelios, esta parábola es un problema que plantea un problema sin
solución. Porque en esta historia se nos presenta un Dios que es tan generoso
como intolerante y exigente, que resulta insoportable.
Porque se interpreta como si hablase de
un Dios que es ejemplo de generosidad y de exigencia a la vez.
O sea, Dios sería tan generoso como temible para castigar. Pero, por suerte para nosotros, la parábola no se refiere ni a lo que Dios nos da, ni a lo que Dios nos va a exigir el día del juicio. El asunto va por otro camino muy distinto.
¿De qué se trata?
2. No se puede
interpretar a Dios como un "negociante", que busca ganancias. Y que
pide cuentas a sus hijos, para que cada uno le explique lo que su vida ha
rendido de ganancias celestiales. Eso sería la anulación de todo el Evangelio.
Entonces, ¿dónde está la clave de
explicación de la parábola?
La clave está en el "miedo".
El miedo que tenemos que arrancar de nosotros mismos en nuestras relaciones con
Dios. Es decir, el miedo que tuvo el último de los empleados, el que recibió
solo un talento.
Precisamente, la perdición de aquel desgraciado
fue su miedo. Y la parábola viene a decir: el que se relaciona con Dios desde
el miedo, está perdido. Porque el miedo bloquea, paraliza y condena a la
esterilidad.
Además, el miedo deforma por completo nuestra relación con Dios. Si decimos que "Dios es Amor" (1 Jn 4, 8. 16), entonces es exacto lo que ha escrito J. Dupont: "El amor no tiene miedo al riesgo". Y el que va por la vida asustado por el riesgo, es que no cree en Dios. En el Dios de Jesús.
3. En efecto, el
empleado que recibió solo un talento le tuvo tanto miedo al señor y dueño, que
escondió el talento para devolverlo tal cual a su señor y amo.
Pero esto precisamente, el miedo, fue su
ruina y perdición. El miedo fue lo que le llevó al castigo y a la ruina. El
miedo le paralizó, le bloqueó y le impidió hacer algo útil en la vida.
4. La enseñanza que se nos da aquí, está en que lo más práctico y directo de la parábola se refiere a la gestión que la Iglesia hace de las cosas de Dios. Para la Iglesia, es tan importante el miedo, que, si no fuera por la "mentalidad del miedo" que inocula en la conciencia de sus fieles, la Iglesia no podría funcionar como funciona.
La Iglesia predica un Dios que mete
miedo, una moral que da miedo, un juicio que a todos nos asusta. Y así, somete
a la gente; y la lleva a los confesionarios, y la obliga a obedecer a cuanto
dice el Papa y los obispos. Y los curas hacen lo que dice el obispo, y los
obispos hacen lo que dice el Papa, y los teólogos enseñan lo que dice el
Catecismo, aunque muchos estén en desacuerdo con todo eso. Pero el miedo les
obliga a callarse o a medir las palabras, para no dar pie a que se les acuse
ante los superiores religiosos.
Una Iglesia desinhibida del miedo, sería
una Iglesia distinta, sería otra cosa. Por eso hay que terminar con esta
pregunta: ¿en qué creemos más, en el amor o en el miedo?
Beato Bartolomé Gutiérrez y Compañeros
Mártires
Nació en México en 1580. Muy joven entró en la Orden de San Agustín. Ya
sacerdote, pidió ser enviado a las misiones. Con Fray Pedro Solís, viajó en
1605 a Manila en donde ocupó primero durante seis años el cargo de maestro de
novicios. Por fin, en 1612, se embarcó para Japón.
En 1613 el emperador Taicosama expulsó a todos los misioneros. Bartolomé
regresó a Manila, pero a petición de sus fieles, al cabo de cinco años pudo
volver disfrazado a Japón, donde trabajó quince años. Al fin, traicionado, lo
aprehendieron, y después de muy crueles suplicios, lo hicieron morir a fuego
lento en Omura, Japón, el 3 de septiembre de 1632. Fue beatificado por el Papa
Pío IX el 22 de mayo de 1867.
Beato Bartolomé Gutiérrez Rodríguez, Biografía
Nació en la ciudad de México el 4 de septiembre de 1580, hijo de Alonso
Gutiérrez y Ana Rodríguez. Fue bautizado en la parroquia de Sagrario
Metropolitano. Con 16 años ingresa a la orden agustina; hizo sus estudios en el
convento de Yuriria, Michoacán, profesando el 1 de junio de 1597. Ordenado
sacerdote, fue trasladado a Puebla al convento de San Agustín. Por estas fechas
ya tenía deseos de ser misionero y mártir, sus hermanos de religión se burlaban
de él porque era muy gordo y no podría soportar las fatigas del misionero. Pero
el respondía con jocosidad: “Tanto mejor, así habrá más reliquias que repartir
cuando muera mártir, porque algún día iré a Filipinas y de allí a Japón donde
moriré por la Fe de Cristo”. Sus palabras resultaron proféticas.
El 22 de febrero de 1606 se embarcó en Acapulco y llego a Filipinas el 1 de
mayo siguiente. Allí, los superiores al ver sus cualidades, lo nombraron
maestro de novicios, desempeñando este cargo durante un sexenio. Tenía una gran
facilidad para los idiomas, era un buen latinista y aprendió pronto el japonés
a pesar de las dificultades de esta lengua. En 1612 se embarca a Japón y en
1613 es nombrado prior del convento de Usuki; como dominaba bien el idioma
japonés, se entregó de lleno a la evangelización, teniendo pronto a su cargo
una gran comunidad de fieles. En 1614 hubo un decreto de expulsión para los
religiosos y en noviembre de este año el Beato Bartolomé fue capturado y
expulsado de Japón, volviendo a Filipinas, donde nuevamente fue maestro de
novicios. En Japón la persecución recrudeció a raíz del martirio del Beato
Fernando de San José Ayala, OSA y las demandas de refuerzos llegaban a Manila
porque los fieles ocupaban pastores. Algunas crónicas precisan que se pedía la
vuelta del Padre Bartolomé Gutiérrez porque este había dejado un buen recuerdo.
Así, el provincial designó que volviera a Japón acompañado del Beato Pedro de
Zúñiga, regresando ambos a tierra de misión el 12 de agosto de 1618.
Ejerció un ministerio ejemplar entre sus fieles, estimulando por su fervor,
sosteniendo a los débiles en la fe, predicando y administrando los sacramentos
a escondidas. Venció innumerables peligros para llevar a Cristo a los creyentes
y para no ser detenido, vivía en los campos y bosque; vivió pobremente, padeció
las inclemencias del clima y también el hambre. A esto él añadió ayunos,
vigilias y tales maceraciones, que aquel joven robusto de 25 años se convirtió
en un hombre enjuto y seco que no parecía tener más que huesos y piel.
De él se platica que Dios lo protegió de manera milagrosa cuando se
escondía. En una ocasión escapó de sus perseguidores gracias a que una araña
tejió su telaraña en un rincón de la casa donde se escondía. Otra vez salió al
encuentro de sus captores tocando un instrumento musical sin ser notado por ello.
También sucedió que una buena mujer lo escondió en su casa, llegaron los
guardias y le preguntaron por él, entonces ella sufrió un ataque de nervios y
se reía mucho, pensaron los oficiales que quería congraciarse con ellos
mientras les señalaba que adentro y lo tomaron a burla y se marcharon sin
revisar. Así fue que desarrolló su apostolado hasta 1629, en que llego a
Nagasaki como gobernador un hombre llamado Tacanga. Este fue un cruel
perseguidor y redobló las pesquisas y castigos. También respiraba mucho odio
contra el Beato Bartolomé y los agustinos porque en el reino de Bungo habían
fundado el primer convento y para acabar de componerla, el religioso había
convertido al cristianismo a varios familiares suyos.
Víctima de una traición, el Beato Bartolomé fue sorprendido y arrestado el
10 de noviembre de 1629, junto con el catequista y ahora Beato Juan Shozaburo y
otros tres auxiliares con los que fue enviado a la cárcel de Nagasaki, allí se
reunieron pronto con él los religiosos agustinos Francisco de Jesús Terrero y
Vicente de San Antonio Carvalho. Desde 1618 él había sido el sostén y promotor
de la comunidad cristiana local, ahora ya detenido, el Tirano Tacanga se alegró
porque iba a escarmentarlo para infundir miedo en el reino. Luego fue
trasladado a la cárcel de Omuro, por considerarse que era un lugar más cruel.
En su traslado fue notoria su tranquilidad y resignación así como la alegría
con que cantaba himnos a Dios en acción de gracias. Aquí languideció durante
dos años. En 1630 tuvo la oportunidad de escribir al provincial: “por estar al
presente por horas y momentos esperando la muerte” dando noticias no menos
interesantes sobre sus compañeros y circunstancias de su prisión. En 1631
vuelve a Nagasaki en compañía de sus hermanos de hábito Francisco de Jesús y
Vicente de San Antonio así como el Jesuita Antonio Ixda, encontrado en la
prisión al hermano franciscano Gabriel de la Magdalena. Los hicieron sufrir la
tortura del agua sulfurosa en el Monte Unge, fueron llevados al lago de Arima,
de aguas hirvientes, con las que eran bañadas sus carnes hasta escaldarlos y
desollarlos creyendo que así renegarían de la fe. Esta dolorosísima prueba, de
la que muchos salían apostatando, fue ganada por los mártires. Los suplicios
fueron verdaderamente espantosos y se prolongaron por un mes, repitiéndose el
castigo por lo menos dos veces al día, lo que tuvieron que padecer, todo el
cuerpo hecho una llaga, no es fácil de imaginar.
Al ver que no se lograba ningún retroceso, fueron devueltos a Nagasaki,
donde se les condenó a morir en la hoguera. Todavía la víspera, Tacanga les
ofreció la libertad si apostataban, pero permanecieron firmes en la fe. La
sentencia se llevó a cabo el 3 de septiembre de 1632. Al llegar al lugar del
suplicio, entonaron, como era la costumbre entre quienes eran sacrificados, el
salmo 116 “Laudate Dominum omnes gentes”, luego los ataron con lazos muy
frágiles, para que se pudieran romper si decidían renegar. La leña era verde y
llena de lodo para que ardiera con dificultad. Al ser encendido el fuego, el
Beato Vicente Carvalho sacó su crucifijo y levantándolo en alto exclamo
“¡Adelante valerosos soldados de Jesucristo! ¡Viva nuestra fe y por ella
valerosamente muramos!”.
El Beato Bartolomé Gutiérrez dejo varios escritos. Explicación de la
doctrina cristiana la Relación del suceso de la prisión y dichoso fin de los
bienaventurados mártires Pedro de Zúñiga y Luis Flores y la Relación del
martirio que padecieron otros religiosos en el Japón en el mes de septiembre de
1622. Este grupo de misioneros cierra el elenco de os mártires encabezados por
el Beato Alfonso de Navarrete.
A continuación se refiere una breve semblanza de los beatos martirizados
junto Beato Bartolomé Gutiérrez.
Beato Vicente de San Antonio Simoes de Carvalho
Nació en 1590 en Albufeiora, Portugal, siendo sus padres Antonio Simoes y
Catalina Pereiro, quienes le dieron una buena educación. Ingresó con los
agustinos en el convento de Santa María de Gracia, donde profesó y fue ordenado
sacerdote. En 1621 estuvo en México, en 1622 en Filipinas y en 1623 en Japón;
por casi seis años se consagró al ministerio en secreto y logró mucho fruto,
burlando, también la vigilancia de los espías hasta que finalmente fue
capturado.
Beato Francisco de Jesús Terrero Pérez
Nació en 1590 en Villa Mediana, Palencia, siendo hijo de Pedro Terrero y
María Pérez, ambos de ascendencia noble y familias ricas. A los 8 años quedó
huérfano y fue educado por dos tíos suyos que eran sacerdotes; con 16 años
ingresa a la orden de San Agustín en Valladolid, luego de profesar en esa
orden, hizo estudios sacerdotales recibiendo por fin el presbiterado. En 1621
estuvo en México, luego se trasladó a filipinas y por último a Japón, donde fue
vicario Provincial. Estudió el japonés para poder transmitir el Evangelio, su
apostolado lo hacía de noche y con muchos peligros, tuvo que vivir en una cueva
para no ser descubierto. Las crónicas dicen que bautizó cerca de 7000 fieles.
Beato Antonio Ixhida Kyutaku S.J.
Nació en el año de 1570 en Ximabaro, reino de Arima. Con 19 años ingreso a
la Compañía de Jesús, donde profesó y fue ordenado; como conocía de fondo las
religiones paganas y tenía buena elocuencia, su ministerio se valió de esto
para tener mucho provecho. Desafiaba los peligros para llevar el consuelo a los
cristianos encarcelados, burlando la vigilancia de los soldados.
Beato Jerónimo de la Cruz Jo ó de Torres
Nació en Nagasaki, de joven estudió con los padres franciscanos que lo
enviaron a Filipinas para continuar sus estudios; una vez profesó fue ordenado
sacerdote y su ministerio lo hacía entre sus compatriotas exiliados con
abundancia de buenos resultados. Entonces cambio su apellido Jo por el español
de Torres. El Beato amaba mucho a su patria y oraba a Dios suplicándole el fin
de las persecuciones. En 1628 volvió a Japón para ayudar con su ministerio a
sus hermanos perseguidos. Breve fue su trabajo, pues fue apresado en 1629.
Beato Gabriel de la Magdalena Tarazona Rodríguez
Nació en Sonseca, Toledo en octubre de 1567, hijo de Pedro Tarazona e Isabel
Rodríguez. Recibió el bautismo el 22 de octubre del mismo año y la confirmación
el 16 de junio de 1571. Estudio y ejerció la medicina y a los 30 años ingresó
como hermano lego en la orden Franciscana, en la rama alcantarina. Su ardiente
amor a Cristo y la salvación de las almas le hicieron ir a Japón, a donde llegó
en 1606. Estuvo en Osaka, donde se dedicó a curar almas y cuerpos. En 1613 se
desató una persecución, muchos religiosos fueron expulsados, pero él logró
esconderse en Nagasaki; su fama era tal que se decía que por sus conocimientos
de medicina, podría ser médico del propio emperador. Tuvo fama de tener gran
religiosidad, de hacer curaciones milagrosas, de levitar mientras oraba y tener
el don de la bilocación. En 1630 fue apresado y llevado a la cárcel de Omura,
de donde fue sacado para curar al propio Gobernador y su familia, así como para
atormentarlo luego con las aguas sulfurosas. Murió en la hoguera y sus cenizas,
como las de sus compañeros, fueron arrojadas al mar.
Culto
Estos beatos integran un numeroso grupo de 205 mártires encabezados por el
Beato Alfonso Navarrete y fueron elevados al honor de los altares el 7 de julio
de 1867 por el Beato Pio IX. El Beato Bartolomé Gutiérrez recibe culto
litúrgico en México el 2 de septiembre con el grado de memoria opcional y las
oraciones de la misa y la liturgia de las horas se refieren únicamente a él.
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