miércoles, 2 de agosto de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 3 DE AGOSTO – JUEVES – 17 – SEMANA DE T.O. – A Stª. LIDIA

 

 


 

3 DE AGOSTO – JUEVES –

17 – SEMANA DE T.O. – A

Stª. LIDIA

 

   Lectura del libro del Éxodo (40,16-21.34-38):

 

En aquellos días, Moisés hizo todo ajustándose a lo que el Señor le había mandado. El día uno del mes primero del segundo año fue construido el santuario.

Moisés construyó el santuario, colocó las bases, puso los tablones con sus trancas y plantó las columnas; montó la tienda sobre el santuario y puso la cubierta sobre la tienda; como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

Colocó el documento de la alianza en el arca, sujetó al arca los varales y la cubrió con la placa. Después la metió en el santuario y colocó la cortina de modo que tapase el arca de la alianza; como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

Entonces la nube cubrió la tienda del encuentro, y la gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no pudo entrar en la tienda del encuentro, porque la nube se había posado sobre ella, y la gloria del Señor llenaba el santuario. Cuando la nube se alzaba del santuario, los israelitas levantaban el campamento, en todas las etapas. Pero, cuando la nube no se alzaba, los israelitas esperaban hasta que se alzase. De día la nube del Señor se posaba sobre el santuario, y de noche el fuego, en todas sus etapas, a la vista de toda la casa de Israel.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 83,3.4.5-6a.8a.11

 

R/. ¡Qué deseables son tus moradas,

Señor de los ejércitos!

 

Mi alma se consume

y anhela los atrios del Señor,

mi corazón y mi carne

retozan por el Dios vivo. R/.

 

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;

la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos:

tus altares, Señor de los ejércitos,

Rey mío y Dios mío. R/.

 

Dichosos los que viven en tu casa,

alabándote siempre.

Dichosos los que encuentran en ti su fuerza;

caminan de baluarte en baluarte. R/.

 

Vale más un día en tus atrios

que mil en mi casa,

y prefiero el umbral de la casa de Dios

a vivir con los malvados. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,47-53):

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.

Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

¿Entendéis bien todo esto?»

Ellos les contestaron:

«Sí.»

Él les dijo:

«Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»

Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

 

Palabra del Señor

 

1.  En un mundo en el que no sabemos ni lo que nos pasa, ni a dónde vamos tiene que existir un juicio que haga justicia. Nos resistimos a aceptar que, las víctimas tengan, en definitiva, el mismo destino que los verdugos. Este, mundo -si Dios es Dios- no puede ser un mundo tan injusto y tan desquiciado. A no ser que nos resignemos a tener que aceptar que este mundo es inevitablemente injusto, de forma que en él siempre habrá vencedores y vencidos.

- ¿Es que el mundo y la vida tienen que ser así, sin más remedio?

 

2.  Como primera respuesta a este enorme problema, sería necesario decir que, antes de quejarnos de que Dios no viene a condenar a los malos, tendríamos que recapacitar sobre la siguiente cuestión: hemos construido y desarrollado el "poder" de los que mandan, pero no hemos construido y desarrollado paralelamente la "justicia".

El poder del capital se ha globalizado. Lo que no se ha globalizado ha sido la justicia, ni un tribunal penal internacional que haga justicia en el mundo.  

Nos quejamos de que Dios no hace justicia.

   - ¿Por qué no tomamos en serio nuestra responsabilidad de exigir a las instituciones de ámbito mundial que se proteja a los débiles y se castigue a los canallas?

No pidamos a Dios que arregle lo que nosotros tendríamos que arreglar.

 

3.  Pero también es cierto que la justicia humana tiene sus límites. De forma que existen zonas de la intimidad de la vida que se escapan a toda justicia de los hombres.

He aquí el motivo que nos lleva a pensar que o este mundo y esta vida carecen de sentido o tiene que existir una instancia superior y última, que haga justicia de tantas atrocidades que se cometen en esta tierra.

Otra cosa es determinar cómo se hará esa justicia.

Los creyentes sabemos que Dios es justo, pero ignoramos cómo ejerce su justicia. Eso se sitúa más allá del umbral de la esperanza.

En todo caso, lo que sí conviene aclarar es que las metáforas del "fuego" y el "rechinar de dientes" no pasan de eso, son meras metáforas, que nunca podemos interpretar en un sentido literal, ni es aplicable a realidad que nos trascienden y que, por tanto, nunca podremos conocer.

 

Stª. LIDIA


 

Comerciante – S. I

 

      Martirologio Romano:  

      Conmemoración de santa Lidia de Tiatira, vendedora de púrpura, que fue la primera que creyó en el Evangelio en Filipos, en Macedonia, cuando lo predicó el apóstol san Pablo (s. I).

Ser el primero en hacer algo es un modo seguro de hacer que tu nombre figure en el libro de los récords. La primera persona en dar la vuelta al globo. La primera persona en correr la milla en menos de tres minutos. La primera persona en llegar al Polo Sur. Lidia también fue una de las primeras. Su familia fue la primera en Europa en convertirse al cristianismo y ser bautizada.

Lidia era una comerciante de púrpuras. Eso podría no significar mucho para nosotros hoy en día, pero en el siglo primero eso significaba que era una mujer muy rica. Dado que el tinte de la púrpura se extraía con muchas dificultades de cierto molusco, sólo una elite podía permitirse tener telas teñidas de ese color. Una mercader que vendiera ese tinte tan extremadamente costoso era rica, se mirase como se mirase.

La riqueza se cita a menudo como uno de los principales obstáculos al crecimiento espiritual.

Se nos advierte que "es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de los Cielos". Eso no significa, sin embargo, que ser pobre te haga mejor automáticamente. Una persona pobre que acumula unas pocas posesiones no es mejor que una persona rica que acumula muchas. No hay indicaciones de que Lidia abandonara su negocio tras convertirse al cristianismo. Pero hay muchas pruebas de que utilizó su fortuna sabiamente.

Entendió que el valor real de la riqueza reside en el modo en que la usas, no en cuánto tienes.

 

 

 

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