22 DE AGOSTO
– MARTES –
20 –
SEMANA DE T.O. – A
Santa María Reina
Lectura del libro de los Jueces (6,11-24a):
En aquellos
días, el ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina de Ofrá, propiedad de
Joás de Abiezer, mientras su hijo Gedeón estaba trillando a látigo en el lagar,
para esconderse de los madianitas.
El ángel del Señor se le apareció y le
dijo:
«El Señor está contigo, valiente.»
Gedeón respondió:
«Perdón, si el Señor está con
nosotros, ¿por qué nos ha venido encima todo esto? ¿Dónde han quedado aquellos
prodigios que nos contaban nuestros padres: "De Egipto nos sacó el
Señor."
La verdad es que ahora el Señor nos ha
desamparado y nos ha entregado a los madianitas.»
El Señor se volvió a él y le dijo:
«Vete, y con tus propias fuerzas salva a
Israel de los madianitas. Yo te envío.»
Gedeón replicó:
«Perdón, ¿cómo puedo yo librar a Israel?
Precisamente mi familia es la menor de Manasés, y yo soy el más pequeño en la
casa de mi padre.»
El Señor contestó:
«Yo estaré contigo, y derrotarás a los
madianitas como a un solo hombre.»
Gedeón insistió:
«Si he alcanzado tu favor, dame una
señal de que eres tú quien habla conmigo. No te vayas de aquí hasta que yo
vuelva con una ofrenda y te la presente.»
El Señor dijo:
«Aquí me quedaré hasta que
vuelvas.» Gedeón marchó a preparar un cabrito y unos panes ázimos con media
fanega de harina; colocó luego la carne en la cesta y echó el caldo en el
puchero; se lo llevó al Señor y se lo ofreció bajo la encina.
El ángel del Señor le dijo:
«Coge la carne y los panes ázimos,
colócalos sobre esta roca y derrama el caldo.» Así lo hizo.
Entonces el ángel del Señor alargó la
punta del cayado que llevaba, tocó la carne y los panes, y se levantó de la
roca una llamarada que los consumió. Y el ángel del Señor desapareció.
Cuando Gedeón vio que se trataba del
ángel del Señor, exclamó:
«¡Ay, Dios mío, que he visto al ángel
del Señor cara a cara!»
Pero el Señor le dijo:
«¡Paz, no temas, no morirás!»
Entonces Gedeón levantó allí un altar al
Señor y le puso el nombre de «Señor de la Paz.»
Palabra de Dios
Salmo: 84,9.11-12.13-14
R/. El Señor anuncia la paz a su pueblo
Voy a escuchar
lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.» R/.
La
misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.
El Señor nos
dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Mateo (19,23-30):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Os aseguro que difícilmente entrará un
rico en el reino de los cielos.
Lo repito: Más fácil le es a un camello
pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Al oírlo, los discípulos dijeron
espantados:
«Entonces, ¿Quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
«Para los hombres es imposible; pero
Dios lo puede todo.»
Entonces le dijo Pedro:
«Pues nosotros lo hemos dejado todo y te
hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»
Jesús les dijo:
«Os aseguro: cuando llegue la
renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también
vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a
las doce tribus de Israel.
El que por mí deja casa, hermanos o
hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más y
heredará la vida eterna.
Muchos primeros serán últimos y muchos
últimos serán primeros.»
Palabra del Señor
1. La Iglesia y, en general, la gente de
la religión ha encontrado un magnífico argumento para corregirle la página a
Jesús: “Necesitamos el dinero para hacer apostolado y para practicar la caridad
con los pobres".
Basándose en este razonamiento, a
primera vista tan claro y tan obvio, el hecho es que la iglesia, a lo largo de
sus veinte siglos de existencia, ha llegado, en no pocos casos, a acumular
fortunas importantes. Y, hasta el día de hoy, es de sobra sabido que el asunto
del dinero no es precisamente un asunto transparente en el Estado de la Ciudad
del Vaticano, en la administración de las diócesis y, en general, en la gestión
de no pocas instituciones religiosas.
- ¿Es todo esto compatible con el Evangelio?
- ¿Se puede asegurar que Jesús está de acuerdo con este enorme tinglado
de grandes proyectos, de importantes negocios financieros y de tratados de
espiritualidad que enaltecen, al mismo tiempo, la más radical pobreza de Jesús?
Es más, ¿Cómo se explica que quienes
predican la pobreza, de Jesús y su Evangelio, se dediquen a fundar, gestionar y
potenciar importantes centros universitarios de formación en los que se educan
los economistas más documentados para justificar y defender el sistema
capitalista, que enriquece a los poderosos y aplasta a la mayoría de los
ciudadanos pobres de la tierra?
2. En no pocas instituciones
cristianas, se hace perfectamente compatible el manejo de grandes cantidades de
dinero con los más severos discursos sobre la solidaridad con los pobres.
En el tema del dinero, son demasiados
los cristianos que se han alejado del Evangelio. Mientras esto no se tengan
claro y se proceda con coherencia, nos seguiremos engañando a nosotros mismos.
3. Esta es la hora en que,
cuando llegamos a este punto, ocurre con frecuencia que lo despachamos
rápidamente echando mano siempre del mismo argumento, el argumento que
justifica el dinero por el bien que hacemos, tanto en el apostolado como en la
caridad. Y es verdad que con el dinero se hace mucho bien.
Pero ¿no es cierto que también se hace
mucho mal?
Se pondera que las inversiones
financieras de la Iglesia son siempre "inversiones éticas".
¿Podemos estar seguros de eso, tal como
funciona la economía mundial en este momento?
¿No podemos al menos empezar a ponernos
de acuerdo, en que aquí hay un asunto que no está claro?
Más aún, ¿no tendríamos que perder el
miedo y tener el coraje de aceptar que, por lo menos, no tenemos derecho a
corregir a Jesús?
¿Y no deberíamos ser más honestos y, por
lo menos, decir a las claras que, en este tremendo asunto, no procedemos con
transparencia evangélica?
Santa María Reina
María es Reina por ser
Madre de Jesús, Rey del Universo
Martirologio
Romano: Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Reina, que engendró al Hijo de
Dios, Príncipe de la paz, cuyo reino no tendrá fin, y que es saludada por el
pueblo cristiano como Reina del cielo y Madre de misericordia.
El 22 de agosto celebramos
a la Santísima Virgen María como Reina. María es Reina por ser Madre de Jesús,
Rey del Universo.
Un poco de historia
La fiesta de hoy fue
instituida por el Papa Pío XII, en 1955 para venerar a María como Reina igual
que se hace con su Hijo, Cristo Rey, al final del año litúrgico. A Ella le
corresponde no sólo por naturaleza sino por mérito el título de Reina Madre.
María ha sido elevada
sobre la gloria de todos los santos y coronada de estrellas por su divino Hijo.
Está sentada junto a Él y es Reina y Señora del universo.
María fue elegida para
ser Madre de Dios y ella, sin dudar un momento, aceptó con alegría. Por esta razón,
alcanza tales alturas de gloria. Nadie se le puede comparar ni en virtud ni en
méritos. A Ella le pertenece la corona del Cielo y de la Tierra.
María está sentada en
el Cielo, coronada por toda la eternidad, en un trono junto a su Hijo. Tiene,
entre todos los santos, el mayor poder de intercesión ante su Hijo por ser la
que más cerca está de Él.
La Iglesia la proclama
Señora y Reina de los ángeles y de los santos, de los patriarcas y de los
profetas, de los apóstoles y de los mártires, de los confesores y de las
vírgenes. Es Reina del Cielo y de la Tierra, gloriosa y digna Reina del
Universo, a quien podemos invocar día y noche, no sólo con el dulce nombre de
Madre, sino también con el de Reina, como la saludan en el cielo con alegría y
amor los ángeles y todos los santos.
La realeza de María no
es un dogma de fe, pero es una verdad del cristianismo. Esta fiesta se celebra,
no para introducir novedad alguna, sino para que brille a los ojos del mundo
una verdad capaz de traer remedio a sus males.
Fuente: Catholic.net
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