lunes, 21 de agosto de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 22 DE AGOSTO – MARTES – 20 – SEMANA DE T.O. – A Santa María Reina

 

 


 

22 DE AGOSTO – MARTES –

20 – SEMANA DE T.O. – A

Santa María Reina

 

 

Lectura del libro de los Jueces (6,11-24a):

 

En aquellos días, el ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina de Ofrá, propiedad de Joás de Abiezer, mientras su hijo Gedeón estaba trillando a látigo en el lagar, para esconderse de los madianitas.

El ángel del Señor se le apareció y le dijo:

«El Señor está contigo, valiente.»

Gedeón respondió:

 «Perdón, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha venido encima todo esto? ¿Dónde han quedado aquellos prodigios que nos contaban nuestros padres: "De Egipto nos sacó el Señor."

La verdad es que ahora el Señor nos ha desamparado y nos ha entregado a los madianitas.»

El Señor se volvió a él y le dijo:

«Vete, y con tus propias fuerzas salva a Israel de los madianitas. Yo te envío.»

Gedeón replicó:

«Perdón, ¿cómo puedo yo librar a Israel? Precisamente mi familia es la menor de Manasés, y yo soy el más pequeño en la casa de mi padre.»

El Señor contestó:

«Yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre.»

Gedeón insistió:

«Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú quien habla conmigo. No te vayas de aquí hasta que yo vuelva con una ofrenda y te la presente.»

El Señor dijo:

 «Aquí me quedaré hasta que vuelvas.» Gedeón marchó a preparar un cabrito y unos panes ázimos con media fanega de harina; colocó luego la carne en la cesta y echó el caldo en el puchero; se lo llevó al Señor y se lo ofreció bajo la encina.

El ángel del Señor le dijo:

«Coge la carne y los panes ázimos, colócalos sobre esta roca y derrama el caldo.» Así lo hizo.

Entonces el ángel del Señor alargó la punta del cayado que llevaba, tocó la carne y los panes, y se levantó de la roca una llamarada que los consumió. Y el ángel del Señor desapareció.

Cuando Gedeón vio que se trataba del ángel del Señor, exclamó:

«¡Ay, Dios mío, que he visto al ángel del Señor cara a cara!»

Pero el Señor le dijo:

«¡Paz, no temas, no morirás!»

Entonces Gedeón levantó allí un altar al Señor y le puso el nombre de «Señor de la Paz.»

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 84,9.11-12.13-14

 

R/. El Señor anuncia la paz a su pueblo

 

Voy a escuchar lo que dice el Señor:

«Dios anuncia la paz

a su pueblo y a sus amigos

y a los que se convierten de corazón.» R/.

 

La misericordia y la fidelidad se encuentran,

la justicia y la paz se besan;

la fidelidad brota de la tierra,

y la justicia mira desde el cielo. R/.

El Señor nos dará la lluvia,

y nuestra tierra dará su fruto.

La justicia marchará ante él,

la salvación seguirá sus pasos. R/.

 

       Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,23-30):

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.

Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.»

Al oírlo, los discípulos dijeron espantados:

«Entonces, ¿Quién puede salvarse?»

Jesús se les quedó mirando y les dijo:

«Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»

Entonces le dijo Pedro:

«Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»

Jesús les dijo:

«Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel.

El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna.

Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.»

 

Palabra del Señor

 

1. La Iglesia y, en general, la gente de la religión ha encontrado un magnífico argumento para corregirle la página a Jesús: “Necesitamos el dinero para hacer apostolado y para practicar la caridad con los pobres".

Basándose en este razonamiento, a primera vista tan claro y tan obvio, el hecho es que la iglesia, a lo largo de sus veinte siglos de existencia, ha llegado, en no pocos casos, a acumular fortunas importantes. Y, hasta el día de hoy, es de sobra sabido que el asunto del dinero no es precisamente un asunto transparente en el Estado de la Ciudad del Vaticano, en la administración de las diócesis y, en general, en la gestión de no pocas instituciones religiosas.

   - ¿Es todo esto compatible con el Evangelio?

   - ¿Se puede asegurar que Jesús está de acuerdo con este enorme tinglado de grandes proyectos, de importantes negocios financieros y de tratados de espiritualidad que enaltecen, al mismo tiempo, la más radical pobreza de Jesús?

Es más, ¿Cómo se explica que quienes predican la pobreza, de Jesús y su Evangelio, se dediquen a fundar, gestionar y potenciar importantes centros universitarios de formación en los que se educan los economistas más documentados para justificar y defender el sistema capitalista, que enriquece a los poderosos y aplasta a la mayoría de los ciudadanos pobres de la tierra?

 

2.  En no pocas instituciones cristianas, se hace perfectamente compatible el manejo de grandes cantidades de dinero con los más severos discursos sobre la solidaridad con los pobres.

En el tema del dinero, son demasiados los cristianos que se han alejado del Evangelio. Mientras esto no se tengan claro y se proceda con coherencia, nos seguiremos engañando a nosotros mismos.

 

3.  Esta es la hora en que, cuando llegamos a este punto, ocurre con frecuencia que lo despachamos rápidamente echando mano siempre del mismo argumento, el argumento que justifica el dinero por el bien que hacemos, tanto en el apostolado como en la caridad. Y es verdad que con el dinero se hace mucho bien.

Pero ¿no es cierto que también se hace mucho mal?

Se pondera que las inversiones financieras de la Iglesia son siempre "inversiones éticas".

¿Podemos estar seguros de eso, tal como funciona la economía mundial en este momento?   

¿No podemos al menos empezar a ponernos de acuerdo, en que aquí hay un asunto que no está claro?

Más aún, ¿no tendríamos que perder el miedo y tener el coraje de aceptar que, por lo menos, no tenemos derecho a corregir a Jesús?

¿Y no deberíamos ser más honestos y, por lo menos, decir a las claras que, en este tremendo asunto, no procedemos con transparencia evangélica?

 

Santa María Reina


 

 

María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo

Martirologio Romano: Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Reina, que engendró al Hijo de Dios, Príncipe de la paz, cuyo reino no tendrá fin, y que es saludada por el pueblo cristiano como Reina del cielo y Madre de misericordia.

El 22 de agosto celebramos a la Santísima Virgen María como Reina. María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo.

 

Un poco de historia

La fiesta de hoy fue instituida por el Papa Pío XII, en 1955 para venerar a María como Reina igual que se hace con su Hijo, Cristo Rey, al final del año litúrgico. A Ella le corresponde no sólo por naturaleza sino por mérito el título de Reina Madre.

María ha sido elevada sobre la gloria de todos los santos y coronada de estrellas por su divino Hijo. Está sentada junto a Él y es Reina y Señora del universo.

María fue elegida para ser Madre de Dios y ella, sin dudar un momento, aceptó con alegría. Por esta razón, alcanza tales alturas de gloria. Nadie se le puede comparar ni en virtud ni en méritos. A Ella le pertenece la corona del Cielo y de la Tierra.

María está sentada en el Cielo, coronada por toda la eternidad, en un trono junto a su Hijo. Tiene, entre todos los santos, el mayor poder de intercesión ante su Hijo por ser la que más cerca está de Él.

La Iglesia la proclama Señora y Reina de los ángeles y de los santos, de los patriarcas y de los profetas, de los apóstoles y de los mártires, de los confesores y de las vírgenes. Es Reina del Cielo y de la Tierra, gloriosa y digna Reina del Universo, a quien podemos invocar día y noche, no sólo con el dulce nombre de Madre, sino también con el de Reina, como la saludan en el cielo con alegría y amor los ángeles y todos los santos.

La realeza de María no es un dogma de fe, pero es una verdad del cristianismo. Esta fiesta se celebra, no para introducir novedad alguna, sino para que brille a los ojos del mundo una verdad capaz de traer remedio a sus males.

 

Fuente: Catholic.net

 

 

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