1 DE SEPTIEMBRE
– VIERNES –
21 –
SEMANA DE T.O. – A
San Josué
Lectura de la primera carta del apóstol san
Pablo a los Tesalonicenses (4,1-8):
Por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos:
Habéis
aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y
seguid adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del
Señor Jesús.
Esto
quiere Dios de vosotros: una vida sagrada, que os apartéis del desenfreno, que
sepa cada cual controlar su propio cuerpo santa y respetuosamente, sin dejarse
arrastrar por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios. Y que
en este asunto nadie ofenda a su hermano ni se aproveche con engaño, porque el
Señor venga todo esto, como ya os dijimos y aseguramos. Dios no nos ha llamado
a una vida impura, sino sagrada.
Por
consiguiente, el que desprecia este mandato no desprecia a un hombre, sino a
Dios, que os ha dado su Espíritu Santo.
Palabra de Dios
Salmo: 96,1.2b.5-6.10.11-12
R/. Alegraos, justos, con el Señor.
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran
las islas innumerables.
Justicia y
derecho sostienen su trono. R/.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño
de toda la tierra;
los cielos
pregonan su justicia,
y todos los
pueblos contemplan su gloria. R/.
El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la
vida de sus fieles
y los libra
de los malvados. R/.
Amanece la luz para el justo,
y la alegría
para los rectos de corazón.
Alegraos,
justos, con el Señor,
celebrad su
santo nombre. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (25,1-13):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Se
parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y
salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las
sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El
esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una
voz:
"¡Que
llega el esposo, salid a recibirlo!"
Entonces
se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite,
que se nos apagan las lámparas."
Pero
las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y
nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis."
Mientras iban a comprarlo, llegó el
esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se
cerró la puerta.
Más
tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo:
"Señor,
señor, ábrenos."
Pero
él respondió:
"Os
lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día
ni la hora.»
Palabra del Señor
1. Esta
parábola produce una impresión de extrañeza, de sorpresa y de
estupor. Hay en este relato un "corte" con la realidad de
la vida cotidiana. Ni el retraso inexplicable del novio, ni la negativa de las
muchachas que no quisieron dar el aceite, ni eso de mandar a la tienda a
alguien a las tantas de la noche, ni lo de dar con la puerta en las narices a
unas chicas que piden entrar a la fiesta, ni siquiera el cerrar la puerta en
una boda que, en aquellos pueblos, era una fiesta para toda la gente, todo eso,
sencillamente no tiene ni pies ni cabeza. Ni Jesús pudo poner eso como ejemplo
para nadie.
2. El "corte" y la
"extravagancia del relato" (Paul Ricoeur) son la mejor garantía de
una parábola evangélica auténtica. El "novio" (nymphíos), en los
evangelios, es Jesús (Mc 2, 19; Mt 9, 15; Lc 5, 34; Jn 3, 29). Y viene a celebrar
un banquete de boda, la gran metáfora del Reino (Mt 22, 2 par).
Ahora
bien, de acuerdo con lo que dicen estos textos evangélicos, estar con el novio
es cortar con los ayunos y privaciones que imponía la religión de los fariseos.
Y es también cortar con los intereses y conveniencias de los que no entraron al
banquete de boda del Reino, al banquete en el que entraron los pobres y
vagabundos de los caminos.
3. La
parábola no es una amenaza para estar preparados para el juicio de Dios (no se
celebra un juicio, sino un banquete). Ni es una exhortación ética para ser
generoso con quien pide un poco de aceite. La parábola viene a recordar que, al
banquete de boda, que es la presencia de Jesús en esta vida, entran los que
viven preparados para eso: los que no centran su vida en cumplir observancias y
privaciones religiosas, los pobres, sencillos, humildes y gentes que no son los
que se ven como los importantes y los selectos de este mundo. Las jóvenes
invitadas, que finalmente no entraron en la boda, tuvieron una equivocación fatal:
ellas se vieron como las preferidas y escogidas. Y por eso se sintieron
seguras. No les importó la falta de aceite. El hecho de sentirse las
"elegidas selectas" fue su perdición.
¡Qué
peligroso es sentirse superior a los demás!
San Josué
Martirologio Romano:
Conmemoración
de san Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, que, al recibir la imposición de
manos por Moisés, fue lleno del espíritu de sabiduría, y a la muerte de Moisés
introdujo de modo maravilloso al pueblo de Israel, cruzando el Jordán, en la
tierra de promisión (Jos, 1, 1). Muerto Moisés, Josué es el capitán que
introducirá a su gente Tierra Prometida. Ya era la hora de poseer la tierra que
Dios prometió a los israelitas al sacarlos de Egipto. Han pasado cuarenta años.
Es un pueblo joven el que está en las proximidades de Canán. Son los hijos de los
que Yahvé sacó con mano poderosa. Se han curtido en el desierto inhóspito donde
han vivido del mimo de Dios y presenciando a diario sus grandezas. Tienen
esculpida en su alma la idea de que sólo en la fidelidad a la Alianza tienen
garantía de la protección de Dios.
Breve Reseña
Josué
es un varón pletórico de fe y casto, joven y fuerte, que mantiene la seguridad
de que será Dios quien vencerá a los poderosos habitantes de la tierra que se
les da en posesión. Tienen que pelearla, pero sólo Dios les dará la victoria.
Jericó
es la plaza fuerte que les abrirá las puertas a la conquista. Posee murallas
duras y sus habitantes están aprestados a defenderla.
Es
Dios quien habla ahora con Josué, como antes lo hiciera con Moisés, dándole
instrucciones para la empresa. No se le pedirá pasividad, sino una disposición
absoluta al misterio. La táctica guerrera sugerida es la más impensada y la
menos descrita en las praxis de la guerra: hay que dar vueltas a la ciudad,
cantando y tocando las trompetas. Así se caerán las potentes murallas de
defensa.
Sin
un "pero" de Josué y con la presteza originada por la fe sucede como
Dios dice. Y es que Dios se ríe de las encuestas, la lógica humana se ve
superada en su potencia y las estadísticas de los hombres se tornan enanas en su
presencia. Sin embargo, la fe hace que se derriben las más altas murallas de la
tierra.
Fuente: Archiciócesis
de Madrid.
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