jueves, 24 de agosto de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 26 DE AGOSTO – SABADO – 20 – SEMANA DE T.O. – A Santa Teresa de Jesús Jornet Ibars

 

 

 


26 DE AGOSTO – SABADO –

20 – SEMANA DE T.O. – A

Santa Teresa de Jesús Jornet Ibars

 

       Lectura del libro de Rut (2,1-3.8-11;4,13-17):

 

   Noemí tenía, por parte de su marido, un pariente de muy buena posición, llamado Boaz, de la familia de Elimelec.

    Rut, la moabita, dijo a su suegra Noemí:

    «Déjame ir al campo, a espigar donde me admitan por caridad.»

    Noemí le respondió:

    «Anda, hija.»

    Ella marchó y fue a espigar en las tierras, siguiendo a los segadores. Fue a una de las tierras de Boaz, de la familia de Elimelec.

    Boaz dijo a Rut:

    «Escucha, hija. No vayas a espigar a otra parte, no te vayas de aquí ni te alejes de mis tierras. Fíjate en qué tierra siegan los hombres y sigue a las espigadoras. Dejo dicho a mis criados que no te molesten. Cuando tengas sed, vete donde los botijos y bebe de lo que saquen los criados.»

    Rut se echó, se postró ante él por tierra y le dijo:

    «Yo soy una forastera; ¿por qué te he caído en gracia y te has interesado por mí?»

    Boaz respondió:

    «Me han contado todo lo que hiciste por tu suegra después que murió tu marido: que dejaste a tus padres y tu pueblo natal y has venido a vivir con gente desconocida.»

    Así fue como Boaz se casó con Rut. Se unió a ella; el Señor hizo que Rut concibiera y diese a luz un hijo.

    Las mujeres dijeron a Noemí: «Bendito sea Dios, que te ha dado hoy quien responda por ti. El nombre del difunto se pronunciará en Israel. Y el niño te será un descanso y una ayuda en tu vejez; pues te lo ha dado a luz tu nuera, la que tanto te quiere, que te vale más que siete hijos.»

    Noemi tomó al niño, lo puso en su regazo y se encargó de criarlo.

    Las vecinas le buscaban un nombre, diciendo:

    «¡Noemí ha tenido un niño!»

    Y le pusieron por nombre Obed.   Fue el padre de Jesé, padre de David.

 

Palabra de Dios

 

    Salmo: 127,1-2.3.4.5

 

    R/. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor

 

   Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,

serás dichoso, te irá bien. R/.

 

   Tu mujer, como parra fecunda,

en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,

alrededor de tu mesa. R/.

 

   Ésta es la bendición del hombre

que teme al Señor. R/.

 

   Que el Señor te bendiga desde Sión,

que veas la prosperidad de Jerusalén

todos los días de tu vida. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,1-12):

 

   En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:

    «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.  Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.

    No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo.

    El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

 

Palabra del Señor

 

     1.   Hay que tener mucho cuidado con lo que se dice, cuando se trata de entender y explicar este capítulo 23 del evangelio de Mateo. La terrible historia de los campos de concentración y del holocausto del pueblo judío, en la segunda guerra mundial, nos ha dejado una imagen falsa del judaísmo y además hemos quedado consternados (U. Luz).

      Por otra parte, no es seguro que Jesús pronunciase este discurso, tal como ha quedado redactado en el texto que ha llegado hasta nosotros. 

     Las ideas fundamentales provienen de Jesús, pero la forma de presentarlas depende de Mateo. Y a todo esto hay que sumar otra dificultad. Se trata del enfrentamiento entre cristianismo y judaísmo, que no es la diferencia entre dos religiones, sino la diferencia entre la religión y otra forma de relacionarse con Dios, que, se resiste a hacer eso como religión (Daniel Boyarin).

     Un fenómeno que se viene produciendo (y se está acentuando) lo mismo entre judíos que entre cristianos.

 

     2.   No es verosímil que Jesús recomendara a sus discípulos y a la gente que hiciesen lo que enseñaban los escribas y fariseos.  Mateo había prevenido a la gente ante las enseñanzas de los fariseos (16, 12). Además, del conjunto de enfrentamientos que Jesús tuvo con los seguidores de este partido, se puede deducir que se trata de una advertencia inicial que prepara al lector para aceptar la dureza de lo que viene a continuación.

 

     3.   En cualquier caso, y sean cuales sean los matices que haya que poner a la historicidad de este evangelio, una cosa es cierta: Jesús rechaza de forma terminante todo lo que sea vanidad, orgullo, ambición, deseos de situarse por encima de los demás.  Miserias humanas que se manifiestan en vestimentas, honores públicos, puestos de preferencia y privilegio, títulos, y distinciones, lo que es más grave en los hombres que pretenden representar el Evangelio de Jesús.  Son los que asumen esos comportamientos justificándolos porque piensan que así representan y promueven mejor la fe en Dios. Aunque todo esto no se pueda aplicar literalmente a los fariseos y letrados (E. P. Sanders), es indudable que Jesús detesta que quienes pretenden ser líderes en la comunidad, se aprovechen de semejantes formas de conducta pública, basados en la idea de que así representan con más autoridad a Jesús de Nazaret.

     Es verdad que decir esto no es agradable. Pero, si no decimos ni esto, entonces borremos este capítulo del Evangelio.

 

Santa Teresa de Jesús Jornet Ibars

 

 


 

En Liria, en España, en 1843 nació santa Teresa de Jesús Jornet Ibars, virgen, de una familia austera y trabajadora, de costumbres cristianas. Estudio en Lérida y en Fraga. Ingreso en un colegio como profesora. Insatisfecha con su vida, decidió ingresar en un convento de clarisas de Briviesca. A punto de profesar, se tuvo que retirar por una penosa enfermedad, rebelde a toda curación. Fundo entonces con María, su hermana, y una amiga de ellas, un instituto femenino consagrado para ayudar a los ancianos abandonados, el Instituto de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados (1897).

Fecha de beatificación: 27 de abril de 1958 por el Papa Pío XII

Fecha de canonización: 27 de enero de 1974 por el Papa Paulo VI.

 

Breve Biografía

 

Los mayores, esos a los que se les ha dado en llamar el colectivo de la Tercera Edad, que ven el ocaso de sus vidas desde el crepúsculo teñido de rojas claridades malva, tienen hoy mucho que agradecer a Dios y bastantes de ellos también a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados porque les cuidan, atienden, dan casa y ofrecen el calor de la familia que quizá perdieron o acaso les abandonó porque un día se les ocurrió pensar que de los viejos ya no se podía esperar mucho más, o que eran molestos con sus manías y achaques. Decía que ellos agradecen al buen Dios el testimonio y vida de unas personas, en este caso siempre mujeres, que han hecho de su existencia una ofrenda de caridad efectiva.

Logran hacer de sus casas un lugar agradable, tranquilo, limpio y ventilado; allí se reza, se come alimento sano, se proporcionan las medicinas pertinentes y, sobre todo, se derrocha cariño de las dos clases: humano y sobrenatural. Son un grupo de mujeres tocadas que están alegres, animosas, activas y optimistas porque es mucho lo que tienen que levantar; se les ve por las calles llamando a las puertas de las casas, en pareja, pidiendo mucho de lo que sobra o algo de lo que se usa; llevan con ellas a todo el recuerdo de la caridad. ¡Claro que son piadosas! Muy rezadoras... de la Virgen y del Sagrario sacan la entereza, la fuerza, el afecto o cariño, comprensión y paciencia que de continuo han de derrochar a raudales cuando charlan, limpian, lavan, planchan, cocinan para los ancianos o cuando tienen que animar a tanta juventud acumulada.

Teresa de Jesús, la catalana de Lérida, tuvo en lo humano muchas coincidencias con su homónima de Castilla; delicada de salud en el cuerpo y alma grande, espontánea y andariega, con gracejo agradable. En lo divino tuvieron de común el olvido de sí y, por amor a Dios, saber darse.

Nació en Ayltona (Lérida) el 9 de enero de 1843. Sus padres, Francisco José Jornet y Antonia Ibars eran sencillos labradores, educando a su familia en la religión: Su hermana Josefa, Hija de la Caridad en el hospital de la Habana; su hermana María se incorporó con María a la nueva aventura religiosa; su hermano Juan, casado dio tres hijas a la congregación de su hermana Teresa; su tía Rosa, hermana de su madre, muerta en olor a santidad; su tío el Beato Francisco Palau, fraile carmelita exclaustrado, apóstol, orador, escritor, penitente, un huracán enardecido, acabará también en los altares.

Teresa creció en un clima doméstico de trabajo honrado. Estudia en Lérida para maestra y enseñó en Argensola (Barcelona); allí la veían desplazarse cada semana a Igualada para confesarse.

El P. Francisco Palau, tío abuelo suyo, está en trance de fundación de algo y la invita para que le ayude en el intento; pero Teresa ha pensado más en la vida religiosa donde podrá vivir en silencio y oración; por eso se hace clarisa entre las del convento de Briviesca, en Burgos, mientras que su hermana Josefa ingresa en Lérida en las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Pero la situación política de la segunda mitad del siglo XIX es complicada y compleja, no permite el gobierno la emisión de votos.

Se hace entonces Terciaria Franciscana y recupera algo de la actividad docente.

Cerca de su patria chica, en Huesca y Barbastro, un grupo de sacerdotes con D. Saturnino López Novoa a la cabeza piensa en una institución femenina que se dedicara a la atención de ancianos abandonados. Comprende Teresa que este es su campo y, arrastrando consigo a su hermana María y a otra paisana, comienza en "Pueyo" con una docena de mujeres y desde entonces es la cabeza, permaneciendo veinticinco años en el gobierno.

Desde Barbastro cambia a Valencia donde está la casa madre de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados porque es la patrona de la ciudad quien da apellido a la Institución. Luego se extenderán por Zaragoza, Cabra y Burgos; llenarán de casas-asilo que así le gusta a la madre que se llamen para resaltar el clima de familia la geografía española y pasan las fronteras. Cuando muere Teresa de Jesús en Liria, el año 1897, llegan a 103 y deja tras de sí a más de 1000 Hermanitas para continuar su labor hasta siempre, porque siempre ancianos habrá y algunos de ellos quedarán desamparados.

No quiso ella canonizaciones. Lo dejó dicho y escrito por si hubiera dentro de la Congregación con el paso del tiempo Hermanitas canonizables. Mandó que no se gastara dinero en proponer a nadie la subida a los altares. Ese fue el motivo de que pasaran los años sin el intento de iniciar su proceso de beatificación; y el rapidísimo salto a la canonización se debió a la sensibilidad del pueblo y a las manifestaciones sobrenaturales que tan frecuentemente Dios quiso mandar.

 

Artículo de: Archidiócesis de Madrid

El anciano abuelo tembloroso, ensuciaba cada comida el mantel porque derramaba la sopa. Primero sus hijos le hicieron una cuchara de madera, pero incluso con la madera seguía ensuciando el mantel. No puede comer con la familia. Y lo llevan a la cocina. El abuelo tiene que comer solo en la compañía de sus hijos y de sus nietecitos. El más espabilado se entretenía jugando con un trozo de madera muy afanado. -¿Qué haces?, le preguntó su mamá: Y el niño, “estoy haciendo una cuchara de madera para cuando papá y tú seáis mayores”.

En la provincia y Diócesis de Lérida y en Aytona, España, de Francisco Jornet y de Antonieta Ibars, agricultores, nace el 9 de enero de 1843, Teresa Jornet, hoy ya canonizada y Patrona de la ancianidad Su caridad activa hacia los pobres, le movía a llevarlos a casa de su tía en Lérida, a donde se había trasladado para poder asistir a la escuela de la ciudad.

Estudia magisterio en Argensola, provincia de Barcelona. Solicitó ser admitida en las clarisas de Briviesca, cerca de Burgos, pero no pudo profesar por la prohibición de la legislación en vigor. Se dedicó a la enseñanza y se hizo terciaria carmelita. Una enfermedad que padeció después de la muerte de su padre, la obligó a permanecer en su casa por algún tiempo.

Don Saturnino López Novoa, canónigo de Huesca, su director, a quién confió la dirección de su alma, la encauzó hacia la fundación de una obra destinada a recoger a los ancianos sin familia y sin medios de subsistencia. Teresa, que hasta el momento había tenido la impresión desagradable de no haber hecho nada en su vida, se orientó decididamente hacia este ideal. En 1872, fundó la primera casa en Barbastro, con la ayuda de algunas jóvenes, y de su hermana, María.

Teresa se adelantó a su tiempo, porque entonces, hace más de un siglo, aún dejaban en la cocina a los abuelos, aunque con cuchara de madera, pero ahora, ni los quieren, ni les cuidan, y se arman líos entre las familias para zafarse del engorro de los viejos, según el refrán: “Parientes y trastos viejos, pocos y lejos”. En el Continente africano carecen de frigoríficos y de muchos de nuestros cachivaches de la modernidad; pasan hambre y toda clase de necesidades, pero conservan su humanísima tradición de respetar al anciano y considerarle como una bendición. Les minusvaloramos en esta cultura de la juventud, la belleza y el cultivo de los cuerpos, pero en humanismo el tercer mundo va por delante con nota al mundo que se cree supercivilizado.

El 27 de enero de 1873, los miembros de la nueva congregación, recibieron el hábito religioso y Teresa fue elegida superiora. Un grupo de buenos católicos de Valencia propuso asegurar la vida de la pequeña comunidad. La madre Teresa aceptó y, como está en Valencia, constituye Patrona a la Virgen de los Desamparados, título muy apropiado para los ancianos Desamparados. Muy pronto el número de ancianos fue aumentando y creciendo sin cesar. Para poder recibir más, compró el antiguo convento de los Agustinos. Esta casa se convirtió en la casa madre de la Congregación de las Hermanas de los Ancianos Desamparados. Se desarrolló tan de prisa la Obra, que en 1887, cuando fue aprobada por la Santa Sede, contaba ya con 58 casas.

María Teresa de Jesús formó muy sólidamente a sus hijas en el cumplimiento de sus obligaciones con los ancianos, hasta exponerse a la soledad, al frío y al hambre, para poder darles abrigo y un verdadero cariño. Aprendió de las terciarias carmelitas la devoción a la Virgen, y de las clarisas el amor a los pobres, y en los ejercicios de San Ignacio, el ardiente deseo de identificar sus sentimientos con la voluntad divina. Desarrolló una actividad incansable y una inalterable confianza en Dios. A los que le reprochaban que se ocupara de los más humildes oficios, respondía: "No hay nada pequeño cuando se trata de la Gloria de Dios". Cuando le decían que emprendía obras con un atrevimiento casi temerario, se sonreía diciendo: "Mientras más pobres haya, habrá más bienhechores".

Tenía el secreto de su paz interior inalterable en medio del tráfago continuo, en sus palabras: "Dios en el corazón, la eternidad en la cabeza, y el mundo bajo los pies".

Su organismo no pudo resistir al régimen que se impuso. A las fatigas físicas se juntaban los dolores mortales, como el de la epidemia del cólera, que acabó con veinticuatro hermanas y setenta ancianos. Cuando la enfermedad la obligó a detenerse, se retiró a Liria, Valencia, con la esperanza de que el buen aire le devolviera la salud.

Murió ahí, el 26 de Agosto de 1897, el 27 de abril de 1958 el Papa Pío XII la beatificó y fue canonizada por Pablo VI.

 

Autor: P. Jesús Martí Ballester

 

 

 

 

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