9 DE AGOSTO
– MIERCOLES –
18 –
SEMANA DE T.O. – A
(Sor Teresa Benedicta de la Cruz)
FIESTA
Lectura de la profecía de Oseas 2, (16b.17b.21-22)
Yo la llevaré al desierto y le hablaré a
su corazón.
Desde allí, ella responderá como en los días de su juventud, como el día en
que subía del país de Egipto.
Yo estableceré para ellos, en aquel día una alianza con los animales del
campo, con las aves del cielo y los reptiles de la tierra; extirparé del país
el arco, la espada y la guerra, y haré que descansen seguros.
Yo te desposaré para siempre, te desposaré en la justicia y el derecho, en
el amor y la misericordia; te desposaré en la fidelidad, y tú conocerás al
Señor.
Palabra de Dios
Salmo 44
R/Escucha, hija, mira: inclina el oído.
O bien:
R/Que llega el esposo,
salid al encuentro de Cristo, el Señor!
Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor. R/
Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras. R/
Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra». R/
Lectura del santo evangelio según san Mateo (25, 1-13)
El Reino de los Cielos será semejante a
diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que
las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.
Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron
dormidas.
Pero a medianoche se oyó un grito: 'Ya viene el esposo, salgan a su
encuentro'.
Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.
Las necias dijeron a las prudentes: '¿Podrían darnos un poco de aceite,
porque nuestras lámparas se apagan?'.
Pero estas les respondieron: 'No va a alcanzar para todas. Es mejor que
vayan a comprarlo al mercado'.
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él
en la sala nupcial y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: 'Señor, señor, ábrenos',12
pero él respondió: 'Les aseguro que no las conozco'.
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.
Palabra del Señor
1.
Recordamos hoy a Edith Stein, filósofa, pensadora judía convertida al
cristianismo y carmelita descalza a la hora de morir en la cámara de gas de
Auschwitz, sin dejar que su nueva “condición” carmelitana le evitara lo que su
hermana Rosa, sus amigos y tantos otros iban a vivir. Posiblemente no lo hizo
por simple solidaridad ni siquiera por coherencia personal; que ya es mucho.
Quizá entendió muy bien la afirmación de Jesús: no tengáis miedo a los que
matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma… hasta los cabellos de la cabeza
tenéis contados… No tengáis miedo…
2.
Edith decide a los 15 años dejar de rezar pues cuanto más lee, reflexiona y
aprende, más imposible le parece que pueda existir un Dios personal, a pesar
del gran testimonio creyente que ve en su madre. Estudia fenomenología con
Husserl, trabaja en la I Guerra Mundial como enfermera, consigue el doctorado
“summa cum laude”, nunca deja de preguntarse y de buscar sinceramente la
verdad, aprende con Max Scheler a mirar las cosas sin prejuicios ni barreras…
Una tarde de verano lee casualmente la autobiografía de Teresa de Ávila y se
convierte al cristianismo; siente que, por fin, su búsqueda ha terminado.
3.
Esta mujer “pensadora, mística y mártir” como decía Juan Pablo II al nombrarla
copatrona de Europa, que rompe con los tópicos de una vida monástica y
religiosa sólo para gente apocada, miedosa, ingenua, resignada, ajena al mundo…
Todo lo contrario. Una mujer que supo, al conocer a Cristo, que no hay lugar
para el miedo y que toda búsqueda sincera no será nunca en balde.
Santa Edith Stein
(Sor Teresa Benedicta
de la Cruz)
Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith) Stein, virgen de la Orden de las
Carmelitas Descalzas y mártir, la cual, nacida y educada en la religión judía,
después de haber enseñado filosofía durante algunos años entre grandes
dificultades, recibió por el bautismo la nueva vida en Cristo y la desarrolló
bajo el velo de religiosa, hasta que, en tiempo de un régimen hostil a la
dignidad del hombre y de la fe, fue desterrada y encarcelada, muriendo en la
cámara de gas del campo de exterminio de Oswiecim o Auschwitz, cerca de
Cracovia, en Polonia.
Vida
de Santa Edith Stein
(Sor
Teresa Benedicta de la Cruz)
Cuando Edith Stein, la última de once
hermanos, nació en Breslau el 12 de octubre de 1891, la familia festejaba el
Yom Kippur, la mayor fiesta hebrea, el día de la expiación. "Esto hizo,
más que ninguna otra cosa, que su madre tuviera una especial predilección por
la hija más pequeña". Precisamente esta fecha de su nacimiento fue para la
carmelita casi un vaticinio.
El padre, comerciante de maderas, murió cuando
Edith no había cumplido aún dos años. La madre, una mujer muy religiosa,
solícita y voluntariosa, una persona verdaderamente admirable, al quedarse
sola, debió hacer frente tanto al cuidado de la familia como a la gestión de la
gran hacienda familiar; pero no consiguió mantener en los hijos una fe viva.
Edith perdió la fe en Dios. "Con plena conciencia y por libre elección
dejé de rezar".
Obtuvo brillantemente la reválida en 1911
y comenzó a estudiar germanística e historia en la Universidad de Breslau, más
para tener una base de sustento en el futuro que por auténtica pasión. Su
verdadero interés era la filosofía. Le interesaban también los problemas de la
mujer. Entró a formar parte de la organización "Asociación Prusiana para
el Derecho Femenino al Voto". Más tarde escribía: " como bachiller y
joven estudiante, fui una feminista radical. Perdí después el interés por este
asunto. Ahora voy en busca de soluciones puramente objetivas".
En 1913, la estudiante Edith Stein se fue
a Gottinga para asistir a las clases universitarias de Edmund Husserl, de quien
llegó a ser discípula y asistente, consiguiendo con él el doctorado. Por
aquellos tiempos, Edmund Husserl fascinaba al público con un nuevo concepto de
verdad: el mundo percibido no solamente existía de forma kantiana, como
percepción subjetiva. Sus discípulos entendían su filosofía como un viraje
hacia lo concreto. "Retorno al objetivismo". Sin que él lo
pretendiera, la fenomenología condujo a no pocos discípulos y discípulas suyos
a la fe cristiana. En Gottinga Edith Stein se encontró también con el filósofo
Max Scheler y este encuentro atrajo su atención sobre el catolicismo. Pero todo
esto no la hizo olvidar el estudio con el que debía ganarse el pan en el futuro
y, en 1915, superó con la máxima calificación el examen de Estado. No obstante,
no comenzó el periodo de formación profesional.
Al estallar la primera guerra mundial
escribía: "ahora ya no tengo una vida propia". Siguió un curso de
enfermería y prestó servicio en un hospital militar austríaco. Fueron tiempos
difíciles para ella. Atendía a los ingresados en la sección de enfermos de
tifus y prestaba servicio en el quirófano, viendo morir a hombres en la flor de
su juventud. Al cerrar el hospital militar en 1916, siguió a Husserl a Friburgo
en Brisgovia, donde obtuvo el doctorado "summa cum laude" con una
tesis "Sobre el problema de la empatía ".
Por aquel tiempo le ocurrió un hecho
importante: observó cómo una aldeana entraba en la Catedral de Frankfurt con la
cesta de la compra, quedándose un rato para rezar. "Esto fue para mí algo
completamente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias protestantes que he
frecuentado los creyentes acuden a las funciones. Aquí, sin embargo, una
persona entró en la iglesia desierta, come si fuera a conversar en la
intimidad. No he podido olvidar lo ocurrido". En las últimas páginas de su
tesis de doctorado escribió: "ha habido personas que, tras un cambio
imprevisto de su personalidad, han creído encontrar la misericordia
divina". ¿Cómo llegó a esta afirmación?
Edith Stein tenía gran amistad con el asistente de Husserl en Gottinga,
Adolf Reinach y su esposa. Adolf Reinach muere en Flandes en noviembre de 1917.
Edith va a Gottinga. Los Reinach se habían convertido al Evangelio. Edith tenía
cierta renuencia ante el encuentro con la joven viuda.
Con gran sorpresa encontró una creyente.
"Este ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que
transmite a sus portadores... Fue el momento en que se desmoronó mi
irreligiosidad y brilló Cristo". Más tarde escribirá: "lo que no
estaba en mis planes estaba en los planes de Dios. Arraiga en mí la convicción
profunda de que -visto desde el lado de Dios- no existe la casualidad; toda mi
vida, hasta los más mínimos detalles, está ya trazada en los planes de la Providencia
divina y, ante los ojos absolutamente clarividentes de Dios, presenta una
coherencia perfectamente ensamblada".
En otoño de 1918, Edith Stein dejó la
actividad de asistente de Edmund Husserl porque deseaba trabajar
independientemente. La primera vez que volvió a visitar a Husserl después de su
conversión fue en 1930. Tuvo con él una discusión sobre la nueva fe de la que
la hubiera gustado que participara también él. Tras ello escribió una frase
sorprendente: "Después de cada encuentro que me hace sentir la
imposibilidad de influenciar directamente, se agudiza en mí el impulso hacia mi
propio holocausto".
Edith Stein deseaba obtener la
habilitación para la libre docencia, algo que, por aquel entonces, era
inalcanzable para una mujer. A este respecto, Husserl se pronunciaba así en un
informe: "Si la carrera universitaria se hiciera accesible a las mujeres,
la podría recomendar encarecidamente más que a cualquier otra persona para el
examen de habilitación". Más tarde, sin embargo, se le negaría la
habilitación a causa de su origen judío.
Edith Stein vuelve a Breslau. Escribe
artículos en defensa de la psicología y de las humanidades. Pero lee también el
Nuevo Testamento, Kierkegaard y el opúsculo de los Ejercicios espirituales de
Ignacio de Loyola. Se da cuenta de que un escrito como éste no se le puede
simplemente leer, sino que es necesario ponerlo en práctica.
En el verano de 1921 fue durante unas
semanas a Bergzabern (Palatinado), a la finca de la Señora Hedwig
Conrad-Martius, una discípula de Husserl. Esta señora, junto con su esposo, se
había convertido al Evangelio. Una tarde Edith encontró en la biblioteca la
autobiografía de Teresa de Ávila. La leyó durante toda la noche. "Cuando
cerré el libro, me dije: esta es la verdad".
Considerando retrospectivamente su vida,
escribía más tarde: "mi anhelo por la verdad era ya una oración".
En enero de 1922 Edith Stein se bautizó.
Era el día de la Circuncisión de Jesús, la acogida de Jesús en la estirpe de
Abraham. Estaba erguida ante la fuente bautismal, vestida con el blanco manto
nupcial de Hedwig Conrad-Martius, que hizo de madrina. "Había dejado de
practicar mi religión hebrea y me sentía nuevamente hebrea solamente tras mi
retorno a Dios". Ahora tendrá siempre conciencia, y no sólo intelectualmente,
sino de manera tangible, de pertenecer a la estirpe de Cristo. En la fiesta de
la Candelaria, una fiesta cuyo origen se remonta también al Antiguo Testamento,
fue confirmada por el Obispo de Espira en su capilla privada.
Después de su conversión, lo primero que
hizo fue volver a Breslau. "Mamá, soy católica". Las dos lloraron.
Hedwig Conrad-Martius escribió: "mira, dos israelitas y en ninguna de
ellas hay engaño" (cf. Jn 1, 47).
Inmediatamente después de su conversión,
Edith Stein aspira a entrar en el Carmelo, pero sus consejeros espirituales, el
Vicario general de Espira y el Padre Przywara, S.J., le impiden dar este paso.
Acepta entonces un empleo de profesora de alemán e historia en el Instituto y
seminario para maestros del Convento dominico de la Magdalena de Espira hasta
Pascua de 1931. Por insistencia del Archiabad Raphael Walzer, del convento de
Beuron, hace largos viajes para dar conferencias, sobre todo sobre temas
femeninos. "Durante el período inmediatamente precedente y también bastante
después de mi conversión... creía que llevar una vida religiosa significaba
renunciar a todas las cosas terrenas y vivir solamente con el pensamiento
puesto en Dios. Gradualmente, sin embargo, me he dado cuenta de que este mundo
exige de nosotros otras muchas cosas..., creo, incluso, que cuanto más se
siente uno atraído por Dios, más debe "salir de sí mismo", en el
sentido de dirigirse al mundo para llevar allí una razón divina para
vivir". Su programa de trabajo es enorme. Traduce las cartas y los diarios
del período precatólico de Newmann y la obra Quaestiones disputatae de veritate
de Tomás de Aquino, en una versión muy libre por amor al diálogo con la
filosofia moderna. El Padre Erich Przywara, S.J., la incitó a escribir también
obras filosóficas propias. Aprendió que es posible "practicar la ciencia
al servicio de Dios... sólo por tal motivo he podido decidirme a comenzar una
serie de obras científicas". Encuentra siempre las fuerzas necesarias para
su vida y su trabajo en el convento benedictino de Beuron, al que va para pasar
allí las fiestas más importantes del año eclesiástico.
En 1931 termina su actividad en Espira.
Intenta de nuevo obtener la habilitación para la libre docencia en Breslau y
Friburgo. Todo en vano. Compone entonces una obra sobre los principales
conceptos de Tomás de Aquino: "Potencia y acción". Más tarde hará de
este ensayo una obra mayor, desarrollándola bajo el título de Endliches und
ewiges Sein (Ser finito y Ser eterno) en el convento de las Carmelitas de
Colonia. No fue posible imprimir esta obra durante su vida.
En 1932 se le asigna una cátedra en una
institución católica, el Instituto de Pedagogía científica de Münster, donde
tiene la posibilidad de desarrollar su propia antropología. Aquí encuentra la
manera de unir ciencia y fe, y de hacer comprensible esta cuestión a otros.
Durante toda su vida sólo quiso ser "instrumento de Dios".
"Quien viene a mí, deseo conducirlo a Él ".
En 1933 la noche se cierne sobre
Alemania. "Había oído ya antes algo sobre las severas medidas contra los
judíos. Pero ahora comencé de pronto a entender que Dios había puesto una vez
más su pesada mano sobre su pueblo y que el destino de este pueblo era también
el mío". El artículo de la ley de los nazis sobre la raza ariana hizo
imposible que continuara su actividad docente. "Si aquí no puedo
continuar, en Alemania ya no hay posibilidades para mí ". "Me había
convertido en una extranjera en el mundo".
El Archiabad Walzer, de Beuron, ya no le
impidió entrar en un convento de Carmelitas. Durante el tiempo que estuvo en
Espira había hecho ya el voto de pobreza, castidad y obediencia. En 1933 se
presenta a la Madre Priora del Monasterio de Carmelitas de Colonia.
"Solamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana.
Mi deseo es participar en ella".
Una vez más Edith fue a Breslau para
despedirse de su madre y de la familia. El 12 de octubre fue el último día que
pasó en su casa, el día de su cumpleaños y, a la vez, la fiesta hebrea de los
tabernáculos. Edith acompaña a su madre a la sinagoga. Fue un día nada fácil
para las dos mujeres. "¿Por qué la has conocido (la fe cristiana)? No
quiero decir nada contra Él. Habrá sido un hombre bueno. Pero ¿por qué se ha
hecho Dios? " . Su madre lloró. A la mañana siguiente Edith tomó el tren
para Colonia. "No podía tener una alegría arrebatadora. Era demasiado
tremendo lo que dejaba atrás. Pero yo estaba tranquilísima, en el puerto de la
voluntad de Dios". Cada semana escribirá después una carta a su madre. No
recibirá respuesta. Su hermana Rosa le mandará noticias de casa.
El 14 de octubre Edith Stein entra en el
monasterio de las Carmelitas de Colonia. En 1934, el 14 de abril, tuvo lugar la
ceremonia de toma de hábito. El Archiabad de Beuron celebró la misa. Desde
aquel momento Edith Stein llevará el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz.
Escribe en 1938: "bajo la Cruz
entendí el destino del pueblo de Dios que entonces (1933) comenzaba a
anunciarse. Pensaba que entendiesen que se trataba de la Cruz de Cristo, que
debían aceptarla en nombre de todos los demás. Es verdad que hoy entiendo mejor
estas cosas, lo que significa ser esposa del Señor bajo el signo de la Cruz.
Aunque ciertamente nunca será posible comprender todo esto, puesto que es un
secreto". El 21 de abril de 1935 hizo los votos temporales. El 14 de
septiembre de 1936, en el momento de renovar los votos, murió su madre en
Breslau. "Hasta el último momento mi madre ha permanecido fiel a su
religión. Pero, puesto que su fe y su firme confianza en su Dios... fue lo
ultimo que permaneció vivo en su agonía, confío en que haya encontrado un juez
muy clemente y que ahora sea mi más fiel abogada, para que también yo pueda
llegar a la meta".
En el recordatorio de su profesión
perpetua, el 21 de abril de 1938, hizo imprimir las palabras de San Juan de la
Cruz, al que dedicará su última obra: "que ya sólo en amar es mi ejercicio
". La entrada de Edith Stein en el convento de las Carmelitas no fue una
huida. "Quien entra en el Carmelo no se pierde para los suyos, sino que le
tienen aún más cercano; y esto porque nuestra profesión es la de dar cuenta de
todos a Dios ". Dio cuenta a Dios sobre todo de su pueblo.
"Pienso continuamente en la reina Ester, que fue sacada de su pueblo
para dar cuenta ante el rey. Yo soy una pequeña y débil Ester, pero el Rey que
me ha elegido es infinitamente grande y misericordioso. Esto es un gran
consuelo " (31.10.1938).
El 9 de noviembre de 1938 se puso de
manifiesto ante todo el mundo el odio que tenían los nazis a los judíos. Arden
las sinagogas, se siembra el terror entre las gentes judías. La Madre Superiora
de las Carmelitas de Colonia hace todo lo posible para llevar al extranjero a
Sor Teresa Benedicta de la Cruz. La noche de fin de año de 1938 cruza la
frontera de los Países Bajos y la llevan al monasterio de Carmelitas de Echt,
en Holanda. Allí redacta su testamento el 9 de junio de 1939.
"Ya desde ahora acepto
con gozo, en completa sumisión y según su santísima voluntad, la muerte que
Dios me haya destinado. Ruego al Señor que acepte mi vida y muerte... de manera
que el Señor sea reconocido por los suyos y que su Reino venga con toda su
magnificencia para la salvación de Alemania y la paz del mundo... ".
Ya en el monasterio de Carmelitas de
Colonia, a Edith Stein se le había dado permiso para dedicarse a las obras
científicas. Allí había escrito, entre otras cosas, De la vida de una familia
judía. "Deseo narrar simplemente lo que he experimentado al ser
hebrea". Ante "la juventud que hoy es educada desde la más tierna
edad en el odio a los judíos..., nosotros, que hemos sido educados en la
comunidad hebrea, tenemos el deber de dar testimonio".
En Echt, Edith Stein escribirá a toda
prisa su ensayo sobre Juan de la Cruz, el místico doctor de la Iglesia, con
ocasión del cuatrocientos aniversario de su nacimiento, 1542-1942. En 1941
escribía a una religiosa con quien tenía amistad: "una scientia crucis (la
ciencia de la cruz) sólamente puede ser entendida si se lleva todo el peso de
la cruz. De ello estaba convencida ya desde el primer instante y de todo
corazón he pronunciado: Ave, Crux, Spes unica (te saludo, Cruz, única esperanza
nuestra)". Su estudio sobre San Juan de la Cruz lleva como subtítulo:
" La ciencia de la Cruz ".
El 2 de agosto de 1942 llega la Gestapo.
Edith Stein se encuentra en la capilla con las otras Hermanas. En cinco minutos
debe presentarse, junto con su hermana Rosa, que se había bautizado en la
Iglesia Católica y prestaba servicio en las Carmelitas de Echt. Las últimas
palabras de Edith Stein que se oyen en Echt están dirigidas a Rosa: "Ven,
vayamos, por nuestro pueblo".
Junto con otros muchos otros judíos
convertidos al cristianismo, las dos mujeres son llevadas al campo de
concentración de Westerbork. Se trataba de una venganza contra el comunicado de
protesta de los obispos católicos de los Países Bajos por los programas y las
deportaciones de los judíos. "Jamás había pensado que los seres humanos
pudieran llegar a ser así, y tampoco podía pensar que mis hermanas y hermanos
debieran sufrir así... cada hora rezo por ellos. ¿Oirá Dios mi oración? En todo
caso, oye ciertamente sus lamentos". El Prof. Jan Nota, cercano a ella,
escribirá más tarde: "para mí, ella es, en un mundo de negación de Dios,
una testigo de la presencia de Dios".
Al amanecer del 7 de agosto sale una
expedición de 987 judíos hacia Auschwitz. El 9 de agosto Sor Teresa Benedicta
de la Cruz, junto con su hermana Rosa y muchos otros de su pueblo, murió en las
cámaras de gas de Auschwitz.
Con su beatificación en Colonia el 1 de
mayo de 1987, la Iglesia rindió honores, por decirlo con palabras del Sumo
Pontífice Juan Pablo II, a "una hija de Israel, que durante la persecución
de los nazis ha permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor
Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su pueblo ".
Fuente:http://www.vatican.va/news_
services/liturgy/saints/ns_lit_doc_1
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