24 DE AGOSTO
– JUEVES –
20 –
SEMANA DE T.O. – A
San Bartolomé,
apóstol
Lectura del libro del Apocalipsis
(21,9b-14):
El ángel me habló
así:
«Ven acá, voy a mostrarte a la novia, a la
esposa del Cordero.»
Me transportó en éxtasis a un monte
altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada
por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como
jaspe traslúcido.
Tenía una muralla grande y alta y doce
puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de
las tribus de Israel. A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur
tres puertas, y a occidente tres puertas. La muralla tenía doce basamentos que
llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero.
Palabra de
Dios
Salmo: 144,10-11.12-13ab.17-18
R/. Que tus fieles, Señor,
proclamen la gloria de tu reinado
Que todas tus
criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Explicando tus
hazañas a los hombres,
la gloria y la majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
El Señor es justo
en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Juan (1,45-51):
En aquel tiempo,
Felipe encuentra a Natanael y le dice:
«Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley
y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.»
Natanael le replicó:
«¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
Felipe le contestó:
«Ven y verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de
él:
«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en
quien no hay engaño.»
Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?»
Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando
estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió:
«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el
Rey de Israel.»
Jesús le contestó:
«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la
higuera, crees?
Has ver cosas mayores.»
Y le añadió:
«Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a
los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
Palabra del
Señor
1. Hoy nos vestimos de rojo,
el color de los apóstoles y de los mártires; un color que nunca ha abandonado
la vida de la Iglesia y que sabemos especialmente presente en muchas regiones
del mundo: el color de la valentía con la que cientos de nuestros hermanos
sostienen la fe en todos los continentes. Unos lo hacen acosados por la
persecución de gobiernos totalitarios, casi a escondidas; otros tratando de que
los dioses del bienestar, la corrupción y el abuso del prójimo no les ganen la
batalla, demostrando que se puede ser servidor público, empresario, trabajador
de banca e incluso político, siendo justo y honrado; otros acogiendo con ánimo
y humor las cruces de cada día…
2. ¡Qué sabiduría la de la
Iglesia al proponernos diversos colores litúrgicos! ¡Y todos son nuestros!
Nuestro es el verde de la vida cotidiana, que para un cristiano nunca puede ser
tiempo ‘ordinario’ (en el sentido de vulgar). Nuestro el morado, que nos
recuerda la contingencia y nuestras componendas con el pecado. Nuestro el rojo,
del testimonio y el esfuerzo por la fe. ¡Y nuestro, por Gracia, el blanco de
quienes ya comparten la gloria del Resucitado y los planes del Padre!
3. Afirmamos con gozo y razón
que nuestra fe se levanta sobre el testimonio de los apóstoles como Bartolomé.
Y es verdad, y sobre el de un número difícil de contar de mujeres, que con
valentía siguieron a Jesús y acogieron su Palabra, entre las que destaca sobre
todo María que -como ha recordado hace poco el Papa Francisco- es mucho más
relevante en la Iglesia que papas, presbíteros y obispos.
4. Poco sabemos de Bartolomé.
Llevamos siglos identificándolo con Natanael, aunque sin certezas absolutas.
Pero nos consta lo fundamental: su condición de discípulo (como nosotros), y de
discípulo pecador, perdonado y coherente al final de su camino (ojalá también
como nosotros). Pero esa falta de datos no le hace menos apóstol, ni menos
relevante que Pedro, Santiago o Juan. Nuestra unidad -tan importante, querida
por Dios y objeto de la oración de Jesús- se expresa en diversidad, en variedad
de dones, sensibilidades, biografías. Se trata de otra lección que hemos de seguir
aprendiendo.
Bartolomé, enséñanos a nacer de nuevo, a
dejar que el Espíritu vaya haciendo su labor en nosotros. Fortalece nuestra fe;
alienta nuestra coherencia en el amor. Ayúdanos a vivir intensamente unidos al
tiempo que acogemos cada día con más gratitud los dones de cada uno.
San Bartolomé
apóstol
Fiesta de san
Bartolomé, apóstol, al que generalmente se identifica con Natanael. Nacido en
Caná de Galilea, fue presentado por Felipe a Cristo Jesús en las cercanías del
Jordán, donde el Señor le invitó a seguirle y lo agregó a los Doce. Después de
la Ascensión del Señor, es tradición que predicó el Evangelio en la India y que
allí fue coronado con el martirio (s. I).
Vida
de San Bartolomé apóstol
Bartolomé es
uno de los 12 Apóstoles (Mt 10,3).
El apóstol
Felipe lo llevó a Jesús. Bartolomé es la misma persona que Natanael, mencionado
en el Evangelio de San Juan, donde nos dice que era de Caná. (Jn 21,2)
Los Hechos de
los Apóstoles mencionan también su presencia en Pentecostés (1,13).
Según la tradición,
después de la ascensión del Señor, predicó el Evangelio en la India, donde
recibió la corona del martirio.
Felipe dice a
Natanael que han encontrado al Mesías esperado. Natanael al principio duda al
saber que Jesús es de Nazaret. Felipe insistió: «Ven y lo verás.» (v.46). Es
entonces que ocurre el encuentro entre Jesús y Natanael.
Vio Jesús que
se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en
quien no hay engaño.» -Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?» -Le respondió
Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te
vi.» -Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de
Israel.» -Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la
higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: «En verdad, en verdad
os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el
Hijo del hombre.» (Jn 1:47-51)
Según la
Martiriología Romana, Bartolomé predicó en la India y en Armenia, donde murió
mártir. Todavía con vida le arrancaron la piel y fue decapitado por el Rey
Astyages en Derbend. Según la tradición este martirio ocurrió en Abanopolis, en
la costa occidental del Mar Caspio, después de haber predicado también en
Mesopotamia, Persia y Egipto.
Según Eusebius,
Pantenus de Alejandría (Siglo II) encontró en la India un Evangelio de San
Mateo atribuido a Bartolomé y escrito en hebreo. Dicho evangelio es apócrifo y
fue condenado en el decreto de Pseudo-Gelasius.
Las reliquias
de San Bartolomé, según una tradición, fueron enterradas en la isla de Lipara y
eventualmente fueron trasladadas a Benevento, Italia y después a Roma donde
ahora están en la Iglesia de San Bartolomé, en la "Isola San
Bartolomeo" del río Tiber. Se dice que la Reina Emma, la esposa del Rey
Canute entregó uno de sus brazos a Canterbury en el siglo XI.
En la
iconografía se le representa con barba, un libro y un cuchillo (utilizado en su
martirio).
San Bartolomé
es patrón de los carniceros, fabricantes de libros, guantes, pieles, zapateros,
sastres, mercaderes de queso, viñadores, albañiles y otros. Se le invoca contra
desórdenes nerviosos.
Oración a San Bartolomé apóstol
Oh, Dios omnipotente y eterno, que
hiciste este día tan venerable día con la festividad de tu Apóstol San
Bartolomé, concede a tu Iglesia amar lo que el creyó, y predicar lo que él
enseñó.
Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén
(corazones.org)
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