jueves, 17 de agosto de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 18 DE AGOSTO – VIERNES – 19 – SEMANA DE T.O. – A Santa Elena de Constantinopla

 

 


 

18 DE AGOSTO – VIERNES – 

19 – SEMANA DE T.O. – A

Santa Elena de Constantinopla

 

       Lectura del libro de Josué (24,1-13):

 

En aquellos días, Josué reunió a las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los ancianos de Israel, a los cabezas de familia, jueces y alguaciles, y se presentaron ante el Señor.

Josué habló al pueblo:

«Así dice el Señor, Dios de Israel: "Al otro lado del río Éufrates vivieron antaño vuestros padres, Teraj, padre de Abrahán y de Najor, sirviendo a otros dioses. Tomé a Abrahán, vuestro padre, del otro lado del río, lo conduje por todo el país de Canaán y multipliqué su descendencia dándole a Isaac. A Isaac le di Jacob y Esaú. A Esaú le di en propiedad la montaña de Seír, mientras que Jacob y sus hijos bajaron a Egipto. Envié a Moisés y Aarón para castigar a Egipto con los portentos que hice, y después os saqué de allí. Saqué de Egipto a vuestros padres; y llegasteis al mar. Los egipcios persiguieron a vuestros padres con caballería y carros hasta el mar Rojo. Pero gritaron al Señor, y él puso una nube oscura entre vosotros y los egipcios; después desplomó sobre ellos el mar, anegándolos.

Vuestros ojos vieron lo que hice en Egipto. Después vivisteis en el desierto muchos años. Os llevé al país de los amorreos, que vivían en Transjordania; os atacaron, y os los entregué. Tomasteis posesión de sus tierras, y yo los exterminé ante vosotros. Entonces Balac, hijo de Sipor, rey de Moab, atacó a Israel; mandó llamar a Balaán, hijo de Beor, para que os maldijera; pero yo no quise oír a Balaán, que no tuvo más remedio que bendeciros, y os libré de sus manos. Pasasteis el Jordán y llegasteis a Jericó. Los jefes de Jericó os atacaron: los amorreos, fereceos, cananeos, hititas, guirgaseos, heveos y jebuseos; pero yo os los entregué; sembré el pánico ante vosotros, y expulsasteis a los dos reyes amorreos, no con tu espada ni con tu arco. Y os di una tierra por la que no habíais sudado, ciudades que no habíais construido, y en las que ahora vivís, viñedos y olivares que no habíais plantado, y de los que ahora coméis."»

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 135,1-3.16-18.21-22.24

 

    R./ Porque es eterna su misericordia

 

Dad gracias al Señor porque es bueno. R/.

Dad gracias al Dios de los dioses. R/.

Dad gracias al Señor de los señores. R/.

Guió por el desierto a su pueblo. R/.

Él hirió a reyes famosos. R/.

Dio muerte a reyes poderosos. R/.

Les dio su tierra en heredad. R/.

En heredad a Israel, su siervo. R/.

Y nos libró de nuestros opresores. R/.

 

     Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,3-12):

 

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:

«¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?»

Él les respondió:

«¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne"? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»

Ellos insistieron:

«¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse?»

Él les contestó:

«Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero, al principio, no era así.

Ahora os digo yo que, si uno se divorcia de su mujer –no hablo de impureza– y se casa con otra, comete adulterio.»

Los discípulos le replicaron:

«Si ésa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse.»

Pero él les dijo:

«No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don.

Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el reino de los cielos. El que pueda con esto, que lo haga.»

 

Palabra del Señor

 

1.  Lo que Jesús dice aquí suele utilizarse para defender la indisolubilidad del matrimonio y, por tanto, para rechazar el divorcio en cuanto que se considera una práctica prohibida por el Evangelio. Pero no se trata de eso.

Este evangelio no se refiere al divorcio, tal como nosotros lo entendemos. La pregunta que los fariseos le hacen a Jesús se refiere al derecho unilateral que la ley de Moisés (Deut 24, 1) concedía a los maridos en el judaísmo.

 

2.  En tiempo de Jesús, el problema se había complicado. Porque había dos teorías teológicas que discutían sobre las condiciones, que se debían exigir, para que el marido pudiera repudiar a la esposa.

La escuela de Shammai era rigorista y solo permitía el repudio en caso de adulterio de la esposa.

Por el contrario, la escuela de Hillel era permisiva con el hombre y justificaba que el marido pudiera echar a la calle a su mujer por el simple hecho de que encontrara otra mujer que le gustara más (Billerbeck, I, 313 s).

Lo que daba pie a toda clase de abusos de los hombres en su relación con las mujeres, siempre sometidas y calladas.

 

3.  Lo que los fariseos le preguntan a Jesús es si estaba de acuerdo con la teoría permisiva y machista de Hillel. Y eso es lo que Jesús niega.

Lo que, en definitiva, equivale a defender la igualdad de derechos del hombre y de la mujer. Y, al mismo tiempo, al decir eso, Jesús anuló la citada ley de Moisés, apelando al relato mítico de la creación (Gen 1, 27).

Jesús afirma que el amor humano une a las personas hasta fundirlas en "una sola carne", es decir, en una unidad que no permite desigualdades legales.

Sabemos que la Iglesia permitió el divorcio (en determinados casos) durante siglos. El Decreto de Graciano (s. XI) recoge la respuesta que Gregorio II dio al obispo san Bonifacio (año 726) en la que el Papa justificaba un caso de divorcio. 

El matrimonio es una meta a conseguir, no una ley obligatoria.

 

4.  Es importante saber (y tenerlo siempre presente) que una cosa es la "diferencia" y otra cosa es la "desigualdad".

La diferencia es un hecho.  La igualdad es un derecho.

"Diferencia" es un término descriptivo.

"Igualdad" es un término normativo (L. Ferrajoli).

Por eso, de la diferencia no se puede deducir una desigualdad de derechos.

Los hombres y las mujeres somos diferentes.  Pero somos todos iguales en dignidad y derechos. Esto es lo que Jesús quiso establecer y defender.

Cosa que el Derecho Canónico de la Iglesia no ha tenido debidamente en cuenta. Si en el índice de materias del Código vigente se busca la palabra "mujer", no se encuentra por ninguna parte. Esto es muy preocupante.

 

Santa Elena de Constantinopla



 

Viuda, madre del Emperador Constantino - († 329)

Nació Elena en una pobre casita de Deprano, en Nicomedia, bajo los poderes de los césares de Roma. Era pobre pero muy bella. Su juventud ciertamente que no fue entre flores y agasajos, ya que se veía obligada a limpiar la casa y a hacer la comida para sus padres y hermanos.

Elena era pagana, como paganos eran sus padres, pero adornaban su alma un cúmulo de virtudes que la predisponían a recibir cuando llegase la hora la gracia del Evangelio. Ella veía con ojos horripilantes aquellas persecuciones tan sangrientas contra los pobres cristianos solamente por no pertenecer a la religión romana. Eran buenos, sencillos, trabajadores, honrados, no se metían con nadie. "¿Por qué matarles?" -se preguntaba Elena-.

Cuando ya tenía unos veinte años floridos o poco más, aconteció que pasó cerca de ella el flamente general Constancio Cloro, que era de familia noble y muy querido del Emperador Maximino. Se enamoraron y se casaron. Fruto de aquel matrimonio nacía el 27 de febrero del 274 en Naissus -Dardania-, el futuro y gran general y Emperador Constantino. Todo iba bien hasta que el 1 de marzo de 293 hubo un gran cambio en la vida de Elena: Diecleciano y Maximino nombran como Césares de sus respectivos reinos a Galerio y a Constancio. A éste le obligan que para ello debe repudiar a Elena y casarse con la hijastra de Maximino. Como el poder y la arrogancia no tienen límites, esto hace Constancio. La pobre Elena queda sin amparo ya que hasta su mismo hijo, lo que más amaba en su vida, se lo lleva su padre para que le siga en las correrías militares.

La vida de Elena durante este tiempo es de meditación, de vida ejemplar y de obras de caridad aunque todavía no conoce la religión de Cristo.

El 25 de julio del 306 muere Constancio Cloro. Le acompaña su hijo Constantino. Eusebio de Cesarea cuenta el milagroso evento: Durante la batalla de Saxa Rubra, al atardecer, vio Constantino como una especie de "Lábaro", en el que había pintada una cruz de la que salían rayos de luz y un letrero que decía: "Con esta señal vencerás". Este portento lo vio todo el ejército junto con su general. Por la noche en sueños se le aparece a Constantino el mismo prodigio. Manda hacer este estandarte como se le había indicado. Da comienzo la batalla. Va a la cabeza el lábaro milagroso y... la victoria del 28 de octubre del 312 fue un hecho. Sobre el puente Milvio queda derrotado Majencio y entra como único emperador de Roma Constantino.

Santa Elena quizá cuando esto sucede ya era cristiana. Ella fue asimilando poco a poco las sublimidades de la fe cristiana y se abrazó de lleno a ellas y por ellas luchó con denuedo toda su vida. Su hijo, aunque mucho trabajó por la extensión de la fe cristiana y a él se debe el célebre Edicto de Milán del 313, por el que se permitía la religión cristiana, parece que sólo recibió el bautismo a la hora de la muerte.

ella, a Santa Elena, se atribuye también la historia o leyenda de la Invención de la Santa Cruz. Tanto era el amor que sentía hacia Jesucristo que no podía sufrir que este instrumento de nuestra salvación permaneciera -todavía después de cuatro siglos- enterrado y no dignamente venerado por los cristianos. Y a sus cerca de setenta años se dirigió a Jerusalén para descubrir el paradero de la Santa Cruz. Y... su fe dio con ella al realizarse por medio de este bendito Leño el milagro de curar repentinamente a una mujer moribunda.

Realizados sus deseos volvió a Roma al lado de su hijo y le ayudó a que éste diera su paso definitivo de hacerse cristiano. Santa Elena pasó santamente sus últimos días hasta que se durmió en el Señor por el año 329.

 

Ramillete espiritual:

«Y ya no estoy en el mundo; más éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.»

Jn 17, 11

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario