miércoles, 15 de mayo de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 17 - DE MAYO – VIERNES – 7ª - SEMANA DE PASCUA – B – SAN PASCUAL BAILON

 


 

 17 - DE MAYO – VIERNES –

 7ª - SEMANA DE PASCUA – B –

SAN  PASCUAL  BAILON

 

        Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (25,13-21):

 

En aquellos días, el rey Agripa llegó a Cesarea con Berenice para cumplimentar a Festo, y se entretuvieron allí bastantes días.

     Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole:

«Tengo aquí un preso, que ha dejado Félix; cuando fui a Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos judíos presentaron acusación contra él, pidiendo su condena. Les respondí que no es costumbre romana ceder a un hombre por las buenas; primero el acusado tiene que carearse con sus acusadores, para que tenga ocasión de defenderse. Vinieron conmigo a Cesarea, y yo, sin dar largas al asunto, al día siguiente me senté en el tribunal y mandé traer a este hombre. Pero, cuando los acusadores tomaron la palabra, no adujeron ningún cargo grave de los que yo suponía; se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo. Yo, perdido en semejante discusión, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que lo juzgase allí. Pero, como Pablo ha apelado, pidiendo que lo deje en la cárcel, para que decida su majestad, he dado orden de tenerlo en prisión hasta que pueda remitirlo al César.»

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 10,4-7

    R/. El Señor puso en el cielo su trono

 

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.

     Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R/.

 

Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.

El Señor puso en el cielo su trono, su soberanía gobierna el universo.

     Bendecid al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Juan (21,15-19):

 

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro:

«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?»

Él le contestó:

«Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»

Jesús le dice:

«Apacienta mis corderos.»

     Por segunda vez le pregunta:

«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»

Él le contesta:

 «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»

Él le dice:

«Pastorea mis ovejas.»

Por tercera vez le pregunta:

«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»

Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó:

«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»

Jesús le dice:

«Apacienta mis ovejas.

Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.»

Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.

     Dicho esto, añadió: «Sígueme.»

 

                           Palabra del Señor

 

1.  La importancia de este diálogo, entre Jesús y Pedro, para el significado de Pedro en la Iglesia, es mayor de lo que imaginamos. Y por tanto, para el papado, como cabeza del colegio episcopal (concilios Vaticano I y II, Denzinger-Hünermann, 3055 y 4143).

Según la lectura que los Padres de la Iglesia y los teólogos cristianos, han hecho de este relato, está fuera de duda que Pedro (y el papado, que se ha fundamentado en él) es una pieza clave en la estructura de la Iglesia.

El papado, por tanto, no es un invento humano como tantos otros. Tiene su origen en los primeros orígenes del cristianismo, si nos atenemos a los recuerdos de Jesús, que nos dejaron los evangelios.

 

2.  Pero, tan importante como lo anterior, es saber que el papel de Pedro, tal como se plantea aquí (en su mismo origen), fue pensado por Jesús, nunca basado en la fuerza del poder, sino solamente en la ejemplaridad del amor.

Fue necesario que Pedro negase tres veces su fe en Cristo, en el palacio de Anás, para que afirmase tres veces su amor a Jesús, en el lago de Galilea.

El Pedro que negó la fe fue el Pedro seguro de sí mismo (aunque todos los demás..., yo no).

El Pedro que amó a Jesús fue el Pedro que se entristeció inseguro de sí.

Y fue este Pedro el que "siguió" (Jn 21, 19) definitivamente a Jesús.

 

3.  La gran contradicción y el gran escándalo es que el papado, que se ha terminado imponiendo en la Iglesia, no ha sido el papado del discípulo que sigue a Jesús, sino el papado del poder que apeteció Pedro cuando quiso situarse el primero (Mt 20, 20-28; Mc 10, 35-46) o el papado del Pedro que rechazó la pasión y el fracaso de Jesús (Mt 16, 21-23 par), que más se parece al orgullo de aquel Pedro que se sentía seguro de sí mismo, el que se veía superior a los demás.  

Se ha superpuesto el poder al amor.  Y por eso se ha confeccionado una historia turbia del papado, en la que han abundado falsificaciones como la "donación de Constantino" (s. VIII), pretensiones de poder sobre cualquier otro poder humano (s. XI) o teorías como la de la plenitudo potestatis, a partir de Inocencio III (s. XII-XIII). Desde entonces hasta el canon 331 del vigente Derecho Canónico, en la historia del papado ha habido hombres santos y hombres pecadores. Pero la institución, tal como ha sido gestionada, ha alejado -y sigue alejando- a grandes sectores de la sociedad de la "peligrosa memoria' del Jesús que se nos presenta en el Evangelio.

 

4.  Y lo más doloroso es que todo esto se vea confirmado ahora, en el papado de Francisco, el humilde sucesor de Pedro que se identifica con los más pobres, los enfermos, los ancianos y los niños.

El Papa que no es querido y aceptado por buena parte del clero y de la Curia Romana, cosa que es bien sabida en todo el mundo.

Es doloroso pensar que la Iglesia no coincide con el Evangelio.

 

SAN  PASCUAL  BAILON

 


Religioso - (año 1592)

 

Nace en el año 1540 en Torrehermosa, perteneciente al reino de Aragón, donde ejerce el humilde oficio de pastor. Ingresó en la Orden de los Frailes Menores, y sobresalió por su devoción a la Virgen y por su amor a la eucaristía.

Murió en Villarreal de los Infantes, cerca de Valencia, el 17 de mayo de 1592. Fue ­canonizado por Alejandro VIII en 1690. León XIII lo nombró patrono de las Asociaciones y Congresos eucarísticos por el breve apostólico Providentissimus, el 28 de noviembre de 1897.

 

VIDA

 

Le pusieron por nombre Pascual, por haber nacido el día de Pascua (del año 1540). Nació en Torre Hermosa, Aragón, España.

Es el patrono de los Congresos Eucarísticos y de la Adoración Nocturna. Desde los 7 años hasta los 24, por 17 años fue pastor de ovejas. Después por 28 será hermano religioso, franciscano.

Su más grande amor durante toda la vida fue la Sagrada Eucaristía. Decía el dueño de la finca en el cual trabajaba como pastor, que el mejor regalo que le podía ofrecer al niño Pascual era permitirle asistir algún día entre semana a la Santa Misa. Desde los campos donde cuidaba las ovejas de su amo, alcanzaba a ver la torre del pueblo y de vez en cuando se arrodillaba a adorar el Santísimo Sacramento, desde esas lejanías. En esos tiempos se acostumbraba que al elevar la Hostia el sacerdote en la Misa, se diera un toque de campanas. Cuando el pastorcito Pascual oía la campana, se arrodillaba allá en su campo, mirando hacia el templo y adoraba a Jesucristo presente en la Santa Hostia. Un día otros pastores le oyeron gritar: "¡Ahí viene!, ¡allí está!". Y cayó de rodillas. Después dijo que había visto a Jesús presente en la Santa Hostia.

De niño siendo pastor, ya hacía sus mortificaciones. Por ej. la de andar descalzo por caminos llenos de piedras y espinas. Y cuando alguna de las ovejas se pasaba al potrero del vecino le pagaba al otro, con los escasos dineros que le pagaban de sueldo, el pasto que la oveja se había comido.

A los 24 años pidió ser admitido como hermano religioso entre los franciscanos. Al principio le negaron la aceptación por su poca instrucción, pues apenas había aprendido a leer. Y el único libro que leía era el devocionario, el cual llevaba siempre mientras pastoreaba sus ovejas y allí le encantaba leer especialmente las oraciones a Jesús Sacramentado y a la Stma. Virgen.

Como religioso franciscano sus oficios fueron siempre los más humildes: portero, cocinero, mandadero, barrendero. Pero su gran especialidad fue siempre un amor inmenso a Jesús en la Santa Hostia, en la Eucaristía. Durante el día, cualquier rato que tuviera libre lo empleaba para estarse en la capilla, de rodillas con los brazos en cruz adorando a Jesús Sacramentado. Por las noches pasaba horas y horas ante el Santísimo Sacramento. Cuando los demás se iban a dormir, él se quedaba rezando ante el altar. Y por la madrugada, varias horas antes de que los demás religiosos llegaran a la capilla a orar, ya estaba allí el hermano Pascual adorando a Nuestro Señor.

Ayudaba cada día el mayor número de misas que le era posible y trataba de demostrar de cuantas maneras le fuera posible su gran amor a Jesús y a María. Un día un humilde religioso se asomó por la ventana y vio a Pascual danzando ante un cuadro de la Stma. Virgen y diciéndole: "Señora: no puedo ofrecerte grandes cualidades, porque no las tengo, pero te ofrezco mi danza campesina en tu honor". Pocos minutos después el religioso aquel se encontró con el santo y lo vio tan lleno de alegría en el rostro como nunca antes lo había visto así. Cuando los padres oyeron esto, unos se rieron, otros se pusieron muy serios, pero nadie comentó nada.

Pascual compuso varias oraciones muy hermosas al Santísimo Sacramento y el sabio Arzobispo San Luis de Rivera al leerlas exclamó admirado: "Estas almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan con la sabiduría divina que Dios concede a los humildes".

Sus superiores lo enviaron a Francia a llevar un mensaje. Tenía que atravesar caminos llenos de protestantes. Un día un hereje le preguntó: "¿Dónde está Dios?". Y él respondió: "Dios está en el cielo", y el otro se fue. Pero enseguida el santo fraile se puso a pensar: "¡Oh, me perdí la ocasión de haber muerto mártir por Nuestro Señor! Si le hubiera dicho que Dios está en la Santa Hostia en la Eucaristía me habrían matado y sería mártir. Pero no fui digno de ese honor". Llegado a Francia, descalzo, con una túnica vieja y remendada, lo rodeó un grupo de protestantes y lo desafiaron a que les probara que Jesús sí está en la Eucaristía. Y Pascual que no había hecho estudios y apenas si sabía leer y escribir, habló de tal manera bien de la presencia de Jesús en la Eucaristía, que los demás no fueron capaces de contestarle. Lo único que hicieron fue apedrearlo. Y él sintió lo que dice la S. Biblia que sintieron los apóstoles cuando los golpearon por declararse amigos de Jesús: "Una gran alegría por tener el honor de sufrir por proclamarse fiel seguidor de Jesús".

Lo primero que hacía al llegar a algún pueblo era dirigirse al templo y allí se quedaba por un buen tiempo de rodillas adorando a Jesús Sacramentado.

Hablaba poco, pero cuando se trataba de la Sagrada Eucaristía, entonces sí se sentía inspirado por el Espíritu Santo y hablaba muy hermosamente. Había recibido de Dios ese don especial: el de un inmenso amor por Jesús Sacramentado.

Siempre estaba alegre, pero nunca se sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o cuando podía estarse un rato orando ante el Sagrario del altar.

Pascual nació en la Pascua de Pentecostés de 1540 y murió en la fiesta de Pentecostés de 1592, el 17 de mayo (la Iglesia celebra tres pascuas: Pascua de Navidad, Pascua de Resurrección y Pascua de Pentecostés. Pascua significa: paso de la esclavitud a la libertad). Y parece que el regalo de Pentecostés que el Espíritu Santo le concedió fue su inmenso y constante amor por Jesús en la Eucaristía.

Cuando estaba moribundo, en aquel día de Pentecostés, oyó una campana y preguntó: "¿De qué se trata?". "Es que están en la elevación en la Santa Misa". "¡Ah que hermoso momento!", y quedó muerto plácidamente.

Después durante su funeral, tenían el ataúd descubierto, y en el momento de la elevación de la Santa Hostia en la misa, los presentes vieron con admiración que abría y cerraba por dos veces sus ojos. Hasta su cadáver quería adorar a Cristo en la Eucaristía. Los que lo querían ver eran tantos, que su cadáver lo tuvieron expuesto a la veneración del público por tres días seguidos.

Por 200 años muchísimas personas, al acercarse a la tumba de San Pascual oyeron unos misteriosos golpecitos. Nadie supo explicar por qué, pero todos estaban convencidos de que eran señales de que este hombre tan sencillo fue un gran santo. Y los milagros que hizo después de su muerte, fueron tantos, que el Papa lo declaró santo en 1690.

El Sumo Pontífice nombró a San Pascual Bailón Patrono de los Congresos Eucarísticos y de la Adoración Nocturna.

 

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