6 - DE MAYO – LUNES –
6ª SEMANA DE PASCUA – B
SAN PEDRO NOLASCO
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (16,11-15):
NOS hicimos a la mar en Tróade y pusimos rumbo hacia Samotracia; al día
siguiente salimos para Neápolis y de allí para Filipos, primera ciudad del
distrito de Macedonia y colonia romana. Allí nos detuvimos unos días.
El sábado
salimos de la ciudad y fuimos a un sitio junto al río, donde pensábamos que
había un lugar de oración; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres
que habían acudido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira,
vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios, estaba escuchando; y el
Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo.
Se bautizó
con toda su familia y nos invitó:
«Si estáis
convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa».
Y nos obligó
a aceptar.
Palabra de Dios
Salmo:
149,1-2.3-4.5-6a.9b
R/. El Señor
ama a su pueblo
Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su
alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre
Israel por su Creador, los hijos de Sión por su
Rey. R/.
Alabad su nombre con danzas, cantadle con
tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. R/.
Que los fieles festejen su gloria y canten
jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca.
Es un honor para todos sus fieles. R/.
Lectura del
santo evangelio según san Juan (15,26–16, 4a):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga
el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que
procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis
testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Os he hablado
de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún,
llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a
Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Os he hablado
de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había
dicho».
Palabra del Señor
1. La composición de este
evangelio recoge, ante todo, el final del capítulo 15 del IV evangelio (Jn 15,
26), donde se repite la promesa de la venida del Espíritu (el Paráclito o
abogado defensor), que dará a los discípulos la fortaleza necesaria, para mantenerse fieles a la misión que Jesús les ha encomendado. Y esta promesa “que es el final del capítulo 15” se une inmediatamente al comienzo del capítulo 16, que es la prolongación de la promesa que les hace Jesús. Pero una promesa que se va a realizar en unas condiciones
extremadamente duras, que Jesús explica enseguida.
2. Lo
que se dice, al comienzo del cap. 16, se refiere a la persecución que tuvieron
que sufrir los seguidores de Jesús durante la época posterior a la muerte de Jesús. Es un tema común en la literatura cristiana primitiva. Y
refleja la experiencia dolorosa que tuvieron que sufrir las comunidades
cristianas desde sus orígenes.
Y es que el
Evangelio, vivido en serio y en su integridad, era como "un cuerpo
extraño" en la cultura del Imperio. Esto se refleja también en
los evangelios sinópticos (Mt 24, 9-14; Mc 13, 9-13; Lc 21, 12-17). Cosa que ya
había quedado expresada en las tradiciones de la misión que les encomendó Jesús
(Mt 10, 17-25; 5, 10-11; Lc 12, 1-12) (Jean Zumstein).
3. Pero
Jesús llega más lejos. Porque asegura que, a los testigos del Evangelio, los
excomulgarán de las sinagogas. Es decir, esos testigos de Jesús tendrán que
pasar por la dura vergüenza de verse expulsados de los centros propios de la
religión. Y, lo que es más inconcebible, llegará el día en que a los testigos
de Jesús se les matará, se les quitará la vida, pensando que así es cómo se le
da culto a Dios (dókse latreían prosphé rein tóTheó). Es, literalmente, la
ofrenda cultual a Dios, convertida en "culto asesino".
El día del
Corpus de 1534, el emperador Francisco I, presidió la procesión del Santísimo
por las calles de París; y con su propia mano fue
prendiendo fuego a 25 hogueras en las que ardieron 25 herejes, para honrar así
a su Divina Majestad. Semejante perversión brutal, se da a diario en pequeñas
cosas cotidianas, con más frecuencia de lo que imaginamos.
Es la
perversión radical de la religión.
SAN PEDRO NOLASCO
Fundador de la Orden de la Bienaventurada Virgen María
de la Merced para la redención de cautivos. Mercedarias
Martirologio
Romano: En Barcelona, en España, san Pedro
Nolasco, presbítero, que, según la tradición, junto a san Ramón de Penyafort y
el rey Jaime I de Aragón fundó la orden de la Bienaventurada María de la
Merced, para la redención de los cautivos. Se entregó ardientemente con trabajo
y esfuerzo a procurar la paz y a liberar del yugo de la esclavitud a los
cristianos, en tiempo de los infieles († 1258).
Observación: En el antiguo santoral se lo
recordaba el 29 de enero
Fecha
de canonización: 30 de septiembre de 1628 por el
papa Urbano VIII
Breve Biografía
Nace en Barcelona, España, 1189. A los 15 años sufre la muerte de su padre y
se dispone a repartir santamente sus muchos bienes a lo que su madre asiente.
Años mas
tarde, estando en edad de casarse, peregrina a Monserrat. Allí, a los pies de
la Virgen, pudo comprender mejor el vacío de las vanidades mundanas y el tesoro
que es la vida eterna. Prometió entonces a la Virgen mantenerse puro y
dedicarse a su servicio. Eran tiempos en que los musulmanes saqueaban las
costas y llevaban a los cristianos como esclavos al Africa. La horrenda
condición de estas víctimas era indescriptible. Muchos por eso perdían la fe
pensando que Dios les había abandonado. Pedro Nolasco era comerciante. Decidió
dedicar su fortuna a la liberación del mayor número posible de esclavos.
Recordaba la frase del evangelio: "No almacenen su fortuna en esta tierra
donde los ladrones la roban y la polilla la devora y el moho la corroe. Almacenen
su fortuna en el cielo, donde no hay ladrones que roben, ni polilla que devore
ni óxido que las dañe" Mt 6,20.
En 1203 el laico San Pedro Nolasco iniciaba en Valencia la redención de
cautivos, redimiendo con su propio patrimonio a 300 cautivos. Forma un grupo
dispuesto a poner en común sus bienes y organiza expediciones para negociar
redenciones. Su condición de comerciantes les facilita la obra. Comerciaban
para rescatar esclavos. Cuando se les acabó el dinero forman grupos -cofradías-
para recaudar la "limosna para los cautivos". Pero llega un momento
en que la ayuda se agota. Pedro Nolasco se plantea entrar en alguna orden
religiosa o retirarse al desierto. Entra en una etapa de reflexión y oración
profunda.
Intervención de la Virgen para la fundación
La noche del 1 al 2 de agosto del año
1218, la Virgen se le apareció a Pedro Nolasco. Según una tradición dudosa,
también se apareció la Virgen a San Raimundo de Peñafort, y al rey Jaime I de
Aragón, y les comunicó a los tres por separado su deseo de fundar una orden
para redimir cautivos.
El hecho es que la Virgen María movió profundamente el corazón de Pedro
Nolasco para fundar la orden de la Merced y formalizar el trabajo que él y sus
compañeros hacían ya por 15 años. El 10 de agosto de 1218 en el altar mayor de
la Catedral de Barcelona, en presencia del rey Jaime I de Aragón y del obispo
Berenguer de Palou, se crea la nueva institución. Pedro y sus compañeros
vistieron el hábito y recibieron el escudo con las cuatro barras rojas sobre un
fondo amarillo de la corona de Aragón y la cruz blanca sobre fondo rojo,
titular de la catedral de Barcelona. Pedro Nolasco reconoció siempre a María
Santísima como la auténtica fundadora de la orden mercedaria. Su patrona es La
Virgen de la Merced. "Merced" significa "misericordia". (Mas
sobre La Virgen de la Merced y San Nolasco).
La nueva orden fue laica en los primeros tiempos. Su primera ubicación fue
el hospital de Santa Eulalia, junto al palacio real. Allí recogían a indigentes
y a cautivos que regresaban de tierras de moros y no tenían donde ir. Seguían
la labor que ya antes hacían de crear conciencia sobre los cautivos y recaudar
dinero para liberarlos. Eran acompañados con frecuencia de excautivos, ya que,
cuando uno era rescatado, tenía obligación de participar durante algún tiempo
en este servicio. Normalmente iban cada año en expediciones redentoras. San
Pedro continuó sus viajes personalmente en busca de esclavos cristianos. En
Argelia, África, lo hicieron prisionero, pero logró conseguir su libertad.
Aprovechando sus dones de comerciante, organizó con éxito por muchas ciudades
colectas para los esclavos.
Los frailes hacían, además de los tres votos de la vida religiosa, pobreza,
castidad y obediencia, un cuarto: dedicar su vida a liberar esclavos. Al entrar
en la orden los miembros se comprometían a quedarse en lugar de algún cautivo
que estuviese en peligro de perder la fe, en caso que el dinero no alcanzara a
pagar su redención. Entre los que se quedaron como esclavos está San Pedro
Ermengol, un noble que entró en la orden tras una juventud disoluta. Este
cuarto voto distinguió a la nueva comunidad de mercedarios.
El Papa Gregorio Nono aprobó la comunidad y San Pedro Nolasco fue nombrado
Superior General.
El rey Jaime decía que, si había logrado conquistar la ciudad de Valencia,
ello se debía a las oraciones de Pedro Nolasco. Cada vez que obtenía algún
triunfo lo atribuía a las oraciones de este santo.
Antes de morir, a los 77 años (el 25 de diciembre de 1258), pronunció el
Salmo 76: "Tú, oh, Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los
pueblos y con tu brazo has rescatado a los que estaban cautivos y
esclavizados".
Su intercesión logró muchos milagros y el Papa Urbano VIII lo declaró santo
en 1628.
La misión redentora la continúa hoy la familia mercedaria a través de sus
institutos religiosos y asociaciones de laicos. Es también la misión de todo
buen cristiano.
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