10 - DE MAYO – VIERNES –
6ª SEMANA DE PASCUA – B
SAN JUAN DE AVILA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (18,9-18):
CUANDO estaba Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión:
«No temas,
sigue hablando y no te calles, pues yo estoy contigo, y nadie te pondrá la mano
encima para hacerte daño, porque tengo un pueblo numeroso en esta ciudad».
Se quedó,
pues, allí un año y medio, enseñando entre ellos la palabra de Dios.
Pero, siendo
Gallón procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron de común acuerdo contra
Pablo y lo condujeron al tribunal diciendo:
«Este induce
a la gente a dar a Dios un culto contrario a la ley».
Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Gallón dijo a los judíos:
«Judíos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, sería razón
escucharos con paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de
vuestra ley, vedlo vosotros. Yo no quiero ser juez de esos asuntos».
Y les ordenó
despejar el tribunal.
Entonces
agarraron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del
tribunal, sin que Galión se preocupara de ello.
Pablo se quedó allí todavía bastantes días; luego se despidió de los
hermanos y se embarco para Siria con Priscila y Aquila. En Cencreas se había
hecho rapar la cabeza, porque había hecho un voto.
Palabra de Dios
Salmo:
46,2-3,4-5.6-7
R/. Dios es
el rey del mundo
Pueblos todos, batid palmas, aclamad a
Dios con gritos de júbilo; porque el Señor altísimo es
terrible, emperador de toda la tierra. R/.
Él nos somete los pueblos y nos sojuzga
las naciones; Él nos escogió por heredad suya: gloria de Jacob, su amado. R/.
Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al
son de trompetas: tocad para Dios, tocad; tocad para nuestro Rey, tocad. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Juan (16,20-23a):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad,
en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo
estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá
en alegría.
La mujer,
cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en
cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al
mundo le ha nacido un hombre.
También
vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro
corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».
Palabra del Señor
1. Este evangelio alcanza una
profundidad sorprendente. Cada ser humano es lo que es su
"afectividad". El motor de nuestra conducta es nuestro mundo interior
afectivo. Pero nunca deberíamos olvidar que el "afecto" es "pasión".
Y la pasión no es "decisión", sino "atracción". De ahí que
el "poder coactivo" se está desplazando hacia el "poder
seductor".
Toda la
tecnología de la Informática, como las técnicas de la publicidad y la
propaganda, se basan en este principio. Que opera también en lo político. Es lo
que Byung - Chul Han ha denominado la Psicopolítica.
Siglos antes,
habían intuido este mecanismo de nuestra conducta hombres geniales como Tomás
de Aquino (Sum. Theol. q. 26, a. 3) y F. Suárez, que define el amor por el
"principio de pasividad" (De Passion. I, IV, 2). De ahí que la
pregunta constante que tenemos que afrontar es esta:
- "¿Qué
es lo que más me seduce en la vida?". - ¿El Evangelio? - ¿El
dinero? - ¿El bienestar?
2. Pero no se trata de que,
en la mentalidad de Jesús, la privación, la renuncia, el fastidiarse y pasarlo
mal, el sufrimiento y la ascética, todo eso por sí mismo y por sí solo, nos
lleve a Dios.
No es posible
creer en un Dios así. Ni aceptar un
Evangelio tan deforme. Eso va contra un derecho básico y primordial
de todo ser humano: el derecho a vivir feliz.
Entonces, -
¿por qué habla Jesús como habla en este evangelio?
3. Porque,
tal como está configurado y funciona el psiquismo humano, el "deseo de
satisfacción inmediata" tiene más fuerza y es más determinante de nuestra
conducta que todo cuando nos puede ofrecer la fe y la esperanza de cualquier religión.
Como también
es más fuerte, para el común de los mortales, que las propuestas sociales que
se nos hacen desde los movimientos más utópicos y altruistas. Por eso Jesús
termina haciendo una oferta de alegría que nada ni nadie nos podrá arrebatar.
El Evangelio
vivido con coherencia lleva derechamente a la alegría, a la
paz, al gozo y al disfrute de todo lo bueno, bello y satisfactorio que ofrece
la vida. Este tiene que ser el criterio rector de nuestra vida.
SAN JUAN DE AVILA
SAN JUAN DE ÁVILA
(1499-1569)
Presbítero y doctor de la Iglesia
Patrono del Clero Secular de España
Nace en
Almodóvar del Campo (Ciudad Real) hacia 1499 y muere en Montilla (Córdoba) el
10 de mayo de 1569. Desarrolló su actividad apostólica especialmente en el sur
de España, por lo cual se le llama el Apóstol de Andalucía, promoviendo un
profundo espíritu de renovación en la Iglesia en España.
No solo en vida, sino también después de
su muerte, a través de sus cartas, pláticas, sermones y escritos, llenos de
unción evangélica, influyó poderosamente en la historia de la espiritualidad
española y universal.
En vísperas del Concilio de Trento,
dirigió recomendaciones preciosas a diversos obispos sobre la reforma de la
Iglesia.. En su retiro de Montilla oró y se entregó incansablemente a la
escritura. Fue canonizado por Se anticipó a las decisiones tridentinas,
fundando colegios para el clero (los futuros seminarios instituidos por
Trento). San Ignacio de Loyola, san Francisco de Borja y santa Teresa de Jesús
le consultaban y apreciabanPablo VI el 31 de mayo de 1970. Pío XII lo nombró
patrono del clero secular español el 2 de julio de 1946.
JUAN DE
ÁVILA nació el día de la Epifanía, 6 de enero,
en Almodóvar del Campo (Ciudad Real, entonces diócesis de Toledo), hijo único
de unos padres muy cristianos y en muy buena posición económica y social. A los
14 años lo llevaron a estudiar Leyes a la Universidad de Salamanca, pero
abandonó estos estudios al concluir el cuarto curso, decidió regresar al
domicilio familiar para dedicarse a reflexionar y orar.
Con el propósito de hacerse sacerdote y marchar después como misionero a las
Indias, en 1520 realizó estudios de Artes y Teología en la prestigiosa
Universidad de Alcalá. Recibida la ordenación de presbítero en 1529, celebró la
primera Misa solemne en la parroquia de su pueblo. Como ya habían muerto sus
padres, para festejar el acontecimiento invitó a su mesa a doce pobres y
decidió vendar su cuantiosa fortuna procedente de las minas de plata que poseía
la familia y darlo todo a los más necesitados. A continuación, marchó a Sevilla
para esperar el momento de embarcar hacia Nueva España (México).
Mientras tanto se dedicó a la predicación en la ciudad y en las localidades
cercanas. Allí se encontró con el sacerdote amigo Fernando de Contreras, mayor
que él y prestigioso catequista, a quien había conocido cuando éste se
doctoraba en Alcalá. Entusiasmadamente por el modo de predicar del joven
sacerdote Ávila, consiguió que el Arzobispo hispalense le hiciera desistir de
su idea de ir a América para quedarse en Andalucía, donde urgía consolidar la
fe de los creyentes después de siglos de dominación musulmana. Juan de Ávila
permaneció en Sevilla, compartiendo casa, pobreza y vida de oración con
Fernando de Contreras y, a la vez que se dedicaba asiduamente a la predicación
y a la dirección espiritual de personas, continuó estudios de Teología en el
Colegio Santo Tomás de Sevilla.
Pero sus éxitos apostólicos se vieron pronto nublados por una denuncia a la
Inquisición, acusado de haber sostenido algunas doctrinas sospechosas. Mientras
tuvo lugar el proceso, entre 1531 y 1533 quedó recluido en la cárcel. Allí se
dedicó asiduamente a la oración, y durante esta dura situación recibió la
gracia de penetrar con singular profundidad en el misterio del amor de Dios y
el gran “beneficio” hecho a la humanidad por Jesuscristo nuestro Redentor. En
adelante será éste el eje de su vida espiritual y uno de los temas centrales de
su actividad evangelizadora. En la cárcel escribió la primera versión de su
obra más conocida, el tratado de vida espiritual (Audi, filta), dedicado a doña
Sancha Carrillo, una distinguida joven a quien seguía orientando espiritualmente
después de su clamorosa conversión.
Emitida la sentencia absolutoria en 1533, continuó predicando con notable
éxito ante el pueblo de y las autoridades, pero prefirió trasladarse a Córdoba,
diócesis en la que quedó incardinado, y donde conoció a su discípulo, amigo y
primer biógrafo, el dominico Fray Luis de Granada. Poco después, en 1536, fijó
su residencia en Granada, donde también continuó estudios y comienza a figurar
con el título de Maestro.
Viviendo muy pobremente y dedicándose a la oración y a la predicación, fue
centrando su interés en mejorar la formación de quienes se preparaban para el
sacerdocio, para lo que fundó Colegios mayores y menores, que después de
Trento, habrían de convertirse en seminarios conciliares. Para el Maestro de
Ávila, la reforma de Iglesia, que cada vez consideraba más necesaria, pasaba
por la mayor santidad de clérigos, religiosos y fieles.
Sonadas conversiones como las del Marqués de Llombat, que llegó a ser san
Francisco de Borja, o la de Juan Cidad -san Juan de Dios- y, sobre todo, su
dedicación a la gente sencilla junto con la fundación de los niños y jóvenes,
jalonan la vida del Maestro de Ávila. Fundó incluso una Universidad, la de
Baeza (Jaén), que durante siglos fue un destacado referente para la cualificada
formación de los sacerdotes.
Después de recorres Andalucía y parte de Extremadura orando y predicando, ya
enfermo, en 1554 se retiró definitivamente a Montilla (Córdoba), donde ejerció
su apostolado a través de abundante correspondencia y perfiló algunas de sus
obras. Además de un catecismo o Doctrina cristiana en verso para que lo
cantaran los niños y evangelizaran así a los mayores, el Maestro de Ávila es
autor del conocido Tratado del amor de Dios, del Tratado sobre el sacerdocio y
de otros escritos menores.
Aquejado de fortísimos dolores, con un Crucifijo entre las manos y
acompañado de sus discípulos y amigos, el Maestro de Ávila entregó su alma al
Señor en su humilde casa de Montilla en la mañana del 10 de mayo de 1569. Santa
Teresa de Jesús, al enterarse de la noticia, no dudó en exclamar: lloro porque
pierde la Iglesia de Dios una gran columna.
En 1623 se instruyó en la archidiócesis de Toledo su Causa de canonización.
El papa Benedicto XIV aprobó y elogió su doctrina y escritos en 1742. El 4 de
abril de 1894 León XIII lo beatificó. En 1946 fue nombrado patrono del clero
secular de España por Pío XII y Pablo VI lo canonizó el 31 de mayo de 1970. Fue
proclamado Doctor de la Iglesia el 7 de octubre de 2012, junto a Santa
Hildegarda de Bilden, por el papa Benedicto XVI.
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