lunes, 8 de febrero de 2016

Párate un momento: El Evangelio del día 9 DE FEBRERO – MARTES – Stª. Apolonia, virgen y mártir




9 DE FEBRERO – MARTES –
Stª. Apolonia, virgen y mártir
5ª - SEMANA DEL TIEMPO

       Evangelio según san Marcos 7, 1-13

       En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos letrados de Jerusalén y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes las manos, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas. Según eso, los fariseos y los letrados preguntaron a Jesús: “¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen tus discípulos la tradición de los mayores?”.  Él les contestó: “Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón
está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres”.  Y añadió: “Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición”.  Moisés dijo: “Honra a tu padre ya tu madre” y “el que maldiga a su padre o a su madre tiene pena de muerte”.  En cambio vosotros decís: “Si uno le dice a su padre o a su madre: Los bienes con que podría ayudarte los ofrezco al templo”, ya no le permitís hacer nada más por su padre o por su madre; invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os transmitís; y como estas hacéis muchas”.

       1.   El problema, que se plantea en este episodio, es central para entender el Evangelio y comprender dónde y en qué está la originalidad del cristianismo.  Ese problema no está en si lo primero es la Escritura o es la Tradición (Joel Marcus). El problema capital consiste en saber si lo primero y determinante es la religión con sus rituales o es el Evangelio con su ética.

       2.   Lo que Jesús deja claro, en este evangelio, es que lo determinante en la vida no son las prácticas rituales, sino el comportamiento ético, que brota del corazón, de lo más hondo del ser humano. Eso es lo que nos hace buenos o malos. No el observar o dejar de observar determinados rituales. Los ritos tranquilizan la conciencia, pero no nos hacen buenas personas.  El problema está en que lo primero en la religión son los ritos.  Dios es un producto bastante tardío en la historia de las religiones.  (cf. Karl Meuli, H. Kühn, P. Wilhelm Schmidt: Anton Vorbichier, Walter Burkert).

       3.   Jesús fue un hombre profundamente religioso, que desplazó la religión; la saco del templo; se la quitó a los sacerdotes y la puso en el centro de la vida, en la honradez, la justicia, el respeto, la tolerancia, la libertad, la bondad, el exceso de la demasiada ternura.  Y eso, siempre y con todos.  Con los que piensan como yo y con los que piensan lo que me desagrada y hasta me ofende.  Para lo cual hace falta tener un “punto de encuentro último”, al que Jesús llamaba el Padre.  Y al que acudimos mediante la oración, que nos devuelve la paz, la serenidad y la ilusión por superar lo que nos causa pena, soledad y dolor.  Solo así, pasaremos por la vida haciendo el
bien.


Stª. Apolonia, virgen y mártir

Murió en Alexandria (Egipto) en 249 AD
Su fiesta se celebraba el 9 de febrero.
Según la tradición, los padres de Apolonia no tenían descendencia a pesar de sus constantes oraciones a sus dioses. Finalmente, la futura madre le pidió a la Virgen Santísima que interceda por ellos. Cuando la joven Apolonia conoció las circunstancias de su nacimiento, se hizo cristiana.
San Dionisio, obispo de Alejandría, fue testigo de la muerte de Apolonia quien era para entonces una diaconisa de edad avanzada. La describió en una carta a Fabio que fue preservada por Eusebio, obispo de Antioquía.
Estalló una persecución de los cristianos por el populacho pagano de Alejandría en el último año del reino del emperador Felipe. Los cristianos eran arrastrados fuera de sus casas y asesinados, sus propiedades saqueadas. La persecución comenzó cuando un poeta de Alejandría profetizó desastre por la presencia de los cristianos a los que consideraba impíos por no adorar a los dioses.
La primera víctima fue un anciano venerable llamado Metras o Metrius, a quien trataron de obligar a proferir blasfemias contra Dios. Cuando se negó, lo azotaron, le clavaron astillas de caña en los ojos, y lo mataron a pedradas.
La siguiente persona que aprehendieron fue a una mujer cristiana, llamada Quinta, a quien llevaron a uno de sus templos para forzarla a adorar al ídolo. Ella se dirigió al falso dios con palabras de desprecio que exasperaron tanto al pueblo que la arrastraron por los talones por encima del empedrado, la azotaron y le dieron muerte a pedradas. Por esos días, los alborotadores habían llegado al colmo de su furor. Los cristianos no ofrecían resistencia, sino que se daban a la fuga, abandonando todas sus pertenencias, sin quejarse, porque sus corazones estaban despegados de la tierra. Su constancia era tan general, que San Dionisio no supo de ninguno que hubiera renunciado a Cristo.
Se apoderaron de Apolonia y la golpearon en la cara, le tiraron todos los dientes, y después, prendiendo una gran hoguera fuera de la ciudad, la amenazaron con arrojarla dentro si no pronunciaba ciertas palabras impías. Les rogó que le dieran unos momentos de tregua, como si fuera a considerar su posición. Entonces, para dar testimonio de que su sacrificio era perfectamente voluntario, tan pronto como la dejaron libre, se lanzó dentro de las llamas.
Luego descargaron su furia sobre un santo hombre llamado Serapión y lo atormentaron en su propia casa; después lo tiraron de cabeza desde la azotea.
En la mayoría de las regiones de la Iglesia occidental se encuentran iglesias y altares dedicados en honor de Santa Apolonia, pero no se la venera en ninguna iglesia oriental, aun cuando sufrió en Alejandría.
San Agustín explica por qué razón anticipó su muerte. El santo supone que obró por una dirección particular del Espíritu Santo, porque de otra manera no sería lícito hacerlo; nadie puede apresurar su propio fin.
Se la invoca contra el dolor de muelas y todas las enfermedades dentales, y se la presenta con un par de pinzas que sostienen un diente o si no, suele distinguirse por un diente de oro pendiente de su collar.
Santa Apolonia intercede por nosotros, para que no cedamos ante el paganismo actual que nos arrastra y nos quiere seducir. Que tu ejemplo y el de los otros mártires nos de fuerza para ser fieles a nuestro Señor Jesucristo. Amén.






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