4 DE FEBRERO
– JUEVES –
Stª
Catalina de Ricci, virgen
4ª - SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO
Evangelio según san Marcos, 6,
7-13
En aquel tiempo, llamó
Jesús a los doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los
espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada
más, pero no pan ni alforjas, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias,
pero no una túnica de repuesto. Y añadió: “Quedaos en la casa donde entréis,
hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha,
al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa”. Ellos
salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a
muchos enfermos y los curaban.
1. La misión, que Jesús les encarga a sus
apóstoles, y que resume lo que ellos tienen que hacer en el mundo hasta el fin
de los tiempos, se reduce a una cosa: liberar a la gente de los “espíritus
inmundos”. Esta expresión se refería a los demonios. Y los demonios, a su vez,
eran la representación que, en las culturas de la antigüedad, se hacían las
gentes de entonces de lo que hoy llamaríamos las “fuerzas del mal”, que
causan violencia,
injusticias, sufrimiento, todo lo malo que tenemos que soportar en esta vida.
Por tanto, Jesús no les dio a sus apóstoles una misión “religiosa” sino una
misión “terapéutica”. Que consiste, en definitiva, en humanizar este mundo tan deshumanizado.
2. Los medios (para esa tarea), fueron —y son—
desconcertantes. No les dio nada. Les prohibió utilizar hasta lo más elemental:
comida, indumentaria de ropas y calzado, dinero... Tenían que ser “ellos
mismos” con su vida entera al descubierto, sin más títulos, seguridades, instrumental
u apariencias. Y nada de andar callando o disimulando para ganarse a la gente.
De eso, nada. Donde no os reciban, ¡a otro sitio!
Jesús pensó que, para la
misión que les encomendaba, los medios o instrumental eran ellos mismos, en
total claridad y transparencia. Lo que tenía que convencer a la gente es su
forma de vivir. Ni más, ni menos.
3. El resultado: explicar que lo primero es el
“cambio de mentalidad”, “predicar la conversión” “volverse” en el A. T. (W. L.
Holladay). Es decir, retornar al punto
de partida: “nacer de nuevo” (Jn 3, 3). En segundo lugar, expulsar todo lo que sean
fuerzas del mal. Tercero, aliviar el sufrimiento de cuantos padecen (enfermos,
personas limitadas, desamparadas...). Jesús
modificó la religión de
forma tan radical, que su proyecto no nos cabe en la cabeza.
Vivimos
más la religión que el Evangelio.
Stª
Catalina de Ricci, Virgen (1522-1590)
El
23 de abril de 1522 nacía en Florescencia,
Toscana-Italia, la futura santa Catalina,
aunque al ser bautizada le fue impuesto el nombre de Alejandra. Sus padres, que
se llamaban Francisco y Catalina, eran buenos cristianos y pertenecientes más
bien a la aristocracia de la ciudad. Poco después de nacer Alejandra, murió su
madre y su padre contrajo segundas nupcias.
Cuando
tenía diez años fue internada por su padre en el Monasterio de Monticelli donde
estaba de religiosa su tía Luisa Ricci. Muy pronto quedaron profundamente
admiradas las religiosas al descubrir las muchas y profundas virtudes que
adornaban su alma.
A
los trece años volvió a la casa paterna siguiendo casi la misma vida que
llevara en el internado, pero al poco tiempo y con la aprobación paterna, ingresó
en el Convento de San Vicente de Prato y vistió el hábito de la Orden
dominicana y al año siguiente emitió los votos religiosos con gran gozo de su
alma y de todas las religiosas ya que todas sabían apreciar el gran regalo que
les había hecho la Divina Providencia al enviarles esta perla de criatura.
Al
poco tiempo de profesar sus votos, la santa enfermó gravemente, al punto de que
su vida corría peligro. Los tormentos que azotaron su cuerpo por causa de la
enfermedad, los ofrecía y soportaba con paciencia y humildad, y sobre todo
meditando en la Pasión y Muerte de Jesucristo.
Recibió
muchos dones y regalos del cielo: Revelaciones, gracias de profecía y
milagros... Luces especiales en los más delicados asuntos de los que ella nada
sabía. Por ello acudieron a consultarla Papas, cardenales y grandes de la
tierra igual que personas sencillas y humildes. A todos atendía con gran bondad
y humildad ya que se veía anonada por sus miserias y se sentía la más pecadora
de los mortales. El 2 de febrero de 1590 expiró en el Señor.
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