jueves, 4 de febrero de 2016

Párate un momento: Evangelio del día 5 DE FEBRERO – VIERNES – Stª Águeda, virgen y mártir





5 DE FEBRERO – VIERNES –
Stª Águeda, virgen y mártir
4ª - SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según san Marcos: 6, 14-29

En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él.      Unos decían: “Juan Bautista ha resucitado, y por eso los ángeles actúan en él”. Otros decían: “Es Elías”. Otros: “Es un profeta como los antiguos”.  Herodes, al oírlo, decía: “Es Juan a quien yo decapité que ha resucitado”. Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Felipe, y Juan le decía que no era lícito tener la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. En muchos asuntos seguía su parecer y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes ya los convidados. El rey le dijo a la joven: “Pídeme lo que quieras, que te lo doy”. Y le juró: “Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”. Ella salió a preguntarle a su madre: “¿Qué le pido?”. La madre le contestó: “La cabeza de Juan el Bautista”. Entró ella enseguida, a toda prisa, y se acercó al rey y le pidió: “Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista”. El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que le trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.

1.- Sin duda alguna, la lección central de este episodio está en dejar muy clara cuál debe ser la postura de los profetas ante el poder político. Lo mismo Juan que Jesús no pretendieron servirse de ese poder para realizar su misión. Al contrario, toma distancias tanto ante Herodes, como ante Pilatos. A ambos les dijeron lo que les tenían que decir. Y jamás les pidieron nada.

2.- Quizá la tentación peor de las religiones es buscar alianzas y privilegios de los poderes públicos-. Las religiones antiguas gravitaron hacia las clases dominantes, fue el camino que tomaron también las iglesias cristianas. Es lo que se ha llamado “la tesis del opio” (cf. Marx y Engels) o quizá otra forma de droga, que distorsiona, condiciones normales del entendimiento (F. Staal; cf. W. Burkert).
La autenticidad del Evangelio se comprueba en la libertad ante el poder. Aunque le cueste la vida misma.



Padeció el martirio en Catania (Sicilia), probablemente en la persecución de Decio [249-251]. Desde la antigüedad su culto se extendió por toda la Iglesia y su nombre fue introducido en el Canon romano.
Santa Águeda poseía todo lo que una joven suele desear: Una familia distinguida y belleza extraordinaria. Pero atesoraba mucho más que todo su fe en Jesucristo. Así lo demostró cuando el Senador Quintianus se aprovechó de la persecución del emperador Decio (250-253) contra los cristianos para intentar poseerla. Las propuestas del senador fueron resueltamente rechazadas por la joven virgen, que ya se había comprometido con otro esposo: Jesucristo.
Quintianus no se dio por vencido y la entregó en manos de Afrodisia, una mujer malvada, con la idea de que esta la sedujera con las tentaciones del mundo. Pero sus malas artes se vieron fustigadas por la virtud y la fidelidad a Cristo que demostró Santa Águeda. 
Quintianus entonces, poseído por la ira, torturó a la joven virgen cruelmente, hasta llegar a ordenar que se le corten los senos. Es famosa respuesta de Santa Águeda: "Cruel tirano, ¿no te da vergüenza torturar en una mujer el mismo seno con el que de niño te alimentaste?". La santa fue consolada con una visión de San Pedro quién, milagrosamente, la sanó. Pero las torturas continuaron y al fin fue meritoria de la palma del martirio, siendo echada sobre carbones encendidos en Catania, Sicilia (Italia).
Según la tradición, en una erupción del volcán Etna, ocurrida un año después del martirio de Santa Águeda (c.250), la lava se detuvo milagrosamente al pedir los pobladores del área la intercesión de la santa mártir. Por eso la ciudad de Catania la tiene como patrona y las regiones aledañas al Etna la invocan como patrona y protectora contra fuego, rayos y volcanes. Además de estos elementos, la iconografía de Santa Águeda suele presentar la palma (victoria del martirio), y algún símbolo o gesto que recuerde las torturas que padeció.
Tanto Catania como Palermo reclaman el honor de ser la cuna de Santa Águeda. En algunos lugares, el "pan de Santa Águeda" y agua son bendecidos durante la misa de su fiesta.
La Iglesia de Santa Águeda en Roma tiene una impresionante pintura de su martirio sobre el altar mayor.
Solo conocemos con certeza histórica el hecho y la fecha de su martirio y la veneración pública con que se le honraba in la Iglesia primitiva.  En el siglo VI, Venantius Fortunatus la menciona en su poema sobre la virginidad como una de las celebradas vírgenes y mártires cristianas


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