5 DE FEBRERO
– VIERNES –
Stª
Águeda, virgen y mártir
4ª - SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO
Evangelio según san Marcos:
6, 14-29
En aquel tiempo, como la fama
de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él. Unos decían: “Juan Bautista ha
resucitado, y por eso los ángeles actúan en él”. Otros decían: “Es Elías”.
Otros: “Es un profeta como los antiguos”. Herodes, al oírlo, decía: “Es Juan a quien yo
decapité que ha resucitado”. Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo
había metido en la cárcel encadenado. El motivo era que Herodes se había casado
con Herodías, mujer de su hermano Felipe, y Juan le decía que no era lícito
tener la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería
quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a
Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. En muchos asuntos
seguía su parecer y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes,
por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente
principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a
Herodes ya los convidados. El rey le dijo a la joven: “Pídeme lo que quieras,
que te lo doy”. Y le juró: “Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi
reino”. Ella salió a preguntarle a su madre: “¿Qué le pido?”. La madre le
contestó: “La cabeza de Juan el Bautista”. Entró ella enseguida, a toda prisa,
y se acercó al rey y le pidió: “Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la
cabeza de Juan el Bautista”. El rey se puso muy triste; pero por el juramento y
los convidados no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que
le trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en
una bandeja; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos
fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.
1.-
Sin duda alguna, la lección central de este episodio está en dejar muy clara
cuál debe ser la postura de los profetas ante el poder político. Lo mismo Juan
que Jesús no pretendieron servirse de ese poder para realizar su misión. Al
contrario, toma distancias tanto ante Herodes, como ante Pilatos. A ambos les
dijeron lo que les tenían que decir. Y jamás les pidieron nada.
2.-
Quizá la tentación peor de las religiones es buscar alianzas y privilegios de
los poderes públicos-. Las religiones antiguas gravitaron hacia las clases
dominantes, fue el camino que tomaron también las iglesias cristianas. Es lo
que se ha llamado “la tesis del opio” (cf. Marx y Engels) o quizá otra forma de
droga, que distorsiona, condiciones normales del entendimiento (F. Staal; cf.
W. Burkert).
La
autenticidad del Evangelio se comprueba en la libertad ante el poder. Aunque le
cueste la vida misma.
Padeció el
martirio en Catania (Sicilia), probablemente en la persecución de Decio
[249-251]. Desde la antigüedad su culto se extendió por toda la Iglesia y su
nombre fue introducido en el Canon romano.
Santa Águeda poseía todo lo que una joven suele desear: Una
familia distinguida y belleza extraordinaria. Pero atesoraba mucho más que
todo su fe en Jesucristo. Así lo demostró cuando el Senador Quintianus se
aprovechó de la persecución del emperador Decio (250-253) contra los
cristianos para intentar poseerla. Las propuestas del senador fueron
resueltamente rechazadas por la joven virgen, que ya se había comprometido con
otro esposo: Jesucristo.
Quintianus no se dio por vencido y la entregó en manos de
Afrodisia, una mujer malvada, con la idea de que esta la sedujera con las tentaciones
del mundo. Pero sus malas artes se vieron fustigadas por la virtud y la
fidelidad a Cristo que demostró Santa Águeda.
Quintianus entonces, poseído por la ira, torturó a la joven
virgen cruelmente, hasta llegar a ordenar que se le corten los senos. Es famosa
respuesta de Santa Águeda: "Cruel
tirano, ¿no te da vergüenza torturar en una mujer el mismo seno con el que de
niño te alimentaste?". La santa fue consolada con una visión de San
Pedro quién, milagrosamente, la sanó. Pero las torturas continuaron y al fin
fue meritoria de la palma del martirio, siendo echada sobre carbones encendidos
en Catania, Sicilia (Italia).
Según la tradición, en una erupción del volcán Etna,
ocurrida un año después del martirio de Santa Águeda (c.250), la lava se
detuvo milagrosamente al pedir los pobladores del área la intercesión de la
santa mártir. Por eso la ciudad de Catania la tiene como patrona y las regiones
aledañas al Etna la invocan como patrona y protectora contra fuego, rayos y
volcanes. Además de estos elementos, la iconografía de Santa Águeda suele
presentar la palma (victoria del martirio), y algún símbolo o gesto que
recuerde las torturas que padeció.
Tanto Catania como Palermo reclaman el honor de ser la cuna
de Santa Águeda. En algunos lugares, el "pan de Santa Águeda" y agua
son bendecidos durante la misa de su fiesta.
La Iglesia de Santa Águeda en Roma tiene una impresionante
pintura de su martirio sobre el altar mayor.
Solo conocemos con certeza histórica el hecho y la fecha de su martirio y
la veneración pública con que se le honraba in la Iglesia primitiva. En
el siglo VI, Venantius Fortunatus la menciona en su poema sobre la virginidad
como una de las celebradas vírgenes y mártires cristianas
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