viernes, 12 de febrero de 2016

Párate un momento: Evangelio del día 13 DE FEBRERO – SÁBADO – San Benigno, mártir




13 DE FEBRERO – SÁBADO –
San Benigno, mártir 
SEMANA DE CENIZA

       Evangelio según san Lucas, 5, 27-32

       En aquel tiempo, al salir, Jesús vio a un recaudador llamado Leví sentado al mostrador de los impuestos y le dijo: “Sígueme”. 
       Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
       Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa.  Los fariseos y los letrados dijeron a sus discípulos, criticándolo:
       “¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?”. 
       Jesús les replicó:
       “No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.  No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan”.

       1.   Se comprende el alcance y el valor de este relato cuando se sabe que el valor supremo, que constituía la aspiración mayor de todo ciudadano en las sociedades mediterráneas del s. 1, era el honor, la dignidad y la consiguiente estima social (B. J.Malina).
       Por otra parte, este supremo valor se expresaba y se cuidaba sobre todo en el acto social más valorado entonces, el simposio o “banquete” (D. E. Smith).  De ahí el cuidado que se ponía en escoger debidamente a las personas que eran invitadas a recostarse en torno a la mesa para compartir la comida.

       2.   Todo esto explica la importancia que se les daba a las comidas, incluso el puesto que cada comensal ocupaba en las mismas (Lc 14, 7-14).  Y de ahí, la significación que tiene el hecho de que Jesús tuviera por costumbre comer con publicanos, pecadores y gentes de baja condición social (Lc 15, 1-2).  Por eso escandalizaba tanto a los grupos más religiosos (fariseos, maestros de la ley...) que Jesús y sus seguidores comieran con tales gentes.  Más que una conducta de orden trascendente, aquello era un escándalo que amenazaba el status social y la seguridad que la religión aportaba a la sociedad en general.

       3.   Por supuesto, Jesús mostró con este comportamiento, hacia los individuos y grupos peor calificados en aquel tiempo, no solo su misericordia y la bondad del Padre del Cielo, sino además dejó claro que él no estaba de acuerdo con las religiones antiguas que “normalmente gravitaban hacia las clases dominantes y los representantes del poder” (W. Burkert).
       El cristianismo, a partir del Jesús que nos presentan los evangelios, echó por el camino opuesto.  Por eso es seguro que, durante los
siglos II y III, el cristianismo era en gran parte... un ejército de desheredados” (A.D. Nock, E. R. Dodds). Pero precisamente mientras la Iglesia de aquellos tiempos se mantuvo así, tuvo un poder de transformación sobre los pueblos y sociedades de la antigüedad, que luego se fue perdiendo, a medida que el cristianismo fue teniendo más poder y se fue alejando, no solo de los publicanos y pecadores, sino sobre todo del Evangelio.

San Benigno, mártir 



Hoy recordamos a San Benigno. Su vida transcurre en torno al siglo III. Varón de probadas virtudes, se convierte en un celoso propagador de la Fe, cuyo objetivo prioritario es la difusión del Reino en medio del mundo. Esto hace que el Obispo Ponciano reconozca en él un verdadero hombre de Dios. Poco después fue ordenado sacerdote, colaborando con Ponciano en el gobierno de la grey encomendada.
Por entonces la persecución de Maximiano y Diocleciano contra los cristianos se agrava, aunque esta situación hace reafirmarse más en el ejercicio de su apostolado a Benigno, que desgasta la vida asistiendo a los cristianos que sufren y dando de comer a todos los necesitados. Incluso logró de Dios la gracia de estar cerca de los que iban a ser martirizados, confortándoles en la adversidad y en la prueba. Lleno del Espíritu Santo, predica la conversión con la idea de atraer a la Verdad a los adoradores de los ídolos, luchando contra corriente. De esta forma comienza a explicar que las divinidades romanas son falsas, poniendo en entredicho el culto que se les tributaba. De esta forma invita a descubrir al Señor Jesús, el Único al que deben servir. Todo esto hace que le arresten y le obliguen a apostatar de sus creencias. Ante su negativa, le aplican diversidad de suplicios y castigos, decretando que sea decapitado, sentencia que cumplirán en el año 303.
Iconografía: Se le representa con los vestidos litúrgicos que el sacerdote lleva en la Misa y con la palma del martirio.



No hay comentarios:

Publicar un comentario