10
DE FEBRERO
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MIÉRCOLES DE CENIZA –
Evangelio según san Mateo, 6, 1-6.16-18
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuidad de no practicar vuestra
justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no
tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas
limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en
las sinagogas y por las calles con el fin de ser honrados por los hombres; os
aseguro que ya han recibido su paga.
Tú,
en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu
derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto,
te lo pagará.
Cuando
recéis no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las
sinagogas y en las esquinas para que los vea la gente. Os aseguro que ya han
recibido su paga. Cuando tú vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta
y reza a tu Padre que está en lo escondido, y tu Padre que ve en lo escondido,
te lo pagará.
Cuando
ayunéis, no andéis cabizbajos, como los farsantes, que desfiguran su cara para
hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en
cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno
lo note, no la gente, sino tu Padre que está en lo escondido; y tu Padre, que
ve en lo escondido, te recompensará”.
1. Este texto está
tomado de la sección central del sermón del monte, recopilado por Mateo (6,
1-18). En el comienzo de la cuaresma, el
tiempo teóricamente más religioso del año, este evangelio nos recuerda tres
prácticas asociadas a la religión, la limosna, la oración y el ayuno. Pero lo curioso es que no toca el tema del
culto religioso en el templo o en las sinagogas, ni hace alusión a posibles prácticas
que fueran propias de los cristianos, ni se refiere a la comunidad cristiana. Esto es tan llamativo, que hasta se ha dudado
que este texto, tal como está formulado, provenga de Jesús (U. Luz).
2. Lo que aquí dice
Jesús apunta a algo que seguramente no imaginamos. Jesús habla de prácticas
religiosas. Pero afirma también que es necesario realizar tales prácticas de
forma que nadie las vea. La religión se ha de practicar de forma que siempre quede
“en lo oculto” (“en kryptó”) (Mt 6, 4 a. 4 b, 6 a, 6 b, 18, a. 18 b).
Hasta seis veces insiste Jesús en el ocultamiento de las
prácticas religiosas. Porque
—sorprendentemente— resulta que Dios ve
esas prácticas nada más que cuando quedan ocultos.
3. La consecuencia es
tan clara como fuerte. O el lenguaje del Evangelio es pura verborrea sin
contenido; o Jesús quiso decir que Dios no es una instancia que juzga desde
fuera, sino que se identifica con la propia conciencia (Ulrich Luz).
Jesús está contra, no
solo de todo cuanto sea utilizar la religión para alcanzar fama, tener
nombre, ser estimado... Jesús es más radical: tu religión es tu vida,
hecha generosidad (limosna), deseo que agrada a Dios (oración), austeridad
(ayuno). En esto consiste el cristianismo que quiere Jesús. Un cristianismo laico, que pasa inadvertido,
pero que es la fuerza que cambia el mundo y lo hace más humano.
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