8 DE FEBRERO
– LUNES -
Santos
Josefina Bakhita y Jéronimo Emiliani
5ª SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO
Evangelio según san Marcos, 6, 53-56
En
aquel tiempo, cuando Jesús y sus discípulos terminaron la travesía, tocaron
tierra en Genesaret, y atracaron. Apenas desembarcados, algunos lo
reconocieron, y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la
gente dónde estaba Jesús, le llevaban los enfermos en camillas. En la aldea o
pueblo o caserío donde llegaba, colocaban a los enfermos en la plaza, y les
rogaba que les dejase tocar al menos el borde de su manto y los que lo tocaban
se ponían sanos.
1. Se ha discutido,
entre los especialistas en el estudio de los evangelios, el valor histórico que
pueden tener estos sumarios o resúmenes de lo que era, y los efectos que
producía, la actividad de Jesús por los pueblos y aldeas de Galilea. Pero aquí conviene
recordar que un “sumario” no es el relato de un episodio, sino la “enseñanza”
que cabe deducir de una forma de vida.
2. Esto supuesto, lo
que aquí se nos enseña es que el Bíos —la forma de vida— de Jesús producía
salud y daba vida y felicidad a la gente con la que se encontraba o con la que
tenía alguna relación. Buscar las relaciones, que la orIa o adornos del vestido
de Jesús, podían tener con las curaciones de enfermos (cf. W. D. Davies, D. C.
Allison), todo eso no pasa
de ser un alarde de erudición que poco o nada profundiza en el estudio del
Evangelio.
3. Por tanto, lo que en
este sumario se afirma, ante todo, es la situación casi desesperada en que se
encontraban los habitantes de la Galilea del siglo primero (Joel
Marcus). En segundo lugar
—y sobre todo—, lo central de esta enseñanza es que remediando o al menos
aliviando el sufrimiento humano, así es como tiene que hacerse presente la Buena
Noticia de Jesús. Lo que a nosotros nos toca ahora es pensar y definir cómo
tenemos que hacer lo mismo en una sociedad que tiene otros
problemas. Y, por tanto,
necesita otras soluciones. En todo caso, acercarnos a los
que más sufren, eso es
siempre lo mismo. Y brota de la bondad del corazón.
Santos
Josefina Bakhita y Jerónimo Emiliani
SAN JERÓNIMO EMILIANI. Nació en
Venecia el año 1486, de una familia de
vieja solera militar y senatorial. De joven emprendió la carrera de las armas,
y llevó una vida licenciosa y violenta. Arrojado a la cárcel por sus enemigos,
maduró su vocación y se convirtió al Señor. Después de distribuir sus bienes
entre los pobres, se consagró al servicio de todos los miserables, los enfermos,
los jóvenes y niños abandonados, y al rescate de las prostitutas. Padre y
protector de los huérfanos, para los que abrió escuelas gratuitas, fundó para
su atención la Orden de los Clérigos Regulares de Somasca. Murió en Somasca
(Bérgamo) el año 1537 a consecuencia de la peste que le contagiaron los
enfermos a quienes atendía.- Oración: Señor, Dios de
las misericordias, que hiciste a san Jerónimo Emiliani padre y protector de los
huérfanos, concédenos, por su intercesión, la gracia de permanecer siempre fieles
al espíritu de adopción que nos hace verdaderamente hijos tuyos. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
SANTA
JOSEFINA BAKHITA.
Nació en Sudán
entre 1869 y 1872, en la tribu de los Dagiú. Siendo todavía niña, los negreros
la raptaron y vendieron cinco veces en los mercados de esclavos. El miedo que
experimentó en el rapto le provocó una amnesia que le hizo olvidar incluso su
nombre. Bakhita es el nombre que le dieron los secuestradores; Josefina, el que
recibió en el bautismo. Experimentó las humillaciones y los sufrimientos
físicos y morales de la esclavitud, pasando de mano en mano por varios dueños.
En Jartum la compró un cónsul italiano, que se la llevó a Génova y se la cedió
a unos amigos. Estos, en 1888, la confiaron a las religiosas canosianas de Venecia.
Se fue acercando al catolicismo, en 1890 recibió el bautismo y en 1893 entró en
el noviciado de las Hijas de la Caridad Canosianas. Por deseo de sus
superioras, escribió sus memorias personales. Durante muchos años se dedicó a
diversos trabajos domésticos en la casa de Schio (Vicenza, Italia), hasta que
una artritis deformante la dejó postrada en una silla de ruedas. Murió en Schio
el 8 de febrero de 1947. Juan Pablo II la canonizó el año 2000.- Oración: Oh
Dios, que de la humillante esclavitud condujiste a santa Josefina a la dignidad
de hija tuya y esposa de Cristo, te rogamos nos concedas que, imitando su
ejemplo, sigamos con amor firme a Cristo crucificado y, movidos a misericordia,
perseveremos en el amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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