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DE MARZO – SÁBADO -
San
Luis Orione, presbítero
4ª
- SEMANA DE CUARESMA - C
Evangelio
según san Juan 7, 40-53
En
aquel tiempo, de la gente que oyó estos discursos de Jesús, unos decían:
“Este
es de verdad el profeta”.
Otros
decían:
“Este
es el Mesías”.
Pero
otros decían:
“¿Es
que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No
dice la Escritura que vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de
David?”.
Y
así surgió entre la gente una discordia por su causa.
Algunos
querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardias del templo acudieron a los sumos
sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron:
“¿Por
qué no lo habéis traído?”
Los
guardias respondieron:
“Jamás
ha hablado nadie así”.
Los
fariseos les replicaron:
“¿También
vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay
algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos
malditos”.
Nicodemo,
el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, dijo:
“¿Acaso
nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero o averiguar que ha
hecho?”
Ellos
le replicaron:
“¿También
tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen pro fetas”.
Y se volvieron cada uno a su casa.
1. Este episodio
empieza y termina afirmando que la convicción de muchos judíos
es que de Galilea no podía
venir el Mesías. Hasta ese punto llegaba el desprecio que se tenía contra los
galileos. Porque eran gente pobre,
sencilla e ignorante. En este ambiente
de tensión, de enfrentamientos, de confrontaciones y discusiones sobre si Jesús
era o no era el Mesías esperado, hay una sola cosa que queda clara: los únicos que
creían en Jesús y se fiaban de él eran las gentes pobres, de condición sencilla
y humilde, los que se encuadraban en el “óchlos”, el pueblo vulgar, la
multitud, considerada como inculta e ignorante en todo cuanto se refería a la
Ley religiosa, sus rituales y sus observancias.
2. En contraste con lo
dicho, no creían en Jesús ni los “jefes”, ni los “fariseos”. Es decir, ni los “poderosos”, ni los
“observantes” aceptaban a Jesús. Y
buscaban las razones más pintorescas para justificar su rechazo. Por ejemplo, lo que ya se ha dicho: el Mesías
no podía ser galileo; o que tendría que haber nacido en Belén.
Razones que no tienen ningún peso teológico. La resistencia a la evidente ejemplaridad de
Jesús se agarra a un clavo ardiendo, con tal de defender sus conveniencias.
3. La conclusión es
clara: son los últimos de este mundo los que sintonizan con Jesús. Sin duda alguna, la Iglesia naciente —lo mismo en los evangelios sinópticos que en
el evangelio de Juan— expresa la
preferencia de Jesús, de Dios, por los que están abajo en la sociedad y en la
historia. Al igual que la sintonía de
los últimos
con el Evangelio de Jesús.
Pero, ¡Atención!, no es una cuestión
social o cultural. Es un problema de
valores. Que nos enfrenta a la pregunta
clave: ¿qué valores son los argumentos
determinantes de nuestra vida? Concretando:
lo que más valoramos en la vida, ¿es la conducta ejemplar o es la categoría
social?.
San
Luis Orione, presbítero
Italiano, fundador de la
congregación religiosa "Pequeña Obra de la Divina Providencia"
(conocida como Obra Don Orione).
Era el cuarto hijo de Vittorio Orione y
Carolina Feltri. El ambiente familiar que rodeó a Don Orione en los primeros
años de su vida fue de una gran humildad, ocupando un lugar muy especial la fe
sencilla pero firme transmitida desde la infancia por su madre.
Una vez determinada su decisión de ser
sacerdote, ingresó al convento franciscano de Voghera. Más tarde lo haría al
Oratorio de Valdocco, de la congregación salesiana, donde conoce a San Juan
Bosco en 1886. Luego comenzó sus estudios en el seminario de Tortona (1889),
donde conoció a otro santo italiano, el Padre Cayetano Catanoso. Fue ordenado
sacerdote el 13 de abril de 1895.
En los comienzos de su ministerio Don
Orione fue descubriendo poco a poco su verdadera vocación, reuniendo a niños de
escasos recursos para ayudarlos en sus estudios. Importancia capital tuvo su
participación en la ayuda brindada luego de los terremotos que azotaron Italia,
especialmente los de la zona de Mesina (1908). Don Orione fundó la obra de los
Ermitaños de la Divina Providencia en Italia (1899), y la Congregación de las
Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad (1915). En ese último año se abrió
el primer Pequeño Cottolengo en Italia, al cual siguieron otros.
Posteriormente viajó a América del Sur en
dos oportunidades, en los años 1921 y 1934, viviendo en Brasil, Uruguay,
Argentina y Chile.
En 1927 tuvo lugar la fundación de las
Hermanas Adoratrices Sacramentinas, no videntes y en 1931 la del Santuario
Nuestra Señora de la Guardia.
Al morir, el 12 de marzo de 1940, su
notoriedad era vastísima. Fue
beatificado por el papa Juan Pablo II el 26 de octubre de 1980 y canonizado,
por este mismo papa, el 16 de mayo de 2004.
El 29 de agosto de 2000 su corazón llega
en un relicario para residir definitivamente en el Cottolengo del barrio Don
Orione, en la ciudad de Claypole, provincia de Buenos Aires, Argentina. Desde ese día este santuario es
lugar de peregrinación de los fieles.
El Cuerpo incorrupto de san Luis Orione,
expuesto en el Santuario Nuestra Señora de la Guardia en Tortona, Italia.
Su cuerpo permanece en el Santuario
Nuestra Señora de la Guardia en Tortona, Italia, con excepción de su corazón
que se expone en el Cottolengo del barrio que lleva su nombre, en la ciudad de
Claypole, Argentina.
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