viernes, 11 de marzo de 2016

Párate un momento: Evangelio del día 12 DE MARZO – SÁBADO - San Luis Orione, presbítero




12 DE MARZO  – SÁBADO -
San Luis Orione, presbítero
4ª - SEMANA DE CUARESMA - C

       Evangelio según san Juan 7, 40-53

       En aquel tiempo, de la gente que oyó estos discursos de Jesús, unos decían:
       “Este es de verdad el profeta”.  
       Otros decían:
       “Este es el Mesías”.
       Pero otros decían:
       “¿Es que de Galilea va a venir el Mesías?  ¿No dice la Escritura que vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de David?”.  
       Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.
       Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.  Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron:
       “¿Por qué no lo habéis traído?”
       Los guardias respondieron:
       “Jamás ha hablado nadie así”.
       Los fariseos les replicaron:
       “¿También vosotros os habéis dejado embaucar?  ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él?  Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos”.
       Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, dijo:
       “¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero o averiguar que ha hecho?”
       Ellos le replicaron:
       “¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen pro fetas”.
        Y se volvieron cada uno a su casa.

       1.   Este episodio empieza y termina afirmando que la convicción de muchos judíos
es que de Galilea no podía venir el Mesías. Hasta ese punto llegaba el desprecio que se tenía contra los galileos.  Porque eran gente pobre, sencilla e ignorante.  En este ambiente de tensión, de enfrentamientos, de confrontaciones y discusiones sobre si Jesús era o no era el Mesías esperado, hay una sola cosa que queda clara: los únicos que creían en Jesús y se fiaban de él eran las gentes pobres, de condición sencilla y humilde, los que se encuadraban en el “óchlos”, el pueblo vulgar, la multitud, considerada como inculta e ignorante en todo cuanto se refería a la Ley religiosa, sus rituales y sus observancias.

       2.   En contraste con lo dicho, no creían en Jesús ni los “jefes”, ni los “fariseos”.  Es decir, ni los “poderosos”, ni los “observantes” aceptaban a Jesús.  Y buscaban las razones más pintorescas para justificar su rechazo.  Por ejemplo, lo que ya se ha dicho: el Mesías no podía ser galileo; o que tendría que haber nacido en Belén.
       Razones que no tienen ningún peso teológico.  La resistencia a la evidente ejemplaridad de Jesús se agarra a un clavo ardiendo, con tal de defender sus conveniencias.

       3.   La conclusión es clara: son los últimos de este mundo los que sintonizan con Jesús.  Sin duda alguna, la Iglesia naciente  —lo mismo en los evangelios sinópticos que en el evangelio de Juan—  expresa la preferencia de Jesús, de Dios, por los que están abajo en la sociedad y en la historia.  Al igual que la sintonía de los últimos
con el Evangelio de Jesús.  Pero, ¡Atención!, no es una cuestión social o cultural.  Es un problema de valores.  Que nos enfrenta a la pregunta clave:  ¿qué valores son los argumentos determinantes de nuestra vida?  Concretando: lo que más valoramos en la vida, ¿es la conducta ejemplar o es la categoría social?.

San Luis Orione, presbítero
      

      
      Italiano, fundador de la congregación religiosa "Pequeña Obra de la Divina Providencia" (conocida como Obra Don Orione).
       Era el cuarto hijo de Vittorio Orione y Carolina Feltri. El ambiente familiar que rodeó a Don Orione en los primeros años de su vida fue de una gran humildad, ocupando un lugar muy especial la fe sencilla pero firme transmitida desde la infancia por su madre.
       Una vez determinada su decisión de ser sacerdote, ingresó al convento franciscano de Voghera. Más tarde lo haría al Oratorio de Valdocco, de la congregación salesiana, donde conoce a San Juan Bosco en 1886. Luego comenzó sus estudios en el seminario de Tortona (1889), donde conoció a otro santo italiano, el Padre Cayetano Catanoso. Fue ordenado sacerdote el 13 de abril de 1895.
       En los comienzos de su ministerio Don Orione fue descubriendo poco a poco su verdadera vocación, reuniendo a niños de escasos recursos para ayudarlos en sus estudios. Importancia capital tuvo su participación en la ayuda brindada luego de los terremotos que azotaron Italia, especialmente los de la zona de Mesina (1908). Don Orione fundó la obra de los Ermitaños de la Divina Providencia en Italia (1899), y la Congregación de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad (1915). En ese último año se abrió el primer Pequeño Cottolengo en Italia, al cual siguieron otros.
       Posteriormente viajó a América del Sur en dos oportunidades, en los años 1921 y 1934, viviendo en Brasil, Uruguay, Argentina y Chile.
       En 1927 tuvo lugar la fundación de las Hermanas Adoratrices Sacramentinas, no videntes y en 1931 la del Santuario Nuestra Señora de la Guardia.
       Al morir, el 12 de marzo de 1940, su notoriedad era vastísima.  Fue beatificado por el papa Juan Pablo II el 26 de octubre de 1980 y canonizado, por este mismo papa, el 16 de mayo de 2004.
       El 29 de agosto de 2000 su corazón llega en un relicario para residir definitivamente en el Cottolengo del barrio Don Orione, en la ciudad de Claypole, provincia de Buenos Aires,     Argentina. Desde ese día este santuario es lugar de peregrinación de los fieles.
       El Cuerpo incorrupto de san Luis Orione, expuesto en el Santuario Nuestra Señora de la Guardia en Tortona, Italia.
       Su cuerpo permanece en el Santuario Nuestra Señora de la Guardia en Tortona, Italia, con excepción de su corazón que se expone en el Cottolengo del barrio que lleva su nombre, en la ciudad de Claypole, Argentina.



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