miércoles, 2 de marzo de 2016

Párate un momento: Evangelio del día 3 DE MARZO – JUEVES - Santos Emeterio y Celedonio, mártires.



3 DE MARZO – JUEVES -
Santos Emeterio y Celedonio, mártires.
3ª - SEMANA DE CUARESMA

       Evangelio según san Lucas: 11, 14-23

       En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo, y apenas salió el demonio habló el mudo.  La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron:
       “Si echa los demonios es por arte de Belcebú, el príncipe de los demonios”.
       Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo.  Él, leyendo sus pensamientos, les dijo:
       “Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa.  Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belcebú; y vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces.  Pero si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros.  Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros.  Pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín.  El que no está conmigo, está contra mí el que no recoge conmigo, desparrama”.

       1.   La creencia en los demonios entró en las tradiciones del pueblo de Israel a partir del encuentro con las ideas religiosas del sincretismo irano-caldeo.  Esto ocurrió, como es sabido, en los tiempos del destierro en Babilonia (s. y a.C.). Desde entonces se empezó a pensar y creer que los ángeles aparecen como poderes espirituales que prestan auxilio, mientras que los demonios son poderes diabólicos dañinos.  A los demonios o espíritus inmundos se atribuían las enfermedades, las desgracias y cuanto hacia sufrir a los seres humanos (O. Bócher). Por eso, Jesús en cuanto liberador de los demonios, es el signo más patente de la presencia del Reino de Dios.  Dios reina en el mundo liberando a los que sufren de las causas que les provocan sus desgracias. Lo que entraña una enseñanza básica: Dios se hace presente en la vida de las personas, más por la paz, la alegría y la felicidad, que por la piedad o la religiosidad.

       2.   Jesús libera del demonio liberando de la mudez.  Se puede “ser” mudo o “estar” mudo. El que calla cuando tendría que hablar, “está” mudo, aunque no “sea” mudo.  La corrupción moral, con sus terribles consecuencias, políticas, económicas, sociales..., se debe a la incontable cantidad de ciudadanos que nos portamos como mudos.  Porque nos callamos cuando tendríamos que hablar. Y no decimos lo que habría que pregonar a los cuatro vientos.  Por desgracia, hay silencios que son cómplices de muchas maldades y origen de tantos sufrimientos.  Los llamados medios de “comunicación” son, con frecuencia, medios de “incomunicación”.  Porque no dicen la verdad, o porque callan lo que tendrían que decir.  A eso, antiguamente, se le llamaba “estar endemoniado”. Ahora, de esas conductas, se dice que lo “políticamente correcto”. ¡Conductas satánicas! Que son conductas canallas”, que perpetúan la maldad y el sufrimiento de los desgraciados.

       3.   La división y la confrontación incluso entre demonios, es signo evidente de auto-destrucción.  Una familia dividida, un país en el que viven unos ciudadanos enfrentados contra otros, una Iglesia rota y fracturada en grupos que no se quieren o incluso se odian..., todo eso es satánico.

Santos Emeterio y Celedonio, mártires. 



Calahorra está unida a estos soldados por el hecho de su martirio y quizá también por ser el lugar de su nacimiento. Otros señalan a León como cuna por los libros de rezos leoneses –antifonarios, leccionarios y breviarios del siglo XIII– al interpretar «ex legione» como lugar de su proveniencia, cuando parece ser que la frase latina es mejor referida a la Legión Gemina Pia Felix a la que pertenecieron y que estuvo acampada cerca de la antigua Lancia, hoy León, según se encuentra en el documento histórico denominado «Actas de Tréveris» del siglo VII.
En la parte alta de Calahorra está la iglesia del Salvador –probablemente en testimonio perpetuante del hecho martirial– por donde antes estuvo un convento franciscano y, antes aún, la primitiva catedral visigótica que debió construirse, según la costumbre de la época, junto a la residencia real, para defensa ante posibles invasiones y que fue destruida por los musulmanes en la invasión del 923, según consta en el códice primero del archivo catedralicio.
No se conocen las circunstancias del martirio de estos santos; no las refiere Prudencio. ¡Qué pena que el emperador Diocleciano ordenara quemar los antiguos códices cristianos y expurgar los escritos de su tiempo! Con ello intentó, por lo que nos refiere Eusebio, que no quedara constancia ni sirviera como propaganda de los mártires, y evitar que se extendiera el percance de la nueva fe.
Tampoco hay en el relato nombres que faciliten una aproximación. ¿Fue al comienzo del siglo IV en la persecución de Diocleciano? Parece mejor inclinarse con La Fuente por la mitad del siglo III en la de Valeriano, contando con que algún otro retrotrae la historia hasta el siglo II. Cierto es que Prudencio nació hacia el 350, deja escrita en su verso la historia antes del 401, cuando se marcha a Italia, hablando de ella como de suceso muy remoto y no debe referirse con esto al tiempo de Daciano (a. 304) porque esta época ya fue conocida por los padres del poeta. Es bueno, además, no perder de vista que el narrador antiguo no es tan exacto en la datación de los hechos como la actual crítica, siendo frecuente toparse con anacronismos poco respetuosos con la historia.
El caso es que Emeterio y Celedonio –hermanos de sangre según algunos relatores– que fueron honrados con la condecoración romana de origen galo llamada torques por los méritos al valor, al arrojo guerrero y disciplina marcial, ahora se ven en la disyuntiva de elegir entre la apostasía de la fe o el abandono de la profesión militar. Así son de cambiantes los galardones de los hombres. Por su disposición sincera a dar la vida por Jesucristo, primero sufren prisión larga hasta el punto de crecerles el cabello. En la soledad y retiro obligados bien pudieron ayudarse entre ellos, glosando la frase del Evangelio, que era el momento de «dar a Dios lo que es de Dios» después de haberle ya dado al César lo que le pertenecía. Su reciedumbre castrense les ha preparado para resistir los razonamientos, promesas fáciles, amenazas y tormentos. En el arenal del río Cidacos se fija el lugar y momento del ajusticiamiento. Cuenta el relato que los que presencian el martirio ven, asombrados, cómo suben al cielo el anillo de Emeterio y el pañuelo de Celedonio como señal de su triunfo señero.
Muy pronto el pueblo calagurritano comenzó a dar culto a los mártires. Sus restos se llevaron a la catedral del Salvador; con el tiempo, las iglesias de Vizcaya y Guipúzcoa con otras hispanas y medio día de Francia dispusieron de preciosas reliquias. Junto al arenal que recogió la sangre vertida se levanta la catedral que guarda sus cuerpos. Hoy Emeterio y Celedonio, los santos cantados por su paisano Prudencio, y recordados por sus compatriotas Isidoro y Eulogio, son los patronos de Calahorra que los tiene por hermanos o de sangre o –lo que es mayor vínculo– de patria, de ideal, de profesión, de fe, de martirio y de gloria.





No hay comentarios:

Publicar un comentario