17 DE MARZO - JUEVES -
San Patricio, obispo
5ª ~ SEMANA DE CUARESMA ~
Evangelio según Juan 8, 51-59
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
“Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir
para siempre”.
Los judíos le dijeron:
“Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices “quien guarde mi palabra no
conocerá lo que es morir para siempre?” ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán,
que murió? También los profetas
murieron, ¿por quién te tienes?”.
Jesús les contestó:
“Si yo me glorificara a
mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien
vosotros decís: “Es nuestro Dios”, aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y
si dijera “no lo conozco” sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo
conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando
ver mi día: lo vio, y se llenó de alegría”.
Los judíos le dijeron:
“No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?”
Jesús les dijo:
“Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo”.
Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se
escondió y salió de templo.
1. Este
relato nos describe uno de los numerosos enfrentamientos de Jesús con los
dirigentes
religiosos del templo. En este caso, el
enfrentamiento fue tan fuerte, que faltó poco para que aquello terminara en un
linchamiento mortal. El episodio termina
diciendo que los judíos cogieron ya las piedras que necesitaban para matar a Jesús
mediante la lapidación. Jesús se salvó
en aquella ocasión porque se escondió y salió vivo casi de milagro. ¿Por qué se produjeron estos continuos
enfrentamientos entre Jesús y los responsables de la religión?
2. Esta
pregunta es capital. Para responderla
como se debe, hay que tener en
cuenta que,
desde la más remota antigüedad, las religiones se han situado preferentemente
entre las clases dominantes y los representantes del poder (W. Burkert). No
es extraño,
pues, que toda religión es generalmente aceptada como un sistema de
rangos, que
implica dependencia, sumisión y subordinación a superiores invisibles (H.
Steible, M. J. Seux, C. G. Griffiths). De
ahí, los “rituales de sumisión” que son tan evidentes en las prácticas
religiosas: inclinarse, arrodillarse, bajar la voz, tirarse al suelo, en suma
no agradarse (1. Eibl-Eibesfeld). Por eso,
la virtud primera que exigen las religiones es la obediencia y ser “humilde”
(“humilis”), cercano al suelo.
3. Todo
esto se traduce en la prepotencia y el dominio de los dirigentes (sacerdotes,
rabinos, imanes...). Que siempre han
sido agentes de dominación y, con frecuencia, productores de violencia. Si ellos representan al Poder Absoluto, no
toleran al que les cuestione o modifique su status y sus poderes. Por eso, en
la vida de Jesús, el conflicto estalló en cuanto el mismo Jesús se puso a decir
que Dios no era como los jerarcas decían (y necesitaban). Dar a entender que Dios estaba en Jesús, era
afirmar que Dios está en la vida, en la convivencia con los pobres, marginados,
la gente sencilla, los que sufren... Esto es lo que las autoridades del templo
no soportaron.
San Patricio, obispo
"Yo era
como una piedra en una profunda mina; y aquel que es poderoso vino, y en su
misericordia, me levantó y me puso sobre una pared." -San Patricio
Nació alrededor del año 387, en Escocia y
murió en Irlanda
alrededor del 461. No se conoce con exactitud los datos cronológicos del
Apóstol de Irlanda. Su padre Calpurnio era diácono y oficial del ejército
romano; su madre era familiar de San Martín de Tours; su abuelo había sido
sacerdote ya que en aquellos tiempos no se había impuesto aún la ley del
celibato sacerdotal en todo Occidente. Se afirma que fue alrededor del año 403,
a la edad de 16 años, que cayó prisionero de piratas junto con otros jóvenes
para ser vendido como esclavo a un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho.
Lo sirvió cuidando ovejas.
Trató de huir varias veces sin éxito. La Divina
Providencia aprovechó este tiempo de esclavitud, de rudo trabajo y sufrimiento,
para espiritualizarlo, preparándolo para el futuro, ya que él mismo dijo que
hasta entonces "aún no conocía al verdadero Dios", queriendo decir
que había vivido indiferente a los consejos y advertencias de la Iglesia. En un
lapso de seis años de trabajo rudo y de sufrimiento por su esclavitud, su alma
se templó maravillosamente para la santidad.
Por revelación divina, el santo huyó de las tierras
de su amo y se embarcó en una nave rumbo a su patria, no sin antes haber pasado
por miles de sufrimientos y dificultades. Los datos sobre su preparación,
ordenación sacerdotal y luego como Obispo, antes de emprender la conversión de
Irlanda son muy confusas; pero se cree que Patricio estudió en Francia y que
fue ordenado como sacerdote y luego Obispo por San Germán de Auxerre afín de
que evangelice Irlanda.
A su arribo a tierras irlandesas, San Patricio
permaneció una temporada en Ulster, donde fundó el monasterio de Saul y
emprendió, con su energía característica la tarea de conquistar el favor del
rey Laoghaire, tierras donde obtuvo -ya sea por su carácter o su don de obrar
milagros- una rotunda victoria sobre sus oponentes hechiceros y paganos, y
aquel triunfo sirvió para ganar cierta tolerancia a la predicación del
cristianismo entre los pobladores de Irlanda. Cuando Patricio había reunido en torno
a él numerosos discípulos fieles, como por ejemplo Benigno, destinado a
sucederle en la obra de evangelización, progresó rápidamente.
Hacia el año 444 se fundó la Iglesia Catedral de
Armagh (hoy Armoc), la sede principal de Irlanda, convirtiéndose luego en
centro de administración y educación. Posteriormente, es probable que el santo
haya convocado un Sínodo, casi al final de sus días, pues su salud estaba
quebrantada por las austeridades sufridas y los interminables viajes.
Definitivamente, la vida de este santo se caracterizó por una presencia tanto
humana como divina; el prodigio de la abundantísima cosecha que Dios le
permitió recoger en Irlanda, estaba siempre presente entre el santo y le
colmaba de gratitud. Es positivamente cierto que, en 30 años de apostolado, San
Patricio convirtió a "toda Irlanda" al cristianismo.
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