miércoles, 16 de marzo de 2016

Párate un momento: Evangelio del dia 17 DE MARZO - JUEVES - San Patricio, obispo






17 DE MARZO  - JUEVES -
San Patricio, obispo
5ª ~ SEMANA DE CUARESMA ~

       Evangelio según Juan 8, 51-59

       En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
       “Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre”.
       Los judíos le dijeron:
       “Ahora vemos claro que estás endemoniado;  Abrahán murió, los profetas también,  ¿y tú dices “quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre?” ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió?  También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?”.
       Jesús les contestó:
        “Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: “Es nuestro Dios”, aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera “no lo conozco” sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día: lo vio, y se llenó de alegría”.
       Los judíos le dijeron:
       “No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?”
       Jesús les dijo:
       “Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo”.
       Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió de templo.

       1.   Este relato nos describe uno de los numerosos enfrentamientos de Jesús con los
dirigentes religiosos del templo.  En este caso, el enfrentamiento fue tan fuerte, que faltó poco para que aquello terminara en un linchamiento mortal.  El episodio termina diciendo que los judíos cogieron ya las piedras que necesitaban para matar a Jesús mediante la lapidación.  Jesús se salvó en aquella ocasión porque se escondió y salió vivo casi de milagro.  ¿Por qué se produjeron estos continuos enfrentamientos entre Jesús y los responsables de la religión?

       2.   Esta pregunta es capital.  Para responderla como se debe, hay que tener en
cuenta que, desde la más remota antigüedad, las religiones se han situado preferentemente entre las clases dominantes y los representantes del poder (W. Burkert).  No
es extraño, pues, que toda religión es generalmente aceptada como un sistema de
rangos, que implica dependencia, sumisión y subordinación a superiores invisibles (H. Steible, M. J. Seux, C. G. Griffiths).  De ahí, los “rituales de sumisión” que son tan evidentes en las prácticas religiosas: inclinarse, arrodillarse, bajar la voz, tirarse al suelo, en suma no agradarse (1. Eibl-Eibesfeld).  Por eso, la virtud primera que exigen las religiones es la obediencia y ser “humilde” (“humilis”), cercano al suelo.

       3.   Todo esto se traduce en la prepotencia y el dominio de los dirigentes (sacerdotes, rabinos, imanes...).  Que siempre han sido agentes de dominación y, con frecuencia, productores de violencia.  Si ellos representan al Poder Absoluto, no toleran al que les cuestione o modifique su status y sus poderes. Por eso, en la vida de Jesús, el conflicto estalló en cuanto el mismo Jesús se puso a decir que Dios no era como los jerarcas decían (y necesitaban).  Dar a entender que Dios estaba en Jesús, era afirmar que Dios está en la vida, en la convivencia con los pobres, marginados, la gente sencilla, los que sufren... Esto es lo que las autoridades del templo no soportaron.

San Patricio, obispo

"Yo era como una piedra en una profunda mina; y aquel que es poderoso vino, y en su misericordia, me levantó y me puso sobre una pared." -San Patricio

Nació alrededor del año 387, en Escocia y
murió en Irlanda alrededor del 461. No se conoce con exactitud los datos cronológicos del Apóstol de Irlanda. Su padre Calpurnio era diácono y oficial del ejército romano; su madre era familiar de San Martín de Tours; su abuelo había sido sacerdote ya que en aquellos tiempos no se había impuesto aún la ley del celibato sacerdotal en todo Occidente. Se afirma que fue alrededor del año 403, a la edad de 16 años, que cayó prisionero de piratas junto con otros jóvenes para ser vendido como esclavo a un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho. Lo sirvió cuidando ovejas.
Trató de huir varias veces sin éxito. La Divina Providencia aprovechó este tiempo de esclavitud, de rudo trabajo y sufrimiento, para espiritualizarlo, preparándolo para el futuro, ya que él mismo dijo que hasta entonces "aún no conocía al verdadero Dios", queriendo decir que había vivido indiferente a los consejos y advertencias de la Iglesia. En un lapso de seis años de trabajo rudo y de sufrimiento por su esclavitud, su alma se templó maravillosamente para la santidad.
Por revelación divina, el santo huyó de las tierras de su amo y se embarcó en una nave rumbo a su patria, no sin antes haber pasado por miles de sufrimientos y dificultades. Los datos sobre su preparación, ordenación sacerdotal y luego como Obispo, antes de emprender la conversión de Irlanda son muy confusas; pero se cree que Patricio estudió en Francia y que fue ordenado como sacerdote y luego Obispo por San Germán de Auxerre afín de que evangelice Irlanda.
A su arribo a tierras irlandesas, San Patricio permaneció una temporada en Ulster, donde fundó el monasterio de Saul y emprendió, con su energía característica la tarea de conquistar el favor del rey Laoghaire, tierras donde obtuvo -ya sea por su carácter o su don de obrar milagros- una rotunda victoria sobre sus oponentes hechiceros y paganos, y aquel triunfo sirvió para ganar cierta tolerancia a la predicación del cristianismo entre los pobladores de Irlanda. Cuando Patricio había reunido en torno a él numerosos discípulos fieles, como por ejemplo Benigno, destinado a sucederle en la obra de evangelización, progresó rápidamente.

Hacia el año 444 se fundó la Iglesia Catedral de Armagh (hoy Armoc), la sede principal de Irlanda, convirtiéndose luego en centro de administración y educación. Posteriormente, es probable que el santo haya convocado un Sínodo, casi al final de sus días, pues su salud estaba quebrantada por las austeridades sufridas y los interminables viajes. Definitivamente, la vida de este santo se caracterizó por una presencia tanto humana como divina; el prodigio de la abundantísima cosecha que Dios le permitió recoger en Irlanda, estaba siempre presente entre el santo y le colmaba de gratitud. Es positivamente cierto que, en 30 años de apostolado, San Patricio convirtió a "toda Irlanda" al cristianismo.

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