lunes, 19 de septiembre de 2016

PÁRATE UN MOMENTO: el evangelio DEL DÍA 20 DE SEPTIEMBRE - MARTES 25ª - SEMANA DEL T. O.-C Santos Andrés Kim Taegon y Pablo Chang




20 DE SEPTIEMBRE - MARTES
25ª - SEMANA DEL T. O.-C
Santos Andrés Kim Taegon y Pablo Chang

       Evangelio según san Lucas 8, 19-21
    En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces le avisaron:
       “Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte”.
       Él les contestó:
       “Mi madre y mi hermanos son estos: los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra”.

       1.   Está claro, en los evangelios, que las relaciones de Jesús con su familia fueron tensas, difíciles y quizá más complicadas de lo que imaginamos. Así consta por las visitas de las que sabemos que Jesús hizo a su pueblo, Nazaret (Mc 6, 1-6; Lc 4,14-30).
       En ambos casos, la visita terminó mal. Los vecinos del pueblo “se escandalizaron” de lo que Jesús decía y hacía (Mc 6, 3 b). Y se cuenta que la situación llegó al extremo de que intentaron matarlo tirándolo por un barranco (Lc 4, 29).
       Más aún, en una ocasión sus parientes fueron a por él porque pensaban que se había vuelto loco (Mc 3, 21).
       Y según Jn 7, 5, “sus parientes no creían en él”, es decir, no se fiaban de Jesús. A nadie se le oculta que el propio Jesús tuvo que sufrir especialmente por este motivo. Y él lo reconoció en público: “Solo en su tierra, entre sus parientes y en su casa desprecian a un profeta” (Mc 6, 4).
       Es posible que las diferencias entre Jesús
y sus hermanos tuvieran raíces más profundas. Sabemos que el líder de la primera
Iglesia de Jerusalén, después de la resurrección del Señor, fue Santiago (Hech 15, 13), hermano de Jesús (Mc 6, 3; Gal 1, 19) y hombre conservador y tradicionalista (Hech
21, 20) (J. D.. G. Dunn).
       ¿No cabría decir que los hermanos de Jesús no estaban de acuerdo con las ideas renovadoras de su hermano mayor?

       2.   ¿Qué nos quiso enseñar Jesús con esta conducta?
       Las relaciones de parentesco no son libres. Nadie puede escoger en qué familia nace o quiénes son sus padres y hermanos.
       Las relaciones basadas en motivaciones religiosas son como la amistad, relaciones que cada cual elige libremente. Se trata, por tanto, de una “convicción libre” que, en definitiva, representa una opción del espíritu, una forma de espiritualidad.
       El respeto y el amor que une a las personas por la misma fe, se basa en la relación que cada cual acepta libremente. Para Jesús, esto es el ideal de toda relación humana.
       La relación basada en la libertad, el respeto, la tolerancia y la bondad por encima de todo.

       3.   Por lo dicho, se comprende que Jesús, aceptando y respetando profundamente la institución familiar, concede una importancia mayor a la comunidad de fe.
       El problema, que se suele presentar con tanta frecuencia, radica en que la religiosidad se reduce a meras prácticas rutinarias, al tiempo que las verdaderas relaciones comunitarias son muy frágiles o no existen en absoluto.
       La fe cristiana no es solamente la relación del individuo con Dios. Además de eso, es también relación con los demás miembros de una comunidad de fe.
       Las parroquias (y a veces, los mismos conventos) se reducen a grupos humanos que coinciden en unas determinas prácticas religiosas.
       ¿No tendrá esto su explicación en que nuestra fe es más deficiente de lo que imaginamos?

Santos Andrés Kim Taegon y Pablo Chang


Memoria de los santos Andrés Kim Taegön, presbítero, Pablo Chöng Hasang y compañeros, mártires en Corea. Se veneran este día en común celebración todos los ciento tres mártires que en aquel país testificaron intrépidamente la fe cristiana, introducida fervientemente por algunos laicos y después alimentada y reafirmada por la predicación y celebración de los sacramentos por medio de los misioneros. Todos estos atletas de Cristo —tres obispos, ocho presbíteros, y los restantes laicos, casados o no, ancianos, jóvenes y niños—, unidos en el suplicio, consagraron con su sangre preciosa las primicias de la Iglesia en Corea (1839-1867).

Vida de San Andrés Kim Taegön y compañeros
Los laicos llevaron la fe católica a Corea al final del siglo XVI. La evangelización era muy difícil porque Corea se mantenía aislada del mundo, excepto por los viajes a Pekín para pagar impuestos. En uno de esos viajes, hacia el año 1777, algunos coreanos cultos obtuvieron literatura de los padres jesuitas en China. Comenzaron una iglesia doméstica en Corea. Doce años después, un sacerdote chino fue el primer sacerdote que logró entrar secretamente en Corea. Encontró allí 4000 católicos. Ellos nunca habían visto un sacerdote. Siete años más tarde, en medio de gran persecución, había 10,000 católicos.

San Andrés Kim Taegon es hijo de nobles coreanos conversos. Su padre, Ignacio Kim, fue martirizado en la persecución del año 1839 (fue beatificado en 1925 con su hijo).
Andrés fue bautizado a los 15 años de edad. Después viajó 1,300 millas hasta el seminario más cercano, en Macao, China. Seis años después se las arregló para volver a su país a través de Manchuria. Ese mismo año cruzó el Mar Amarillo y fue ordenado sacerdote en Shanghái. Era el primer sacerdote nacido en Corea.
Regresó a Corea y se le asignó preparar el camino para la entrada de misioneros por el mar, para evitar los guardias de la frontera. En 1846 fue arrestado, torturado y decapitado junto al Rios Han, cerca de Seoul, Corea. Tenía 25 años.
Hubo varios miles de mártires coreanos en esa época. En 1883 llegó la libertad religiosa.
Beatificado en 1925 y canonizado el 6 de mayo de 1984 por Juan Pablo II en su visita a Corea, junto con 102 otros mártires, incluyendo el seminarista Pablo Chong Hasang. La mayoría de los mártires canonizados eran laicos. La multitud en la misa de canonización fue una de las más grandes que jamás se han reunido en la faz de la tierra.



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