8 DE SEPTIEMBRE - MIÉRCOLES
26ª - SEMANA DEL T. O. - C
Santos Lorenzo Ruiz y Wenceslao
Evangelio
según san Lucas 9, 57-62
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos,
le dijo uno: “Te seguiré a donde
vayas”,
Jesús le respondió:
“Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el
Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza”.
A otro le dijo:
“Sígueme”.
Él respondió:
“Déjame primero ir a enterrar a mi padre”.
Le contestó:
“Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú vete a
anunciar el Reino de Dios”.
Otro le dijo:
“Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi
familia”.
Jesús le contestó:
“El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para
el Reino de Dios”.
1. Lo
primero que debemos tener presente, al interpretar este evangelio, es (como ya
he dicho otras veces) que el “seguimiento” de Jesús es constitutivo de la
“cristología”. Lo explicó con singular profundidad uno de los teólogos más
importantes del s. XX, Johan B. Metz. Y ya antes lo había insinuado D.
Bonhoeffer.
Esto quiere decir que a Jesús no podemos
conocerlo —para integrar su proyecto de vida en nuestras vidas— solo con el
estudio y la reflexión intelectual. Leyendo libros no nos enteramos de quién es
Jesús. Además de eso, e incluso antes que eso, necesitamos vivir la experiencia
de aquello que es lo propio y específico de los seres humanos, la “sensibilidad
simbólica”, que se basa en “nuestra aptitud simbólica” (lan Tattersall), cuya expresión
más fuerte y honda es el cariño, que nace y crece en los humanos mediante la
convivencia y la relación que generan “convicciones libres” de las que nace el
cariño. Así, y solo así, los “humanos” nos “humanizamos” más hondamente.
2. Si
tomamos todo esto en serio, la pregunta que se plantea es inevitable: ¿puede haber
“exigencias religiosas” que sean más fuertes y decisivas que las “exigencias
humanas”, como es tratar debidamente a la familia o enterrar al propio padre?
Es decir, ¿puede haber exigencias “religiosas”
que entren en conflicto con las exigencias “humanas” más elementales y
necesarias?
3. Aquí
es necesario dejar claro que cuando la “religiosidad” suplanta o anula la
“humanidad”,
esa religiosidad no viene de Dios, ni lleva a Dios. Porque un Dios que entra en
conflicto con lo humano es un Dios que se niega a sí mismo. Y otro tanto hay
que decir de Jesús, ya que es la encarnación de Dios, la imagen de Dios, la presencia
de Dios entre los humanos.
Entonces, ¿por qué dijo Jesús lo que se
lee en este relato?
Porque, con demasiada frecuencia, la
posesión de bienes, las relaciones de familia, y los deberes sociales o
religiosos, todo eso se organiza y se gestiona de forma que no nos “humaniza”,
sino que nos “des-humaniza”. Y eso, ni más ni menos, es lo que Jesús quiere
evitar, a toda costa.
El seguimiento de Jesús es la forma de humanización
más profunda que podemos imaginar.
Un “seguimiento” que no nos hace “más
humanos” no es seguimiento, sino otra cosa, que seguramente a nosotros nos
conviene o nos interesa, por lo que sea.
Santos Lorenzo Ruiz y Wenceslao
Hijo
del rey de Bohemia, Ratislav, el joven príncipe nació en el 907 cerca de Praga.
Su abuela, Santa Ludimila, se encargó de la educación de su nieto, inculcándole
siempre el amor y servicio al Padre Celestial. Cuando era todavía muy joven, el
santo perdió a su padre en una de las batallas contra los magiares; su madre
asumió el poder e instauró -bajo la influencia de la nobleza pagana- una
política anticristiana y secularista, que convirtió al pueblo en un caos total.
Ante esta terrible situación, su abuela trató de persuadir al príncipe para que
asumiese el trono para salvarguardia del cristianismo, lo que provocó que los
nobles la asesinaran al considerarla una latente amenaza para sus intereses.
Sin
embargo, por desconocidas circunstancias, la reina fue expulsada del trono, y
Wenceslao fue proclamado rey por la voluntad del pueblo, y como primera medida,
anunció que apoyaría decididamente a la Ley de la Iglesia de Dios. Instauró el
orden social al imponer severos castigos a los culpables de asesinato o de
ejercer esclavitud y además gobernó siempre con justicia y misericordia.
Por
oscuros intereses políticos, Boleslao -que ambicionaba el trono de su hermano-,
invitó a Wenceslao a su reino para que participara de los festejos del santo
patrono y al terminar las festividades, Boleslao asesinó de una puñalada al
santo rey. El pueblo lo proclamó como mártir de la fe, y pronto la Iglesia de
San Vito -donde se encuentran sus restos- se convirtió en centro de
peregrinaciones. Ha sido proclamado como patrón del pueblo de Bohemia y hoy su
devoción es tan grande que se le profesa también como Patrono de
Checoslovaquia.
El joven
príncipe, que nació en Bohemia hacia el año 907, personifica el ideaI del héroe
nacional, valientemente comprometido en la promoción cultural y religiosa del
pueblo eslavo.
Cuando
se derrumbó el reino moravio, en el 895 los príncipes bohemios, entrando en el
juego diplomático de las potencies de ese entonces, se aliaron con el fuerte
reino franco, y adoptando los principios de las antiguas civilizaciones
comenzaron el proceso de europeización de los Estados de Europa central.
Lider
de esta política de visión hacia el futuro fue el joven duque de Bohemia,
Wenceslao. Él había sido educado cristianamente por la abuela Ludmila, venerada
como santa. Tan pronto tuvo la edad requerida, sucedió al padre después de la
breve regencia de la madre Draomira. Mujer intrigante, Draomira prefería al
segundo hijo, Boleslao, y fomentó con todos los medios a su alcance la
rivalidad entre los dos, hasta el punto de llevar al segundo a mancharse con el
grave delito del fratricidio.
En
la mañana del 28 de septiembre del 935, mientras Wenceslao salía de case para
ir a Misa, Boleslao, que lo esperaba en un lugar solitario con un grupo de
cómplices, le saltó encima para herirlo por la espalda. El joven rey, que
todavía no tenía treinta años, detuvo el golpe y echó mano a su espada, pero
cuando se dio cuenta que el asesino era su hermano bajó el arma, murmurando:
“Podría matarte, pero la mano de un siervo de Dios no debe mancharse con el
fratricidio”. Fue asesinado por los sicarios de Boleslao.
Este
ejemplarísimo príncipe cristiano anteponía sus deberes religiosos a los de
soberano, hasta el punto de llegar tarde a una importante asamblea de Worms,
convocada por el emperador Otón, porque estaba en Misa. No era raro ver al
joven rey mezclado con los otros fieles, con los pies descalzos, durante las
procesiones penitenciales. Impuso a su cuerpo la dura disciplina del cilicio y
las diarias mortificaciones.
Fue
considerado como un rey renunciatario por haber buscado la alianza con los
poderosos francos limítrofes, pero el mismo hermano Boleslao, que le sucedió,
después de haberlo mandado asesinar, comprendió esa política realistica y la
siguió. Boleslao comprendió el error de valoración respecto de su hermano,
hacia quien la devoción popular creció de día en día, por los prodigios que se obraban
sobre la tumba del mártir, venerado inmediata mente como santo, el primero de
los pueblos eslavos.
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SAN LORENZO RUIZ Y 15 COMPAÑEROS,
MÁRTIRES
San
Lorenzo Ruiz (c. 1600 - 29 de septiembre de 1637) fue un notario filipino, que
murió martirizado en Okinawa. Es el primer beato filipino.
Los
nuevos Santos hablan también hoy a todos los misioneros que, urgidos por el
mandato de Cristo “ id y enseñad a todas las gentes ” (Mt 28, 19), 5), han
salido por los caminos del mundo a anunciar la Buena Nueva de la salvación a
todos los hombres, particularmente a los más necesitados.
Ellos,
con su mensaje y su martirio, hablan a los catequistas, a los agentes de
pastoral, a los laicos, a quienes la Iglesia, está dedicando particular
atención y solicitud en el presente Sínodo de los Obispos. Ellos nos recuerdan
que “morir por la fe es un don que se concede a algunos; pero vivir la fe es
una llamada dirigida a todos” (Homilía durante la misa de beatificación de
Laurencio Ruiz en Manila, n. 5, 18 de febrero de 1981).
La
gran familia dominica, y en particular la Provincia del Santo Rosario que
celebra el cuarto centenario de su creación, recibe hoy, con legítimo orgullo,
entre sus Santos a estos mártires, algunos de los cuales estuvieron
especialmente ligados al Colegio de Santo Tomás de Manila. Este centro,
convertido hoy en Universidad, así como otras beneméritas instituciones
eclesiales, han contribuido de modo notable a la implantación y desarrollo de
la Iglesia en el lejano oriente.
Los
misioneros que hoy son canonizados hablan a todos los fieles cristianos, en
esta Jornada de oración por las misiones, y les exhortan a reavivar su
conciencia misionera. “Todos los cristianos –nos dice el Concilio–, dondequiera
que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el
testimonio de la palabra el hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo”
Todo bautizado debe sentirse, pues, urgido por su vocación a la santidad. En
esto los nuevos Santos han de servirnos de modelo a seguir con una entrega sin
límites a la llamada de Dios. Uno de ellos, el Padre Lucas del Espíritu Santo
escribía: “E1 beneficio que yo estimo más, es haberme enviado a esta tierra en
compañía de tan grandes siervos de Dios, de los cuales, unos ya le están
gozando, y otros tienen adquirido un gran tesoro delante de su divina Majestad”
(Ad gentes, 11).
Ruiz
nació en Binondo, Manila (Filipinas). Su padre, de origen chino le enseñó el
idioma chino, y su madre filipina le enseñó tagalo. Ambos eran católicos.
Lorenzo sirvió en el convento de la iglesia de Binondo como sacristán. Años más
tarde, se hizo miembro de la Confraternidad del Santo Rosario.
Lorenzo
fue falsamente acusado de asesinato y buscó asilo a bordo de una nave con tres
sacerdotes dominicos, san Antonio González, san Guillermo Courtet y san Miguel
de Aozaraza, además del sacerdote japonés san Vicente Shiwozuka de la Cruz, y
un laico llamado san Lázaro de Kyoto, que padecía de lepra. El barco tocó
tierra en Okinawa y el grupo fue arrestado por su religión cristiana. Aún
torturados no abjuraron de su fe, y murieron mártires.
Lorenzo
Ruiz fue beatificado en Manila de febrero el 18 de 1981 por el papa Juan Pablo
II, que lo canonizó el 18 de octubre de 1987.
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