26 DE SEPTIEMBRE – LUNES
26ª ~ SEMANA DEL T.O.-C
San Cosme y San Damian
Evangelio
según san Lucas 9,46-50
En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era
el más importante.
Jesús, adivinando lo que pensaban cogió de la mano a un niño,
lo puso a su lado) y les dijo:
“El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el
que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado.
El más pequeño de vosotros es el más importante. Juan tomó la
palabra y dijo: “Maestro, hemos
visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se
lo hemos querido impedir”. Jesús le
respondió:
“No se lo impidáis el que no está contra vosotros, está a
favor vuestro”.
1. Lo más importante que Jesús afirma en este
evangelio es la identificación que establece entre el niño, él mismo y el Padre
del Cielo: “El que acoge a este niño… me acoge a mí; y el que me acoge a mí,
acoge al que me ha enviado”, que es el Padre.
Se afirma, pues, una identificación entre
Dios, Jesús y el niño.
Esta misma idea se repite mediante los
verbos “acoger”, - ”escuchar”, - “rechazar” (Mt 10, 40; Mac 8, 37; Mt 18, 5; Lc
10, 16; 9, 48; Jn 13, 20).
Se trata, pues, de un criterio central en
los
cuatro
evangelios. Y que se expresa de formas variadas. Pero siempre con el mismo pensamiento
de fondo.
El mismo Dios, que está en su
Trascendencia se identifica con la
realidad de Jesús, que está en la Inmanencia humana.
Y, bajando aún mas está también en cualquier
ser humano.
2. Esto
último, que es lo más llamativo y significante, lo afirma Jesús recurriendo a la
presencia de un niño. En las culturas antiguas, el niño, como el esclavo, eran seres
humanos sin derechos, lo más bajo e insignificante en la escala social.
- ¿Qué tenía un niño, en aquellas condiciones?
Solamente su humanidad. Era un ser humano,
lo mínimamente humano, lo que es común a todos los humanos.
Bueno, ahí, en eso y en ese ser humano;
está presente Jesús. Y está presente y viviente Dios mismo.
3. ¿Qué
nos viene a decir esto?
Algo que no acabamos de integrar en
nuestras vidas como creyentes, como personas religiosas que han integrado en
sus vidas la religiosidad de Jesús.
Se trata de esto: el Trascendente se nos
ha revelado, se nos comunica y lo encontramos en lo inmanente. Porque no podemos encontrarlo de otra manera,
ni por otro camino.
Lo Trascendente es lo que nos trasciende,
lo que no está a nuestro alcance.
De Dios, por tanto, solo podemos saber lo
que aprendemos en Jesús. Y lo que de él aprendemos en un niño, en cualquier
niño, en todo ser humano desvalido, en el que ya solo queda eso, su humanidad.
Por eso, el cristianismo es una “religión
laica”. Y una “religión ética”.
Una religión que es “a su manera”. Como
lo fue Jesús, un hombre profundamente religioso, que buscó y encontró al Padre
en cada ser humano al que amó, al que se entregó y por el que dio su misma
vida. Y todavía, una observación decisiva: el evangelio de Lucas pone estas
palabras y este gesto de Jesús precisamente a renglón seguido del segundo anuncio
de la pasión.
Una pasión de la que los discípulos no
querían saber nada (Lc 9, 45). Y es entonces, cuando los apóstoles más se resisten
a ver a Dios en lo más débil de lo humano (la cruz), Jesús les dijo esto.
San Cosme y San Damian
Mártires
posiblemente del comienzo del siglo IV
Cosme
significa "adornado, bien presentado".
Damián:
domador.
Patronos
de: Cirujanos, Farmacéuticos, Médicos, Peluqueros, Dentistas, trabajadores de
los balnearios.
Una
tradición muy antigua atestigua la existencia de su sepulcro en Ciro (Siria),
donde se erigió asimismo una basílica en su honor. Desde allí, su culto pasó a
Roma y, más tarde, se propagó por toda la Iglesia.
Según
la tradición son hermanos gemelos, nacidos en Arabia; estudiaron las ciencias
en Siria y llegaron a distinguirse como médicos. Como eran auténticos
cristianos, practicaban su profesión con gran habilidad, pero sin aceptar jamás
pago alguno por sus servicios. Por eso se les conoció en el oriente entre los
santos llamados colectivamente "los sin dinero".
Vivían
en Aegeae, sobre la costa de la bahía de Alejandreta, en Cilicia, donde ambos
eran distinguidos por el cariño y el respeto de todo el pueblo a causa de los
muchos beneficios que prodigaba entre las gentes su caridad y por el celo con
que practicaban la fe cristiana, ya que aprovechaban todas las oportunidades
que les brindaba su profesión para difundirla y propagarla. En consecuencia, al
comenzar la persecución, resultó imposible que aquellos hermanos de condición
tan distinguida, pasasen desapercibidos. Fueron de los primeros en ser
aprehendidos por orden de Lisias, el gobernador de Cilicia y, luego de haber
sido sometidos a diversos tormentos, murieron decapitados por la fe. Conducidos
sus restos a Siria, quedaron sepultados en Cirrhus, ciudad ésta que llegó a ser
el centro principal de su culto y donde las referencias más antiguas sitúan el
escenario de su martirio.
Se
cuentan muchos prodigios milagrosos sobre sus vidas, pero poco se sabe con
seguridad. Se dice por ejemplo que, antes de ser decapitados, salieron con bien
de varios tipos de ejecuciones, como ser arrojados al agua atados a pesadas
piedras, ser quemados en hogueras y ser crucificados. Cuando se hallaban
clavados en las cruces, la multitud los apedreó, pero los proyectiles, sin
tocar el cuerpo de los santos, rebotaron para golpear a los mismos que los
arrojaban. Lo mismo sucedió con las flechas disparadas por los arqueros que
torcieron su trayectoria e hicieron huir a los tiradores (se cuenta que el
mismo caso ocurrió con San Cristóbal y otros mártires). Asimismo, dice la
leyenda que los tres hermanos de Cosme y Damián, llamados Antimo, Leoncio y
Euprepio, sufrieron el martirio al mismo tiempo que los gemelos y sus nombres
se mencionan en el Martiriologio Romano. Se habla de innumerables milagros,
sobre todo curaciones maravillosas, obrados por los mártires después de su
muerte y, a veces, los propios santos se aparecieron, en sueños, a los que les
imploraban en sus sufrimientos, a fin de curarles inmediatamente.
Entre
las personas distinguidas que atribuyeron su curación de males gravísimos a los
santos Cosme y Damián, figuró el emperador Justiniano I, quien visitó la ciudad
de Cirrhus especialmente para venerar las reliquias de sus benefactores.
A
principios del siglo V, se levantaron en Constantinopla dos grandes iglesias en
honor de los mártires. La basílica que el Papa Félix (526-530) erigió en honor
de Cosme y Damián en el Foro Romano, con hermosísimos mosaicos, fue dedicada
posiblemente el 27 de septiembre. Ese día se celebró la fiesta de Cosme y
Damián hasta su traslado al 26 de septiembre en el nuevo calendario.
Los
santos Cosme y Damián son nombrados en el canon de la misa y, junto con San
Lucas, son los patronos de médicos y cirujanos.
Tres
pares de santos llevan los mismos nombres
Por
un error, los cristianos de Bizancio honraron a tres pares de santos con los
nombres de Cosme y Damián. Los de Arabia, que fueron decapitados durante la
persecución de Diocleciano (17 de octubre), los de Roma, que murieron
apedreados en el curso del reinado de Carino y los hijos de Teódota, que no
fueron mártires. Sin embargo, se trata de los mismos.
Pidamos
al Señor por intercesión de los santos Cosme y Damián por los médicos, para que
cumplan santamente con su profesión.
"LO QUE HABÉIS RECIBIDO GRATIS, DARLO TAMBIÉN GRATUITAMENTE" (Jesucristo Mt. 10, 8)
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