martes, 6 de septiembre de 2016

Párate un momento: El Evangelio del día 7 DE SEPTIEMBRE - MIÉRCOLES 23ª - SEMANA DEL TIEMPO Santa Regina, mártir






7 DE SEPTIEMBRE - MIÉRCOLES
23ª - SEMANA DEL TIEMPO
Santa Regina, mártir

Evangelio según san Lucas 6, 20-26
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:
 “Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre
porque quedaréis saciados.
Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del Hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo: porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡Ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo!
 ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!
¡Ay los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!
 ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas”.

1.   Hay cuatro escritos del cristianismo primitivo que recogen las bienaventuranzas:
1)  El Sermón del Monte. (Mt 5, 1-12)
2) El Sermón de la Llanura. (Lc 6, 20-26)
3)El Evangelio de Tomás. (EvTh 54; 68-69) 4) Los Hechos de Pablo. (ActPaul, 5-6) (F. r’
H. Waitz).
Los textos de Mateo y Lucas son los más seguros. ¿Cuál de ellos es el mas antiguo? No hay una respuesta segura. Parece que las bienaventuranzas de Lucas con las maldiciones que las acompañan) son las más originales. Y posiblemente la redacciónción más arcaica es la del Evangelio de Tomás (F. Bovon).
Sea lo que sea en cuanto a la antigüedad, el hecho de que hayan llegado hasta nosotros cuatro redacciones nos muestra la importancia que la Iglesia naciente les concedió a las bienaventuranzas.

2.   Las bienaventuranzas no se explican. Se viven. Y solo cuando el que habla de este tema, lo que hace es relatar lo que él mismo vive, lo que le pasa, cómo lo vive y por qué vive todo eso así, entonces es cuando lo que se diga sobre las bienaventuranzas puede tener algún sentido.
Porque aquí no nos encontramos con la “lógica superficial” del pensamiento comúnmente admitido por la gran mayoría de la comunidad y hasta argumentado por especialistas en asuntos de dinero, de derecho y de poder.
No. Aquí nos damos de cara con la “sensibilidad simbólica” (lan Tattersall), que es lo  que distingue y especifica al “ser humano” y, sobre todo, la capacidad de “ser humanos”, es lo que nos distingue de los meros instintos del animal, que nos impulsaban (hace millones de años) a comportarnos irresistiblemente como fieras.

3.   La clave de la cuestión está en esto: Un mundo o una sociedad, en la que solo buscamos lo mejor y lo que más le conviene o le interesa a cada cual, es un mundo o  una sociedad que termina “deshumanizándonos” a todos, hasta hacer verdad la vieja sentencia: “homo homini, lupus”= “el hombre es un lobo para el hombre”, o sea, nos deshumanizamos hasta el extremo de convertirnos en una inmensa manada de lobos. Pero con una agravante: los lobos matan a otros animales para comérselos ellos.
Cuando los humanos nos deshumanizamos, hasta ser lobos para los demás, nos destrozamos unos a otros. Nos destrozamos con disfraces de “sabios”, de “religiosos”, de “educados” ... Pero nos destrozamos. ¿Solución? Jesús propuso el Evangelio.

Santa Regina, mártir

Hija de un ciudadano pagano de Alise, en Borgoña, la santa -cuya madre falleció al dar la luz- fue entregada a una nodriza que era cristiana y que la educó en la fe. Su belleza atrajo las miradas del prefecto Olybrius, quien, al saber que era de noble linaje, quiso casarse con ella, pero ella se negó a aceptarlo y no quiso atender los discursos de su padre, quien trataba de convencerla para que se casara con un hombre tan rico.
Ante su obstinación, su padre decidió encerrarla en un calabozo y, como pasaba el tiempo sin que Regina cediese, Olybrius desahogó su cólera haciendo azotar a la joven y sometiéndola a otros tormentos. Una de aquellas noches, recibió en su calabozo el consuelo de una visión de la cruz al tiempo que una voz le decía que su liberación esta próxima. Al otro día, Olybrius ordenó que fuera torturada de nuevo y que fuera decapitada después. En el momento de la ejecución, apareció una paloma blanquísima que causó la conversión de muchos de los presentes.



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