lunes, 12 de junio de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 13 DE JUNIO - MARTES 10ª - SEMANA DEL T. O. - A SAN ANTONIO DE PADUA, presbítero y doctor





13  DE JUNIO -  MARTES
10ª - SEMANA  DEL T. O. - A

Evangelio según san Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que sean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.

1.  Jesús afirma que quienes viven de acuerdo con el "proyecto de vida" que plantea en las bienaventuranzas, esos son los que van por la vida con honor y vergüenza. De forma que ellos son quienes merecen estima y son los que ejercen atracción.
Utilizando las metáforas propias de las culturas agrarias de la Antigüedad, Jesús les dice que se mantengan en semejante situación sin cansarse. Porque así es como serán la sal y la luz para este mundo.
La sal es alimento, condimento, protección de la vida. La luz nos hace posible salir de nuestra soledad y de nuestro aislamiento, compartir con los demás, vivir y
transmitir vida.

2.  Esto supuesto,   - ¿qué es lo que la gente tiene que ver en los discípulos de Jesús?
No simplemente sus creencias y sus observancias, sino sobre todo sus obras. Es decir, su conducta, que se traduce en costumbres, hábitos de vida, preferencias, gustos, aficiones, formas de ocupar el tiempo. Sobre todo, y ante todo, en cuanto se refiere al comportamiento profesional, en la transparencia y la responsabilidad.
Cuando la propia "profesión" se vive como la "vocación" que Dios nos ha impuesto en la vida (Max Weber), el ciudadano se siente más responsable. Lo que se traduce en bien para la sociedad y para los individuos.
Cuando esto se hace realidad, el bienestar general crece, el rendimiento de instituciones y empresas es mayor. Y la consiguiente ayuda a otros pueblos —que lo pueden necesitar— es mayor y más segura.

3.  Pero no deberíamos limitar los frutos de esta   conducta "evangélica" solamente al ámbito de "lo moral". Cuando la vida se vive así, es de suma importancia comprender que el crecimiento "cultural" es el beneficio que más a fondo ayuda a un pueblo, a una nación, a un Estado. Y a la sociedad en general.
Y, como es lógico, en tales condiciones, el tejido social se afianza y robustece. Produciendo, en el conjunto de la población, una experiencia de seguridad, paz y esperanza que beneficia a todos. Así, la gente se sentirá más segura y más ilusionada.
Sobre esta base cultural y social, se planta y crece la esperanza, así como las condiciones que facilitan las creencias religiosas. Y la fe en el eterno Viviente, Jesús.

SAN  ANTONIO  DE  PADUA, presbítero y doctor

(1195-1231)
“El Santo de todo el mundo" le llamó el Papa León XIII. Y no exageraba, ya que San Antonio es sin duda alguna, el Santo más popular de la Iglesia. Pero, sobre todo, es venerado por la gente humilde que sabe descubrir en él la ayuda y el ejemplo en las cosas ordinarias y sencillas.
Bien podía el Papa Pío XII, en 1946, en declararle Doctor de la Iglesia, felicitar a Portugal por haber regalado al mundo esta magnífica flor y a Padua por haberlo recibido en su tierra donde realizó toda clase de prodigios. Pero ¿por qué es famoso San Antonio? El mismo Pío XII lo declaraba al afirmar que esta fama le venía, "por la santidad de su vida, por la insigne fama de sus milagros y por el esplendor de su doctrina... Por todo ello iluminó y sigue ahora iluminando a todo el universo...".
Nació en Lisboa y le fue impuesto el nombre de Hernando o Fernando con el que se le conocerá hasta los veintiocho años cuando ingresó en la Orden Seráfica que cambiará por el de Antonio.
Sus padres se llamaron Martín Bullones y Teresa Tavera. Dieron una sencilla y cristiana educación a su hijo.
A los 15 años se entregó a una vida de fervor religioso y estudio concienzudo. Los Canónigos Regulares de San Agustín forjaron aquella inteligencia y modelaron aquel corazón que tanto supo amar a Dios y a las criaturas. Estudió primero en Lisboa y después pasó a la célebre ciudad de Coimbra. Mientras estaba en esta ciudad presenció la llegada de los cuerpos de los cinco primeros mártires franciscanos muertos por su fe en Jesucristo, en Marruecos. Fernando recibió como un aldabonazo muy fuerte en su corazón y como una llamada a ser Mártir como aquellos valientes religiosos. Ni corto ni perezoso corre a la portería de los Frailes Menores, al convento de San Antonio de los Olivares, y le dice al P. Guardián a quemarropa: -"Padre, si me prometéis enviarme a tierra de moros, os ruego que me deis vuestro hábito".
Es el verano de 1220. Antonio tiene 25 años. Su noviciado fue breve pero bien aprovechado. Asimila las virtudes y la Regla del Padre San Francisco. El P. Guardián sabe que debe cumplir la promesa hecha a Antonio de enviarlo en cuanto haya ocasión a tierra a moros, y, así lo hace en la primavera del 1221. Llegando ya a Murruecos una enfermedad le hace volver hacia España, pero una tormenta arrastra la embarcación hasta Sicilia y allí desembarcan. Su encuentro con San Francisco fue digno de quedar grabado para siempre en la historia franciscana. El Serafín de Asís le llamaba cariñosamente "mi obispo". Le ordena que reciba el sacerdocio con estas palabras: "A mi querido hermano Antonio, saluda en Cristo el hermano Francisco: Paréceme que leas a los frailes la teología; -con tal de que, por el demasiado estudio, no apagues en ti ni en ellos el fervor y el espíritu de la santa oración, según en la Regla se contiene".
Se entrega a predicar por Italia y Francia. Durante diez años lleva el mensaje por todas partes y lo confirma con ruidosos milagros hasta llegar a ser el mayor dramaturgo de todos los tiempos.
Hablaba a los hombres, a los pájaros y a los peces. Estos le obedecían y cantaban las glorias del Creador. Mereció ser canonizado al año de su muerte y es conocido como "El Doctor evangélico". "El Santo de los milagros". "El Arca del Testamento". "El Santo de todo el mundo".
El 13 de junio de 1231, con las palabras "Ya veo a Dios", volaba a la eternidad.





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