23 de junio Viernes
11ª – Semana del T. O. – A
SAGRADO. CORAZON DE JESUS
Lectura del libro del Deuteronomio (7,6-11):
En aquellos días, Moisés habló al pueblo,
diciendo:
«Tú eres un pueblo santo para el Señor, tu
Dios: él te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el
pueblo de su propiedad. Si el Señor se enamoró de vosotros y os eligió, no fue
por ser vosotros más numerosos que los demás, pues sois el pueblo más pequeño,
sino que, por puro amor vuestro, por mantener el juramento que había hecho a
vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la
esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto. Así sabrás que el Señor, tu
Dios, es Dios: el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor con los que lo
aman y guardan sus preceptos, por mil generaciones. Pero paga en su persona a
quien lo aborrece, acabando con él. No se hace esperar, paga a quien lo
aborrece, en su persona. Pon por obra estos preceptos y los mandatos y decretos
que te mando hoy.»
Salmo: 102,1-2.3-4.6-7.8.10
R/. La misericordia del Señor dura siempre,
para los que cumplen sus mandatos
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.
El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san
Juan (4,7-16):
Amémonos unos a otros, ya que el amor es de
Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha
conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos
tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio
de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros
hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima
de propiciación para nuestros pecados.
Queridos, si Dios nos amó de esta manera,
también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca.
Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en
nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en él, y
él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y
damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios,
Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios
nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor
permanece en Dios, y Dios en él.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(11,25-30):
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y
tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has
revelado a la gente sencilla.
Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me
lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie
conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y
agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es
llevadero y mi carga ligera.»
1. La fiesta del Corazón de Jesús tuvo una importancia
singular en la piedad, la devoción y la espiritualidad de muchos católicos
durante el s. XIX y hasta bien entrado el XX.
Después del concilio
Vaticano II ha ido quedando desplazada o, si se prefiere, ha perdido la
importancia que tuvo en décadas anteriores. Por supuesto, esta devoción sigue
alimentando la vida interior de muchas
personas y de instituciones religiosas (no pocas congregaciones de Vida
Religiosa) a las que inspira sus mejores sentimientos y fomenta su generosidad
en la entrega a los más altos ideales del espíritu.
2. - ¿Por qué ha perdido fuerza esta devoción?
Lo más probable es
que eso se debe a un motivo que está indicado en el evangelio de hoy. Las
preferencias del Dios de Jesús están puestas en la "gente sencilla".
Además, Jesús llama sobre todo a los que van por la vida "cansados y
agobiados".
Se puede decir, por
tanto, que el Corazón de Jesús se siente atraído por los últimos de este mundo;
y por los que peor lo pasan en esta tierra de tantas violencias e injusticias.
Hoy lo vemos claro.
Lo vemos, así como lo más lógico. Sin embargo -justo es reconocerlo- la clásica
devoción al Corazón de Jesús se centró, sobre todo, no en los "más
sencillos", sino en los "más devotos". Fue una devoción con un marcado
acento intimista, espiritual y hasta espiritualista. Y por eso mismo le faltó
la preocupación social y hasta política (no partidista), sin la cual no es
fácil afirmar que uno ha tomado en serio el sufrimiento de los pobres, el dolor
de los sencillos y la humillación en que viven los más desgraciados.
3. La piedad, la devoción, los sentimientos espirituales
hacia Jesús, simbolizados en su corazón, son no solo excelentes, sino
necesarios. Pero con tal que no nos quedemos en esa espiritualidad intimista.
Porque eso solo sirve para gratificar las conciencias y tranquilizar las almas.
Lo cual puede resultar un engaño.
Jesús pasaba las
noches en oración, pero los días enteros se los pasaba de pueblo en pueblo, de
aldea en aldea, conviviendo con los más desamparados de este mundo, aliviando
penas, curando enfermos y conviviendo con los pecadores y gentes marginales.
Así nos dejó claro
por dónde andan las preferencias de su corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario