lunes, 19 de junio de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 20 DE JUNIO - MARTES 11ª - SEMANA DEL T.O. - A SANTA FLORENTINA DE CARTAGENA, virgen



20 DE JUNIO -   MARTES
11ª - SEMANA  DEL  T.O. - A

Evangelio según san Mateo 5, 43-48
       En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
      Porque, si amáis a los que os aman, - ¿qué premio tendréis?  - ¿No hacen lo mismo también los publicanos?
Y si saludáis solo a vuestro hermano, - ¿qué hacéis
   de extraordinario?  - ¿No hacen lo mismo también los paganos?
Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.

1.  - ¿Se puede realmente amar al enemigo? 
- ¿Se puede querer al que sabemos que nos odia, se pone triste cuando las cosas nos salen bien y triunfamos en la vida, y se pone alegre cuando fracasamos o quedamos mal ante los demás?
Como es lógico, las preguntas que podemos hacernos sobre este asunto son interminables. Porque la vida y la relación con los demás nos ponen en situaciones que
quizá nunca pudimos imaginar. Por eso hay que hacerse, en serio, la pregunta:  - ¿Es posible amar al enemigo? 
Dios no nos puede pedir lo imposible. Ni Dios
es tan inhumano como para pedirnos que lleguemos a portarnos violentando constantemente lo que da de sí nuestra condición humana.

2. Jesús no nos pide que nos arranquemos del alma los sentimientos más espontáneos que brotan de nuestra intimidad. 
No somos dueños de nuestros "sentimientos". Solo mandamos en nuestra conducta, en nuestros "comportamientos". Y lo que Jesús nos pide es que nunca hagamos mal a nadie.  Aunque sea nuestro peor enemigo. Esto sí está en nuestra mano. Y lo tenemos siempre a nuestro alcance. Por eso, una vez más, hay que insistir en la importancia de reeducar nuestras "convicciones" fundamentales, básicas, determinantes.
Las "convicciones" no son meros "propósitos". Sino que son "pautas de conducta", que generan "hábitos de comportamiento".  Lo que se traduce en costumbres.
El que no acostumbra a decir jamás una palabra hiriente, o hablar mal de otro, sea quien sea, y no digamos si lo que está en juego es dañar la fama, la dignidad, los derechos de otras personas, sean quienes sean... El que se porta así, ese es el que ama incluso al enemigo.

3.  La grandeza de una persona se mide, sobre todo, por su capacidad para reconocer sus propias limitaciones.
El que sabe lo limitado que es —aunque sea importante y famoso—  ese será siempre buena persona. 
El que sabe sus limitaciones, pero ni las reconoce, ni las acepta, ese es un individuo peligroso. Y normalmente suele ser un resentido. Una persona así, es un peligro para quienes están cerca o simplemente se relacionan con semejante sujeto. 
Hay que pensar en esto: - ¿Dónde está, para mí, la base y el cimiento de la auténtica honestidad y la verdadera bondad?

SANTA FLORENTINA  DE  CARTAGENA, virgen


Elogio: En Sevilla, en la región hispánica de Andalucía, santa Florentina, virgen, muy versada en las disciplinas eclesiásticas, a la cual sus hermanos los obispos Isidoro y Leandro dedicaron tratados de insigne doctrina.
Virgen, nació a mediados del siglo VI y murió alrededor del 612. La familia de santa Florentina nos proporciona un raro ejemplo de vida verdaderamente religiosa, y activamente comprometida en la promoción de los intereses de la cristiandad. Hermana de tres obispos españoles en la época de la dominación visigoda (san Leandro, san Isidoro y san Fulgencio), consagró su virginidad a Dios. Era más joven que su hermano Leandro, pero mayores que Isidoro, quien sucedió a Leandro como arzobispo de Sevilla. Antes de su elevación a la dignidad episcopal, Leandro había sido monje, y fue a través de su influencia que Florentina abrazó la vida ascética. Ella se asocia con un grupo de vírgenes, que también deseaban abandonar el mundo, y forma una comunidad religiosa. Fuentes tardías aseguran que su residencia fue el convento de Santa María del Valle, cerca de Écija (Astigis), ciudad de la que su hermano Fulgencio era obispo.

En cualquier caso, lo cierto es que ella se había consagrado a Dios antes del año 600, ya que su hermano Leandro -que murió en el 600 o 601- escribió para guiarla un trabajo que se conserva y que trata de la vida de la mujer consagrada y del abandono del mundo («Libellus Reglamento SIVE de virginum institutione et de contemptu mundi ad sororem Florentinam», PL LXXII, 873 ss.). En ella el autor establece las normas según las cuales las vírgenes consagradas a Dios en clausura deben regular sus vidas. Se aconseja encarecidamente evitar trato con mujeres que viven en el mundo, y con los hombres, especialmente con los jóvenes; recomienda la estricta templanza en el comer y beber, da consejos acerca de la lectura y meditación de la Sagrada Escritura, prescribe la igualdad de amor y amistad para todos los que viven en comunidad, y exhorta encarecidamente a su hermana a permanecer fiel a su santo estado. Florentina, regulada su vida de acuerdo a los consejos de su hermano, entró con fervor en el espíritu de la vida religiosa, y fue honrado como santa después de su muerte. Su hermano menor Isidoro también le dedica una obra: «De fide catholica contra Judaeos», que escribió a petición de ella.

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